Prueba Alfa Romeo Giulia Super 2.2 180 CV, navegando en un mar de dudas
La decisión de comprarse un coche no resulta nada sencilla, entre la impresionante oferta que existe hay mucho donde mirar y escoger. La prueba de esta semana te sumergirá en un mar de dudas, hablamos de un coche italiano, de la prueba del Alfa Romeo Giulia 2.2 diésel de 180 caballos.
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Publicado: 31/08/2017 09:00
Todos, como buenos amantes del motor, hemos crecido queriendo a Alfa Romeo. Siempre ha sido una marca especial, diferente, pasional, y es por eso que su etapa oscura no hacía presagiar nada bueno para un fabricante legendario. Sin embargo los turineses vuelven a asomar la cabeza con nuevos lanzamientos, el primero de ellos fue el coche de esta prueba, el Alfa Romeo Giulia Super 2.2 de 180 CV.
La alegría de ver renacer a una marca como Alfa es enorme. El Grupo FCA ha realizado una inversión gigante para devolverla al sitio que nunca debió abandonar. Sin embargo la estrategia que está siguiendo me resulta algo peculiar. Principalmente porque su primer producto ha sido una berlina. Sí amigos, en plena era de los SUV, va Alfa y saca una berlina. Ojo que no seré yo el que esté en contra de este movimiento, no soy muy amigo de los SUV, pero no nos engañemos, arriesgado es.
Lo es porque en los últimos años el empuje de los todocamino ha devorado el segmento de las berlinas. De hecho el resto de fabricantes ha reducido el número de berlinas en favor de los primeros. Por eso entiendo más la llegada del Alfa Romeo Stelvio. Yo lo hubiera hecho al revés, pero está claro que yo no soy Sergio Marchionne, y que por supuesto no son mis euros los que están en juego.
En cierto modo, si repasamos la historia de amor que siempre ha unido a Alfa y al segmento de las berlinas, se puede llegar a entender el porqué de esta estrategia. Desde el Giulia original hasta el actual, encontramos modelos tan legendarios como el Alfa 75, el 164, el 33, el 166, el 156 o el 159. Todos ellos marcaron un antes y un después, pero fue el original Giulia el que puso la primera piedra. Y es por ello que los directivos han decidido recuperar tal emblemática denominación.
Otra cosa que siempre ha ido característico en todos los modelos de Alfa ha sido el diseño. No nos engañemos, el segmento de las berlinas, dominado por Alemania, no es que sea muy alegre y variopinto. Pero ahí llegan los italianos para poner la nota discordante y demostrarnos que una berlina puede ser también bonita. Personalmente creo que el Alfa Romeo Giulia es la berlina más bonita de la actualidad, pero oye en cuestión de gustos no hay nada escrito.
Lo que más me gusta es que siguen estando elementos tradicionales de la casa, como la parrilla en forma de V o los faros alargados. Es una berlina con un traje italiano a medida. Me gusta, no lo puedo negar, y más si empezamos a trastear con las variaciones de colores que se ofrecen en la marca. Posiblemente una de las combinaciones más sosas sea la de la unidad de pruebas, pero por el tono de gris que no me termina de convencer, por lo demás, estupendo.
Lo mismo pasa en el interior, donde se mantiene el corte trasalpino, aunque en esta vez tengo que tacharlo de clásico. En el mundo actual la tecnología se ha convertido en un importante factor de venta, y la verdad es que el Giulia no dispone de mucha. Ni dispone de mucha ni la presenta de forma futurista. Lo que mejor se presenta es la pantalla del salpicadero, integrada por completo en el mismo, a diferencia de sus rivales que la exponen de forma completamente diferente. Esto tiene una ventaja, y es que queda mejor, pero tiene un inconveniente grande, en muchos momentos no se ve casi nada por los reflejos del sol. A mí no me termina de convencer.
Ahora recuperaré el hilo de la tecnología y el equipamiento, pero primero tengo que hablar de los materiales y de la forma en la que está compuesto el interior. Hay que decir que Alfa se considera una marca premium capaz de rivalizar directamente con rivales de la talla de BMW, Audi o Mercedes. En parte es así porque los materiales que han elegido son buenos, con un buen tacto, pero no así con la forma en la que estos se han ensamblado. Se ha prestado atención a muchos detalles, pero otros se han pasado por alto. Voy a achacarlo a la juventud del modelo, y espero y supongo que en Turín irán afinando la forma en la que se ajustan las diferentes partes del interior. A día de hoy no están a la altura de los alemanes.
Ni en eso, ni en cantidad de equipamiento. Retomo lo anteriormente abandonado. Tras estar una semana con el Giulia me he dado cuenta que es un coche analógico en un mundo digital. Sus rivales; BMW Serie 3, Audi A4 y Mercedes Clase C, entre otros, son capaces de albergar una casi infinita lista de gadgets, asistentes y sistemas, cosa que el Alfa no puede hacer ni tirando del listado de extras. Un ejemplo claro es la iluminación. El Giulia emplea como mejor sistema de iluminación los biXénon, mientras que todos sus rivales son capaces de montar LED.
La gama del Giulia está formada por cuatro escalones de equipamiento y potencia: Giulia, Giulia Super, Veloce y Quadrifoglio Verde
Lo mismo pasa con los asistentes a la conducción. Los actuales buques alemanes empiezan a disponer de tal cantidad de cámaras, sensores y radares que son capaces de conducir por sí solos. El Giulia tampoco es capaz de alcanzar dicha tecnología, y todo es más tradicional. Digamos que lo más avanzado es el sistema de acceso y arranque sin llave, el control del ángulo muerto, y el conjunto de sensores de aparcamiento y cámara trasera, la cual no representa el paradigma de la resolución, pero hace su trabajo y es realmente cómoda.
En cuanto al equipo de infoentretenimiento y conectividad voy a dejarlo en un bien. Ni es el mejor del mercado ni es el peor. La pantalla al ser tan apaisada es capaz de dividirse en dos, lo que puede llegar a resultar cómodo. Sin embargo sigue sin gustarme la resolución y el sistema Alfa Connect, que es el encargado de gestionar la mayoría de sistemas asociados a la conectividad. No sé si mi unidad tenía algún problema, pero el bluethoot nunca terminó de ir bien. Algunos días funcionaba, otros no se conectaba, otro día iba de lujo, al siguiente no podía reproducir música en streaming... Un poco aleatorio todo.
Las berlinas siempre han sido aliados perfectos para las familias. Y eso que a pesar de todo muchas de ellas no eran especialmente capaces en términos de espacio. El Giulia por el contrario sí que muestra una buena habitabilidad interior, aunque hay lagunas. Los asientos delanteros son realmente cómodos, una obra de arte perfectamente ejecutada que mezcla el confort y el agarre lateral. Buen trabajo en esta zona. La banqueta trasera también es cómoda, sobre todo las plazas laterales, con un buen espacio para las piernas y algo más justo para la cabeza.
Pero hay dos problemas con esta banqueta, bueno tres si le sumamos el túnel de transmisión tan alto. Éste lo puedo ver un poco más normal pues a quien más quien menos le pasa. Veo más grave el acceso a la fila trasera. El paso de rueda ocupa parte de ese acceso, y no lo pone nada fácil a la hora de entrar. Una persona mayor tendrá serias dificultades tanto al entrar como al salir. El otro fallo, este sí que es garrafal, es que la banqueta no se abate, al menos no de serie, mostrando una capacidad mínima de 480 litros. De verdad que no alcanzo a entender esto, ni en el Giulia ni en ningún otro coche que no lo incluya de serie.
Saltemos a la parte en la que más tiene que destacar un Alfa: motores y dinámica. La oferta mecánica no es que sea exageradamente variada, pero sí que está bien escalonada y no se echa en falta nada. Dos motores diésel y dos gasolina. La potencia mínima es de 136 caballos y la máxima, sin contar los 510 caballos del Alfa Romeo Giulia QV, es de 280. En todas las versiones la potencia se envía al eje trasero, salvo en aquellas que se integre la tracción total Q4. En cuanto a cambios, las unidades llegarán con una caja manual de seis velocidades con posibilidad de integrar una automática de ocho marchas.
Prueba Alfa Romeo Giulia Super 2.2 180 CV
Hasta donde has podido leer el Giulia es un coche que se sitúa entre dos aguas. A no ser que seas alfista, lo más lógico es que tengas serias dudas sobre si comprarte o no esta berlina. Navegarás en un mar de dudas por que salvo por el diseño, que bonito es, el Giulia no destaca en nada de todo lo anteriormente escrito. Es lógico y razonable, y de hecho a mí me entraron las mismas dudas durante la semana que lo tuve, pero te advierto que esas dudas se irán inmediatamente en cuanto llegues a la primera curva. Ahí sabrás que tu decisión ha sido tomada con el corazón más que con la cabeza.
Y es que los Alfa Romeo siempre han destacado por su tremenda capacidad de conducción. No son los mejores coches en muchos aspectos, pero en cuanto a dinámica, pocos son capaces de igualarles. Y lo que más me gusta es que no te tienes que ir a unidades exageradamente deportivas para encontrar tales sensaciones, algo que pasa en BMW. El Giulia está preparado para comportarse de forma sobresaliente, ya sea con el motor de acceso como con el más radical de la gama.
La unidad de la prueba tenía una configuración que a mí se me antoja ideal para la mayoría de conductores. Un bloque diésel de 2.143 centímetros cúbicos con 180 caballos de potencia, un par máximo de 450 Nm y una caja de cambios automática de ocho velocidades. Digo que se me antoja ideal porque es capaz de cumplir en la mayoría de terrenos, condiciones y conducciones. El peor sin lugar a dudas es la ciudad. Hay que ser sincero y reconocer que el motor no es el más refinado del mundo. Es ruidoso por fuera y a bajas revoluciones es áspero, pero nada comparado con el Start&Stop, al cual se le acaba cogiendo manía por lo brusco que resulta. De hecho cada vez que encendía el coche lo desconectaba. Terrible.
Pero una vez que salimos de la ciudad todo empieza a encajar. El Giulia presenta tres modos de conducción, el famoso DNA del Grupo FIAT. El modo más relajado de todos, el A, también podemos llamarlo Eco, hace que el coche se comporte de forma flácida y relajada. El pedal del acelerador es muy lento de reflejos, lo mismo que la caja de cambios. Está pensado, como su apodo indica, para ahorrar, y lo logra. De hecho es muy sencillo rodar en cifras cercanas a los cinco litros, y si ponemos especial interés y esfuerzo incluso pueden bajarse. Para que te hagas una idea, al final de la semana el consumo medio fue de 5,6 litros a los 100 kilómetros. Un dato sensacional.
Si ponemos el mando selector en la N, modo automático, el coche irá gestionando por sí solo los ajustes, dando más capacidad reactiva al pedal o al cambio si así lo demandamos. A diferencia de otros modelos no hace falta ir cambiándolo cada vez que arrancamos el coche. Si dejamos el modo A, N o D seleccionado, seguirá estando en el mismo modo a la próxima vez que nos subamos al coche. Un buen detalle del que otros fabricantes deberían aprender.
La última berlina de Alfa fue el 159. El Giulia ha llegado cuatro años más tarde, usando una denominación que fue usada inicialmente en 1962
En los dos anteriores modos el Giulia se comporta como una berlina al uso. Cómoda, ahorradora, especialmente diseñada para rodar vamos. Pero hay más allá, y lo encontramos al poner el modo D, Dynamic (curiosamente en este sí coinciden letra inicial y palabra). Al seleccionarlo la pantalla central del cuadro se pone en rojo, y el coche inmediatamente se tensa y pega un pequeño acelerón advirtiéndote que está listo para demostrarte que una berlina diésel de 180 caballos puede ser algo más que un mero sistema de transporte.
Hace ya unos meses tuve ocasión de probar brevemente el Alfa Romeo Giulia, y aunque la prueba fue demasiado corta, algo se me quedó grabado en la mente: la dirección. Los probadores/desarrolladores de Alfa han dispuesto una dirección extremadamente rápida. Tanto que en un primero momento te puede llevar a un sobresalto pues no te esperas una respuesta tan inmediata. Si tengo que compararla con algún otro coche lo haría con algún deportivo de altas prestaciones.
Esto lleva a una capacidad dinámica extraordinaria. El chasis está perfectamente afinado, preparado para mucha más potencia y rendimiento. Las curvas se las come una tras otra sin inmutarse, con una agilidad impropia de un coche de este tamaño y peso. Al enviarse toda la potencia al eje trasero, es posible descolocarlo en ciertos momentos, pero es una pena que Alfa no haya incluido un botón para desactivar el control de tracción. De hecho el coche tiende más al subviraje que al sobreviraje, pero aun así resulta divertido de conducir.
Pero no solo es la dirección o el chasis lo que merece un aplauso, también lo merecen el motor y la suspensión. Ya he dicho del primero que no resulta nada refinado, pero va tan bien que no supone un problema. De hecho da la sensación de estar conduciendo un coche de más potencia, el Alfa Romeo Veloce de 210 caballos que ya hemos probado, por ejemplo. El empuje temprano te da una gran respuesta a la salida de la curva o en cualquier otra circunstancia. Los adelantamientos no suponen ningún problema.
La suspensión por su parte presenta un tarado muy fino. Por ello el Giulia se presenta como un excelente rodador y como un gran "curveador". Responde perfectamente en ambas situaciones, y aunque peque de subviraje, solo lo saca a relucir cuando nos excedemos con el pedal del acelerador y entramos en la curva pasados. Por lo tanto no es problema del coche, sino del conductor.
Por último he de mencionar el cambio. Las marcas actualmente apuestan más por los convertidores que por los cambios de doble embrague. Y eso se debe que los convertidores han evolucionado mucho en poco tiempo, estando a la par en cuanto a rendimiento y capacidades, al menos en las gamas medias. El ZF del Giulia es un claro ejemplo. Suave en transiciones cuando debe serlo y enérgico cuando la conducción así lo exige. De hecho da una pequeña patadita en la espalda cuando vamos en modo deportivo. Sin lugar a dudas el complemento perfecto para el coche.
Hay algo que he obviado en toda la prueba pero que ya no puedo retrasar más; el precio. Alfa Romeo dice ser una marca premium, y por ello pone precios de venta que rivalizan con tales marcas. El Alfa Romeo Giulia arranca en los 33.150 euros. Un A4 desde los 33.370, un Serie 34.300 y un Clase C desde los 36.450. Es decir precios muy semejantes. Pero si tenemos en cuenta que todos ellos disponen de un equipamiento mayor y mejor, la cuestión se pone peliaguda.
Conclusiones
La conclusión en esta ocasión es que no hay una conclusión clara, lo siento. El Giulia es un coche que te hará dudar hasta la saciedad. Ni es el más lujoso de todos, ni tiene mucha tecnología, ni siquiera la que tiene termina de funcionar bien, ni es el más espacioso de todos, y encima su precio de venta se puede equiparar al de un Audi A4, lo que encima pone las cosas más complicadas. Te hará dudar, cual adolescente deshojando la margarita con el me quiere, no me quiere, y es imposible de evitar, a no ser que seas alfista.
Pero no te hará dudar a la hora de ver su belleza, a la hora de ver que dinámicamente es el mejor de todos sus rivales. No te hará dudar a la hora de circular en autopista de forma cómoda y relajada, y mucho menos a la hora de tomar un tramo de curvas, donde demuestra sus orígenes. El Giulia es un coche que se compra con la vista, con el corazón, o con una buena oferta. La cabeza te gritará que no lo hagas, pero ¿qué sería esta vida sin una decisión arriesgada? Ya te contesto yo: un mar de aburridas berlinas alemanas.