Prueba Audi R8 Spyder, la canción del pirata

En 1835 Miguel de Espronceda entonó su particular Canción del Pirata. Una oda a la libertad que casi 200 años después viene representada por el Audi R8 Spyder que en esta ocasión he podido probar. Un coche que enamora con los cinco sentidos.

Prueba Audi R8 Spyder, la canción del pirata

22 min. lectura

Publicado: 09/06/2017 09:00

El R8 es el deportivo más prestacional de Audi, un V10 es su corazón

El pleno romanticismo español, allá por el año 1835, Miguel de Espronceda entonó el poema "La canción del pirata". Una oda a la libertad, sin estar sujeta a más leyes que la fuerza del enemigo vencedor y la del viento que impulsa su barco. 182 años después de aquello Audi ha querido homenajear al poeta español con otra canción a la libertad, y al igual que aquel velero bergantín, se emplean 10 cañones por banda. Una música gloriosa que enamora a base de sentidos. Los viejos barcos de madera dejaron de existir, pero el Audi R8 Spyder es un digno heredero de su espíritu.

Ya no vivimos en época de piratas, no al menos como los que siempre se han conocido. Pero la libertad sigue siendo una meta por alcanzar para todos. Una libertad que puede venir representada de muchas maneras, pero pocas tan gloriosas como en forma de descapotable biplaza movido por un V10 atmosférico. El R8 es algo más que un superdeportivo, y al igual que otros de sus rivales, es una meta aspiracional, algo más que cuatro ruedas y un motor.

A principios de siglo Audi empezó a especular con la posible llegada de un superdeportivo que fuera capaz de rendir a la altura de nombres tan importantes como Ferrari o Lamborghini. Muchos escépticos pensaron que nunca sería posible que un coche de origen alemán lograse equiparar la pasión de un modelo italiano, pero en 2006 se presentó el primer R8, y a partir de ahí se acabaron unas dudas que dejaron paso a los aplausos, a los que yo me sumo.

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Estamos ante la segunda generación del R8, que fue presentada hace ya dos años. Y más allá de los considerables cambios de diseño, la filosofía es la misma. La remodelación incrementó la agresividad estética. Desde un frontal más afilado, donde la parrilla central toma mayor protagonismo, junto con los nuevos y estilizados faros que hora sí, son láser si tener que echar mano de un edición especial, el Audi R8 LMX que por cierto ya tuvimos ocasión de probar.

Una mirada agresiva que deja entrever que éste no es un coche cualquiera

A partir de ahí se recogen más cambios, aunque no tan notables como los mencionados, salvo los de la trasera. Hay que reconocer que el culo del viejo R8 ya era espectacular, pero ahora es incluso mejor. Al igual que el frontal, se ha vuelto más agresivo gracias a un difusor que toma más protagonismo restándoselo a las salidas de escape. Y si te estás preguntando que dónde está el alerón, debes saber que ese apéndice solo corresponde a la variante Plus, y el Spyder solo puede asociarse con la versión mecánica más pequeña de todas. Una pena.

Pero como era de esperar, la variante descapotable destaca sobre todo por la ausencia del techo rígido. Su lugar lo ocupa una capota de lona de muchas capas que se esconde en 20 segundos bajo una plancha que, a pesar de tapar a la vista el precioso V10, deja claras evidencias que ahí debajo se esconde algo importante. Una superficie bien rematada que también ha sido remozada para la ocasión. Como ya he dicho, echo en falta poder apreciar el motor, pero bueno, hay veces que las desventajas se convierten en grandes virtudes.

"Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, corre el viento sino vuela un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, por su bravura, el Temido, en todo mar conocido del uno al otro confín"

Por donde voy a pasar rápidamente, tanto como el coche, es por el interior. No es porque no importe, sino porque no hay cambios. Bueno sí, hay dos: el primero es que desaparecen unos pequeños huecos que hay tras los asientos, insignificante. Y el segundo es que se añade un botón, el de accionamiento de la capota. Y se acabó. La atmósfera sigue siendo la misma, con el mismo estilo minimalista y tecnológic que ya conocía, y al que se suma a una impecable calidad de materiales y acabados. Pocos botones que dejan paso a un mayor protagonismo de las superficies digitales, la principal de ellas el Audi Virtual Cockpit que tantas veces hemos visto en otros modelos de la marca, aunque en este caso se incluye gráficos personalizados.

Audi ha hecho que esta nueva generación del Audi R8 sea incluso más funcional y habitable. La cabina está un poco más alta que en el pasado, facilitando la subida y la bajada del coche, aunque es más fácil hacer lo primero que lo segundo. Además, a pesar de tener un cockpit marcadamente deportivo, no hay sensación de estrechez ni de agobio. Hay un buen espacio tanto para el piloto como para el acompañante. Ni si quiera los asientos, que presumen de un excelente agarre, son incómodos. Pura sensatez alemana. Superdeportivo, sí, pero no por ello imposible de usar a diario.

El interior desborda minimalismo, pero todo perfectamente compuesto y fabricado

Y es que Audi tiene una capacidad innata para crear bestias domables. Entre las filas de la marca hay modelos realmente radicales, tales como el Audi RS 6 Avant o el Audi RS 7 Sportback. Coches impresionantes de altísima potencia que no dejan de ser conducibles por casi todo el mundo. Audi hace coches para todos los públicos, y el R8 no es extraño a esa idea. Y eso a pesar de lucir un motor tan grande y potente. Puede que estés decepcionado, pero créeme que no debes estarlo, porque esa es la gracia. Este coche enamora, es capaz de conquistar todos y cada uno de tus sentidos.

Prueba Audi R8 Spyder

Vista, olfato, oído, tacto y gusto. Son los cinco sentidos que nos sirven para conocer y relacionarnos con nuestro entorno. Cada uno de los receptores recoge información que es enviada al cerebro que a su vez se convierten en sensaciones. A través de tus manos, ojos, orejas nariz y lengua el R8 es capaz de saturar tu cerebro de una ingente cantidad de sensaciones. Desde la más grande de las pasiones al mayor de los temores. Abróchate el cinturón que vienen curvas.

Si empezamos por la vista, ya he mencionado que el R8 Spyder entra claramente por los ojos, no hay nada en él que no me guste. La ausencia del techo rígido no deprecia en absoluto una línea impecable que cuenta con los tintes claros del diseño alemán, pero que a su vez representan la pasión italiana. Es más parece que los creativos de Lamborghini han tomado el mando en ciertos momentos del diseño. No podemos olvidar que el Lamborghini Huracán y el R8 son el mismo coche. Hermanos de la misma madre pero de diferente padre.

Con un V10 de 5.2 litros a tu espalda, cada viaje se vuelve épico

Un superdeportivo huele de forma especial. Tiene ese aroma que transporta a una experiencia más de carreras que a una conducción rutinaria. Embrague, aceite, motor caliente, frenos, neumáticos... Todo genera un ambiente diferente. Ese conjunto de olores también actúan a la hora de crear unas sensaciones que el cerebro rápidamente asocia con los circuitos. Parece una tontería, pero sin este conjunto oloroso no sería lo mismo. Con ello no digo que sea lo más importante pero sí que suma al cómputo global.

V10 de 5.2 litros atmosférico. Con eso ya está todo dicho en cuanto al oído se refiere. Muchos preferirán los V8, nada en contra, pero yo me quedo con este grupo de 10 músicos que desprende una melodía impresionante. Es más, la banda puede atronar a diferentes niveles. En el volante hay un botón que actúa sobre el escape para que así se modifique el resultado final, pero en cada uno de los modos de conducción la música es diferente: Confort, Auto, Dynamic y Performance. Por si hay alguna duda, los traduzco a lengua vernácula: Ruidoso, Ruidoso Auto, Atronador y modo "Hago llorar a los niños" (este último literal). Más adelante hablaré detenidamente de cada uno de ellos a nivel dinámico.

El V10 de 5.204 cc impulsa al R8 Spyder hasta el límite de los 318 Km/h, siendo capaz de hacer el 0 a 100 Km/h en 3,6 segundos

Los ojos, las orejas y la nariz reciben datos vitales, pero son las manos las que más información son capaces de recibir. Pero no solo las manos, porque el coche en general hay que sentirlo. Pies, manos, e incluso el culo se convierten en receptores sobre el comportamiento del coche. Sin ellos nada podría ser igual, porque de no dominar alguno de ellos este noble V10 es capaz de meterte en problemas más rápido de lo que te puedes imaginar.

El gusto es sin lugar a dudas el sentido que lo tiene más difícil. No tuve ocasión de averiguar a qué sabe el R8 Spyder, pero teniendo en cuenta cómo actuaron el resto de sentidos, seguro que es apetitoso. En su mayoría es dulce, pero tiene un punto amargo que ensalza el sabor general, con el toque de frescura que ocasiona quitar la capota, que por cierto, salvo por ciertas ocasiones, siempre fue plagada.

Al más puro estilo competición. El volante recoge todas las funciones que puedas necesitar

Hace unos cuantos meses ya tuve ocasión de probar el nuevo R8, fue en el circuito de Montmeló, un entorno donde se siente como pez en el agua. En aquella ocasión fue la variante Plus, la de 610 CV, que como ya he dicho no es posible asociarla a la versión descapotable, que por el momento tiene que conformarse con 540 caballos. Una pérdida de potencia que a pesar de dejarse notar no se echa en falta, porque no hay que ir al límite para disfrutar realmente del R8 Spyder.

Sí, tiene una velocidad y una aceleración de infarto, pero solo las saca cuando tú quieres. Y esto es vital para una conducción apta para todos los públicos. Lo único que varía es la forma en la que saca la fiereza, aunque en todos los modos resulta espectacular, en algunos lo es más que en otros. Nunca hay que olvidar lo que se tiene a la espalda, pero por ejemplo el modo confort da un poco más de importancia a la comodidad de los pasajeros, y eso que en ningún momento me resultó incómodo. Ni siquiera el ruido del aire es extremadamente molesto, incluso con la capota quitada se puede mantener una conversación sin gritar aún circulando a altas velocidades.

Si no queremos rompernos la cabeza, y dejándonos llevar, lo mejor es dejar el modo Auto, ese en el que de forma habitual arranca el coche. Con este programa el coche por sí solo se encargará de gestionar la entrega de potencia y la conducción. Un correcto equilibrio entre todos los parámetros que solo abandonaremos cuando nos apetezca exprimir al máximo las capacidades del V10 y de un chasis que está exquisitamente ajustado.

Y es que el R8 Spyder es puro agarre mecánico. La tracción quattro por supuesto que ayuda, pero no te puedes imaginar lo mucho, muchísimo, que agarra esta bestia. Circulando por una carretera de curvas apenas hay que tocar el pedal del freno. Se pueden tomar las curvas a un ritmo tan ridículamente rápido y de una forma tan asombrosamente fácil que impresiona. Incluso en momentos de alta exigencia, tales como en el Launch Control, adictivo, como en una reducción drástica, se pierde la compostura. De hecho puedes realizar estas dos acciones sin poner las manos en el volante. Exagerado, ni un solo meneo de la trasera.

Pero volviendo a los modos de conducción, quedan por mencionar los dos más deportivos de todos. En configuración Dynamic el R8 se tensa. El cambio es más rápido, cambiando a un régimen más alto, la dirección se endurece, la respuesta del acelerador es mayor y todo empieza a volverse más serio. Con una patada al acelerador sales disparado, y antes de lo que creas estarás circulando a velocidades que te pueden mandar a la cárcel sin pasar por la casilla de salida. Ojo, sigue siendo un coche muy noble, pero ya te deja ver que tienes que tratarlo con respeto.

Si saltamos al siguiente modo, el Performance, es el que yo he denominado como: "Voy a desconectar los controles para dejarte derrapar un poco para que te vengas arriba y creas que eres mejor piloto, pero en realidad sigo haciéndolo yo todo." Cuesta mucho sacar del sitio al R8 Spyder, tienes que ser muy hábil o muy animal para conseguirlo, y de hacerlo será en este modo que se activa a través de un botón particular del volante, el de la banderita de cuadros.

La capota tarda 20 segundos en desaparecer. Ya se sabe el dicho: la capota baja, el precio sube

En él todos los sentidos anteriormente mencionados empiezan a captar información de una forma mucho más rápida. Todo alcanza un mayor dramatismo, sonido, velocidad, empuje, agarre... Si, incluso con los controles desactivados el Spyder sigue agarrándose al asfalto como un beodo a la botella. Como ya dijo el visionario Miguel de Espronceda: "Navega, velero mío, sin temor, que ni enemigo navío, ni tormenta, ni bonanza tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor". Solo tu límite personal marcará el punto final, porque el coche lo tiene mucho más alto que tú, de eso que no te quepa la menor duda.

Es un coche pensado para disfrutar, para que lo haga todo el mundo. Es capaz de asustar, de hacer llorar a niños, pero creo que su esencia no es esa. Es el puro placer de conducir. Bien es cierto que esto se puede conseguir con un Mazda MX-5, pero con el R8 Spyder mola más, no te engañes. Su V10 es una obra de ingeniería, al igual que el resto del coche. Un trabajo impecable que cuesta como mínimo 210.000 euros. Mucho dinero pero que merece la pena.

El sistema de la capota y los refuerzos de la carrocería elevan el peso en 80 kilogramos con respecto al coupé

Entiendo a quién se compra un R8 antes que un Ferrari 488 GTB por ejemplo. Durante la semana que fue mío, no tuve ni un solo problema con el coche, ni a la hora de pasar los molestos badenes, ni a la hora de aparcar, ni en cualquier otro menester que se te ocurra. Es un coche racional, bien pensado y sobre todo bien fabricado. Puede que no sea del mundano mundo, pero sin lugar a dudas sabe cohabitar con el resto sin problema alguno. Algo que no deja de sorprenderme.

Conclusiones

El R8 me conquistó, pero su hermano descapotable, el Audi R8 Spyder me ha enamorado. Es de esos coches que te dejan marca y que nunca olvidarás. Los deportivos italianos representan esa meta de deseo y fascinación que todos conocemos, y los alemanes la han cogido y la han adaptado a un mundo real. Es un coche para todos los públicos, pero no exento de dramatismo. No es el típico coche que sabes que en todo momento planea matarte. Todo lo contrario, te arropa para llevarte a una nueva experiencia de conducción.

Es difícil ponerle pegas a un coche así. Nada tiene que envidiar a otros toros y caballos

Su V10 no es el más potente de todos, puede que en ciertos momentos haya echado de menos la patada de la variante Plus, pero no la necesita. Los sentidos viven una orgía con el R8 Spyder. El hecho de perder el techo hace que todas las sensaciones que se tienen con el coupé se magnifiquen. Me quedo con todo de él, salvo con el precio. Si el señor de Espronceda resurgiera de sus cenizas seguro que se inspiraría en el R8 Spyder para su nueva Canción del pirata. "Que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar."

Este artículo trata sobre...

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