Probando los juguetes de Nissan en el circuito de Goodwood, una agradable mañana de domingo
Sobre el clásico asfalto de Goodwood plantamos más de 1.000 caballos de potencia. Nissan nos invita a un track day muy especial donde nos presenta su gama más extrema y radical: los nuevos Nissan GT-R y GT-R Nismo además de los 370Z de la GT Academy.
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Publicado: 02/08/2017 09:00
Siempre que hablamos de Goodwood lo hacemos con la famosa y mítica colina en mente, pero la realidad es que la fortuna de Lord March incluye mucho más que ese pequeño trozo de asfalto. Eso incluye un aeropuerto, un hipódromo y un circuito de velocidad. Solo se puede rodar en el bajo invitación, y gracias a Nissan pude hacerlo hace unas semanas, coincidiendo con el Festival de la Velocidad más famoso del mundo.
Y es que hace unos días os conté en detalle cómo fue mi experiencia en el FOS 2017, un evento al todo amante de las cuatro ruedas debe ir al menos una vez en la vida. Parte del viaje incluía una mañana en el privado y exclusivo circuito, donde pude subirme a las bestias más locas de la firma japonesa, que incluía a los nuevos Nissan GT-R y GT-R Nismo y a los coches escuela de la GT Academy, los 370Z Nismo especialmente preparados. ¿Arrancamos?
A principios del año pasado Nissan renovó a su particular "Godzilla". Con pocos cambios estéticos y menos aún mecánicos, la actualización se centró en refinar el interior de esta bestia que es capaz de dejar en ridículo a más de un alto gerifalte del mundo de los deportivos. Se sumaron 20 caballos a la mezcla, llegando ahora a un mínimo de 570 caballos y 653 Nm de par extraídos de un bloque V6 que ya de por sí estaba bastante apretado.
Con esas cartas sobre el asfalto uno empieza a relamerse y a pensar a cuánta velocidad puede llegar a ir sobre un circuito que es famoso por su extrema rapidez. Y es que los apenas 3,8 kilómetros de largo destacan por curvas muy rápidas. Era mi primera vez en el templo, así que las primeras vueltas transcurrieron con tranquilidad para así conocer al trazado y a la bestia que tenía en mis manos.
Ya tuve ocasión de probar el viejo GT-R y siempre he repetido que la aceleración de éste te deja sin aliento. No he probado nada que acelere igual de 120 a 190 Km/h, y el nuevo no es más civilizado. La verdad es que el incremento de potencia es apenas perceptible, o al menos yo no lo noto. Lo que si se nota es que sigue agarrándose al asfalto como una lapa. A pesar de que las curvas de Goodwood no lo ponían fácil, el coche ni se inmutaba, siempre por el sitio, y siempre reclamando acción en el pedal derecho.
Los instructores nos avisaban que un error, una pequeña salida de pista acabaría con nuestros huesos en los muros que limitan el circuito, y por nada del mundo querría acabar mi viaje de esa manera. A pesar de ello el GT-R te permite tomarte licencias y hacerte creer que eres mejor piloto de lo que realmente eres. Por supuesto también ayudaba que en cada curva se señalizaba el vértice, porque en alguna de ella ni se veía hacia dónde iba la curva. El circuito se las pela.
Y con las mismas me bajo del GT-R y me subo a su hermano loco y descerebrado, el nuevo Nissan GT-R Nismo. Si ya las cosas se habían puesto serias, aquí ya empezaban a ser peliagudas. No es un coche para tomárselo a broma, aunque al igual que el GT-R te permite ir a velocidades ridículas de una forma muy sencilla. Para complicar un poco las cosas el volante estaba en el lado equivocado del coche, y resultaba más complicado mantener las referencias para no salirse.
Aquí sí que tengo que decir que la diferencia se nota de forma significativa. Pocas veces tienes la facilidad de bajar de uno y de subirte en otro para apreciar con más detalle los cambios que separan a uno y a otro. El Nismo no solo es más agresivo en cuanto a aceleración y cambio, sino que es más duro, mucho más duro de suspensiones. Lo normal es ir botando como una pelota loca y aun así el velocímetro avanza endemoniado y con suma facilidad.
No resultaba difícil ver más de 200 Km/h en el cuadro de instrumentos, y aunque el cerebro te gritaba que frenaras, el coche por su lado pedía más y más. Una locura de 185.000 euros sobre cuatro ruedas. Sin lugar a dudas es un coche que merece ser probado por todo el mundo. Te exige más como conductor, aunque él sigue haciendo gran parte del trabajo. Aunque eso sí, no hay que tomárselo a la torera porque sin avisar es capaz de arrancarte la cabeza de cuajo.
Con los niveles de adrenalina disparados, era hora de bajarse de estas bestias para montarse en algo un poco más civilizado, aunque no por ello menos exigente. Hace unos años Nissan tuvo el arrojo de crear un proyecto pionero por el cual quería que pilotos digitales atravesaran las pantallas del ordenador para convertirse en pilotos profesionales. Con la ayuda de PlayStation y el juego Gran Turismo, creo la GT Academy. De ella han salido pilotos de renombre como el español Lucas Ordoñez, que a día de hoy disputa carreras por todo el mundo cosechando un gran palmarés.
Pues bien, la GT Academy dispone para sí de una pequeña y adaptada flota de Nissan 370Z Nismo que sirven a la perfección como coches escuela para sus incipientes pilotos. No es habitual que estos puedan probarse, pero lo hice, y he de decir que disfruté como un enano encajado en sus incómodos y estrechos baquets de competición. Para mí la estrella de la jornada, un verdadero coche de track day por su clásica y tradicional configuración.
Y es que el 370Z Nismo ya es de por sí un coche lo suficientemente válido para un piloto amateur, pero claro, éstos habían sido reforzados y aligerados para llevar al extremo sus cualidades dinámicas. La configuración mecánica es de serie, es decir que se trata de un bloque de seis cilindros con 3,7 litros de cilindrada que transmite toda su fuerza a las ruedas traseras con la gestión de una caja de cambios manual de seis velocidades. Son 344 caballos de la más pura y tradicional configuración.
Siempre he sido firme defensor que no se necesitan potencias absurdas para divertirse, más bien lo contrario, tal y como me descubrieron los 370Z de la GT Academy. Su velocidad no era tan extrema como en el caso de los GT-R pero no se necesita más, pues aun así los 200 Km/h se asomaron en más de un punto del trazado inglés. Este sí es un coche para pelearse con él, con el cual tienes que invertir tiempo para sacar los mejores tiempos, y en el que cada vuelta sirve de aprendizaje.
La diversión llegó con ellos, al igual que las sensaciones más puras. Era la suma de un todo, del sonido, del olor, e incluso del calor que había en el interior, pues para nada era cómodo, y mucho menos espacioso. Las barras antivuelco casi no me dejan entrar, pero una vez tras el volante todo fluye apurando cada marcha hasta el límite de las revoluciones. Un coche ideal y que recomiendo a todo el mundo, primero por su "sencillez" y segundo por su precio. Por los 42.000 euros que vale, no hay nada igual, ni parecido en el mercado. Es un juguete.
Con todo esto no es de extrañar que esa soleada mañana de domingo sea una de las que mejor lo he pasado. Goodwood es un circuito especial, con un trazado complejo y rápido. A lo lejos se oían como diferentes coches afrontaban la subida a la colina, pero yo no tenía algo más que hacer, pues Nissan nos tenía preparada una última sorpresa, un prototipo único de casi 2,5 millones de euros que dispondríamos para nosotros, y del cual os hablaré en la tercera y última parte de este viaje al FOS 2017.
Pero si me preguntáis con qué me quedo, tendría una compleja duda ante mí, pues no podría quedarme con una sola cosa, así que me quedo con el salvajismo de los nuevos GT-R, con la pura diversión de los 370Z Nismo y con el impresionante escenario del circuito de Goodwood. No se sí podré volver a rodar en él, pero me siento un privilegiado de haberlo podido hacer.