BMW M3. BMW Driving Experience: el día que domé un M3
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Publicado: 03/10/2012 13:59
Si crees que nunca vas a poder conducir un BMW M3 hasta el límite es que no conoces el programa BMW Driving Experience... MOTOR.ES tuvo el privilegio de asistir como invitado a una de las jornadas que forman parte de la gira con la que la marca alemana recorre los circuitos de España, ofreciendo sensaciones y conocimientos que casi no se pueden aprender en ningún otro lado. Sigue leyendo y descubre lo que viví aquel día en el circuito del Jarama. Arrancamos.
Consulta aquí las próximas convocatorias de la escuela de conducción de BMW.
Próximamente publicaremos un video del evento! :)
BMW Driving Experience
Hay días en esta profesión en los que realmente te sientes el hombre con más suerte del mundo. Y uno de los últimos que he tenido el privilegio de vivir empezó bien temprano. Con las primeras luces de un soleado día en el circuito del Jarama. Allí me esperaba todo el equipo de BMW Driving Experience, escuela de conducción de la marca, para contarme en qué consiste su trabajo, ver cómo lo hacen y, de paso, comprobar en mi propio pellejo si es cierto lo que cuentan.
Como se puede esperar de BMW, no falta detalle en el recibimiento. Por supuesto, todo está lleno de coches de la marca: Serie 1, Serie 3, etcétera. Un equipo de mecánicos se encarga de montar ruedas nuevas a lo largo de todo el día a los que las van gastando. Los vetustos boxes del Jarama se tranforman en un espacio diáfano y moderno, en el que suena una suave música de fondo y se puede tomar el primer café del día. Fuera, al otro lado del box, hay 6.300 CV esperando en los 15 BMW M3 aparcados en el pit lane. Da respeto pasear entre ellos, es como hacerlo por delante de los cajones de salida de una carrera de caballos pura sangre. Pero antes de 'ensillar' a las bestias, hay que pasar por clase...
En una de las aulas del circuito, los monitores dan las primeras pautas a los alumnos. Algunos de ellos descubren la enorme importancia de saber coger el volante o colocar el asiento. Los más iniciados ponen más atención a la parte de trazadas, inercias y frenadas para captar los detalles que se les escaparon en la anterior ocasión. Tras la 'graduación' llega el baile y los alumnos se distribuyen por parejas con cada uno de los monitores de BMW. La gran mayoría de estos profesores han sido, son o serán pilotos profesionales. Pero su objetivo hoy no es echar carreras, sino conseguir que los alumnos aprendan descubriendo sus propios límites en la conducción.
Yo me quedo a un lado y mientras ellos empiezan sus primeras tandas de vueltas con los M3, José Ramón Oller, uno de los coordinadores, me hace un 'tour' por todo lo que es el programa BMW Driving Experience.
Cada cita del calendario se divide en tres días, en los que se realizan diferentes actividades que te detallamos aquí. En mi caso, José Ramón me prepara un resumen rápido de lo que serían esas tres jornadas comprimidas en un solo día. Así que mis primeras vueltas al Jarama son con un Serie 1. El proceso siempre es el mismo: el monitor da una vuelta de demostración y después eres tú quien se pone tras el volante para rodar.
Mientras, los M3 siguen entrando y saliendo de boxes. Cada alumno rueda un turno de 20 minutos y deja su asiento para su compañero, y así durante toda la mañana o todo el día, en fución de lo que cada uno haya elegido.
Con mis primeras sensaciones aún frescas, José Ramón me recoge con un 335i berlina. La cosa se empieza a poner seria. Este es el coche que se usa, para entendernos, en el segundo nivel del BMW Driving Experience. Así que, recopilando, hay un día de iniciación con los Serie 1 y otro más avanzado con los Serie 3. Por cierto, quédate con esa palabra: avanzado.
Como es costumbre, la primera vuelta la da el monitor. Me está costando atender a las explicaciones porque mientras José Ramón va detallando lo que debo hacer en cada curva del circuito, yo apenas puedo sujetarme al asiento. Ahora viene lo bueno... y es que, hasta aquí, la mayoría de los cursos de conducción son parecidos, pero reconozco, que nunca había estado en uno en el que el monitor quiera ir más rápido como acompañante que como conductor.
“¡José Ramón, voy sudando!” Esto fue lo que grité tras los primeros 15 minutos al volante del 335i. El monitor de BMW manda y te exige prudencia y que acates todas las reglas sin rechistar y una de ellas es ir al límite. En apenas dos vueltas ni te acuerdas de que vas conduciendo una berlina de cuatro puertas, solo sientes los 306 CV del motor turbo e intentas llevar a cabo todo lo que te dicen desde el asiento de al lado.
Me bajo del coche exhausto mientras José Ramón sonríe de forma pícara. Recupero las fuerzas comiendo algo ligero porque aún me queda por hacer lo más importante del día... coger el M3.
La prueba del BMW M3
El M3 E92 y yo ya éramos viejos conocidos por las oportunidades que había tenido antes de conducirlo en diferentes pruebas. Y sabía que el motor V8 y la caja de cambios DKG de doble embrague y siete velocidades provocan emociones fuertes, pero nunca había podido rodar con él en un circuito y en estas condiciones...
Tras la vuelta de rigor con el monitor para refrescar las trazadas y hacer nuevos apuntes a la conducción que iba a tener que hacer, me puse tras el volante del M3.
Las sensaciones son completamente distintas a las que había tenido por la mañana con el 335i. Los dos corren muchísimo (el M3 más) pero el aplomo, las inercias, la dirección y los frenos del cupé marcan una clara diferencia. Quiero aprovechar este comentario para decir que, tras rodar casi media hora con el M3 en el Jarama, no puedo estar de acuerdo en esa 'leyenda urbana' de que el punto flaco de los M sean los frenos. Quizá no ganen una comparativa con un Porsche 911, pero estando en un circuito, en el que la exigencia para cualquier coche de calle es altísima (la mayoría se quedan sin ruedas y sin frenos en un par de vueltas), el M3 aguantó toda la jornada 'moridendo' el asfalto como si lo fuese a arrancar.
Mientras voy intentando domar a la bestia, el equipo de BMW Driving Experience lo controla todo. Todos los coches van equipados con un dispositivo en el que el monitor ve los tiempos en cada una de las curvas del circuito e informa al alumno de los datos. Yo no puedo verlo, solo debo preocuparme de conducir cada vez mejor y más rápido. Es el monitor quien me indica cómo debo hacerlo y si lo estoy consiguiendo.
Fuera del coche, hay otras personas encargadas de revisar la temperatura de los frenos cada pocas vueltas con una pistola laser. Pero volvamos al asiento del conductor del M3.
Pensaba que por la mañana había conseguido ir rápido con el 335i, pero ahora tengo que esforzarme aún más. Hay que apurar más las frenadas y, en cambio, el perfecto chasis del M3 es más 'permisivo' en los errores de trazada. No se descoloca y, cuando lo hace, obedece fielmente al contravolante.
Tras varias vueltas empiezo a cogerle el punto y clavo frenos a final de recta, la primera curva del Jarama pide bastante volante al principio para ir abriendo poco a poco. Pie a fondo de nuevo para llegar a las eses de Le Mans. Busco las referencias y me cuesta llegar bien colocado a la segunda horquilla. Salgo de allí con el acelerador a fondo y apenas lo levanto para subir la rampa Pegaso y pasar por Ascari. La frenada en 'La hípica' es brutal y casi me levanto del asiento para poder pisar a fondo. El coche ni se mueve y redondea la curva de camino a la excitante bajada de Bugatti. Hay que tocar el freno al final del piano exterior, con la dificultad añadida de no pisar la hierba, eso sería fatal en pleno apoyo y con el contraperalte que tiene la pista en ese punto. Nunca había pasado por ahí a esa velocidad. Clavo frenos de nuevo para la cerrada curva de Pegio y salgo disparado hacia Monza, una de las más complicadas.
José Ramón insiste en que retrase la frenada hasta el exterior y después corte la curva hasta pisar el piano interior. Una vez en el vértice, la misma curva me va 'echando' fuera aprovechando todo el ancho de la pista. Es una de las trazadas que más me ha costado conseguir, pero al final lo hice. La vuelta acaba con el Túnel antes de volver a encarar la recta de meta.
No soy capaz de recordar las veces que repetí estas mismas maniobras a lo largo de toda la tarde. Pero fueron muchas y todas ellas al extremo de mis capacidades (echa un vistazo a esta foto del neumático), mientras el monitor me iba leyendo cada palmo del circuito. El límite del M3 aún quedó lejos... quizá la próxima vez.
Aunque ya lo haya comentado, me veo en la obligación de repetirlo: en ninguna escuela de conducción disfrutarás y aprenderás tanto como en el BMW Driving Experience. La próxima cita es en el circuito de Navarra, en noviembre. Reserva ese fin de semana en tu agenda antes de que llegue el invierno y los monitores de BMW viajen con los X a la nieve, de eso ya te hablaré en otra ocasión.