Prueba BMW M4 CSL, el arma perfecta para la batalla
Cada cierto tiempo, BMW lanza una variante extrema de sus modelos, de por sí, "picantes". La última interacción se llama BMW M4 CSL y nosotros hemos podido poner a prueba sus 550 CV de pura rabia. ¿El nuevo CSL es tanto como promete? Spoiler: incluso más.
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Publicado: 02/04/2023 20:00
Hay coches que te marcan. Coches con los que sueñas no bajarte jamás de sus asientos. La serie más especial de los BMW M de gama media es una buena muestra de ello. En esta familia de especial abolengo se encuentran monumentos a la conducción del calibre del BMW M3 CSL (e46), el BMW M3 GTS (e92) o el BMW M4 GTS, por citar algunos. Después de varias décadas de vacío en la nomenclatura “CSL” vuelve de la forma más brutal y contundente que podríamos imaginar. Hora de conocer al BMW M4 CSL.
CSL son las siglas de Coupé Sport Leichtbau, que viene a significar “coupé deportivo ligero”, una nomenclatura que le viene al pelo si echamos una ojeada rápida a sus atributos; y no son pocos. Con ello, el precio de partida del BMW M4 CSL es de 209.900 euros. Si lo ponemos en contexto, es lo mismo que cuesta un Aston Martin DB11 V8 o casi 3.000 euros más de lo que supone una factura inicial para un Porsche GT3. ¿Se mete en un terreno árido difícil de ganar? No lo creo. De hecho, podría ser un rival a la altura de deportivos de altos vuelos que jamás imaginamos poder comparar con un modelo de este tipo. Te lo cuento.
Una estética que asusta
Con sólo una mirada rápida, aunque la persona que lo vea no entienda en absoluto de coches, será capaz de percatarse de la deportividad extrema arraigada en este coche. Su frontal ha sido fuertemente remozado con respecto a un BMW M4 “normal”. La parrilla ahora acoge unas molduras interiores más agresivas, con unas lamas mínimas acabadas en negro y remarcadas en color rojo. Sobre estas, el nombre del modelo: M4 CSL. Para que no te olvides de lo que tienes ante ti.
Además de esto, unos nuevos faros láser (opcionales) que presentan una firma lumínica en color amarillo, en lugar del blanco habitual del coche. Esto se ha implantado en el CSL para remarcar la trayectoria competitiva de la marca. Además de esto, y sin salir del frontal, encontramos mucha, mucha fibra de carbono; desde el bajo parachoques hasta el propio capó. El modelo integra un splitter fabricado íntegramente en este material (una decoración que rodea toda la zona inferior del M4 CSL). El capó, como ya hemos mencionado, es también de fibra de carbono y tiene una decoración sobre este, la cual está remarcada por el color rojo a su alrededor. Estas mencionadas bandas rojas tienen continuidad hasta el techo también de fibra de carbono.
Quedándonos ahora con su perfil, esta es una de las vistas más impactantes del BMW M4 CSL. Su agresividad se hace patente en una vista que, por lo general, puede pasar desapercibida. Aquí no. Los pasos de ruedas están más remarcados junto a unos nervios que recorren toda la carrocería. Sus llantas están fabricadas en una aleación ligera y acoplan unas medidas de neumáticos en el tren delantero de 275/35 R19 y de 285/30 R20 para el trasero.
Pero de esta vista lateral, lo que más resulta llamativo son sus cuartos traseros. Ahí se ubica uno de los elementos más diferenciadores de este BMW M4 CSL, y no es otro que su alerón de “cola de pato”, con el que la carga aerodinámica en la trasera se incrementa de forma notable, haciendo que el culo esté más pegado al suelo a altas velocidades. En esta zona también destacan sus faros traseros específicos del CSL y sus ya clásicas cuatro colas de escapes abrazadas por un difusor de fibra de carbono. En cuanto a decoración pura, el M4 CSL puede incorporar tres tonalidades: Frozen Brooklyn Grey (el de las imágenes), Alpin White o Black Sappire.
Un interior de competición
En el interior se ubica una serie de cambios que hacen del CSL un modelo único dentro de la casa de Múnich. En primer lugar: sus asientos. Estos baquets de auténtica competición son capaces de dejar como cómodos butacones a todo lo conocido hasta ahora en la gama del M4; sí, incluso a los asientos envolventes M de fibra de carbono que ya pudimos probar, entre otros, en el BMW M3.
Estos impresionantes asientos delanteros restan un total de 24 kilos al conjunto del deportivo, con respecto al modelo del que deriva. No se pueden regular ni en altura ni tampoco se pueden reclinar. Únicamente podrás adaptarlos a tu talla en horizontalmente, haciendo que, para algunos usuarios de talla corta pueda no llegar a ser del todo cómodo. Además de esto, el CSL se presenta como un deportivo biplaza, pues BMW ha prescindido de su segunda fila de asientos, lo que resta un poco más de peso al total (-21 kilos).
En términos generales, el CSL cuenta con enormes dosis de fibra de carbono (especialmente) y Alcantara forrando las zonas claves de todo el habitáculo. Al mismo tiempo, prescinde de aún más material aislante de sus puertas, entre otras, con lo que consigue una nueva rebaja en el peso de 15 kilos. En total, la báscula del CSL se detiene en 1.700 kilos, lo que supone 100 kilos menos que en el BMW M4 Competition.
No obstante, y por muy aspiracional que se presente el CSL, también cuenta con elementos propios de confort. Entre ellos se encuentra el climatizador bizona, panel de recarga inductiva para smartphone, pantallas en la instrumentación (12,3 pulgadas) e info-entretenimiento (10,25 pulgadas) y conexión a Apple CarPlay y Android Auto. Así mismo, su espacio de carga es tan capaz como el de cualquier otro M4, puesto que cuenta con 440 litros de volumen; eso sí, con escasez de recubrimientos y un portón fabricando en fibra de carbono.
Una mecánica espectacular
El BMW M4 CSL destaca (en su propio nombre lo indica) por ser una variante aligerada de peso. Esto hace que la relación peso/potencia se reduzca hasta los 3,09 kg/CV. Para ponerlo en contexto, el último CSL que llegó a las filas de BMW, allá por el año 2004, presentaba unas cifras de 3,84 kg/CV. Bajo esta premisa, ya podemos intuir el nivel de salvajismo que es capaz de presentar la actual “bestia parda” de los de Múnich.
Si a esto le sumamos el magnánimo motor de seis cilindros en línea de 3.0 litros de cubicaje y sobrealimentación por doble turbocompresor, el resultado es una explosión auténtica de sensaciones y salvajismo al volante. Se ha incrementado su potencia total hasta los 550 CV (el M4 Competition tiene 510 CV) a las 6.250 rpm, mientras que su par máximo es de 650 Nm y está presente desde las 2.750 hasta las 5.950 revoluciones. El incremento en la potencia ha llegado por parte de una mayor presión en los turbos, pasando de 1,7 a 2,1 bares.
Los ya mencionados 550 jamelgos salvajes transmiten toda su fuerza hacia un tren trasero a través de una caja de cambios automática por convertidor de par y 8 relaciones. Por supuesto, para soportar las grandes fuerzas a las que el CSL se puede ver enfrentado, los chicos de BMW han puesto a punto el propio chasis, incrementando la rigidez. Esto ha venido de forma paralela a una serie de nuevas sujeciones y refuerzos, como el que se ubica sobre el propio bloque motor y que está fabricado en aluminio fundido.
El BMW M4 CSL es lo más parecido que tenemos a un coche de competición con matrícula
También ha recibido una revisión en los soportes del motor y la caja de cambios, aunque en este caso es para dotar al conductor de un mayor feeling con estos elementos, puesto que, en lugar de incrementar el material aislante, lo que se ha hecho ha sido reducirlo. Por último, sus nuevas suspensiones rebajan la altura total del coche en 8 mm con respecto a un M4 Competition
Hora de despertar a la bestia
Es cierto que hay coches que son capaces de despertar ciertos temores o respetos con nada más ponerte frente a ellos. El M4 CSL es uno de ellos. Su simple vista ya lo hace presentarse del todo bestial, más aún cuando pulsamos la llave para abrir el coche y deslumbran esas particulares luces LED en color amarillo. La espectacularidad hecha coche. Lo siento por mi indudable imparcialidad hacia su estética, pero lo cierto es que esta es simplemente apabullante.
Abrimos sus puertas de acceso y nos damos de bruces con unos asientos realmente espectaculares y desechos de toda oda a la comodidad o al confort de sus ocupantes. Me gusta eso. Entrar cuesta mucho, pero aún cuesta más salir del coche; más adelante hablaremos de esto. Nos encajonamos en sus baquets de pura competición y despertamos a la bestia.
El sonido inicial es tan majestuoso como cabría esperar. Por supuesto, como en la práctica mayoría de coches actuales, siempre echamos de menos algún repunte más extremo hacia unos sonoros petardeos, pero, en fin, se lo perdonaremos. Una vez las revoluciones se estabilizan el nivel sonoro disminuye, aunque no demasiado. Insertamos la D y con sólo soltar el freno, el CSL ya tiene ganas de comerse el mundo mediante una salida del todo rabiosa. Tranquilo, esto no ha hecho más que comenzar.
Iniciamos nuestro camino por unas vías urbanas. Salvo por lo evidentemente incómodos que son sus dos asientos, en el resto de apartados podría llegar a pasar (mínimamente) por un M4 Competition “al uso”. En condiciones normales, su potencia es algo más domesticable, siempre y cuando no quieras hacerle cosquillas al CSL, en cuyo caso sacará toda la ira a relucir.
Como digo, por ciudad es un coche que puede llegar a ser medianamente utilizable, siempre que no te preocupen tus vértebras, pero jamás contarás con una mínima sensación de pasar desapercibido. Eso jamás sucede a bordo del M4 CSL. Las miradas nada discretas, los dedos pulgares hacia arriba o las tímidas sonrisas que esboza la gente cuando ve el coche es una señal inequívoca de que estamos montados en un coche demasiado especial.
Y no es para menos. Su sonido incluso circulando por ciudad a baja velocidad es del todo llamativo. Al igual que lo son sus cifras de consumo en estos territorios. El continuo “para-acelera” de los tramos urbanos hará que la sed del CSL se dispare hasta números ridículamente cercanos a los 20 litros. Pero, ¿de verdad esto le importa a alguien? A mí personalmente no.
No obstante, para poder poner a pruebas las verdaderas capacidades (y maldad) de un M4 CSL habría que transladarse directamente hacia un circuito, cosa que, desgraciadamente, no hemos podido hacer. Sin embargo, tan sólo con unos kilómetros al volante de esta bestia te puedes dar cuenta de todo el potencial que tiene. Y si todo esto te sabe a poco, el coche cuenta con algunos modos de conducción.
En primer lugar se encuentran los ya clásicos botones “M1” y “M2” del volante. A través de estos podrán personalizar una serie de parámetros con los que el CSL será más o menos radical, siempre dependiendo de tus propias configuraciones. Dicha personalización se lleva a cabo mediante el botón “M Mode” ubicado en la consola central, junto a la palanca de cambios. En un menú propio se podrá seleccionar prácticamente todo, desde el comportamiento del motor, dureza de sus suspensiones o la sensibilidad de sus frenos. También se podrá personalizar hasta el punto e intervención del control de tracción, el cual siempre recomendamos tener disponible.
Para darnos unas alegrías, ponemos todos estos parámetros en “Sport” o “Sport Plus” (motor y chasis) y nos damos una vuelta por una muy poco concurrida carretera de curvas. Aquí esperamos poder extraer un porcentaje mínimo del total de la capacidad de este coche.
En el momento en el que decides ponerlo todo en los parámetros más punteros, por así decirlo, el coche cambia radicalmente hacia un lado aún más oscuro. Todo es prácticamente inmediato y, siempre, con mucha rabia. El CSL, para todo y continuamente, se empeña en demostrar sus ganas por correr, pero también por hacer de ti el mejor de los pilotos. Llevar a cabo un tramo de curvas con este coche intentando extraer su jugo es un deporte arriesgado, en el que una vez lo superas sientes que vas a recibir el trofeo de campeón del mundo de DTM, como poco.
Su dirección es dura y realmente inmediata. Su caja de cambios juega mano a mano con unos pedales (freno y acelerador) igualmente sensibles y muy pendientes ante cualquier mínimo cambio que ejerzamos en la presión de estos. Al mismo compás que todos estos comandos suben o bajan su trabajo, también lo hacen sus cuatro salidas de escape, las cuales dejan escapar algún petardeo leve ocasional, aunque a partir de las 4.000 revoluciones sí emite un gorgoteo realmente enamoradizo.
Una vez insertas la D y sueltas el freno, el BMW M4 CSL saldrá con muchas ganas de demostrar su fuerza y ganas por comerse el mundo
Aunque una mención especial se la debe llevar obligatoriamente la joya que este BMW oculta bajo su capó delantero de fibra de carbono. Este diamante perfectamente perfilado no es otra cosa que su bloque motor de seis cilindros en línea. Su fuerza es directamente disparatada. En todo rango presenta un empuje brutal y a partir de las 5.000 revoluciones sientes cómo este parece que va a hacerte volar. Su sonido es enamoradizo, sí, pero la manera en la que entrega toda su fuerza lo hace directamente adictivo. Simplemente, una joya que habría que tener expuesta en todos y cada uno de los mejores museos del mundo.
Conclusión
Por supuesto, no puedo concluir con esta prueba sin dejar claro que este me ha parecido un coche realmente salvaje en todo lo relativo a su mecánica y propia concepción. Un auténtico coche de carreras con matrícula. No hay más. No obstante, por supuesto, todo esto tiene sus inconvenientes, como la desaparición de la segunda fila o unos asientos delanteros poco prácticos para el día a día. Pero, en realidad, esto es lo que hace que el BMW M4 CSL sea perfecto.