Prueba RS 7 Performance, el Audi que no quería jugar al golf

Todos nos imaginamos a un Audi aparcado en un centro comercial o en un campo de golf, pero hay algunos que no se encasillan, y prefieren hacer su propio camino. El Audi RS 7 Sportback Performance es uno de ellos, y su senda es muy salvaje.

Prueba RS 7 Performance, el Audi que no quería jugar al golf

17 min. lectura

Publicado: 26/03/2017 19:00

Hay un monstruo en el garaje, y está listo para alegrarte el día y para asustarte

No nos engañemos, lo más normal es que los Audi de alta gama los encontremos en los aparcamientos de los lugares más glamurosos y exclusivos. Digo que es lo normal porque siempre hay excepciones, y esas son incluso más extrañas. Una de ellas es el coche que en esta ocasión he puesto a prueba; el Audi RS 7 Sportback Performance. Un macarra con disfraz de lujo.

El Audi RS 7 Sportback es ya de por sí uno de los coches más canallas que hay en el mercado. Es el típico tipo duro que vuelve loco a todo el mundo pero que al final se queda solo porque al final acabamos eligiendo el lado más sensato y cabal. Pero en esta ocasión tenemos algo más, un paquete performance que causa un cambio en su personalidad, y como bien expresa su denominación, no es más sensato.

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Nada más verlo uno se pregunta: ¿a quién se le ocurrió esta maravillosa locura? Audi siempre ha sido tachada de burguesa y acomodada, y que se saquen de la manga algo así no deja de sorprender y agradar. En realidad toda la gama RS es una completa genialidad. Y eso que hace ya unos cuantos años que está entre nosotros. 23 años para ser concretos. 23 años desde que el Audi RS 2 Avant demostró que un Audi es capaz de algo más que ir de compras.

Con solo echar un vistazo al RS 7 uno se da cuenta que estamos ante algo más que un Audi A7 convencional. Los alemanes no han querido ocultar su salvajismo, y el trabajo de diseño está a la altura del comportamiento. Quiere llamar la atención, y lo hace. Ocurre lo mismo que con el Audi RS 6 Avant. Ambos se asemejan mucho en cuanto a estética, pero obviamente la berlina coupé llama más la atención por su silueta alargada y estilizada. Aunque personalmente siempre he sido más de RS 6, no puedo negar que el RS 7 es atractivo.

La línea coupé crea una mayor sensación de deportividad, aunque lastra algo de espacio

Si además a esa cara de chico malo, que asusta, le sumas la configuración de la unidad de pruebas, el efecto se incrementa. Reconozco que la pintura Nardo mate le da un toque impresionante, y lo mismo pasa con las llantas de 21 pulgadas y las lunas traseras oscurecidas. Más que una berlina familiar de altas prestaciones parece un coche de la mafia. Y no te engañes, en un mundo de sosez, gusta.

Es curioso pensar que el A7 ya tiene unos años a sus espaldas. De hecho es, junto con el Audi A6, el modelo más longevo en la gama de Audi. La línea actual lleva inalterada desde el 2014, que a su vez es un restyling del modelo original que nació en 2010. Es decir que para los estándares actuales de la industria, el RS 7 es un coche viejo, pero no por ello se le nota obsoleto en temas de diseño, aunque sí, y mucho, en el interior, donde deja clara evidencia de sus años.

Como asignaturas pendientes para la próxima generación cabe destacar una pérdida de peso y un aumento de la tecnología

Y es que los años nos pesan a todos, y el RS 7 luce un estilo que en su día gustó pero que actualmente luce antiguo. No ha envejecido todo lo bien que uno podría esperar. Muchos botones y pantallas, algo de lo que Audi ya se ha deshecho en aras de un habitáculo más sencillo y minimalista. A pesar de cómo se presenta el salpicadero, el RS 7 dispone de una considerable cantidad de sistemas y tecnología. De hecho no he echado nada de menos, salvo el Audi Virtual Cockpit. Por lo demás tiene todo lo que puedas necesitar e incluso más.

A día de hoy el cuadro de instrumentos resulta un poco analógico, pero aun así tecnológico

El A7 se diseñó para todos aquellos compradores que priorizaban el diseño sobre la habitabilidad. Y es que la línea coupé no ayuda a la hora de generar espacio en el interior. Sí que es cierto que gana en espectacularidad, pero pierdes en ciertos aspectos que como ya he dicho no importan para aquellos que buscan una línea más deportiva y más estética que la de una berlina normal. Es decir, todo lo contrario que en caso del RS 6 Avant, que únicamente llega como ranchera. Familiar sí, deportivo, también.

Pero la verdad es que no importa el espacio interior en un coche así. Al menos a mí es lo que menos me preocuparía si pudiera comprarlo. El RS 7 Sportback está pensado y creado para dos cosas: alardear y correr. Y la verdad es que lo hace de maravilla. Hasta hace bien poquito, era la berlina de fábrica más potente del mundo. Un honor que le han arrebatado otros rivales como el Dodge Charger Hellcat o el nuevo Mercedes-AMG E 63 S. En poco también se verá superado por otro alemán, el BMW M5 2017.

De hecho ha sido, junto con el RS 6, el Audi de serie más potente de la historia hasta hace un año, cuando el Audi R8 los superó con su V10 de 610 CV. Lo sorprendente es que en el caso del RS 7 se usa un motor más pequeño, aunque no por ello menos desarrollado. Usa un bloque gasolina biturbo de cuatro litros TFSI que es capaz de generar 605 caballos de potencia gracias al paquete de sobredimensionamiento denominado Performance. Éste además incluye otras mejoras mecánicas y dinámicas.

No llega a 320 Km/h, pero poco le falta. Con este paquete se pueden alcanzar 305 Km/h

Si viéramos la ficha técnica del RS 7 Performance sin saber de qué coche se trata, bien se podría pensar que estamos ante un superdeportivo puro. Pero no. De 0 a 100 Km/h en 3,7 segundos, velocidad punta de 305 Km/h y un par motor máximo de 700 Nm. Ahora bien, todo esto no son más que datos sobre un papel, y lo importante es saber cómo se transfieren al mundo real, al asfalto. Así que vamos a ello.

Prueba Audi RS 7 Sportback Performance

Vuelvo a repetir lo del principio. Los Audi están principalmente diseñados para lucir bien y para ser conducidos con cautela, para un uso diario y ocasional. Para viajar de forma cómoda y confortable. Por ello este RS 7 Sportback Performance se sitúa en un mundo alejado de todos ellos. No busca la comodidad, la tranquilidad o lo cotidiano. Es un animal salvaje, una hoja movida por el viento, una bestia que ni puede ni quiere ser enjaulada. Es uno de los coches más salvajes que he probado.

Y es que todo en el RS 7 te transmite una sensación de deportividad. Sí que es cierto que está envuelta en una carrocería estilosa y en un interior de calidad, pero hay detalles y elementos que consiguen crear esa atmósfera. Pero nada comparado cuando pulsas el botón de arranque y te sobrecoge un rugido atronador. Es otro de los "secretitos" del paquete de rendimiento, aunque incluso dentro de este es un extra de 9.800 euros. No es otro que el escape de titanio firmado por Akrapovic. Descomunal.

Todos los coches del mundo deberían llevar escapes así. Todo sería más divertido

También supone un ahorro de peso de ocho kilogramos. La verdad es que resulta un poco ridículo si tenemos en cuenta que el RS 7 Sportback alcanza un peso en la báscula de 1.930 kilos. Así que la diferencia es meramente anecdótica. Pero ya os digo que proporciona un sonido glorioso, tanto al ralentí como en orden de marcha, que incluso llega a provocar unas explosiones curiosas. Te aseguro una cosa, sí no te ven llegar, te van a oír. Es adictivo y te saca una sonrisa de forma inmediata.

Pero cuidado con las diversiones y tomarse licencias con este coche, porque hay que tener un cuidado extremo con el pie derecho. Hay que tener mucho tacto, porque no es un coche de paseo, aunque el sistema te permite configurar la manera en la que el RS 7 te puede sorprender. Hay diferentes modos, pero para resumirlos: modo correr, modo correr de forma cómoda, modo correr a lo loco y modo correr como un salvaje. Tal cual te lo digo. No hay forma en la que puedas ir despacio, porque el coche ni quiere ni puede.

Yendo a punta de gas puedes alcanzar velocidades en las que la Guardia Civil te puede mandar directamente a la cárcel sin pasar por la casilla de salida. El cambio Triptronic de ocho marchas se encarga de gestionar la forma en la que llegas a ese ritmo, y en el modo más dinámico de todos la patada que te pega en cada cambio es brutal. Acompañado por supuesto de una brusca interrupción en la salida del escape. Todo el conjunto es glorioso y sobrecogedor.

De llevar pasajeros, conviene asegurarse de llevar bolsitas para el mareo. Puede que no sobren

Ahora bien, no todos son glorias. Y no hablo solo del consumo, que la verdad es que ni a ti ni a mi nos importa en un coche como este. Si eres curioso te diré que por debajo de los 10 litros a los 100 es imposible llevarlo, y que si conduces con alegría empezarás a ver cifras por encima de los 20 litros. Y eso que es capaz de desconectar cuatro de sus ocho cilindros para así gastar menos. Pero no, no es el consumo lo que más dudas me genera de este coche, sino su propio comportamiento.

Déjame hacer un punto y aparte en la prueba para hacer una reflexión. Los fabricantes se han adentrado en una guerra de potencia. Y cada uno lucha por tener el coche más potente y salvaje del segmento. Eso implica que cada vez hay que hacer los modelos más y más potentes. Como ya he dicho, el RS 7 actual se presentó hace casi tres años, pero de forma original lo hizo hace casi cuatro. Es un espacio de tiempo considerable si vemos cómo ha cambiado la industria y la tecnología.

El RS 7 Sportback Performance es un coche de excesos, incluido el precio, que parte de los 154.000 euros. 11.000 más que el normal

Y ahora seguro que te estarás pensando que a qué viene todo esto. Pues a que en cierto modo la plataforma del RS 7 ha sido siempre la misma, aunque la potencia se haya ido incrementando. En ciertos momentos de la prueba he notado que el Performance se encontraba al límite de sus posibilidades. Es mucha potencia, mucha fuerza y mucha agresividad para un chasis con unos cuantos años a su espalda. Se pone nervioso bajo ciertas circunstancias, aunque bien hay que decir que estas circunstancias son muy extremas.

Dale al botón y espera una experiencia sensacional. Radicalidad en su formato más deportivo

No te quepa duda que este coche es capaz de merendarse a muchos deportivos de alta escuela. Y lo puede hacer con mucha facilidad y soltura. Mejor hacerlo en carreteras anchas, porque las dimensiones pueden causar alguna sensación de angustia si llega tráfico de frente. Pero la verdad es que me ha dejado sorprendido, hasta asustado, la forma en la que acelera esta bestia. Salvaje es quedarse corto. Te pegas al asiento mientras suben marchas y se suceden las explosiones que llegan del culo.

Las sensaciones que se producen son increíbles. Más si cabe que las que experimenté cuando probé el Audi RS 6 Avant. Es tremendo, pero de alguna manera se consigue que todo funcione y que todo se mantenga dónde debe. La tracción total quattro es buena causante de ello, y no imagino este coche con un sistema de propulsión. Sería un verdadero asesino. Con la tracción total se queda en un chalado con tendencias suicidas que no llegan a concretarse. Menos mal.

Conclusiones

Me gusta que Audi saque los pies del tiesto. Me gusta que salga de su zona de confort y que nos sorprenda con creaciones como este RS 7 Sportback Performance. Gracias al éxito de otros modelos tenemos estos deportivos camuflados en diversas formas y tamaños. Éste es espectacular. Por fuera luce elegante pero salvaje, por dentro anticuado pero confortable y lujoso, y donde no hay lugar a dudas es en su comportamiento.

Una berlina impresionante, un coche sensacional, un deportivo de pura cepa

Ya no es que pocas berlinas puedan hacerle sombra, sino que pocos coches en el mundo pueden equiparar los rendimientos de esta mole de casi dos toneladas. Es tremendamente rápido, extraordinariamente insensato y exagerado, y eso es porqué me gusta. Eso sí no creo que haya que echar mano del paquete Performance, pero oye siempre hay quien quiere más. No los critico, pero realmente no consigues mucho más, porque con los 560 CV del RS 7 Sportback normal es más que suficiente. ¡Solo faltaría!

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