Prueba Audi A8 L 60 TFSIe, la clase no está reñida con la modernidad
El Audi A8 es el buque insignia de la familia alemana. Sus cuatro aros dominan un diseño elegante y un interior de primerísima calidad. La electrificación suma en calidad de rodadura, mejorando lo que ya era bueno.
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Publicado: 17/05/2023 19:00
La industria del lujo no entiende ni de crisis ni de modas. La clase, el saber estar y el refinamiento no cambian por muchos años que pasen. Lo que era válido hace décadas lo sigue siendo a día de hoy, aunque está claro que las tecnologías han cambiado. Dentro del segmento de las berlinas de representación Alemania lleva la voz cantante con sus marcas más reconocidas. El Audi A8 es digno merecedor de ese estatus y nada mejor que echar mano del futuro para mejorar una mezcla de éxito.
Desde 1994, momento en el que el Audi 200 pasó a llamarse A8, la berlina es el epicentro tecnológico de referencia de la casa. El buque insignia ha pasado por numerosas etapas a lo largo de estas dos décadas, mejorando a cada paso, pero manteniendo una filosofía básica de calidad y confort. La cuarta generación, presentada en 2018, introduce la electrificación como factor potenciador. Lo mejor del pasado con lo mejor del presente comprimido en un formato nada discreto que ha sido actualizado en 2022.
Audi comercializa su berlina suprema en dos formatos: batalla normal y batalla extendida. Teniendo en cuenta que la versión más económica supera la barrera de los 110.000 euros, es más que lógico lanzarse, por apenas unos miles más, a por la carrocería larga. 5,32 metros de lujo alemán con una distancia entre ejes de 3,13 metros que permitirá a todos sus pasajeros disfrutar de una experiencia de viaje de primer nivel. Como reza el dicho: caballo grande, ande o no ande.
Renovado en 2022, el A8 ha introducido ligeras modificaciones en un diseño clásico y elegante. Actualmente, la tendencia es bastante diferente ya que muchos fabricantes se enfocan a otros mercados más dominantes como China. Claro ejemplo es el nuevo BMW Serie 7. Su estrambótico diseño no deja indiferente a nadie, pero no se puede decir que la berlina de Múnich sea elegante, refinada o discreta. Los clientes habituales de los A8, Clase S y Serie 7 son algunas de las grandes fortunas del mundo. Además de calidad buscan elegancia y un poco de discreción.
No parece que pasen los años para el Audi A8. Su formato sigue vigente a día de hoy, aunque las comparaciones son odiosas. El Mercedes Clase S ha seguido la misma filosofía de discreción y saber estar. Los alemanes son poco propensos a realizar grandes cambios, aunque BMW parece obstinada a abandonar esa filosofía. En cuestiones de diseño no hay nada escrito, pero puesto en la piel de un comprador del segmento F prefiero el toque conservador del A8 al formato estrafalario y asiático del Serie 7.
Siguiendo con ese mismo patrón nos embarcamos en un interior donde nadie puede reprochar la calidad y el buen hacer de una marca como Audi. De puertas para dentro, el A8 luce como debe lucir una berlina de este tipo, aunque hay detalles que mejorar. El Pianno Black, o negro lacado, es una tendencia negativa que no debe incorporarse en un coche de esta categoría. Se mancha, se deteriora con rapidez y no arroja la misma sensación de calidad de una moldura de madera o un recubrimiento de cuero. No me gusta esa parte y debo hacerla notar.
Fuera de eso la verdad es que no puedo poner pega alguna ni a los materiales ni a los acabados. Todo está firmemente montado con los mejores materiales que Audi es capaz de disponer. El cuero es el gran dominante. Muchas vacas alemanas han cedido su vida para fabricar ese interior y se agradece. Pagar semejantes sumas de dinero exige acabados de este nivel y aunque el A8 sea el más antiguo de la terna de lujo alemana, tampoco pasan los años por él gracias a ese concepto atemporal y clásico.
Obviamente hay ciertas condiciones modernas que deben exigirse y entregarse. El Audi A8 siempre ha estrenado tecnologías que posteriormente se han ido sumando al resto de la gama. En lo que a equipamiento se refiere no se deja ni un sólo detalle en el almacén de suministros. Gran parte de esos detalles se destinan al confort, como los asientos con masaje y climatizados, pero otros muchos se centran en la seguridad. Estamos ante una de las berlinas más seguras del mundo. Capaz de predecir accidentes y tomar las medidas oportunas para reducir la gravedad de los impactos.
Esa seguridad se siente en cualquiera de sus cuatro cómodas plazas. La versión de batalla extendida sólo ofrece cuatro plazas y, en realidad, todo el coche está diseñado para que sus dos pasajeros posteriores vayan lo más cómodos posibles. Con un espacio inmenso para poder estirar las piernas, las butacas tipo business ofrecen todas las comodidades imaginables. Desde masaje hasta climatización y regulación electrónica para poder casi tumbarse. Por poder se pueden instalar hasta pantallas en los respaldos delanteros para poder disfrutar de películas y series en cada viaje.
La privacidad es otro de los bienes más preciados de todo alto dignatario o adinerado. Cuando se busca una berlina de lujo discreta es por algo. Los cristales posteriores totalmente tintados evitan miradas de indiscretos y a eso le podemos sumar unas cortinillas eléctricas que duplican la sensación de aislamiento. Todo se regula de forma eléctrica, no vaya a ser que alguien se agote y el viaje no sea el mismo. Las cuatro zonas de climatización garantizan que cada ocupante vaya a su temperatura correcta sin molestar al vecino.
Los 390 litros de maletero del A8 L no son muy destacables, pero se trata de un problema menor que no importa
Cada viaje en el Audi A8 L debe transformarse en una experiencia de primer nivel. Se debe percibir lo justo y lo necesario del exterior, pero cuanto menos mejor. El trabajo con materiales aislantes es digno de mención, aunque también influye el importante grosor de todos los cristales del coche. Al cerrar la puerta ya sientes que entras en tu propio espacio y que pocas cosas podrán perturbar tu viaje. Si algo lo hace será la compañía de un pasajero o la llamada de cualquier inoportuno que osa a romper la experiencia.
Para maximizar la sensación de calidad nada mejor que la electricidad. La gama mecánica del A8 incluye versiones diésel, gasolina y la variante 60 TFSIe con esquema híbrido enchufable. Una opción más que interesante por diversos motivos como ahora te contaré. Uno de ellos es la disponibilidad de la etiqueta CERO de la DGT. Si tus negocios o tu ruta implican pasar por una de las cada vez más habituales Zonas de Bajas Emisiones, no tienes de qué preocuparte porque podrás entrar hasta la cocina sin que nadie te diga nada.
Al volante del Audi A8 L 60 TFSIe
Sin embargo, aunque pueda parecer una ventaja muy positiva, lo mejor de la electrificación no llega con el distintivo, sino que lo hace a la hora de hablar de confort de marcha. En ciudad se transforma en una de las berlinas más cómodas que he conducido. Gracias a su motor eléctrico el A8 es capaz de desplazarse en el modo más silencioso y suave que te puedes imaginar, aunque mover tanta masa con un motor de 136 caballos supone gastar mucha energía.
Audi dice que oficialmente el A8 L 60 TFSIe es capaz de rodar durante un recorrido de 58 kilómetros en formato 100% eléctrico. Si bien he llegado a rondar los 45 kilómetros en formato EV, hay que ser muy cuidadoso para lograr el registro homologado. El motor eléctrico consume muchos recursos dada su baja potencia y la batería de 14,4 kWh de para lo que da cuando hablamos de una berlina alemana de casi dos toneladas y media. Este problema puede solventarse fácilmente con un enchufe.
Aunque sus rivales enchufables permiten potencias de carga más rápidas, el Audi A8 monta un alimentador de corriente alterna con una potencia máxima de 7,4 kW. El Clase S alcanza hasta los 22 kW de potencia. Esto permite que podamos recuperar toda la autonomía eléctrica en un plazo de dos horas y media si la conexión es a máxima velocidad. En un mundo real, en un enchufe doméstico convencional, la espera será de aproximadamente 5 horas. Suficiente para cargarlo por la noche y poder circular otra vez a la mañana siguiente.
Aunque no los considero esenciales, Audi ha configurado diferentes modos de conducción para su gran berlina híbrida. Desde un modo Efficiency hasta un formato Dynamic. Las diferentes posiciones varían el comportamiento del esquema híbrido enchufable, combinando los motores de forma diversa para ofrecer más o menos prestaciones. Por norma general el A8 tiende a preferir la movilidad eléctrica, mientras que en el modo deportivo el motor eléctrico sólo sirve de soporte para el V6 turbo de gasolina de tres litros que es el principal propulsor del coche.
La potencia combinada de ambos bloques es capaz de desarrollar hasta 462 caballos y 700 Nm de par. Son cifras muy respetables que le permiten acelerar de 0 a 100 Km/h en apenas 4,7 segundos y alcanzar una cómoda velocidad de crucero de hasta 250 Km/h. Así que correr es capaz de correr con una facilidad pasmosa. De hecho, uno de los problemas añadidos a semejante confort y aislamiento es que uno no es capaz de identificar la velocidad a la que circula si no se para a mirar atentamente los indicadores. A 120 Km/h en un A8 es como ir a 70 en cualquier coche normal y corriente.
La suspensión neumática filtra cualquier molesta irregularidad de la carretera. Absorbe los baches como si no existieran, manteniendo la carrocería nivelada y firmemente anclada al asfalto. Al igual que es el esquema híbrido abusa de la electrificación todo lo que puede, la suspensión prioriza claramente la suspensión por encima de cualquiera otra cualidad. Totalmente lógico y razonable. El Audi A8 L 60 TFSIe es un coche para correr en línea recta, pero no se siente a gusto en tramos estrechos o revirados. Es capaz de afrontar esos terrenos con cierta dignidad, pero las leyes de la física tienen su límite.
La carrocería oscila mucho y la tendencia al rebote es generalizada. Insisto que no me parece un defecto, pero si buscamos ese tipo de conducción en una berlina así mejor dirígete a las oficinas de BMW. Ni el peso ni el formato pueden inducir a pensar en un comportamiento así, pero sí que es cierto que el tema del consumo me ha llamado bastante la atención. El registro oficial es de 1.9 litros a los 100 kilómetros, pero durante nuestra semana de pruebas, tras haber realizado más de 1.000 cómodos kilómetros, el ordenador de a bordo ha desprendido un resultado definitivo de 8,8 litros/100 Km. La desviación es considerable, pero no me parece un mal dato.
Hay que tener en cuenta que para sacar el máximo provecho de un híbrido enchufable es condición indispensable conectarlo para disponer siempre de la máxima batería posible. De lo contrario sólo estamos comprando una etiqueta medioambiental muy cara. En tramos urbanos, con la batería cargada, el consumo es prácticamente cero, pero cuando salimos a carretera la pila rápidamente nos abandona. Existen formas de retener la carga, ya sea seleccionando el modo de conducción Hybrid Auto o indicándole directamente al coche que entre en modo Battery Safe. También es posible cargar la batería mientras se circula, aunque eso supone disparar los consumos.
Conclusiones
Lo moderno y lo clásico unidos en un único formato. El Audi A8 L 60 TFSIe ofrece todo lo que un comprador de este tipo de vehículos necesita. Elegancia con algún toque de discreción, calidad con tecnología, confort con espacio y rendimiento con suavidad. Está claro que el A8 se ha quedado algo rezagado con respecto a sus rivales, pero Audi sigue demostrando que lo tradicional no siempre pasa de moda. Una excelente berlina de representación.