Prueba BMW X2 sDrive18d, bonito, poco gastón y más maduro que nunca
BMW ha sabido evolucionar significativamente el concepto del X2 hacia un producto mucho más maduro y bien ubicado que nunca. Nosotros hemos podido poner a prueba este modelo junto a su mecánica diésel de acceso con 150 CV. ¿Nos ha convencido? Hora de resolver todas las posibles dudas.
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Publicado: 09/06/2024 12:00
Hace ahora alrededor de ocho años, BMW sorprendía al mundo con un nuevo modelo denominado X2. Pese a su nombre, este era el SUV más pequeño de la gama de todocaminos, por debajo incluso del X1 del que difería en todos los aspectos, no sólo en tamaño sino también en diseño. Se podría decir que el primer BMW X2 fue un producto original y arriesgado en cierto sentido que quiso encontrar su cabida en un tipo de cliente muy concreto.
Sin embargo, en los años que corren, las marcas no están para riesgos o sorpresas posibles. Por ello, BMW nos mostró hace ya unos meses la nueva generación del X2 en forma, ahora sí, de alternativa coupé para el BMW X1 y con un tamaño ligeramente superior al modelo de acceso a la familia de modelos «X». Un coche, en definitiva, mucho más maduro y bien pensado de lo que lo ha sido hasta la fecha.
Para comprobar realmente que estamos ante un coche bien rematado en todos los aspectos, pero también que se posicione como el buen producto que promete, lo hemos podido poner a prueba junto a su mecánica diésel de acceso, un bloque que promete suficiencia en todos los aspectos de la mano de unos consumos irrisorios para largos viajes. ¿Cumplirá con lo prometido? Hora de comprobarlo.
A decir verdad, esta no es la primera vez que nos ponemos tras el volante del BMW X2 de segunda generación. Nuestro primer acercamiento al SUV coupé fue hace apenas unas semanas, durante su presentación nacional. En aquel momento pudimos probar de una forma breve su variante 100% eléctrica, el BMW iX2, pero también esta misma mecánica protagonista de hoy. El eléctrico ya nos pareció un modelo muy bien resuelto en todos los aspectos, pero el diésel fue sencillamente notable en términos de un modelo hecho para cumplir con los largos viajes.
Y para comprobarlo hemos podido hacerle muchos kilómetros a nuestra unidad, con la que hemos sacado numerosas conclusiones. Dichas deducciones han sido tanto sobre el coche y su mecánica, como por su nuevo sistema operativo que, por primera vez en un X2, renuncia al popular mando del iDrive y lo destina todo al funcionamiento táctil.
Así es nuestro BMW X2 sDrive18d
Pero antes de continuar, lo mejor será hacer un pequeño repaso al conjunto que aquí nos presenta BMW, aunque, bien es cierto, ya lo hemos podido tratar tanto en el artículo de prueba mencionado anteriormente, como en otros más descriptivos. No obstante, vamos allá.
El BMW X2 cuenta con las siguientes dimensiones: 4,55 metros de longitud, 1,85 metros de anchura y 1,59 metros de altura. Si lo unimos a un BMW X1 actual nos dará como resultado una carrocería 540 mm más larga, 52 mm más baja e idéntica en anchura. De esta manera se cumple así, por numeración y cotas, el propósito de hacer un modelo más grande que su antecesor.
El modelo es fácilmente distinguible de un X1; es decir, no se puede decir que sea directamente un X1 con caída coupé. Cada uno guarda su propia personalidad, y en este caso es mucha. Dicha caída del techo se pronuncia aún más a partir del pilar C, lo que hace que no se perjudique en demasía la habitabilidad en las filas traseras o incluso en el maletero.
En términos de personalización exterior, el X2 cuenta con una generosa paleta de colores que ofrece BMW y, en caso de no estar el tono que queremos, siempre podremos recurrir a su catálogo de BMW Individual. Las llantas, por su parte, podrán ser entre 18 y 21 pulgadas (este último tamaño exclusivamente como opción).
El habitáculo sí es ya un viejo conocido, ya que es idéntico -ahora sí- al del BMW X1 actual. Sobre el salpicadero reposan dos pantallas en formato horizontal. La primera ejerciendo las funciones de instrumentación digital y la segunda como sistema multimedia. Ambas forman el conocido sistema BMW Curved Display y cuentan con 10,25 y 10,7 pulgadas cada una.
Como novedad en esta generación, para interactuar con el panel central únicamente se podrá llevar a cabo mediante función táctil, después de la desaparición del mando del iDrive, algo que se puede llegar a echar mucho de menos, especialmente ante funciones tan básicas como manejar la climatización.
Además, igual ha sido algo exclusivo de nuestra unidad, pero el sistema no es tan rápido e instantáneo en las órdenes como cabría esperar, sino que existe una pequeña demora entre la pulsación y «pasa algo», lo que a veces nos hace creer que le hemos dado mal y volvamos a pulsar en el momento en el que el sistema cambia. Algo que puede resultar incómodo y tedioso.
También me ha parecido algo enrevesado los nuevos «modos de conducción» y es que en la anterior generación teníamos los clásicos «Confort», «Sport» o «Eco». Sin embargo, aquí se han cambiado por algo a lo que BMW denomina «Experiencias» y que corta numerosos aspectos de personalización, como las luces de ambiente. Nuevamente, muy tedioso y que resulta muy poco simplista.
Pasando a la segunda fila de asientos, aquí la comodidad para sus ocupantes es bastante elevada, pues sus asientos tienen un mullido correcto y un agarre notable del cuerpo. Además de ello, el espacio interior, pese a ser un coupé, es sobresaliente. Personas de alrededor de 1,90 metros de estatura no tendrán problemas para viajar cómodamente aquí.
Por último, su espacio de carga gana algunos litros con respecto al de su hermano «pequeño», el X1, ya que nuestra unidad cuenta con una capacidad de 560 litros. En otras motorizaciones, este total disminuye hasta los 515 litros debido a la adopción de la batería del sistema Mild-Hybrid. En caso de necesitar un volumen mayor, la segunda fila de asientos se puede abatir para alcanzar así los 1.470 litros.
Mecánica diésel «a la BMW», es decir: ahorradora
Si por algo se han caracterizado los motores diésel de BMW es por contar con un consumo de combustible irrisorio en una conducción en terrenos reales. Ver consumos por debajo de los 5 litros no es nada descabellado en estos coches, lo que lo hace ser admirable.
Nuestra unidad, recordemos, con el sDrive18d, cuenta con un motor alimentado por diésel, con cuatro cilindros y 2.0 litros de cubicaje. Es capaz de erogar hasta 150 CV y 360 Nm de par máximo entre las 1.500 y las 2.500 revoluciones. Esta alternativa dota al modelo de la etiqueta C de la DGT, ya que no cuenta con el sistema mild-hybrid que sí instalan otras variantes.
Con ello es capaz de ejecutar el 0 a 100 km/h en 8,9 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 210 km/h. Por otro lado, su consumo medio homologado es de 5,1 litros a los 100 km y sus emisiones se sitúan en 133 gr/km.
Prueba de conducción del BMW X2 sDrive18d
Tal y como ya he mencionado anteriormente, el BMW X2 junto al bloque sDrive18d es una combinación que ha sido especialmente diseñada para realizar largos viajes con un sólo tanque de gasolina. En total, durante mi prueba, he calculado una autonomía de alrededor de 1.100 kilómetros en cada repostaje completo. Todo ello aderezado con una potencia justa (sin estridencias) y que cumple con todo tipo de situaciones.
Su comodidad a bordo está a la altura de lo esperado. Su propia posición de conducción elevada hace que la visión exterior sea notable. También trabajan en este aspecto el propio mullido o diseño de los asientos. En nuestro caso, los que pudimos probar, cuentan con un aspecto bastante deportivo. De hecho, los laterales cuentan con unas «aletas» que ayudan a sujetar el cuerpo en las curvas.
No obstante, bajo mi punto de vista personal, la comodidad en el puesto de conducción mejoraría notablemente si se pudiese bajar aún más el volante un par de centímetros, no pido más. El asiento puede bajar bastante, pero no así el volante. Esto es algo que he echado de menos.
Saliendo a circulación abierta con el sDrive18d salta a la vista la tranquilidad que proporciona esta mecánica. Nada de sobresaltos o aceleraciones bruscas innecesarias. Todo es bastante calmado y relajado. Como ya hemos mencionado anteriormente, es un coche especialmente ideado para largos trayectos.
Esto es algo que se deja ver en su ridículo consumo de combustible. En autopista, a velocidad legal continua y con aire acondicionado, su cifra final se quedó en apenas 4,5 litros a los 100 km. Una cifra que sí, se puede calificar como «ridícula» sin posibilidad a equívocos.
Sabemos que el BMW X2 sDrive18d es un portento de la conducción fuera de las urbes pero, ¿y dentro de estas? Circulando por la ciudad, el modelo sigue siendo un portento de la tranquilidad. Todo en él se mueve y transmite suavidad. El feeling es notable y sus consumos vuelven a ser excesivamente modestos. Tanto que apenas sube de los 5 litros a los 100 km. Repito: en grandes urbes donde el continuo «para-arranca» de su motor debería ser perjudicial en este aspecto. Nada de eso.
Sin embargo, sí debo decir que, aunque no suponga un perjuicio en sus consumos, sí llega a ser muy tedioso después de un rato de circulación. El sistema Star/Stop busca parar el motor continuamente, ya sea en un semáforo o en una mera aproximación a un ceda el paso.
Al igual que sucede en los últimos modelos de BMW, este sistema no es desconectable a menos que seleccionemos el modo Sport, algo que normalmente no querremos hacer, pero que puede llegar a suponer ser un mal menor dentro de algo que llega a ser incluso molesto en ciertos momentos.
Pero como buen BMW que es, saliendo de rutas urbanas y autopistas, su comportamiento es más que sobresaliente. Bien es cierto que no estamos ante una variante deportiva, pero los genes de la marca se dejan notar cuando queremos trazar alguna que otra curva en carreteras de montaña. Acompañado del modo de conducción más deportivo, el X2 es capaz de cumplir más que notablemente con lo esperado, haciendo que sea un compañero idea para la práctica totalidad de situaciones.
Conclusión
El BMW X2 sDrive18d me ha parecido la mecánica a escoger para aquellos que quieran dedicarse a hacer muchos kilómetros por autopistas y recorrer todos los territorios posibles, por un consumo de combustible irrisorio. También es para aquellos que no buscan un coche deportivo, pero que sí tenga ese punto dinámico tan clásico de la marca.
Sin embargo, también hay que decir que no todo es tan bello. El modelo que tenemos entre manos cuenta con un precio de partida de 45.800 euros aunque, una unidad como la que hemos tenido entre manos, se acerca peligrosamente a los 60.000 euros. No es nada barato. Por último, está el tedioso sistema Star/Stop, el cual puede llegar a ser bastante irritante en una conducción urbana. Espero que en algún momento incorporen la posibilidad de desconectarlo cuando queramos.