Prueba BMW M4 GTS, en busca de la redención
Hoy me pongo tras el volante de uno de esos coches que me va a dejar marcado: el BMW M4 GTS. Los alemanes solicitan nuestro perdón dejándonos claro que no se han olvidado de hacer grandes coches, excelentes y radicales deportivos.
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Publicado: 14/12/2016 18:00
BMW es una de esas marcas que tienen algo especial. Sus coches son más que eso, y para ser alemanes, siempre han puesto un especial cariño en todas sus producciones. Sin embargo el peso de las cifras les ha obligado a dejar ese carácter tan propio hasta dejarse seducir por el puro y duro volumen de ventas. Es por ello que ahora vemos SUV, monovolúmenes y motores de tres cilindros. Pero desde Munich quieren pedirnos perdón por este cambio, y su forma de hacerlo es sencillamente épica: el BMW M4 GTS.
Hacía mucho tiempo que no veíamos algo así salir de las plantas de BMW. La última vez se emplearon las mismas siglas, aunque en aquella ocasión eran acompañadas por la denominación M3 y no M4. El M3 GTS representaba el culmen deportivo de una generación legendaria. Pero esta vez han ido más allá, han ido a una nueva dimensión, y para ello se han apoyado en una tecnología, que sin ser nueva, revoluciona el concepto que tenemos del deportivo de calle.
La inyección de agua no es actual. El mundo de la aviación la lleva usando desde los albores de los motores a reacción. También la vimos en el mundo de la competición hace unos años. Exactamente en el campeonato de Rallies del Grupo B de los años 80. Entonces se prohibió dado el rendimiento exagerado, y hasta peligroso, que se podía alcanzar. Pero los ingenieros de BMW la han rescatado del recuerdo y nos la traen envuelta en una atmósfera extrema.
Y es que por fuera el BMW M4 GTS se muestra tan amenazante como cabría esperar. Su pintura mate, sus llantas de fibra de carbono, su morro modificado, sus componentes de fibra de carbono, su capó, sus detalles naranjas y sobre todo su alerón, nos hacen ver que no estamos ante algo normal. Y es que este coche no pretende, ni quiere ser normal. Está concebido para una única cosa: llevarte al extremo de tus habilidades de conducción. Mención a parte merecen sus faros OLED. Una novedad tecnológica que dentro de poco empezará a verse en otros modelos de la firma.
El exterior es de cara a la galería, pero el interior es para ti. Para tu uso y disfrute. La atmósfera de carreras se transmite de forma sensacional gracias a un habitáculo completamente reformado para la ocasión. BMW ha buscado perder todo el peso posible, y para ello se ha deshecho de los asientos traseros, de los paneles de las puertas y de gran parte de la consola central. Luego ha incorporado una jaula de seguridad, unos baquets de competición, y mucha fibra de carbono. Aunque se ha dejado por el camino algún detalle que resulta cuanto menos contradictorio.
Y es que no se entiende muy bien porqué el BMW M4 GTS no se deshace de todo lo superfluo. Aquél que lo compra busca eso, sensación de carreras. Para mi gusto la dieta de adelgazamiento debería haber sido más estricta, y para ello debería haberse desprendido de elementos como la pantalla central, el iDrive, y si me apuras incluso de la radio, como ya hiciera el M3 CSL. Este coche ya lleva banda sonora incorporada, no se necesita nada que la perturbe.
Pero bueno, dejando a un lado el tema de diseño e interior, el GTS debe llamar tu atención por algo más que por su estética. Como ya he dicho antes, debe llamar tu atención por su rendimiento y tecnología. Estamos ante un coche tan excepcional como único. El BMW M4 ya es de por sí uno de los coches más especiales que te puedes comprar actualmente, pero se queda en nada comparado con su hermano bestia. Es impresionante lo que se puede lograr añadiendo un poco de agua a la refrigeración.
La clave: el sistema de inyección de agua
La inyección de agua no es nueva, pero BMW ha conseguido hacerla funcional para el mundo real
Un motor de combustión interna está limitado por diversos factores. Uno de ellos es la temperatura en las cámaras de combustión. Un exceso de grados puede provocar la aparición de las denominadas autodetonaciones, provocando así una pérdida de prestaciones. Este mal afecta a todos los coches, pero son los de alto rendimiento los que más sufren las consecuencias. Algo que se agrava si se emplean turbos, pues ellos utilizan parte de los gases del escape, que ya de por sí salen calentitos.
¿Cómo solucionarlo? Pues bien, los chicos de BMW han instalado un pequeño depósito de agua en el maletero. Apenas 5 litros. De ahí se impulsa el líquido hasta el sistema de refrigeración. Tres microinyectores se encargan de pulverizar la cantidad necesaria para así reducir la temperatura del aire en hasta 25 grados. Lo necesario para que las cámaras de combustión tengan siempre las condiciones perfectas.
Gracias a ello, que parece sencillo, pero no lo es, el motor del M4 GTS es capaz de trabajar a una mayor capacidad durante más tiempo. ¿Cuánto? Pues hasta que el líquido elemento se acabe. BMW estima que en una conducción normal el agua habrá que rellenarla cada tres o cuatro repostajes de gasolina, pero si nos metemos en un circuito y llevamos al extremo el sistema, nos pedirá que rellenemos el depósito de agua en un día o menos. De llegar a agotarse, el motor recorta su potencia hasta convertirse en un BMW M4 normal. Eso quiere decir que se queda en 431 caballos.
Ahora bien, ¿en que se traduce toda esta tecnología? Si hablamos de datos de rendimiento hay que decir que con la inyección de agua se consigue desarrollar un 16% más de potencia que con respecto a un M4 normal, llegando a los 500 CV. El par por su parte aumenta un 10%, llegando hasta los 600 Nm. En cuanto a prestaciones, el GTS es capaz de hacer el 0 a 100 Km/h en apenas 3,8 segundos, dos décimas menos que el M4, mostrando una velocidad punta de 305 Km/h. Lógico resulta que su tiempo en Nürburgring se equiparable al de un 911 GT3 o un McLaren MP4-12C. Palabras mayores.
Pero no estamos aquí para hablar de datos o valores que por sí solos no definen a un coche. Estamos aquí para saber cómo es el M4 GTS. Y mejor aún, cómo es comparado con su hermano “civilizado”. Por suerte durante la prueba tuve ocasión de comparar ambos modelos. Concretamente con el más español de los M4, el BMW M4 CS. Como sabréis el Competition Sport es incluso más potente que uno normal, 450 caballos, además de cierta cantidad de mejoras, como los frenos carbocerámicos. ¿Arrancamos?
Prueba BMW M4 GTS
Debo decir que en un principio no pensaba encontrar grandes diferencias entre ambos coches. El M4 siempre me ha parecido una bestia difícil de domar. De hecho considero que en ciertos momentos resulta excesivo. Pero créeme cuando te digo que comparado con el GTS parece un gatito recién nacido, un angelito de la caridad. Un bonachón vamos. Ahora te explico el porqué.
Tuve la suerte, o la desgracia, de recoger el M4 GTS un día de lluvia, con agua en el asfalto y con unas condiciones que si ya de por sí deben extremar nuestra conducción normal, ni te imaginas en un coche como el GTS. Suelo mojado, neumáticos fríos…primeros kilómetros amenazantes. No os voy a engañar, necesité un tiempo de adaptación. El GTS y yo teníamos que conocernos, familiarizarnos el uno con el otro. Aunque él me dejó muy claro desde un principio que de subirme por las ramas no tendría consideración alguna. Iba a exprimirme, aunque eso sí, solo si yo quería.
Y es que algo que me ha sorprendido es su comportamiento en una conducción normal. Es un coche, que a pesar de su configuración de carreras, no resulta en exceso incómodo o difícil de conducir. Eso sí, los baquets impiden una regulación en altura, por lo que si no eres muy alto puedes tener problemas de visibilidad frontal. Pero a pesar de ello es un coche manejable, con su navegador, su aire acondicionado (no lleva climatizador), su radio… Vamos todo lo que puedas necesitar para tu día a día.
Pero BMW no ha estado durante muchos meses poniendo a punto el GTS para ir a por el pan. Este coche tiene alma y espíritu de carreras. Lo suyo es la pista despejada, las curvas enlazadas, el olor a goma quemada y a gasolina. Lo suyo es el circuito, y de no llevarlo allí sería desaprovechar un coche excepcional.
Es aquí donde lo sientes de verdad. Olvidando la conducción rutinaria, los consumos o la eficiencia. El GTS es un coche de sensaciones, y pocos transmiten lo mismo que él. Tan solo hay que reducir marchas, apretar el pedal del acelerador a fondo y prepárate para una sacudida descomunal acompañada de un sonido glorioso que te envuelve y te transporta a otro mundo. Uno en el que solo estás tú y el coche.
El M4 GTS no es un coche para ir a por el pan. Quiere y necesita correr. El circuito es su entorno natural. Libera a la bestia y goza
Habiéndome familiarizado con el bruto carácter del GTS, y después de haberlo domado en condiciones normales, me adentro en una pista que una vez más vuelve a estar húmeda por una densa niebla que todo lo cubre y que hace la experiencia más inolvidable, más épica. Es entonces cuando me descubro ante los desarrolladores de BMW, y les doy mi perdón eterno por tanto coche “convencional”. No se han olvidado de hacer coches tan temperamentales como únicos. El GTS es la muestra de ello.
A pesar de que el suelo esté mojado, de los 500 caballos del motor, del sonido atronador, la verdad es que el GTS es un coche muy divertido. Con los controles activados, saltando en todo momento, te encuentras con un buen deportivo, pero no he llegado hasta aquí para dejarlos puestos, así que me enfrento a la máquina sin intermediarios. Y ya os digo que la pelea es tan gloriosa como irrepetible.
A la hora de hacerlo descubro rápidamente que ese alerón tan llamativo y ligero no sirve para absolutamente nada. En cada curva el coche tiende a sacar su trasero a pasear, la entrega de potencia es descomunal, sin interrupciones ni lapsos. Siempre dispuesto a arrancarte la cabeza y la sonrisa, pues, a pesar de lo que pueda parecer, el GTS es manejable en altas velocidades. Su dirección es tan precisa como directa, tanto que para jugar más con el coche tienes que poner el modo Confort en el programa de ajustes para así no tener una recuperación tan rápida a la hora de salir de la curva derrapando el culo.
Este coche devora curvas como si nada. Su paso por el vértice es brutal. Y apenas hacen falta un par de curvas para saber que el GTS deja a un lado el carácter turismo del M4. Y es que el CS no le puede seguir el ritmo en ningún momento. A pesar que uno deriva del otro, el rendimiento es de otro planeta. Como ya he dicho no esperaba tanta diferencia. Pero la hay, y ahí reside la lógica de la compra del GTS. Esa y la exclusividad.
BMW ha querido que esta joya sea limitada. Y para ello ha fijado un alto presupuesto y un número limitado de unidades. Son 700 vendidas. Todas ellas ya agotadas. Cada una tiene un precio de salida en España de 166.900 euros. Son 75.000 euros más que un M4 normal, y sin contar un juego de llantas de carbono (opcionales) que suman 12.000 euros más al presupuesto. Es decir, el precio que tiene un utilitario medio. Pero, ¿realmente merece la pena pagar de más por el GTS?
Conclusión
Ya habrás comprobado que me he enamorado del BMW M4 GTS. Es uno de esos coches que te dejan huella y que siempre recordarás. Sin embargo debo decir que la pregunta anterior es estúpida. Aquél que pueda comprarse el GTS no pensará en si merece o no la pena el extra de precio. Sencillamente tendrá el capricho y lo hará. Además el GTS es una pieza de colección y será empleado en muchos casos para especular. Sí, tristemente en unos años nos encontraremos con unidades apenas usadas a un precio desorbitado. Pero esa es otra discusión.
Así que la pregunta exacta es: ¿Vale realmente esos 75.000 euros de más? Sí, rotundamente sí. Solo la tecnología y el desarrollo lo valen, sin olvidar la exclusividad. Es un coche de sensaciones. Resulta tan impresionante conducirlo como verlo. BMW se ha ganado el perdón de todos. Gracias a esos SUV, monovolúmenes y tres cilindros los alemanes tienen la posibilidad de sacar a la calle coches como el GTS. Deseando estamos que llegue la variante de carreras homologada para calle, esa que ya se ha dejado ver en la carretera. Todos esperamos al BMW M4 GT4.