PruebaBMW Serie 2 Cabrio 218i: Prueba de consumo y conclusiones
Nos subimos cuatro personas para realizar una prueba de consumo en las peores condiciones posibles: cargados hasta arriba. El 218i promete una media de 5,5l/100km en las mejores condiciones, y sus 136 CV tendrán que lidiar con autopistas rápidas donde las subidas pueden comprometer la eficiencia.
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Publicado: 22/10/2015 13:30
Cuatro personas con el maletero hasta los topes. La capota es de lona y tiene un compartimento específico. Es completamente eléctrica, pero para poder bajarla, es necesario habilitar una trampilla que ocupa una altura considerable en el angosto maletero, así que todo depende del equipaje. En nuestro caso, dos bultos grandes y varias mochilas pequeñas fueron amables y permitieron poder disponer del hueco para la capota y por consiguiente hacer parte del trayecto con la melena al viento. Aunque esto duró poco y más adelante os explicamos por qué.
El depósito está lleno y según el ordenador puedo hacer algo menos de 700 kilómetros con sus 52 litros aproximados de depósito. Veremos a ver. En el arranque el coche no se zarandea como cabe esperar de un tricilíndrico, pero el motor genera una vibración sobre la carrocería al apagarlo. Parece un detalle sin importancia, pero con un Start/Stop continuamente actuando en ciudad llega a ser un poco incómodo... aunque poco después te acostumbras. Y si no te gusta, puedes desconectarlo a través de un botón que se sitúa encima del pulsador de arranque del vehículo, que por cierto lo hace sin llave, como todo BMW. Tan solo el BMW Z4 tiene hueco para insertar la llave y arrancar el coche. En el resto de modelos ya no es necesario.
Un motor de tres cilindros suele crear una vibración sobre la carrocería, porque el motor es más inquieto que un propulsor de cuatro cilindros. Igual pasa con el salto de cuatro a seis cilindros. Pero en este BMW se ha sabido compensar este defecto y es alucinante lo poco que se filtran las carencias. Echamos en falta que en el habitáculo el motor inyectara algo más de sonido; algo más de adrenalina.
Al principio, el exceso de confort y el escaso ruido del propulsor generan el curioso efecto de circular con el motor en un régimen alto de revoluciones sin darnos cuenta. No es hasta que superas las 4.500 rpm que te das cuentas que hace tiempo debías haber subido una marcha... o dos. Tiene indicador de cambio de marcha, pero está situado en una zona muy poco visible en la parte baja del cuadro de instrumentos, y aunque la visualización de los comandos por lo general es muy buena, nunca harás caso al indicador a menos que te lo propongas.
Más de 500 kilómetros
Salimos en dirección a Zaragoza por la carretera A-2, escogiendo tramos de peaje al principio para evitar ciertas retenciones. Por supuesto, con la capota bajada pues hace buen día y las ventanillas subidas para reducir el efecto del viento en el habitáculo del coche. El parabrisas queda en una posición retrasada y el marco de la puerta a la altura del hombro, protege al conductor y acompañante en todo momento. Máxime cuando subes las ventanillas.
No así pasa con los habitantes de la segunda fila de asientos que por el espejo retrovisor veo cómo tienen que luchar por mantener una postura cómoda sin que el viento sea una molestia. Es imposible que con el reducido cristal que es la ventanilla trasera se aíslen las turbulencias del viento. A decir verdad, esas turbulencias se trasladan al conductor y acompañante si no tienes el deflector puesto, pero para ello inutilizas la segunda fila de asientos.
La primera conclusión que sacamos es que es difícil recorres más de 100 kilómetros sin que alguien proponga volver a capotar el coche. Dicho y hecho. En poco más de 20 segundos volvemos a tener la lona en su sitio y un aislamiento acústico sublime. Es impresionante que a pesar de ser un techo practicable y de tela, se pueda aislar tanto el sonido. Se puede accionar en movimiento, aunque lógicamente a una velocidad de circulación más bien baja.
Proseguimos con el viaje, donde una serie de valles llenos de subidas y bajadas van a poner a prueba al vehículo. Gracias al BMW Driving Experience Control (de serie), tenemos tres modos de conducción: Sport, Comfort y ECO PRO. Ya los conocemos de sobra de otros vehículos, y con un modo Sport más reactivo, llegamos a un modo ECO PRO más perezoso que mira por la eficiencia del coche.
Debemos conducir con este último para comprobar las virtudes del BMW Serie 2 Cabrio 218i de 136 CV que sobre el papel, firma la aceleración de 0-100km/h en 9,4 segundos y 9,6 si dispone de caja automática. Puede alcanzar 207km/h, suficientes para meternos en la cárcel en cualquier carretera. Tiene un par máximo de 220 Nm, que no está mal y lo entrega a partir de 1.250 rpm y su potencia máxima se entrega entre 4.500 y 6.000 rpm.
En modo ECO PRO echamos en falta el modo a vela que sí trae la caja automática (desacopla la caja de cambios del motor al levantar el pie del acelerador para aprovechar la inercia disponible y optimizar la energía). El programa ECO PRO se presenta solo como una buena opción para determinados tramos en este coche en particular, pues con este propulsor y con el coche cargado y cuatro personas a bordo, las subidas obligan a reducir palancas para encontrar potencia y esto dispara el consumo. Todo ello fuerza al conductor a mantener un ritmo de velocidad por encima de los límites legales para afrontar en sexta relación la siguiente subida sin una pérdida energética considerable o una exigencia mayor de las tragaderas: en resumen. Mayor gasto de combustible.
En modo COMFORT, el desahogo del motor es mayor, y es en el que recomendamos que se conduzca en la mayoría de ocasiones para poder mantener una linealidad y no tener que recurrir frecuentemente a la caja de cambios. Cambiar de modos se hace mediante una tecla situada a la izquierda de la palanca de cambios con lo que no supone ningún esfuerzo ni distraer la vista de la carretera. Si se aproxima una zona de rectas enlazadas, pues cambiamos a modo ECO PRO de nuevo. ¿Vienen subidas? Entonces modo COMFORT.
El modo SPORT es más reactivo y alegre, pero por supuesto tendemos a subir el coche de rpm y por tanto es menos eficiente. Sin embargo, es muy útil en los carriles de aceleración o para adelantar a un vehículo que interrumpe el buen ritmo de marcha. Los tres modos de conducción están perfectamente integrados en el coche y sirven para momentos puntuales.
Con todo ello llegamos a Zaragoza, y a una velocidad media de 119km/h con un consumo de 6,8l/100km. Muy ajustados porque es fácil ver cómo sube a 7,4l/100km una vez te pierdes por la ciudad. Sin duda, hasta este punto la peor parte se la llevaron los integrantes de las plazas traseras que con un respaldo bastante recto tenían problemas para mantener la comodidad y pidieron el cambio. Esto ocurrió a 300 km desde el inicio de trayecto.
Camino a Tarragona, el coche subió la media a 7,2l/100km. Días más tardes, en el camino inverso, una vez más, 7,2l/100km llegando a Zaragoza y de vuelta a Madrid pudimos ajustarlo a 6,9l/100km. En definitiva, una media de 7,0l/100km en la peor situación para el coche, que es cargado hasta los topes. En total, de los casi 700 kilómetros de autonomía que prometía el coche, se pueden realizar, según trayectos, unos 650 kilómetros con el depósito lleno.
Pero la historia no acaba aquí, porque una vez aterrizamos en la capital de nuevo, pudimos someterlo a examen para el día a día. Llama la atención del resto de conductores, porque lo cierto es que el punto emocional de este BMW es muy elevado. Se sabe que es un coche poco asequible porque dispuestos a desembolsar 40.000 euros, se suele optar por una opción más racional y práctica. ¡Qué afortunado quien pueda comprarse este coche! Entre retenciones diarias, el coche consume 8,5l/100km, pero uno aprende que entre 80km/h y 100km/h, el BMW 218i Cabrio es capaz de regalar consumos instantáneos de alrededor de 5-6l/100km. Así que si las carreteras convencionales son tu terreno de juego, sin duda podrás escribirnos diciendo que tu unidad consume casi como lo que el fabricante homologa, que es este caso es una media de 5,5l/100km.
Por último, mencionar que el tacto de la caja de cambios manual (está tendiendo a desaparecer, sobre todo en modelos altos de gama), es agradable, bastante duro (la unidad tenía 1.200 kilómetros nada más al recogerla), y permite engranar marchas de forma intuitiva. Le echamos en falta un recorrido más corto entre marchas pares e impares, pero este asunto se lo reservamos a los BMW M, que por desgracia, salvo el BMW M2 y el BMW M3/M4, donde opcionalmente podemos coger manual, tendremos que acostumbrarnos a convivir con cajas automáticas solamente... y sabemos que son realmente fabulosas, pero este Serie 2 Cabrio nos ha regalado un pedacito de pureza que echábamos en falta.