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Conducir con estrés, ansiedad o depresión, riesgos y cómo te pueden afectar al volante

La salud mental está más en boca de todos en los últimos tiempos, y es por ello importante recalcar también cómo dos afecciones como la depresión, la ansiedad o el propio estrés pueden tener efectos negativos en la conducción. Toma nota.

Conducir con estrés, ansiedad o depresión, riesgos y cómo te pueden afectar al volante
Estos son los efectos en la conducción que pueden derivar del estrés o la depresión.

8 min. lectura

Publicado: 23/05/2024 14:00

No siempre que nos ponemos al volante de un vehículo podemos decir que lo hacemos en plenas facultades mentales. Tener un mal día en el trabajo, haber dormido mal la noche de antes o simplemente pasar una mala racha pueden afectar de forma negativa a nuestras capacidades como conductores.

Lo cierto es que la salud mental es un tema que cada vez es menos tabú y del que se habla de forma más abierta, sin miedo al qué dirán. Problemas como el estrés, la ansiedad o la depresión con cada vez más frecuentes en nuestra sociedad. Y sí, tienen una incidencia directa en la conducción.

Además, hay que tener en cuenta la relación doble que hay entre el estrés y la conducción: sufrir estrés por cualquier situación de tu día a día influirá en tu forma de conducción; pero además, las propias condiciones que te encuentres en la carretera, como el tráfico, suponen también una fuente de estrés por sí mismos.

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Estos son los riesgos por conducir en situaciones de estrés y depresión.

Riesgos de conducir con estrés

El estrés es un proceso psicológico que se da cuando se nos presenta una fuerte exigencia o unas demandas superiores a las respuestas que podemos proporcionar, con las que no sabemos cómo responder de forma adecuada.

Como consecuencia de ello, se ocasiona una pérdida del equilibrio físico y emocional, lo que altera claramente las capacidades necesarias para una conducción segura. Como efecto directo, aumentará peligrosamente el riesgo de sufrir un accidente de tráfico.

Un conductor con estrés es un peligro, ya que no está en las mejores condiciones para ponerse al volante con seguridad. El proceso de estrés se divide en tres fases, cada cual tiene un efecto directo en el cuerpo y, en consecuencia, en la conducción: la reacción de alarma, la fase de resistencia y la fase de agotamiento.

Fases que se atraviesen con el estrés. Gráfico: DGT.

Por lo general, las alteraciones en el comportamiento debido al estrés suelen ser comunes:

  • Aumenta el nivel de agresividad, hostilidad y competitividad hacia el resto de conductores.
  • Aumenta la tendencia a no respetar las señales y normas de circulación.
  • El comportamiento cambia y puede volverse más imprudente, lo que puede llevar a aceptar mayores niveles de riesgo al volante.
  • Provoca que disminuya la concentración en el tráfico, lo que a su vez aumenta la posibilidad de distraernos y, como decíamos, de sufrir un accidente.

Las manifestaciones del estrés en situaciones del tráfico suelen ser «inútiles, contraproducentes y aumentan los riesgos para la seguridad», asegura la DGT.

Según avanzan las fases del estrés, irá incrementando nuestro desgaste y nuestra fatiga, lo que por un lado podrá ocasionar problemas de salud característicos como el dolor de cabeza o los trastornos digestivos.

Además, a mayor agotamiento, nuestro rendimiento caerá en picado, haciendo que las decisiones al volante puedan ser más lentas, haciendo que sea más difícil mantener la atención sobre el tráfico y que podamos cometer más errores.

Aquí no somos psicólogos ni nada por el estilo, pero los mejores consejos que te podemos dar son dos si estás sometido a estrés:

  • Ponte en manos de profesionales y busca ayuda especializada para acortar la duración de los períodos de estrés, reducir su intensidad y prevenir que vuelvan a aparecer en el futuro.
  • Trata de no conducir salvo que sea estrictamente necesario, sobre todo en la fase más crítica del estrés y, especialmente, si estás tomando medicación.
Te damos algunos consejos a seguir en estas situaciones al volante.

Riesgos de conducir con depresión

La depresión es la forma más común del sufrimiento mental. Las principales características de este estado en las personas son el estado de ánimo triste, la apatía, la falta de energía o los sentimientos de pesimismo.

Como decíamos antes, ante una situación de depresión, lo mejor es ponerse en manos de un especialista, ya que la propia sintomatología causada puede provocar sueño, vértigos, debilidad muscular, déficit de atención, temblores

Factores que, como te podrás imaginar, no son buenos compañeros para el conductor. A nivel de conducción, las capacidades al volante se ven alteradas de la siguiente manera:

  • Aumentan las distracciones, ya que el conductor centra su atención en sus pensamientos y se desentiende del entorno. Así, se ralentiza la toma de decisiones ante sucesos importantes para la seguridad.
  • Aumenta la inseguridad, interfiriendo en la toma de decisiones y provocando errores que pueden sorprender a otros conductores de forma negativa.
  • Aumenta la propensión a la fatiga y a la somnolencia. Se recomienda no conducir de noche, durante muchas horas seguidas o por entornos que se puedan considerar monótonos.
  • Aumenta la irritabilidad y la ansiedad, lo que puede ocasionar una reacción desproporcionada del conductor.

En este sentido, volvemos a recordar el riesgo que supone la toma de medicamentos, como los antidepresivos, o el consumo de otros psicofármacos. La toma de estos y la conducción no son buenos socios, afectando directamente a la capacidad para conducir.

En el caso de los antidepresivos, provocan una mayor sensibilidad a la somnolencia, a la fatiga y puede provocar mareos o períodos de visión borrosa. No es necesario renunciar a la conducción cuando se está bajo tratamiento, salvo en casos extremos. Lo mejor que puedes hacer es adoptar las precauciones necesarias que te garanticen la seguridad mientras estás al volante.

Sobre todo, porque no todo el mundo reacciona de la misma forma a la medicación: la edad, el estado físico o el hábito de consumo influyen y pueden variar su efecto en el cuerpo. Consulta siempre al médico o al farmacéutico, usa responsablemente los medicamentes, no te automediques y, sobre todo, no los mezcles con el alcohol.

Fuente: DGTFotos: Freepik / DGT

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