Prueba Audi Q8 50 TDI, a por el BMW X6 y a por lo que se ponga por delante

Algunos parecen no estar contentos con un SUV normal y corriente. Cuando piensas que no puede haber nada más grande llega algo que no deja de sorprenderte. Ese es el caso del Audi Q8 50 TDI, un gran SUV que esconde algo más que una cara bonita.

Prueba Audi Q8 50 TDI, a por el BMW X6 y a por lo que se ponga por delante

28 min. lectura

Publicado: 10/03/2019 20:00

¿Que un Audi Q7 no es suficientemente grande, caro o lujoso para ti? Amigo mío, acabas de ver el cielo abierto porque la marca de los cuatro aros ha sacado al mercado un SUV especialmente diseñado para esos compradores que no se conforman con tener de lo mejor, necesitan más. El Audi Q8 llega para cubrir esa necesidad existencial con su aspecto coupé, su diseño escandaloso, su tecnología y su calidad. Pero te digo una cosa, aunque todo esto está muy bien a mí me ha convencido por otros motivos.

Hay configuraciones más bonitas, pero este blanco-negro resulta muy potente

Y es que todos esos atributos son los que asociamos rápidamente al ver y al reconocer un Audi Q8. Los SUV parecen no tener límites, y no me refiero a sus capacidades camperas, sino más bien a sus capacidades de ventas. A día de hoy todo lo que salga al mercado con forma de todocamino se acaba vendiendo, aunque no presente ninguna ventaja o no tenga ningún sentido. No digo que el Q8 sea un coche sin sentido, pero está claro que pretende atraer a otro tipo de comprador.

¿Y qué comprador es ese? Pues uno que apueste claramente por el diseño. Es obvio que al Q7 ya empiezan a pesarle un poco los años, la segunda generación, la actual, salió al mercado en el 2015 y aunque en aquél momento supuso un soplo de aire fresco, éste se ha ido disolviendo no solo con la llegada de rivales si no con los cambios sufridos dentro de la propia Audi. La filosofía de diseño actual es mucho más espectacular que la de hace unos años, aunque repito que el caso del Q8 es particular ya que el diseño es lo primero que tiene que entrar por el ojo.

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Basta echar un rápido vistazo al Q8 para darse cuenta de lo que digo. Su tamaño juega a favor ya que fácilmente visible por encima de la mayoría de coches de la carretera. No sé qué ángulo es el mejor, porque en todos los coches hay una parte más bonita y otra no tanto. En este caso el diseño es impresionante de principio a fin. Los diseñadores han jugado con los recursos de forma excelente, combinando las nervaduras con las ópticas y las líneas horizontales. El Q8 tiene aspecto de tanque, y de hecho solo le falta una torreta en el techo para dar el pego.

Líneas coupé para un SUV de casi cinco metros sin marcos en las puertas

Ni que decir tiene que circulando con él muchas cabezas se giran y muchos dedos índices apuntan en tu dirección. No es un coche para pasar desapercibido, y eso le encanta al comprador tipo de un Q8. Lucir y que te miren. Con pocos SUV consigues ese efecto, y pienso que de los últimos probados solo el Range Rover Velar me resultaba más atractivo. Aunque ahora que lo pienso, no sé si la gente mira al coche o a quién lo conduce, porque más de uno y de dos pensará que al volante se sienta un jugador de fútbol o un famoso. Otro comprador tipo de este coche.

Dado que estamos ante el tope de la gama Q, el Audi Q8 expone sus argumentos en todos los campos. Ya ha quedado claro que el diseño es uno de esos, pero ojo a lo que pasa cuando abrimos esas puertas delanteras sin marco, al más puro estilo coupé. Es entonces cuando el diseño atrevido se mezcla con la tecnología y la calidad. Si espectacular resulta por fuera, por dentro no se queda corto. Y eso hay que agradecérselo a las pantallas digitales que se agolpan en su interior. Como ya descubrí en la reciente prueba del Audi A6 45 TDI, ni una, ni dos, tres son los paneles que se agolpan en la cabina de lujo del Q8.

Y es que parece que nos encantan las pantallas y todo lo digital. Pasamos del teléfono móvil a la tableta, y de esta a las pantallas de nuestros coches. Da la sensación que necesitamos tocar una superficie táctil para así vivir satisfechos. Audi no ha dejado más que un puñado de botones de los de toda la vida, esos que son tan fáciles de palpar y controlar, esos que sabes que difícilmente pueden llegar a romperse. Pues no, de esos no hay muchos, le pese a quien le pese.

Su lugar lo ocupan paneles de 10 pulgadas a través de los cuales podemos gestionar todos los aspectos y funcionalidades del coche. La pantalla superior se centra en aspectos más comunicativos, como el sistema de infoentretenimiento con conexión para Android Auto y Apple CarPlay, el navegador, los modos de conducción, los ajustes del coche, el equipo de sonido y el impresionante conjunto de cámaras perimetrales que son capaces de ir un paso más allá y reconstruir el coche en vista 3D para que puedas ver todo el entorno a la hora de aparcar este "chiquitín".

La trasera es menos llamativa que la delantera, pero es muy resultona

La inferior es menos glamurosa pero más práctica ya que controla nuestro bienestar, sobretodo la climatización y todo lo relacionado con ello, como los asientos calefactados o las lunetas térmicas. Audi ha usado esta parte para introducir esos accesos rápidos que no sabía muy bien donde colocar como el Start&Stop o la desactivación del ESP. Decir que ambas pantallas llegan en la dotación de serie del Q8, aunque en caso de optar por la versión de acceso la pantalla inferior es ligeramente más pequeña para así dejar espacio a más botones físicos.

Incluso el cuadro de instrumentos digital llega de serie. No podía ser de otra manera ya que este gadget se ha vuelto prácticamente imprescindible para aquellos que busquen tener lo último. Lo que nunca está de más añadir, al menos para mi gusto, es el HUD que proyecta en el parabrisas solo la información más importante. Esto sí es un opcional en todas las líneas de equipamiento, y su precio no es nada barato ya que ronda los 1.800 euros. Otro extra que recomiendo seleccionar son los faros Matrix LED por poco más de 2.000 euros aunque de serie ya llega con ópticas de LED. Seguridad al fin y al cabo

Y ya que hablo de seguridad no puedo escaparme sin mencionar la impresionante dotación técnica que se ha incluido en el Q8. La lista de elementos de seguridad activa y pasiva es prácticamente interminable, aunque en este caso muchos de esos elementos no llegan de serie algo que no me termina de convencer ya que la mayoría de marcas ya apuestan por introducir toda su seguridad en los modelos más básicos. En la lista aparece el asistente de mantenimiento de carril, la cámara con lectura de señales, el indicador del ángulo muerto, el asistente de tráfico cruzado, el pre sense trasero, el detector de tráfico al abrir la puerta, el asistente de esquiva y una larga lista de elementos.

Interior a la altura del exterior. Calidad, tecnología y ambiente de concept car

Así que está claro que seguro se puede ir a bordo de un Q8, pero sobre todo lo que nos vamos a sentir es muy cómodos, y da igual dónde te sientes. Como buen buque insignia tiene que demostrar la máxima calidad de rodadura de la casa, como bien le pasa al Audi A8. Y la verdad es que no decepciona en absoluto. La comodidad ofrecida en cada viaje es digna de las primeras clases de los aviones de lujo. Es sentarte y darte igual dónde ir, solo quieres ir y relajarte. Obviamente los pasajeros frontales serán los que viajen más holgados, pero detrás hay espacio más que de sobra para todas las cotas, incluida la altura con respecto al techo.

Seguro que alguno se pregunta que para qué comprarse el Q7 siendo el Q8 más bonito, tecnológico y moderno. Pues la respuesta es sencilla, porque el Q7 tiene más capacidad de carga. Dado que la línea coupé provoca una pérdida de las formas rectangulares, el maletero sufre una pérdida de volumen. De los 890 litros de capacidad mínima del Q7 pasamos a los 605 del Q8. Ojo que sigue siendo una cifra muy buena, pero obviamente es menor. Claro está que se puede ampliar si abatimos la segunda fila de asientos, maniobra que no se puede realizar desde el maletero, llegando entonces a los 1.755 litros.

El Q8 no tiene nada que envidiar en calidad de rodadura al A8, el que supuestamente es el coche más lujoso de la firma

Dado que estamos ante un coche relativamente nuevo, apenas lleva unos meses en el mercado, la gama mecánica es bastante corta por el momento. Tan solo encontraremos dos opciones diésel y una gasolina (no tiene mucho sentido comprarse un gran SUV que no sea diésel). La unidad probada, la variante 50 TDI, esconde un motor V6 de tres litros bajo el capó y desarrolla 286 caballos de potencia con 600 Nm de par máximo. Un bloque archiconocido en el Grupo Volkswagen que Audi se ha encargado de modificar y apañar para que obtenga la pegatina ECO por el empleo de la tecnología Mild-Hybrid.

Sí, tal y como lees. Gracias a un resquicio en la normativa europea y española, el Q8 50 TDI se gana la certificación de coche ECO y todas las ventajas que eso conlleva. Lo hace gracias a un sistema eléctrico auxiliar de 48 voltios que recoge parte de la energía perdida en las frenadas y la almacena en una pequeña batería para así entregarla en fases tempranas de aceleración. Además el sistema está preparado para desconectar el motor y la caja de cambios en diversos momentos lo que extiende la actuación del modo vela. Esto a su vez consigue reducir los consumos y por lo tanto las emisiones.

Al ser un miembro de la familia Q se integra la tracción total quattro

Como no podía ser de otra manera el conjunto mecánico está unido a una caja de cambios automática Tiptronic de ocho velocidades y a un sistema de tracción a las cuatro ruedas quattro. A pesar de estas cualidades no estamos ante un todoterreno puro ya que su capacidad de actuación fuera del asfalto queda muy limitada por la ausencia de placas protectoras y por juegos de llantas que pueden ser de hasta 22 pulgadas con flancos demasiados estrechos para conjugarse con un uso de campo puro y duro.

Prueba Audi Q8 50 TDI

Antes de nada debo hacer hincapié en las medidas del Q8 para que así se puedan entender ciertos aspectos relacionados con su conducción. Estamos hablando de un SUV de 2.145 kilogramos de peso, cinco metros de largo, dos de ancho y 1,7 de alto. Así que pequeño no es. Con esto ya te puedes imaginar por dónde quiero tirar, ¿no? Pues amigo mío si no se debe juzgar a un libro por las tapas, no debemos juzgar al Q8 por sus dimensiones porque sorprende lo bien que va allí donde lo pongas. Como te lo cuento.

El comportamiento del Q8 ha sido, sin lugar a dudas, la gran sorpresa de esta prueba. Al igual que tú yo lo había prejuzgado. En mi mente estaba la idea de coche blando, cómodo y confortable, y es así, pero esas no son sus únicas cualidades. En la actualidad los grandes SUV del Grupo Volkswagen están unidos por una misma plataforma. Si miramos los bajos del Bentley Bentayga, del Volkswagen Touareg, del Porsche Cayenne, del Lamborghini Urus y de los Q7 y Q8 veremos la misma firma en todos ya que todos usan la misma. Así que una plataforma que sirve para un Lamborghini de 650 caballos también vale para un Q8. ¿A que ahora la cosa cambia?

Audi ha encontrado un resquicio legal para colar sus diésel como coches ECO. Bien por ellos

Sin lugar a dudas estamos ante la mejor plataforma de grandes SUV que hay actualmente en el mercado. Ese honor recaía antes en el BMW X6, pero siento decir a los de Múnich que los de Ingolstadt se los han comido. El Q8 es mejor en todos los aspectos, aunque también hay que reconocer que el X6 ya tiene unos cuantos años a sus espaldas y que pronto será su renovación. De hecho los ingenieros de BMW saben que el objetivo es superar a los rivales del Grupo Volkswagen y por ello se esfuerzan en mejorar el comportamiento del próximo X6 dando mil vueltas al circuito de Nürburgring.

El Q8 es bueno en aquellas facetas donde se espera que sea bueno; calidad de rodadura, confort, aislamiento y suavidad, y mejor en aquellos terrenos donde no se le esperaba, salvo en el campo que como ya he dicho está limitado por ciertos factores. Eso sí, si queremos obtener todas esas capacidades tendremos que echar mano de unos extras que nos obligarán a rascarnos los bolsillos algo más. Por un lado el eje trasero direccional con un precio de 1.460 euros, y por otro la suspensión neumática adaptativa con un sobrecoste de 1.200 euros. Si sumamos estos extras al Q8 obtenemos un coche completamente diferente.

La suspensión neumática varía la altura del coche en hasta 90 milímetros. Alzándose automáticamente en los modos Allroad y Offroad

Por un lado el eje trasero direccional resulta ventajoso en dos apartados. Dado que las ruedas traseras tienen capacidad de giro, a baja velocidad giran en sentido contrario a las delanteras para mejorar la maniobrabilidad y a alta velocidad giran en el mismo sentido para facilitar la conducción, da la sensación de que el Q8 es un coche más pequeño de lo que realmente es, además de hacerlo mucho más ágil en el paso por curva.

Es en este último terreno donde más llama la atención porque es capaz de meter los cinco metros de coche en curvas donde sufrirías con uno de los muchos hot hatch que hay en el mercado. Cuando crees que el coche no será capaz de entrar en una curva basta con girar un poco más el volante y voila, te encuentras en pleno vértice a ritmos tan ridículos como insensatos. El ritmo de giro es impresionante, lo mismo que los cambios de dirección rápidos, que se los traga con toda naturalidad. Sinceramente creo que en este aspecto nada tiene que envidiar a un Porsche Cayenne. Del Urus no hablo porque no he tenido la ocasión de probarlo.

No te dejes llevar ni por las cifras ni por la apariencia, este SUV sorprende

En cuanto a la suspensión neumática presenta las ventajas que todos conocemos. Dado que el coche se apoya sobre balones de aire, nosotros podemos gestionar la altura y dureza de los mismos mediante los modos de conducción. En total hay siete: Offroad, Allroad, Efficiency, Comfort, Auto, Dynamic e individual. Lógicamente los dos primeros están pensados para fuera del asfalto, los dos siguientes para bajar consumos e incrementar el confort y el Dynamic para conseguir el máximo rendimiento de un Q8 que tiene mucho que ofrecer.

Al marcar este modo en el módulo de gestión del coche la suspensión baja hasta la mínima altura posible además de endurecerse para que cada giro se realice de la forma más plana posible. Además otros factores tensan su comportamiento, como el tacto del acelerador, la dureza de la dirección y la velocidad del cambio. Todos ellos consiguen que un aburguesado gran SUV se convierta en un pequeño compacto divertido de conducir y muy, pero que muy, sorprendente, aunque la física tiene sus límites y cuando los sobrepasamos un subviraje muy escandaloso llama a las puertas. Y aquí amigo es donde acaban las alabanzas.

Sabemos que Audi trabaja en un RS Q8, que será primo hermano del Audi SQ7 aunque declarará algo más de potencia. Este V6 TDI de tres litros y 286 caballos no está nada mal pero se le nota algo escaso en ciertos momentos. Y no es culpa suya, es culpa de un cambio de marchas mal administrado. El Tiptronic no es el cambio más rápido del mercado, eso que quede claro. Su enfoque principal es reducir los consumos y en el caso del Q8 dar mucho par para así poder mover ese culo tan pesado.

El cambio automático no sigue el ritmo del resto del coche, retrasándolo a la hora de acelerar

Esto como es lógico lo hace más torpe en una conducción puramente dinámica. Si echamos un vistazo a la ficha técnica del Q8 50 TDI observamos que la potencia máxima está disponible entre las 3.500 y las 4.000 revoluciones y el par entre las 2.250 y las 3.250. Eso quiere decir que el rango de actuación es muy corto, más si tenemos en cuenta que la predisposición del Tiptronic está en circular una o dos marchas por encima de lo normal para así reducir los consumos y las emisiones.

Esto provoca un tremendo espacio de tiempo entre que pisamos el acelerador y la caja de cambios encuentra la marcha adecuada para acelerar. En una conducción tranquila esto no supone mayor problema, aunque habrá que estar atentos a la hora de adelantar o querer ganar velocidad de forma precipitada, pero si lo trasladamos a una conducción dinámica es peor. Más que nada porque Audi se ha esforzado mucho en hacer del Q8 un SUV muy dinámico, pero la caja de cambios no acompaña. Antes incluso de entrar en la curva tienes que empezar a acelerar para que así se pueda salir con velocidad. Tan grave es el asunto.

Eso sí, alguna ventaja tenía que tener, y es que reduces los consumos, o al menos eso es lo que se pretende. Audi admite que el gasto medio del Q8 está entorno a los 6,6-6,8 litros a los 100 kilómetros. No es un dato muy falso la verdad porque con cierto tiento y con la ayuda de la geografía esos datos se pueden conseguir e incluso bajar. Pero lo normal es rondar los 7,3-7,5 litros a los 100 kilómetros, algo que no está tan mal teniendo en cuenta las características generales del coche. Si sumamos esto a un tanque de 85 litros la autonomía del Q8 está por encima de los 1.000 kilómetros.

La habitabilidad es muy buena en todas las cotas, incluida la segunda fila de asientos

A todo esto, hay algo que todavía no he mencionado y es el precio. Ya adelanto que no es ni barato ni accesible a las mayorías. El Audi Q8 tiene un precio de salida de 84.800 euros. Si empezamos a sumar chucherías y detalles personalizados la factura rápidamente asciende como es en el caso de la unidad de pruebas que ronda los 120.000 euros. Mucho, pero que mucho dinero y más si tenemos en cuenta que un Audi Q7 es casi 16.000 euros más barato. Cada uno tiene un enfoque diferente, pero sinceramente me parece demasiado grande la diferencia de precio.

Conclusiones

¿Tiene sentido la entrada del Audi Q8 en la ya extensa familia SUV de Audi? Sí. Atendiendo a las cifras de ventas está más que justificado el nacimiento de este SUV con aspecto de coupé. La verdad es que el resultado no les ha podido salir mejor. Han conseguido los objetivos principales; diseño, apariencia, calidad, tecnología y habitabilidad, pero es que además han conseguido otros puntos extra por un comportamiento dinámico excelente que en algunos momentos puede rozar lo ridículo. Nadie en su sano juicio se compra un SUV de más de dos toneladas y cinco metros para conducir alegremente, pero dado que la gente con dinero a veces tiene el juicio un poco alterado el coche se lo permite.

Eso sí, hay que cosas que a juicio personal ni me gustan ni me convencen. El precio por ejemplo, disparatado y muy alto. Además por esa ingente cantidad de billetes Audi no te entrega muchos elementos de seguridad cuando marcas inferiores y segmentos más pequeños sí que lo hacen. No me gusta. Pero lo peor de todo es el cambio automático. Entiendo que se haya configurado para ser eficiente, pero teniendo el resto de cualidades ahí, haber trabajado en ellas tan duramente para luego no poder sacarles todo el provecho...me da tanta rabia como pena. El coche es muy bueno, pero con otro cambio sería excelente.

Menudo "bicho" se ha sacado Audi de la manga con la llegada del Q8

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