Prueba BMW 740d xDrive, lujo en exceso y eficiencia a raudales

El BMW Serie 7 es el coche que lo tiene todo: imagen, lujo y tecnología. Y si lo que te preocupa es hacer muchos kilómetros con un consumo razonable, el 740d es tu coche. Cifras por debajo de los 5,5 litros de media y una comodidad únicamente comparable a un yate de lujo. Así es la berlina diésel más cara de BMW.

Prueba BMW 740d xDrive, lujo en exceso y eficiencia a raudales
El BMW 740d xDrive es el compañero ideal para hacer largos viajes por autopista.

20 min. lectura

Publicado: 17/09/2023 20:00

No fueron pocas las críticas que recibió BMW en su momento durante la puesta de largo del nuevo Serie 7. El cambio con respecto a sus generaciones previas fue quizás demasiado grande en términos estéticos. Sin embargo, lo que sí palió mucho el “golpe” fue la enorme tecnología que este coche estrenaba sobre sí, la cual dejaba en mal lugar a la práctica totalidad de coches comercializados a día de hoy y lo situaba más a la altura de Rolls-Royce que de su principal competencia histórica.

Uno de los importantes cambios que recibió también este coche fue una enorme dosis de electrificación, con la primera versión del Serie 7 totalmente eléctrico: el BMW i7, un modelo que ya pudimos poner a prueba hace unos meses. Al mismo tiempo, la compañía ha puesto un serio interés en que toda su gama esté como mínimo apoyada en sistemas mild-hybrid o hibridación enchufable. Tal es el caso de su única alternativa diésel, el 740d xDrive.

La imagen del BMW Serie 7 es descomunal.

BMW no podía eliminar de pleno toda su gama diésel con esta renovación generacional. Por ello decidieron seguir comercializando una pero con toda la tecnología existente sobre esa variante para que el resultado fuese lo más sostenible y eficiente posible. Y lo han conseguido… vaya si lo han conseguido.

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Por nuestras manos ya pudo pasar la anterior generación con su mecánica 730d, la más “accesible” de la época. En aquel momento ya nos dejó pasmados los consumos que este hacía en un viaje por autopista, los cuales con facilidad se establecían por debajo de los 6 litros. Ahora BMW, le ha dado una pequeña vuelta de tuerca para hacer de este coche un modelo aún más eficiente. Y es que, según su homologación en ciclo WLTP, el 740d ronda los 6,1 y los 6,6 litros a los 100 kms, una cifra ya de por sí bastante buena si consideramos el enorme tamaño y peso del conjunto.

Concretamente, la ficha técnica del coche cifra su peso en 2.255 kilos, en orden de marcha. Esto, unido a sus hercúleas cotas (5.391 mm de largo, 1.950 mm de ancho y 1.544 mm de alto) deberían dar como resultado unos consumos aún más altos y seguiría siendo hasta lógico. Pero BMW ha demostrado que sabe hacer bien las cosas aquí y ha presentado una mecánica digna de elogio.

BMW debía de mantener en su catálogo al menos una versión diésel, aunque con un debido apoyo eléctrico.

El BMW 740d xDrive instala todo un bloque diésel de 6 cilindros en línea con 3.0 litros de cubicaje. Este generoso corazón es capaz de erogar 286 CV de potencia, a lo que hay que sumar el pequeño empujón del motor eléctrico, el cual cuenta con 18 CV alimentado por una batería de 48 voltios. La unión de ambos dotan al Serie 7 de un total de 299 CV y 670 Nm de par máximo. Toda esta potencia es transmitida al asfalto mediante una tracción total xDrive y una caja de cambios automática de 8 relaciones.

Y aunque sean datos relativos a los que poca gente hará caso en este coche, el BMW 740d es capaz de ejecutar el 0 a 100 km/h en apenas 5,8 segundos, mientras que su velocidad máxima está limitada electrónicamente a 250 km/h. Insisto y recordemos que estamos ante un yate de casi 5,4 metros de longitud y 2.255 kilos. Ahí es nada. Para frenar semejante mole, se han instalado unos discos frenos delanteros y traseros ventilados junto a unas pinzas de alta capacidad.

Una estética sin rival

Pero saliendo del apartado mecánico y entrando en lo que más llama la atención a primera vista. El BMW 740d xDrive, cuenta con una ya conocida estética con la que es imposible dejar indiferente a nadie. Su enorme frontal presenta un esquema de doble faro; en la parte superior se encuentran los de iluminación diurna y debajo los alumbrado clásico. En el centro, su inmensa parrilla, la cual se encuentra perfilada por luz LED, lo que hace que cuando la luz natural empieza a ausentarse, sea todo un espectáculo de ver circular por las calles.

Las cotas del BMW Serie 7 son hercúleas, ya que su longitud es de casi 5,4 metros.

En el caso de nuestra unidad concreta, su acabado estético era el de serie, por lo que renuncia a apéndices de carácter más deportivo o llamativo. Aquí, el acabado de “acceso”, cuenta con una impronta mucho más limpia y elegante; un punto muy a favor para muchos potenciales clientes. Desde luego, como opinión personal, creo que una imagen más elegante le sienta de fábula a este coche.

En el perfil se asientan sus llantas de 19 pulgadas que se equipan de serie en este acabado. Estas, contrariamente a las de 21 pulgadas que pudimos probar en el i7, cuentan con un mayor perfil de neumático, lo que unido a unas suspensiones más suaves, hacen que la circulación sea aún más confortable de lo que ya era en la variante eléctrica.

Si somos de buen ojo nos podremos fijar que la zona inferior del coche está completamente ocupada por sensores. Estos no son específicamente para el aparcamiento -que también- sino para la propia apertura de puertas automáticas, ya que estas se abren y cierran automáticamente. Tirar de una pesada puerta al montarnos en el coche se acabó. Esto es otro mundo.

Este acabado renuncia a los apéndices M y presenta un conjunto más elegante.

Por último, la trasera es tan impresionante como la recordaba. Y que no os engañe, a pesar de estar ante una variante con motor diésel, lo cierto es que estéticamente podría pasar perfectamente por el i7, ya que no cuenta con elementos distintivos, como podrían ser unos tubos de escape. La única manera de diferenciarlo de sus hermanos de gama será por la nomenclatura de su motor ubicada sobre el portón del maletero.

Un interior del que no salir

El habitáculo del BMW Serie 7 es un auténtico despliegue tecnológico mires por donde mires. En primer lugar, empezando por el salpicadero, se aloja una pantalla doble (instrumentación e info-entretenimiento) que aparenta ser un único panel, pero no, ya que es la llamada BMW Curved Display. La primera cuenta con una diagonal de 12,3 pulgadas y la segunda con 14,9 pulgadas. A través de ambas se controlará la mayoría de acciones del coche, ya que la marca ha prescindido de numerosos botones físicos y los ha alojado dentro de la pantalla central.

El volante, en esta variante, cuenta con únicamente dos radios horizontales; el vertical inferior es exclusivo para el acabado más deportivo. Bajo la pantalla central se ubica un pequeño panel con botones táctiles donde se accionarán elementos como la apertura de la guantera, los cuatro intermitentes o la apertura de las salidas de ventilación, entre otros. Más abajo, ya sobre la consola central, se aloja el selector de marchas y el mando del iDrive desde el que manejar el sistema si no queremos hacerlo de forma táctil. También hay botones para el volumen del sistema de sonido o modos de conducción.

El habitáculo del BMW Serie 7 es del todo tecnológico.

En términos generales, la calidad percibida es simplemente sublime en todos sus paneles. El tapizado es muy suave, así como la moldura de madera vista. Todo está acabado con un mimo digno de las marcas más sofisticadas. Sus asientos, son unos de los más cómodos que encontraremos en la compañía, con una multitud de regulaciones electrónicas para amoldarse a la práctica totalidad de fisionomías.

Sin embargo, para viajar en un Serie 7 hay que hacerlo en las plazas traseras; concretamente en la derecha. Esta cuenta con todo tipo de funciones, como masaje o incluso se puede reclinar y extender las piernas, para que cualquier viaje se nos haga incluso corto, por extenso que sea. Para amenizar aún más el viaje, esta fila cuenta con una pantalla de 31 pulgadas y 8k de resolución con la que poder ver una película o una serie. Para controlar todos los apartados del habitáculo, las puertas traseras cuentan con unas pequeñas pantallas de 5,5 pulgadas (similares en tamaño a un smartphone).

Por último, su espacio de carga es digno de un coche de casi 5,4 metros de longitud. Hablamos de que el maletero cuenta con una capacidad de 500 litros en un hueco muy aprovechable por sus formas muy cuadradas. En el caso del Serie 7, sus asientos traseros no son abatibles, por lo que su volumen únicamente será el ya citado sin posibilidad de ampliarlo.

Aunque para viajar, lo mejor será su plaza trasera derecha.

Prueba de conducción

Como ya he mencionado más arriba, el diseño del BMW Serie 7 es imponente. En las fotografías puede apreciarse con claridad este hecho, aunque no será hasta que lo tengamos delante cuándo nos cercioremos realmente de su tamaño y su imagen. No obstante, realmente comenzaremos a captar el nivel de detalles con el que cuenta este coche cuando pulsemos el botón de apertura de puertas (situado en las propias "manetas") y esta se abra sola, dando paso así a un interior en el que no falta el lujo y la sofisticación.

Los asientos son lo más parecido a unas butacas de salón que podemos encontrar. La comodidad es llevada hasta un siguiente nivel, ya que estos se podrán amoldar a cualquier tipo de fisionomía gracias a un enorme catálogo de ajustes eléctricos. Con ello, la posición de conducción es bastante más alta de lo esperado para una berlina de representación, lo que permite contemplar bien todo lo que sucede a nuestro alrededor y corroborar lo largo que es el morro del coche.

Arrancamos y el motor diésel de 6 cilindros despierta con una suavidad pasmosa. No obstante, y como cabría esperar, su suavidad es mucho menor a la que presenta el BMW i7, debido a la propia concepción de su mecánica. Sin embargo, el conocido sonido "a diésel" aquí apenas está presente, gracias a un enorme y trabajado aislamiento acústico en todo el modelo.

Los asientos delanteros admiten todo tipo de regulaciones electrónicas para amoldarse a cualquier fisionomía.

Saliendo ya con él, el tacto de todos sus mandos es realmente suave, aunque sin llegar a ser demasiado asistidos como para no sentir nada. Esto mismo sucede en su dirección, ya que transmite a la perfección todo lo que sucede más allá del propio aro. Todo esto incide en el hecho de que el coche sea realmente cómodo de conducir ante cualquier escenario, pese a su tamaño descomunal, a las cotas se hace uno a la perfección.

Aunque si lo que buscamos son las claras diferencias entre el anterior BMW i7 que probamos hace unos meses y este BMW 740d, uno de estos puntos claros son sus amortiguaciones. Estas, en el modelo diésel, son significativamente más blandas y confortables, dando aún más la sensación de viajar sobre una alfombra voladora. Esto es consecuencia directa de un tarado menos firme, así como de sus propias ruedas, las cuales cuentan con un diámetro de llanta menor y un perfil de neumático más grande.

Por supuesto tampoco podemos esperar la aceleración o "deportividad" (si se puede llamar así) de la variante eléctrica, ya que esta versión diésel está más bien desarrollada con el confort y los bajos consumos como idea principal; y he de decir que sobre esto, el 740d no tiene rival.

Nuestra unidad incorporaba unas llantas más pequeñas con un flanco de neumático mayor.

En términos de confort ya he mencionado que ir en los asientos delanteros es simplemente sublime, aunque si quieres viajar realmente como un marqués, lo mejor será hacerlo en el asiento derecho de la fila trasera. El sistema cuenta con la opción de abatir el asiento del copiloto para que así el ocupante trasero pueda tumbarse e incluso estirar las piernas. Aquí se encuentran todo tipo de regulaciones que esperarías: masaje, calefacción y ventilación, así como el acceso a la ya mencionada pantalla de 31 pulgadas que reposa sobre el techo del coche. El nivel de lujo y tecnología es extraordinario.

No obstante, no todo va a ser positivo en este aspecto. Con todo esto en su punto de mayor auge, es decir, con el asiento del copiloto abatido y la pantalla trasera desplegada, el conductor se quedará sin visión alrededor. El asiento del acompañante tapará por completo el retrovisor derecho, así como parte de la propia ventana, mientras que dicho panel cubrirá la luna trasera, dejando así a la vista únicamente el retrovisor izquierdo y la luna frontal. Como dicen por ahí: problemas del primer mundo.

Pese a esta crítica, el BMW 740d será el complemento ideal para hacer muchos kilómetros, no sólo por la comodidad en cualquiera de sus asientos, sino también por sus bajos consumos. En ciudad puede marcar medias de unos 7 litros, generados principalmente por los continuos "para-arranca" de las urbes. Aunque en vías rápidas será donde despunte todo su potencial alcanzando cifras por debajo de los 5,5 litros. Gracias a esto será capaz de hacer un recorrido de más de 1.200 kilómetros por repostaje. Una auténtica pasada.

Desde los asientos traseros se puede personalizar todo mediante estas pequeñas pantallas de 5,5 pulgadas insertadas en las puertas.

Pero como digo que este coche es ideal para largos viajes, no es el más apropiado para carreteras reviradas o tramos de montaña. Sus suspensiones, pese a ser adaptativas, son bastante blandas, por lo general. Esto unido al resto de elementos notablemente suaves hacen que los balanceos tiendan a ser exagerados ante estos tramos, por lo que siempre que podamos recurriremos al uso de autopistas.

Conclusión y precios

El BMW 740d xDrive me ha parecido el coche perfecto con el que llevar a cabo un viaje de larga distancia por vías rápidas. Su consumo es realmente ridículo (para el coche que es) y la comodidad a bordo es excelsa. Todo esto, se combina de manera magistral con un nivel extraordinario de tecnología a bordo que hacen que los kilómetros apenas pesen en el cuerpo de sus ocupantes.

El BMW 740d parte de los 120.100 euros, aunque el catálogo de extras hará que esta cifra engorde con facilidad.

Pese a todo estamos hablando de un coche que cuenta con un precio de partida de 120.100 euros en España, lo cual, a pesar de su abultada cifra, no me parece un coste excesivo por un coche que directamente es un escaparate tecnológico. No obstante, esta cuantía será fácilmente ampliable y que nos encontremos con un coche de alrededor de 160.000 euros si acudimos a la llamada de su catálogo de extras.

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