Comparativa Audi R8 Coupé vs Audi R8 Spyder, guerra fratricida (con vídeo)
Dos hermanos cara a cara. Un solo modelo, dos visiones de la deportividad. Con techo rígido o techo retráctil. Audi R8 Coupé vs Audi R8 Spyder. 1.220 caballos sobre el asfalto que, dilemas circunstanciales a parte, resultan sumamente espectaculares. ¿Tú cuál prefieres?
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Publicado: 14/11/2018 20:00
¿Podría un padre escoger a uno de entre sus hijos? Pregunta difícil a que sí. Pues hace un tiempo en Motor.es nos planteamos la pregunta; ¿cuál es la mejor manera de presentar un superdeportivo? ¿coupé o descapotable? Obviamente, ante esta enorme tesitura que no acabábamos por concretar, decidimos enfrentar a dos superdeportivos, uno con el formato más clásico y el otro con techo retráctil, pero claro está que para que la contienda fuera igualada debía tratarse del mismo modelo, y ahí la respuesta fue mucho más rápida y sencilla: Audi R8 Coupé vs Audi R8 Spyder
Esta charla de barra que planteamos no hubiera sido posible en el pasado, donde incluso los grandes deportivos presentaban todos un esquema tradicional de techo rígido. Lamborghini Countach, Ferrari F40, Porsche 959...todos ellos grandes joyas automovilísticas, pero que jamás ofrecieron ese rendimiento a techo descubierto, algo que sí se podía hacer en un escalón jerárquico inferior. Los primeros superdeportivos descapotables son un invento más bien tardío, pues hasta hace relativamente poco no podían igualar las condiciones de sus hermanos coupé.
Tanto han avanzado que a día de hoy las versiones Roadster, Cabrio o Spyder que son capaces de igualar las cotas de exigencia y rendimiento. Cada marca los denomina de una manera especial, pero en síntesis son lo mismo: descapotables que pueden rodar por encima de los 300 kilómetros por hora. Pero claro siempre queda la duda sobre qué formato es mejor. Pues aquí estamos para resolver esa cuestión existencial del primer mundo.
A la hora de plantear esta comparativa no nos valía que los contendientes se parecieran entre sí, tenía que ser el mismo modelo el que ofreciera las dos carrocerías posibles. Oteando el mercado rápidamente llegamos a la conclusión de que tenía que ser el Audi R8 el coche designado para esta tan especial comparativa. El superdeportivo con el que Audi demostró al mundo que podía fabricar "algo más". Es posiblemente uno de los superdeportivos más completos del mercado en la actualidad dado que no solo es capaz de ofrecer varias carrocerías sino que además ofrece varios formatos mecánicos.
Audi lo lanzó al mercado en el año 2006, y desde entonces ha sido capaz de combinar un rendimiento espectacular con una estética no menos atractiva. Aunque en su momento hubo versiones V8, actualmente sigue luciendo un pedazo de aluminio con forma en V y 10 cilindros bajo su capó, que en este caso va situado en la parte central, lugar donde todo superdeportivo que se precie debe llevar el motor. Así que estaréis con nosotros que no hay muchos coches mejores en el mercado con los que plantear semejante comparativa.
Tenemos que ser sinceros y decir que en el pasado ya habíamos podido disfrutar, por separado, del R8 en los dos formatos. En todas esas ocasiones el sabor de boca fue sensacional, pero nada mejor que plantar el uno junto al otro para saber si la diferencia del techo se deja notar en el asfalto. Por cierto su nombre deriva de las carreras, del R8 LMP concretamente, con el que Audi logró alzarse cinco veces la corona de laureles en las 24 horas de Le Mans.
A simple vista las diferencias estéticas son más que notables. La principal, es...exacto, el techo. Esto a su vez provoca un efecto cascada que afecta al diseño de otros componentes, como la cubierta del motor y el alerón posterior. Por lo demás Audi los ha fabricado exactamente iguales. Tampoco había por qué cambiar. ¿En este apartado quién gana? Pues si al Spyder le ponemos la capota gana el Coupé, y si se la quitamos gana él. El hecho de no dejar el V10 a la vista y no poder contar con el alerón trasero lo ponen por debajo, pero eso se pasa una vez quitas la capota. En ese preciso momento todo toma otro significado.
Los superdeportivos tienen tanto de rendimiento como de imagen. Están diseñados para cortar el aire de la forma más radical y eficiente posible y a su vez para hacer que sus dueños se conviertan en el centro de atención a la llegada en cualquier evento social. El Coupé cuenta con ese estilo más clásico y puro, con un R8 todo el mundo te mirará, pero si llegas sin capota e inmediatamente al aparcar la pones, triunfas. Es así de sencillo. Lucir vas a lucir con cualquiera, pero con uno más que con otro.
Aunque la capota parezca un simple trozo de tela la verdad es que al igual que los superdeportivos ha evolucionado. Antiguamente solía ser el punto más débil por su poca consistencia y en ocasiones mala calidad, de ahí que muchos superdeportivos optaran por un diseño targa. Pero a día de hoy pocas pegas se le pueden poner a los techos retráctiles, al menos en este nivel de precio. Audi por su parte ha montado un complejo mecanismo de cierre y apertura que es capaz de operar incluso en marcha hasta 50 Km/h.
En cuanto aislamiento la verdad es que sorprende porque apenas filtra molestos ruidos aerodinámicos o de cualquier otro tipo, pero no te vamos a engañar y vamos a reconocer que el habitáculo del Coupé es mejor en este aspecto. Era de esperar. Además el techo de lona provoca la pérdida de un par de centímetros en lo que altura interior se refiere, algo que sí puede afectar a los millonarios más altos, que posiblemente vayan rozando sus delicadas cabelleras por el techo. Por cierto, mención especial al entramado tapizado del techo del Coupé. Un detalle de calidad al más puro estilo Audi.
Ya que hablamos de interiores, decir que ambos son prácticamente iguales. A simple vista no hay diferencias notables. La única de ellas es la pérdida de un poco de espacio tras los asientos del Audi R8 Spyder, hueco que es cedido al mecanismo de la capota. En realidad es un espacio prácticamente inútil, pero en honor a la verdad el Coupé dispone de él y el descapotable no. Pero como decimos en todo lo demás estamos hablando del mismo coche, y mirándolo de sus asientos en adelante no adivinas en cuál estás, a no ser que seas muy perspicaz y te fijes en el botón de accionamiento de la capota.
Al igual que en las partes comunes del diseño exterior, no había razón alguna para alterar la configuración interior. El R8 muestra un aspecto sensacional. Calidad a raudales combinada con una impecable atención a los detalles y mucha tecnología. El gadget principal es la pantalla que hace las funciones de cuadro de instrumentos. Es la única que podemos ver en el coche, y es de agradecer dado que no ha sucumbido a la tendencia de poner displays por doquier.
Uno de los aspectos que siempre nos sorprende del R8 es su capacidad de adaptación al entorno. Los primeros superdeportivos tenían un uso más bien limitado, eran difíciles de conducir, inseguros, incómodos, poco prácticos... El R8 es todo lo contrario. Es un superdeportivo, sí, pero no se siente especialmente incómodo en un uso más diario y rutinario. Sorprende el hecho de que es muy sencillo conducir en un trato tranquilo donde la tecnología adherida ayuda mucho, como por ejemplo las cámaras, los sensores de aparcamientos y los asistentes urbanos.
En cualquiera de sus formatos podría decirse de él que es un coche razonablemente cómodo, teniendo en cuenta el rendimiento que es capaz de conseguir. No te rompe la espalda ante un bache, e incluso es capaz de pasar por los molestos badenes sin rozar. Qué chorrada dirás, pero es algo a tener en cuenta para el día a día, además de que es buen ejemplo de la atención que se ha prestado a la hora de confeccionar el vehículo. ¿Es un coche total? No, porque al fin y al cabo no dispone de mucho espacio ni en el interior ni en el maletero delantero, que es más bien justito. Eso sí, sus 112 litros te dan para ir a comprar un par de botes de caviar y un paquete de tostas.
Pero vayamos a lo realmente importante en un coche de estas características, el motor. Como ya hemos dicho, en el pasado, en su generación anterior, podía montar un V8 y un V10, pero para esta segunda generación Audi ha decidido facilitar la elección y montar un solo bloque, el V10 FSI de 5.204 centímetros cúbicos. Gran decisión. Cualquier cosa que os podamos contar de este motor se quedaría corta. Es loable que a día de hoy podamos seguir viendo algo así montado en un coche. Todos sabemos que no durará mucho tal y como pinta la cosa, así que no queda más que disfrutarlo. Además en el Coupé se puede hacer de verdad ya que la cúpula de cristal lo muestra como si de una joya se tratase, con iluminación y todo.
Dado que solo hay una opción mecánica posible, los ingenieros de la casa decidieron dividir en dos las potencias que el V10 es capaz de entregar. En el peor de los casos hablamos de 540 caballos, y en el mejor de 610. Recordar que ante la ausencia de turbos, esa diferencia de potencia se saca a base de aumentar la relación de compresión, retocar la inyección, y de alterar la centralita electrónica del coche. Hacernos caso cuando os decimos que la diferencia se nota, tal y como ya os contamos en la prueba del Audi R8 Spyder.
Esta es una ocasión especial, así que decidimos que la comparativa tenía que ocurrir en su formato más potente, así que tanto el Coupé como el Spyder disponen de la configuración que Audi denomina V10 Plus, es decir con las espadas en todo lo alto y con 610 caballos en cada una de las unidades. Ya que estamos, estamos. A su vez ambos reparten semejante potencia y bravura a las cuatro ruedas gracias a la tracción quattro, y en ambos la gestión se deriva a una caja de cambios S Tronic con siete relaciones que tiene ante sí un trabajo nada sencillo.
Antes de empezar a batallar en el asfalto echemos un vistazo a las cifras de prestaciones de cada uno de los modelos. Aunque en los dos casos las potencias de rendimiento son iguales, las prestaciones no lo son. En este punto, sobre el papel, el R8 Spyder pierde la batalla por culpa de sus "kilitos extra", aunque no es por mucho.
Datos técnicos | Audi R8 V10 Plus Coupé | Audi R8 V10 Plus Spyder |
---|---|---|
Motor/Cilindrada | V10 / 5.204 cc | V10 / 5.204 cc |
Potencia | 610 CV a 8.250 rpm | 610 CV a 8.250 rpm |
Par | 560 Nm a 6.500 rpm | 560 Nm a 6.500 rpm |
Vel. Máx. | 330 Km/h | 328 Km/h |
0-100 Km/h | 3,2 sg | 3,3 sg |
Coef. Cx | 0,36 | 0,37 |
Peso | 1.665 Kg | 1.770 Kg |
Consumo medio | 12,3 l/100 Km | 12,5 l/100 Km |
Comparativa R8 Coupé vs R8 Spyder. En marcha
Como ya podéis ver, sobre el papel la contienda se muestra muy igualada, y sobre el asfalto, también. Ambos son un portento en lo que a prestaciones y conducción se refieren. En carreteras abiertas no encuentras diferencias, dado que en ningún momento llegarás a alcanzar el límite del coche, no al menos sin pasar por la cárcel. Como ya hemos dicho ambos se muestran civilizados en una conducción aburrida, pero siempre dispuestos a salir disparados hacia delante.
Los superdeportivos son como los SUV, si bien éstos últimos apenas pisan la tierra, los primeros rara vez atacan los circuitos. Pero poder, pueden, y como pueden allá que nos fuimos al circuito de Kottar. Lógico que ambas bestias necesitan un circuito mucho más grande y largo para desplegar toda su velocidad punta, pero no buscábamos ese objetivo porque en su momento, en la prueba del R8 V10 Plus en el circuito de Montmeló, ya descubrimos que con una buena recta los 300 Km/h los coge fácilmente.
No, nuestra intención era determinar si ambos R8 eran capaces de seguirse el ritmo el uno al otro, pues es aquí donde las diferencias del Spyder deberían dejarse notar. A priori presenta una serie de desventajas que van más allá del peso. En un coche normal el techo actúa como elemento rígido, haciendo que la carrocería sufra menos torsión. Por ese motivo los ingenieros han instalado barras de refuerzo que compensan la ausencia del tejado. A su vez ante el mayor peso se refuerza ligeramente el esquema de la suspensión trasera, haciendo que sea sensiblemente más dura y rígida. Algo que no se nota en una conducción normal.
Los modos de conducción del R8 varían la configuración de los componentes mecánicos, sobre todo la sensibilidad del acelerador y la ferocidad del cambio
Gracias a estos trucos de manual, el R8 Spyder puede decir sin miedo que es capaz de seguirle el rollo a su hermano. Gracias al revirado trazado del circuito burgalés, podemos constatar que nada descoloca a este coche. La legendaria tracción quattro se gana los honores haciendo que cada paso por curva sea tan preciso como rápido. Incluso con el modo más deportivo activado, el Performance, con los controles desconectados, no pierde los papeles. El agarre mecánico es brutal, aunque tampoco hay que olvidarse de unos zapatos de generoso tamaño calzados por unas gomas Michelin Pilot Sport 4 S de discreta talla 295/35 R19.
Así que la decisión final se va a decidir por pequeños detalles y por sensaciones, y si de esto último hablamos la verdad es que el Spyder no tiene rival. El Audi R8 Coupé es un coche muy serio, muy formal, genial para entrar en un circuito en busca de cada décima de segundo. Si eres un tío amante de la precisión y del cronómetro no lo dudes, techo rígido y formato clásico, pero en realidad, salvo que tus manos sean las de un piloto profesional, la diferencia no se va dejar notar porque es que prácticamente no la hay.
El límite del R8 es muy alto, posiblemente mucho más que el tuyo, y eso hace que sea uno de esos coches con los que vuelves a casa con la sensación de ser un piloto de la leche, con el orgullo en todo lo alto. La tracción, el chasis, los frenos y el motor trabajan tan delicadamente y en tanta sintonía que en realidad hacen casi el 80% del trabajo ellos solos. El 20% lo pones tú con tus límites y tu sensatez, y si alguien tiene que fallar, lo harás tú, aunque una vez más el coche es capaz de suavizar esos errores gracias a su precisión. ¿El ser tan preciso le resta diversión? En absoluto.
Cierto es que el Spyder tiene menos sentido en un circuito, no por su rendimiento pero sí por el techo. El hecho de entrar en un circuito y ponerte a tope con el techo quitado es en cierto modo un contrasentido, pero no todo en esta vida tiene que tener una lógica aplastante. Y es ese hecho el que posiblemente desnivele la balanza a su favor pues como ya hemos dicho muchas veces ambos corren mucho, ambos agarran mucho, ambos frenan una barbaridad, pero en lo que a sonido se refiere, el ir descapotado amplifica todas esas sensaciones.
Poner a tope de revoluciones el V10 es un placer de dioses. Un sonido metálico tan agudo como grave te embriaga con cada pisotón al acelerador o con cada reducción de la caja de cambios. El sonido es factor determinante en todo superdeportivo, y en el R8 no se le puede poner ni una sola pega. Es la guindilla del pastel, el chocolate fundido del brownie, es lo que termina por enamorarte y engancharte vamos. Prueba a entrar en un túnel con un trasto de estos y pisar a fondo, si no sientes nada es porque hay algo muerto en tu interior. Es pura gloria, un orgasmo para los sentidos.
Conclusiones
La solución más sencilla ante la disyuntiva que nos planteamos en Motor.es es que cualquiera de las dos versiones, formatos mejor dicho, del R8 es la correcta. Con techo rígido o techo retráctil este coche es una obra de arte. Representa lo mejor de los superdeportivos: rápido, potente, atronador, eficaz y llamativo. Pero también lo mejor de un mundo más común y refinado gracias a su calidad, a su comportamiento, a su tecnología y a su carácter general. El Audi R8 es un coche soberbio, pero con eso no resolvemos sobre cuál es el mejor formato para presentar un superdeportivo.
Descapotable. ¿Por qué? Pues porque a día de hoy los grandes deportivos tienen tanto de rendimiento como de imagen. En ese punto el Spyder gana la batalla por un KO técnico muy justo. Ambos son preciosos, pero el hecho de que uno pueda ir descubierto termina por desnivelar la balanza. Donde sí hay igualdad es en lo que a conducción se refiere. A no ser que tus manos sean las de Fernando Alonso o Sebastian Loeb, la diferencia entre ambos es prácticamente inexistente. Ambos corren una barbaridad, ambos son radicales y sensacionales tanto en carretera como en circuito. Pero una vez más el poder quitar el techo hace que las sensaciones y la diversión se disparen.