Prueba Audi A1 30 TFSI, probamos a fondo al más pequeño de la casa (con vídeo)

En algún momento tenía que llegar la renovación del Audi A1, y ese momento ha llegado. Tras una semana a prueba con 30 TFSI ahondo en sus cualidades y en sus defectos en esta prueba a fondo con vídeo incluido.

Prueba Audi A1 30 TFSI, probamos a fondo al más pequeño de la casa (con vídeo)

22 min. lectura

Publicado: 27/03/2019 20:00

El primer Audi A1 fue lanzado al mercado en una época muy complicada, en 2010, en medio de una crisis financiera que arrasó con la economía de toda Europa. Bajo esas circunstancias nadie presagiaba un buen camino para el más pequeño de la casa, pero obviamente todos estaban equivocados. Ni siquiera Audi imaginaba lo que se le venía encima y de hecho a los pocos meses tuvieron que incrementar la producción porque la demanda había sobrepasado con creces la oferta. Ese ritmo de crecimiento siguió en los siguientes años, así que nadie veía necesario lanzar una renovación completa.

Pero la filosofía de no toques lo que no está roto tenía que acabar en algún momento, y tras casi ocho años a la venta al A1 se le empiezan a ver los primeros pelillos del bigote, así que ahora es el momento de su primer gran cambio generacional, ese que conocimos hace un tiempo pero en el que ahora vamos a profundizar en esos cambios para saber si el pequeño de la casa sigue siendo ese chico bueno que todos conocemos o por el contrario se ha desviado de la buena senda.

Al entrar en la pubertad el A1 busca crear su propio estilo sin alejarse por ello de los estándares de la familia. Por ese motivo vemos como para esta nueva generación se ha hecho uso de la filosofía actual de la marca pero solo en los grandes detalles como la parrilla singleframe o los faros. Tomando estos elementos como referencia el resto del diseño se ha hecho más libre, y de hecho se han incluido detalles que aunque no sirven para nada, como todas las tomas de aire falsas, afectan al diseño significativamente.

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A pesar de haber crecido el A1 sigue conservando un tamaño ideal para la ciudad

Los ya famosos nervios de la carrocería también juegan un papel muy importante en el diseño. Hasta la fecha el A1 ha puesto cara de niño bueno para las fotos, pero el nuevo es más gamberro y las nervaduras tienen mucho que decir al respecto. Le dan empaque, agresividad y también ligereza. Los estilistas de Audi han jugado muy bien con todos esos efectos y han conseguido crear un coche que atrae miradas, en parte por el diseño y en parte por las opciones de personalización.

Como todo el mundo, el A1 busca crear su estilo e ir a juego con su propietario. El programa de personalización que Audi ha planeado sobre el A1 es brutal. Muchos elementos se pueden configurar a nuestro gusto, pero los principales son tres. Por un lado la gama de pinturas, muy abierta y colorida, lo segundo es la posibilidad de incluir un techo en pintura negra, y por último y no menos importante, las llantas. Además de que su tamaño puede ir de las 15 a las 18 pulgadas el color también se puede customizar, aunque sintiéndolo mucho eso nos obligará a irnos a los acabados más altos y caros de todos.

La trasera es la parte que más nos recuerda al viejo A1, pero eso no significa que no haya cambios. El portón del maletero, sin ir más lejos, que ahora corta en dos unos faros traseros más futuristas. Y también el parachoques que pasa a incorporar, una vez más tomas de aire falsas que incrementan la sensación de deportividad. Por cierto, me hace gracia esto porque se echa en falta un instrumento que siempre ha causado sensación de deportividad al primer golpe de ojo, ¿sabéis a lo que me refiero, no? Pues eso, no hay escapes a la vista y quedan ocultos debajo del parachoques.

La personalización permitirá que cada comprador tenga "su A1"

Posiblemente la zona donde el A1 empezaba a achacar más problemas con la edad era en el interior. Ni que decir tiene el cambio que ha dado la industria en estos ocho años. Las pantallas han tomado el control de los habitáculos, y gracias a ello el nuevo A1 nos presenta un ambiente tecnológico y de última generación con dos grandes pantallas que se llevarán todo el protagonismo, y con razón, aunque mucho cuidado porque solo harán acto de presencia a partir del acabado S Line, no al menos de serie.

Pero vayamos por partes. La pantalla más grande la encontramos en la consola central, y su tamaño puede llegar a un máximo de 10,1 pulgadas como era el caso de la unidad de pruebas. El diseño del menú y de todo el programa de manejo es exactamente igual al que vemos en otros modelos de la casa, de hecho estaba presente en los últimos Audi A6 y Audi Q8 que hemos probado. Eso también significa que la calidad de la pantalla es de primera y toda la interfaz se maneja de forma fluida, aunque dada la cantidad de sistemas en un principio cuesta adaptarse a ella.

Aunque ese panel no llega de serie el que sí lo hace es el cuadro de instrumentos digital. Las tradicionales esferas quedan sustituidas por una pantalla de 10,25 pulgadas. Su forma y su estilo recuerdan mucho al del Volkswagen Polo, o a cualquiera de los muchos modelos que ya pueden disponerlo dentro del Grupo Volkswagen. Eso quiere decir que no hay grandes novedades, siendo manejado una vez más desde el volante multifunción y pudiendo alterar diseño e información a nuestro gusto.

Toda la parte delantera del habitáculo se ha diseñado pensando en el conductor. El salpicadero no es completamente recto y toda la consola central se ha girado para que así el que conduce lo tenga todo más a mano y un rápido golpe de vista. Siguiendo la tendencia actual de minimalismo de interiores, Audi se ha deshecho de casi todos los botones físicos posibles. Resisten el módulo de climatización y apenas cuatro botones más que pocas veces vamos a tener que tocar mientras conducimos. Todo nos lleva a la pantalla, y eso es tan bueno como malo.

El espacio interior es bueno, pero la presencia de tanto plástico duro podría mejorar

Lo que no me gusta absolutamente nada es en la decisión de integrar ciertos materiales. Vale que sea un segmento B, pero estamos hablando de un Audi, y eso exige ciertos niveles de calidad. Salvo por toda la zona superior del salpicadero que es de goma blanda, el resto del interior es de plástico duro, frío al tacto y peor al oído. Eso sí, debo reconocer que todo parece estar bien ensamblado y bien fabricado, pero esperaba más por parte de la casa alemana, ellos mismos nos han acostumbrado a más, y ahora siempre se les exige ese estándar de calidad.

Dentro también se ha dejado vía libre para el programa de personalización, y no solo me refiero a la interminable lista de elementos opcionales, sino a la libre configuración de algunos elementos del interior para así poder adaptarlos a nuestro gusto y estilo. En este caso la customización no es tan extensa como en el exterior, pero está ahí. Moldura por aquí aplique por allá que pueden cambiar de color para así darle un toque más personal y juvenil.

El A1 2019 cambia de plataforma y de tamaño. Eso quiere decir que en lo que a habitabilidad se refiere las plazas delanteras son las más cómodas, pero gracias al incremento de batalla las plazas traseras ahora disponen de más espacio. También hay que tener en cuenta que Audi se ha deshecho de la variante de tres puertas, así que solo estará disponible con cinco, el conocido Sportback. El hueco para las piernas es más generoso, lo mismo que para la cabeza, aunque si tienes amigos que midan más de 1,80 mejor alójalos delante porque aquí detrás van a pasarlo un pelín mal. Lo mismo digo para meter a tres pasajeros detrás, si es posible mejor evitarlo.

Gracias al incremento de batalla los ocupantes traseros disponen de más espacio

Aunque el A1 tenga aspecto de utilitario, lo es en realidad, su capacidad de maletero bien podría ser de un compacto. Aunque el portón no es automático, tampoco pasa nada, no se acaba el mundo, el maletero nos ofrece un mínimo de 335 litros de capacidad. Es una capacidad muy aprovechable gracias a sus formas rectangulares y a su doble piso. Ese tamaño se pueden incrementar hasta los 1.090 litros si abatimos la segunda fila de asientos, maniobra que por cierto tendremos que hacer desde unos tiradores instalados justo al lado de los cabeceros de la fila trasera.

En lo que a mecánicas se refiere la oferta está compuesta por el momento de solo versiones de gasolina. De los motores diésel todavía no se sabe nada, y muy posiblemente los directivos de Audi estarán dudando si introducirlas en el A1 o no. Eso nos deja con motores turboalimentados de gasolina de tres o cuatro cilindros con potencias entre los 95 y los 200 caballos. En todos los casos enviarán la potencia al eje delantero gracias cajas de cambio manuales con cinco o seis velocidades o a automáticas de siete marchas.

Prueba Audi A1 30 TFSI S Tronic

En nuestro caso hemos optado por una variante mecánica que a priori se postula como una de las favoritas por su relación precio/potencia. Nos referimos al Audi A1 30 TFSI que monta un pequeño motor tricilíndrico de un litro de capacidad, turboalimentado, que entrega 116 caballos y 200 Nm de par. En nuestro caso se unía a un cambio S Tronic de siete relaciones. Una variante mecánica que ofrece el distintivo medioambiental C, lo que le valida para circular incluso en los días de protocolo anticontaminación más restrictivos. Y mucho cuidado con pensar que esta unidad es algo pobre, porque nada más lejos de la realidad.

Un coche pequeño no necesita un gran motor como bien demuestra este A1 30 TFSI

A pesar de tener tres cilindros, el motor se comporta como si fuera mucho más grande. Es sorprendente lo que estos pequeños pueden dar de sí, y salvo por algunos momentos donde filtra demasiadas vibraciones al interior, es refinado en ruido y comportamiento. De hecho es uno de los aspectos más a destacar de esta unidad, el rendimiento. A pesar de haber madurado el coche sigue siendo tan alegre y jovial como siempre, con una entrega lineal y progresiva, y gracias a esa nueva plataforma ha incrementado sus capacidades dinámicas.

Vale que con tres cilindros no da a pensar en una conducción alegre, pero es entrar en una carretera de curvas y empezar la diversión. Los cambios de dirección son ágiles y rápidos, el paso por curva es muy rápido y aunque "levante la patita" la seguridad que transmite es muy elevada. Puede que no siga el ritmo de coches más deportivos, pero no lo hará por potencia pura, porque por ritmo y agilidad no será. Cuesta encontrarle pegas en ese aspecto, aunque yo destacaría a la dirección como el punto más débil por un exceso de asistencia.

Audi ya está desarrollando un A1 Allroad. Llegará este mismo año y plantará cara al resto de segmento B con aspecto campero

Podemos alterar el comportamiento de diferentes componentes gracias a los cuatro modos de conducción: Efficiency, Auto, Dynamic e Individual. En cada uno de ellos elementos como la dirección, el acelerador o el cambio se tensan o relajan para ofrecer una conducción diferente. En el modo más deportivo obtenemos además un sonido más deportivo, es falso porque se emite por los altavoces del coche, pero resulta agradable y nada exagerado. A pesar de ello la dirección no llega a mostrar nunca un comportamiento excesivamente dinámico, siendo imprecisa en algunos momentos por ese exceso de asistencia.

Pero en líneas generales la verdad es que es una sorpresa que un coche de tan justa potencia se desenvuelva tan bien en terrenos que no se le presuponen. La experiencia hubiera sido más divertida si la unidad hubiera montado un cambio manual, pero la verdad es que no se le pueden poner muchas pegas a la caja S Tronic. Cumple con todo lo que se le pide y aunque no sea la más rápida del mercado sabe sacar provecho de la corta cilindrada. Eso sí, es significativamente más cara, casi 2.000 euros más que añadir a la factura.

El cambio automático es recomendable, pero obviamente incrementa el precio

Fuera de esos entornos, el A1 saca a relucir todos los argumentos que sí que se le esperan. Facilidad de manejo, comodidad y eficiencia. Al disponer de apenas cuatro metros de largo desenvolverse por la ciudad resulta muy fácil, lo mismo que aparcar. También resulta cómodo, tanto para esos desplazamientos diarios como para incursiones de larga distancia, donde se nota el salto de madurez de un coche con el que ahora no resulta nada sacrificado irse de viaje. Y en cuanto a la eficiencia disponemos de lo mejor y de lo peor de un bloque tan pequeño.

Aunque Audi estipula un gasto medio de 4,9 litros a los 100 kilómetros para el 30 TFSI, es un dato que puede resultar muy subjetivo. Como es costumbre en este tipo de motores las oscilaciones de consumo son muy sensibles al trato recibido. Es decir que si somos cautelosos podemos lograr los consumos oficiales, si nos ayuda el terreno podemos incluso reducirlos, pero lo normal será circular ligeramente por encima de ellos. Tras la semana de pruebas el ordenador de a bordo arrojaba un dato de 5,5 litros por cada 100 kilómetros. Un dato correcto, nada extraordinario, que se puede entender por el prolongado uso urbano que se le dio al coche.

Uno de los detalles que más nos ha gustado del nuevo A1 es el hecho de conservar el freno de mano tradicional. Puede que parezca una chorrada, pero nos ha traído un poco de nostalgia. Estamos hablando de un coche para un público joven, y eso nos recuerda a nuestra época adolescente, con el carnet recién sacado y con muchas ganas de impresionar. Un parking o una explanada se convertían en un lugar de diversión, y el freno de mano jugaba un papel fundamental. Seguro que más de uno sabe de lo que estamos hablando.

Dinámicamente hablando el A1 es muy bueno

Sin lugar a dudas lo peor del Audi A1 es, y siempre ha sido el precio. Está claro que esto no le ha supuesto ningún problema para ser un éxito comercial, pero también hay que tener en cuenta que salvo por el MINI, este es el único segmento B premium que podemos encontrar en el mercado. El precio de salida estipulado por la marca para el nuevo A1 es de 20.760 euros, y eso para un nivel de acceso que no querrás tener por lo espartano de su equipamiento. Y a partir de ahí puede subir hasta donde nosotros queramos. De hecho el modelo de pruebas, según configurador, tenía un precio de más de 38.000 euros. Una barbaridad para tratarse de un segmento B.

Conclusiones

Tras muchos años en el mercado ya era hora de celebrar un gran cambio para el más pequeño de la casa Audi. Hay que reconocer que los cambios le han sentado muy bien. Las bases marcadas en la anterior generación ya eran buenas, y en este caso se han implementado nuevas y actualizadas funcionalidades. Su comportamiento, su equipamiento y su estilo son los principales puntos de atención del nuevo Audi A1. Esto le iguala con su rival más directo, el MINI, que siempre le había llevado cierta ventaja en el aspecto de la personalización.

¿En cuanto a los problemas? Pues obviamente todas las miradas se van al precio. Dado su alto coste el A1 es considerado un coche premium, y más allá de lo que tenemos que gastarnos para hacernos con sus servicios, eso en realidad depende de cada uno, no es justificable con los materiales empleados en el interior. La gran abundancia de plásticos duros resulta muy poco satisfactoria para un coche que debe dar más. Y eso que hemos tenido ocasión de probar una unidad muy bien equipada, si nos vamos a los niveles de acceso la sensación es mucho peor.

El más pequeño de la casa vuelve a convertirse en referencia del segmento

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