Prueba Audi Q8 50 TDI, opción grande y cara pero sensata
El SUV que todos quieren, pero que sólo unos pocos pueden tener. Nos ponemos tras la versión más barata del Audi Q8 para descubrir si, a pesar de las novedades, sigue siendo la mejor opción de todas.
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Publicado: 30/07/2024 18:00
Todo el mundo quiere SUV. Los hay de todo tipo de marcas, tamaños, segmentos y colores, pero no nos engañemos, todo el mundo está deseando hacerse con los servicios del más caro, grande y lujoso, pero pocos pueden acceder a ellos. Modelos como el Audi Q8 que se sitúan en una categoría particular. Coches que tienen más de capricho que de lógica. Sin embargo, eso no quita para que siga siendo una gran decisión a la hora de sumar un nuevo mastodonte al garaje de casa.
La gama Q de los cuatro aros ha dado muchas alegrías a los de Ingolstadt. Salvo contadas excepciones como el Audi Q2, los SUV son hoy por hoy los modelos más vendidos de la firma. En su particular escalera de éxito, el Q8 se sitúa en el peldaño más alto. Es el más grande, deportivo y caro de todos los presentes. Mira por encima del hombro a sus hermanos y con razón. Fue en 2019 cuando Audi decidió sacarlo al mercado y no se puede negar que la jugada fue de lo más acertada. Tal ha sido el éxito cosechado que en el verano de 2023 lanzaron una actualización para seguir con la racha.
Esa actualización ha modificado más bien poquito. Fieles a la germánica filosofía de no toques nada que te funcione, Audi ha mantenido la presentación general y ha introducido pequeños cambios. En el frontal nos topamos con un nuevo parachoques y un rediseño total de las ópticas. La parrilla Singleframe clásica se mantiene. También descubrimos nuevos colores nuevos juegos de llantas de hasta 22 pulgadas. Visto por detrás las modificaciones llegan parachoques y, una vez más, al diseño de los faros. Mantienen las formas, pero cambian el diseño y la firma lumínica. A pesar de ser novedades mínimas podemos decir que son acertadas.
El Audi Q8 se alimenta de su poderoso aspecto. Es lo que gusta y ahí sigue presente. Juega con las proporciones, pero sólo al sacar el metro te das cuenta de lo grande que es. Del morro al culo son 4,98 metros de largo. Se suma una anchura de 1,99 metros, sin retrovisores, y una altura total de 1,7 metros. Por si te lo estás preguntando, la altura libre con respecto al suelo es de 22 centímetros. Es generosa, pero no por ello vayas a pensar que estamos ante un todoterreno. Tiene la habitual tracción Quattro de la casa, pero está especialmente configurada para garantizar el mejor comportamiento en asfalto. Para el offroad hay coches mucho mejores y más baratos.
El Q8 está concebido para llevarnos del punto A al punto B de la forma más cómoda posible, al menos en esta versión mundana que he tenido a prueba, el 50 TDI. Ahora te contaré cositas, pero antes de ello es propio hablar del interior. El habitáculo es llamativo para todo el mundo dada la calidad y la tecnología que transmite. Buenos materiales, superficies acolchadas y un detallado proceso de fabricación hacen el interior del Q8 un espacio muy agradable en el que estar. Lo único que no me gusta es la excesiva cantidad de Pianno Black que sigue habiendo. Audi no se ha debido enterar que el resto de marcas lo están retirando porque siempre está sucio y se ralla con mucha facilidad.
Volviendo a la tecnología, nos encontramos un despliegue ‘pantallil’ sin parangón. Ni una ni dos, tres son los paneles que se presentan. Instrumentación + climatización + sistema multimedia. Todas las pantallas arrojan muy buena calidad de imagen. Los displays digitales responden bien al tacto, incluido el ajuste de la climatización. La posición es baja y obliga a bajar la cabeza demasiado. Preferiría un módulo analógico clásico, pero reconozco que este escaparate con ruedas no pega mucho. El sistema multimedia es muy completo y eso obliga a estar cierto tiempo aprendiendo dónde están las cosas. Hacerlo en marcha se antoja un poco loco. No lo recomiendo. Una vez aprendido, es fácil y rápido.
Ni qué decir tiene que las plazas delanteras son las que disfrutan de la mayor parte de las comodidades a bordo. Climatización individual, asientos climatizados (calor y frío) con masaje y todo lo que puedas necesitar. No se echa en falta absolutamente nada. Ojo, tampoco lo van a hacer los ocupantes posteriores. El espacio es muy generoso, incluso para adultos altos. El espacio para las piernas y para la cabeza es generoso. Está pensado para cinco ocupantes, aunque lo mejor será no sobrepasar de los cuatro porque el quinto provoca que todo se vuelva mucho más estrecho. Hay fijaciones ISOFIX para las sillas de los más pequeños.
Como venía diciendo, el Audi Q8 está considerado como uno de los buques insignia de la casa y eso quiere decir que disfruta de la máxima tecnología posible. Los alemanes proponen dos líneas de equipamiento, base y Black Line Edition. Las principales diferencias radican en el aspecto exterior y en ciertos detalles del interior. En materia de equipamiento destacan elementos como los faros matriciales de LED, cámara de visión nocturna, cámara de aparcamiento de 360º, sistema de iluminación ambiental, climatizador de cuatro zonas, techo solar panorámico, ionización del habitáculo y toda la dotación de seguridad y asistentes a la conducción que puedas imaginar.
Audi no se olvida de sus clientes más sibaritas y permite una amplia personalización. Muchas superficies, acabados y elementos son sensibles de ser modificados a gusto de cada cliente, previo pago, eso si, de una nada discreta cantidad de dinero. El precio base supera los 100.000 euros sin promociones. Es fácil disparar la factura final si empezamos a sumar muchos de esos sistemas que deberían venir de serie. No es un coche para el pueblo. No es un coche barato, ni siquiera en una de sus versiones mecánicas de acceso. El culmen del exceso viene representado por el Audi RS Q8. Un misil tierra-tierra capaz de batirse el cobre con muchos deportivos de pura cepa del mundo como ya te conté tiempo atrás.
Prueba Audi Q8 50 TDI
Sin embargo, para esta ocasión, hemos decidido bajar de las nubes y poner los pies un poco más cerca del suelo probando el Q8 50 TDI. Se trata de la segunda unidad menos potente de la casa, pero para mí es la compra más lógica de todas. Desarrolla sus 286 caballos de potencia y 600 Nm de par gracias a un bloque diésel de seis cilindros en ave turboalimentado con tres litros de cilindrada. Un motor desarrollado por Ingolstadt para muchos de los modelos más excelsos del Grupo Volkswagen. Podemos verlo montado en un Volkswagen Touareg y en un Porsche hasta que estos se han desecho de los bloques diésel recientemente.
Son 286 caballos de potencia y 600 Nm de pa entre las 1.750 y las 3.250 revoluciones. Un rango de uso muy amplio que le permite ofrecer una buena respuesta casi a cualquier régimen. Oficialmente marca un registro de velocidad punta de 241 kilómetros por hora con una aceleración de 0 a 100 km/h en 6,1 segundos. Son datos muy buenos teniendo en cuenta que hablamos de un coche que pesa 2.235 kilogramos. Ligero, lo que se dice ligero, no es. No es el más deportivo de la gama, pero sí el más equilibrado.
Un RS Q8 te podrá arrancar las pegatinas, pero en este podrás viajar más cómodo y mucho más lejos. Gracias a su suspensión neumática el rodar es suave y confortable. La cabina está perfectamente aislada del exterior e incluso el motor diésel ronronea suavemente sin hacerse notar. En ciudades no resulta excesivamente torpe, aunque ayuda el eje trasero direccional. Opcional indispensable si vas a desenvolverte por espacios estrechos. Audi nos propone varios modos de conducción que alteran, y mucho, el comportamiento del coche: desde un modo Dynamic hasta un programa ECO que mata las prestaciones.
Con el formato más ahorrador el pedal del acelerador tarda toda una vida en responder y cuando lo hace es tan sutil que piensas que le falta potencia. No lo recomiendo a no ser que viajemos por autopista de forma relajada y sin mucho tráfico. El formato deportivo transforma por completo al Q8. El motor diésel entrega toda su fuerza y dinámicamente, a pesar de que se le nota pesado, anima a ser algo más violento. Pensándolo fríamente el mejor formato es el Confort. Con él activado cosechas buenas prestaciones y unos consumos ajustados. Gracias a un tanque de combustible de 85 litros el Q8 50 TDI puede hacer casi 1.000 kilómetros sin tener que parar a repostar.
El consumo medio obtenido a lo largo de mi semana de pruebas ha sido de 9 litros. No es el mejor de los registros posibles, pero teniendo en cuenta los factores de peso y potencia no me parece nada descabellado. Su equilibrio es notable y resulta ideal para viajar largas distancias de forma cómoda a buena velocidad. Notable ha sido el esfuerzo de los ingenieros en tratar de controlar tanta masa en marcha. La dirección tiene buen tacto, transmite mucha información, con cierto peso, y el tacto del freno es correcto. Permite frenadas progresivas sin muchos esfuerzos, aunque les falta algo de resistencia al enfrentarse un tramo más exigente. Se fatigan pronto por culpa del peso y la velocidad que se pueden alcanzar con facilidad.
Conclusiones
El Audi Q8 no es un coche para todos los públicos. Duele decirlo, pero es así. Acostumbrarás a verlo en el garaje de algún chalet de lujo, en la puerta de alguna tienda cara o en el aparcamiento de un campo de golf. A pesar de ello hay que reconocer que los alemanes han hecho muy bien su trabajo. Destaca en presencia, calidad, equipamiento, tecnología, espacio y confort de marcha. Tiene buenas prestaciones y el consumo no es excesivo, por lo que si se busca equilibrio esta es la mejor unidad a la que echarle el guante. Eso sí, no es barata y abusa en exceso del Pianno Black en una era que está en claro retroceso. Se gana un notable alto con toda la razón del mundo.