Prueba BMW XM, más diseño que sentido
La electrificación toma el protagonismo de todo lo que toca, desde los coches más baratos hasta los mayores deportivos que habitan el planeta. Sin embargo, el BMW XM propone una solución que no alcanzo a comprender.
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Publicado: 28/02/2024 18:00
Está claro que hay que mirar al futuro y ese futuro viene condicionado por la electrificación. Sin embargo, el presente ocupa toda nuestra atención. La llegada de deportivos electrificados marca la tendencia, en parte provocada por las normativas de emisiones y en parte como estrategia de posicionamiento de las propias marcas. Gracias a la electricidad la potencia sube rápidamente, pero las cifras no siempre son claro indicativo de la realidad. El BMW XM es una bestia de imponentes datos. Hay muchas cosas que destacar de él, pero no todas son buenas.
Todos conocemos la sección M de BMW. La autodenominada letra más poderosa del mundo lleva 50 años entre nosotros. Creaciones exageradas y locas que han conquistado los corazones de millones de amantes del motor en todo el mundo. Hoy todavía siguen representando la rama más pasional de la casa alemana. En 2022 la división cumplió cinco décadas de vida. Una celebración que en BMW no se tomaron a la ligera. 12 meses de festejos y lanzamientos que concluyeron con el descubrimiento del primer SUV diseñado desde sus orígenes por los ingenieros de M, el XM.
No se puede negar que los alemanes cumplieron con las expectativas. Un lanzamiento inédito que rompió muchas de las reglas no escritas dentro de BMW. Ya había SUV firmados por la rama más loca de la casa, como el BMW X6 M o el BMW X5 M, pero estamos hablando de enfoques completamente diferentes. No ha habido nada igual, para bien o para mal. A simple vista se puede apreciar el agresivo cambio de mentalidad. El XM se ha diseñado para llamar la atención, puede que demasiada.
A nivel personal no me gusta. Sé que en cuestiones de diseño no hay nada escrito, pero me parece un diseño excesivamente recargado. La parrilla es descomunal, al igual que el tamaño general. La trasera me resulta escandalosa y en líneas generales no me parece un diseño equilibrado. No creo que sea del agrado del común de los conductores europeos. Me da la impresión que los diseñadores de BMW han pensado más en el cliente chino o de Oriente Medio, más acostumbrado a los excesos y a las salidas de tono.
Si bien no me gusta su aspecto, debo reconocer que de puertas para dentro el XM da un salto cualitativo con respecto al resto de modelos de la gama M. La calidad es excelente en cada mínimo detalle. Desde la cobertura de los paneles y pilares hasta el recubrimiento de cada superficie. Todos los acabados son más dignos de un BMW Serie 7. Por algo lo consideran el buque insignia de la familia SUV. La presentación es espectacular, tanto en calidad como en tecnología. No quiero entrar mucho en detalles al respecto porque considero este apartado como secundario en un coche así, pero basta decir que tiene las últimas tecnologías de la casa. No hay nada que se quede en el tintero y es por eso que estamos ante el BMW M más completo de la historia.
Ese puede que sea uno de los problemas del BMW XM, quiere abarcar demasiado y quien mucho abarca, poco aprieta, pero no adelantemos acontecimientos. Saltando al apartado de habitabilidad está claro que su inmenso tamaño es muy favorable a la hora de ofrecer un gran espacio interior. Todas las plazas son cómodas y espaciosas, incluidas las de una segunda fila de asientos súper amplias para cualquier talla. El maletero también es generoso. 527 litros de capacidad mínima ampliables a 1.820 litros si se abate por completo la segunda fila de asientos. La bandeja dura limita un poco la flexibilidad del espacio. Si queremos cargar objetos voluminosos tendremos que quitarla y eso, a su vez, genera otro problema de almacenamiento.
Habiéndonos quitado ya de encima todas las cuestiones menores del XM, al menos las que menos importan, es hora de hablar del verdadero significado de este coche, la mecánica. Es el primer PHEV de BMW M. Bajo el capó de esta bestia se esconde un propulsor V8 biturbo de 4,4 litros que por sí solo genera 489 caballos de potencia y 650 Nm de par motor. A él se acopla un motor eléctrico delantero con 197 caballos adicionales. A máximo rendimiento el XM es capaz de generar 653 caballos de potencia y 800 Nm de par motor. Nada mal. De la gestión se encarga una caja de cambios automática de convertidor de par con 8 velocidades que reparte la fuerza, de forma corriente, entre los dos ejes.
Al volante del BMW XM
Las cifras de rendimiento del XM asustarían a la mayoría de conductores. No es nada común estar ante un SUV de 5,11 metros y semejante caballaje. El problema de mezclar dos mundos inicialmente pensados para repudiarse lo encontramos en el peso. Según la ficha técnica, el BMW XM alcanza un peso oficial de 2.785 kilogramos. Casi tres toneladas de acero que para un servidor no tienen ninguna lógica. Ni siquiera tras el gran trabajo de los ingenieros de M a la hora de tratar de contener tanta masa en movimiento. Por supuesto, han contando con todos los recursos técnicos posibles.
Eje trasero direccional, barras estabilizadoras activas, refuerzos de chasis y todas y cada una de las chucherías técnicas que te puedas imaginar que permiten volar muy bajo. Ni que decir tiene que el XM hace cosas sorprendentes en un tramo de curvas, impropias para un coche de este calado, pero nada que no hayan hecho antes los X6 y X5 M. El peso es un problema y el del XM cuesta contenerlo. Cuesta encontrar el punto de confianza que permite controlar a la bestia en el paso por el vértice y esto impide que el conductor se sienta cómodo, o al menos no tan cómodo como uno puede sentirse a los mandos de un BMW M2 o de un BMW M3. Mención especial a unos frenos infradimensionados que se agotan rápidamente por el peso y la tremenda velocidad que se alcanza.
Esto me lleva a decir que donde uno se siente más a gusto es en carreteras abiertas y cuanto más rectas, mejor. Vías donde puedas explotar la tremenda potencia con un simple roce al acelerador. Ilegal todo sea dicho de paso si nos alejamos de las tierras vírgenes de las Autobahn alemanas. En España no hay forma legal y/o sensata de explotar tanta potencia. No es un problema exclusivo del XM, pero si tenemos en cuenta que es donde se siente más a gusto, a un servidor le parece un desperdicio optar por algo así. Lo siento, pero no le veo mucho sentido al XM, o al menos no veo que ofrezca algo mejor o superior al resto de modelos de la gama M.
Es la joya de la corona, el autoregalo de cumpleaños de la división más famosa de la marca, la que ha dado significado a las siglas BMW. Los alemanes venden deportividad y un 50 cumpleaños exigía ofrecer algo más. La electrificación es positiva para alimentar el rendimiento, pero en este caso creo que BMW ha sido excesivamente conservadora. Matizo mis palabras apuntando a un gran rival; Mercedes. Los vecinos de Stuttgart plantean una electrificación mucho más radical con su gama E Performance, la cual he tenido ocasión de probar al completo recientemente. En ese caso sí que entiendo la electrificación como forma de expandir el rendimiento. Me explico.
La gama E Performance de Mercedes ha planteado una deportividad híbrida enchufable de alto rendimiento. La parte eléctrica sólo es el medio para un fin. Sus modelos no cuentan con la etiqueta CERO porque lo eléctrico no ayuda a reducir los consumos o las emisiones. La batería de alto rendimiento, cuyo desarrollo comparte con el de los monoplazas de Fórmula 1, se ha diseñado para soportar exagerados ciclos de carga y descarga. La entrega de potencia es descomunal, tremenda y asusta. Gracias a ello tienen en el mercado coches con 843 caballos de potencia y más de 1.400 Nm de par, como es el caso del AMG GT 63 E Performance.
Así es que como yo concibo la electrificación de un deportivo salvaje, saltándose a la torera cualquier limitación medioambiental que se precie. El cliente sabrá apreciar esa transgresión y la pagará a gusto. ¿Quieres un rendimiento salvaje? Lo tienes y lo tienes todo el rato. Los ingenieros de Mercedes han configurado la electrónica para que esta no se agote nunca. La batería no baja del 20% en ningún momento y siempre se tiene ese soporte adicional. En todo momento. BMW no lo ha hecho así. En el caso del XM la batería se agota por completo y lo hace pronto. El resto del tiempo se mueve con el impulso del V8, que no está mal, pero teniendo en cuenta los casi 2.800 kilogramos de peso, se queda corto.
No para el común de los mortales con SEAT León de 140 caballos, pero sí para el objetivo que se propone. BMW anunció a bombo y platillo una nueva generación de deportivos electrificados con el lanzamiento del XM, pero para mí se queda en un término medio que no me termina de convencer. Como ya he dicho antes, los alemanes han tratado de abarcar demasiado y han apretado menos de lo esperado. A nivel técnico Mercedes está por delante. No se puede ni negar ni esconder. El XM corre mucho, se comporta bastante bien y hace cosas increíbles, pero pienso que podría ser mucho más de lo que es y me da pena.
Todo esto te lo digo antes de entrar a valorar otro problema, el precio. BMW pide 180.000 euros, como mínimo, por su criatura. El problema en sí no es la cantidad que propone, sino lo que ofrece. A parte de un diseño demasiado ordinario, insisto que para un servidor, el conjunto híbrido enchufable no aporta una gran revolución a los sistemas térmicos tradicionales que me enamoraron en los otros SUV M de la casa. ¿Quieres un SUV con la letra más poderosa del mundo que corra una barbaridad, que sea elegante y que sea más rápido que el XM? Cómprate un BMW X5 M. No hay más. Ahí encontrarás la verdadera satisfacción. Un coche súper completo.
Conclusiones
Tras aparcar el XM en el garaje hay sentimientos enfrentados. Alabo el intento de ofrecer algo diferente, pero ni lo estético me parece acertado ni lo mecánico me parece correcto. Creo que BMW debería haberse desmelenado, haber tirado la casa por la ventaja con su regalo de 50 cumpleaños. Era el momento de ofrecer algo único y extraordinario. Un SUV híbrido enchufable capaz de dejar al mundo con la boca abierta y no sólo por su diseño. A nivel mecánico el XM no ofrece nada que no hayamos visto antes. La batería no debería agotarse nunca para así apoyar de forma constante a la parte térmica. Da igual si el consumo sube o las emisiones se disparan.
Al cliente potencial del XM le da absolutamente igual dichas cuestiones, lo que quiere es que un SUV diferente y extraordinario. En muchos sentidos el XM lo es, estética, calidad y equipamiento al frente, pero tras una semana con él no le he encontrado el verdadero significado y me pone triste. Podría, debería, haber sido algo mucho más glorioso. BMW debería pensarse esa enfoque de deportividad electrificada. Mercedes le ha marcado el camino y no tengo ninguna duda que a nivel técnico sus habilidades son superiores. Ya lo han demostrado en el pasado y seguro que lo harán en el futuro, pero en el presente el primer intento me ha decepcionado.