Prueba BMW Z4 Roadster 2019, legado de emociones
Llega la primavera, esa época del año donde las flores empiezan a abrirse y los cabrios a perder el techo. No hay mejor época para conducir un deportivo descapotable, y por ese motivo he probado el nuevo BMW Z4 Roadster.
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Publicado: 09/04/2019 20:00
La historia de la saga Z de BMW se remonta a los años 50, en una época en la que el Conde Albretch Goertz iluminó al mundo con el BMW 507. Aquel modelo icónico que rompió tantos corazones como moldes supuso el inicio de un idilio entre el fabricante alemán y los deportivos biplaza descapotables. Años más tarde, ya a finales de los 80, en un intento por recuperar la familia BMW lanzó al mercado el primero de sus Z modernos. El Z1 resultó estar tan adelantado a su época que sus escasas 8.000 unidades vendidas en tres años hablan por sí solas. De todos modos los alemanes, con su espíritu inquebrantable no se vinieron abajo.
Fue entonces cuando las cosas empezaron a salir bien, y tomando como inspiración el 507 sacaron al mercado el BMW Z3 a finales del milenio. Ese sí cambió las reglas del juego y reanudó el matrimonio de BMW con los roadster biplaza que quedaría reforzado con la aparición del Z8. Aunque también hubo una carrocería de techo duro en el Z3, la versión de lona fue la más comercial en sus seis años de existencia, alcanzando nada más y nada menos que 220.000 unidades vendidas en todo el mundo. Con estas cifras era lógico que BMW había dado con el filón, y en 2003 arrancó la era del BMW Z4.
Esa era nos lleva hasta el presente, más concretamente hasta el pasado Salón de París, momento en el que BMW decidió rejuvenecer y actualizar el Z4 tras casi dos años de parón comercial. Y en ese punto nos encontramos, con la tercera de sus generaciones a punto de pisar el asfalto de nuestras carreteras. Y por ese motivo BMW nos ha citado para que lo conozcamos, y lo que es más importante, para que lo conduzcamos para así determinar cómo de bueno resulta este pequeño tan pasional.
Antes de ese momento cumbre debemos analizar los cambios que trae consigo el Z4 G29. Visualmente hablando es un soplo, una bocanada, de aire fresco. Coge cualquier BMW compáralo con él y descubrirás que exteriormente no se le parece en nada. Los Z siempre han ido por su cuenta en lo que a diseño se refiere. Su compra es mucho más pasional que la de cualquier otro producto de la casa y eso debe recompensarse con un estilo diferente y en esta generación, rompedor.
En 2017 nos dieron un pequeño adelanto de cómo iba a ser el modelo de producción con el lanzamiento del Z4 Concept. Muchas voces quedaron sorprendidas y otras cuantas dudaron de si BMW realmente acabaría sacándolo así, y aunque no es tal cual al 100% del diseño lo es en un 90%, y eso es genial. Es la misma estrategia que siguieron con el BMW i8, y no les ha ido tan mal. Estéticamente hablando estamos ante un coche que en sus 4,34 metros de largo proyecta una imagen tan poderosa como deseable. En directo te aseguro que gana.
Transmite deportividad incluso desde parado gracias a sus nervaduras y líneas. A fin de cuentas es la forma más clásica de dibujar un deportivo roadster biplaza, una forma que ya arrancó en su predecesor el 507. Morro largo, conductor y copiloto colocados en medio de la batalla y zaga recortada. Durante más de 50 años esta ha sido la receta del éxito para este tipo de coches, y en este caso no se adultera salvo por la introducción de elementos visuales que realzan ese carácter pasional. Además me gusta el hecho de que BMW no se haya decantado por nada más exagerado que la pintura, nada de incorporar llantas de 22 pulgadas que no sirven de nada. Un clásico con aspecto de moderno.
La modernidad viene más de la mano en un interior que no puede ocultar la era en la que nos encontramos. Tecnología a rabiar y que no se esconde a la vista. Una vez más las superficies digitales toman el control del habitáculo, una al lado de la otra y separadas físicamente para estar juntas pero no revueltas. Ambas presentan un tamaño más que generoso. Aunque la del salpicadero es algo más pequeña que la del cuadro de instrumentos, es la más importante por la enorme cantidad de sistemas que se asocian a ella y que quedan recogidos por el paraguas del nuevo sistema operativo BMW Operating System 7.0.
Este no solo presenta unos menús remozados y actualizados, sino que también dispone de funcionalidades adicionales que también se trasladan a un cuadro de instrumentos plenamente digital que al igual que el otro panel muestra mucha información aunque en este caso más centrada en la conducción. Lo único que tengo que mencionar acerca de él es lo poco que me gusta su estilo, resulta algo "raro" de leer con unos indicadores de velocidad y revoluciones que no son del todo claros, o no al menos son tan sencillos como los de antaño.
Más allá de esas pantallas el resto del interior se completa con los ya habituales elementos de BMW. Es decir un módulo de climatización minúsculo insertado en las tomas de ventilación central, un panel de gestión de la radio que sigo sin entender para qué se mantiene, y un gran comando en el túnel central que recoge las diferentes programas de conducción así como el módulo adicional de control del sistema de infoentretenimiento para aquellos que no gusten de manejarlo de forma táctil. Junto a esa rueda se sitúa el botón de accionamiento de la capota que es capaz de descubrir el techo del Z4 en tan solo 10 segundos y circulando hasta un máximo de 50 Km/h.
Esa capota no es solo más rápida, sino que también es más ligera y compacta, quedando recogida tras los asientos sin apenas restar espacio a un maletero que crece en un 50% con respecto al viejo Z4. Sigue sin ser el parámetro que más importa en este coche, pero es un claro ejemplo del nivel de atención que ha prestado BMW. Como ya digo el espacio del baúl sigue sin ser excesivo, pero con 281 litros de capacidad permite meter un par de maletas de fin de semana y algo más.
En tan solo 10 segundos la capota del Z4 se repliega en la parte trasera sin restar espacio de maletero
Para completar el apartado de equipamiento el Z4 basta con decir que puede llegar a disponer de casi el mismo número de elementos de sus hermanos mayores, incluyendo una dotación de seguridad activa y pasiva de última generación. El verdadero equipamiento que interesa en este caso lo encontramos bajo nuestros pies. Con una nueva hornada de BMW's que no parecen BMW's, el Z4 es, sin ser de la familia M, uno de los miembros más pasionales y atractivos que hay en sus filas, y eso quiere decir que tiene que contentar al cliente más exigente de la marca bávara.
Por ese motivo se introducen elementos que dejan buena evidencia de por dónde ha querido ir BMW. Diferencial electrónico trasero M Sport, frenos deportivos y suspensión adaptativa M Sport forman parte de la dotación de serie de este coche, lo mismo que un chasis de nuevo diseño, una gama de motores revisada y renovada para la ocasión y una caja de cambios de ocho velocidades de tipo convertidor de par que se encarga de gestionar en todo momento el control del coche para que así la experiencia sea tan atractiva como segura.
Ya que hablamos de la parte mecánica decir que la gama del Z4 resulta algo corta pero no es casualidad. Todas las versiones son de gasolina con motores de cuatro o seis cilindros. La variante de acceso, el Z4 sDrive20i monta un propulsor turboalimentado de cuatro cilindros y dos litros que entrega 197 CV. A continuación nos encontramos con el sDrive30i que empleando el mismo motor eleva el rendimiento hasta los 258 caballos. El tope de gama llega firmado por una letra muy especial en la casa, el M40i. Eso quiere decir que monta un bloque de seis cilindros en línea de tres litros que desarrolla 340 caballos.
En todos los casos, como ya he dicho, la gestión del motor será encargada a una caja de cambios automática de ocho velocidades que enviará toda la furia del motor a las ruedas traseras. Si hablamos de prestaciones el Z4 mostrará una velocidad punta, limitada electrónicamente, de 250 Km/h, y una aceleración de 0 a 100 kilómetros por hora de 4,5 segundos. Todo ello sin saltarse las normativas de emisiones más restrictivas y con un consumo medio homologado mínimo de tan solo seis litros a los 100 kilómetros. Ahora, una vez controlada la teoría saltemos a la práctica.
Prueba BMW Z4 2019
Aunque BMW ya no suele proporcionar ese nivel de dinamismo salvaje que todos conocíamos, a no ser que sea en modelos más destinados a ese propósito como los M o las unidades 40i, esta prueba no versa sobre un coche más de la gama, no estamos ante un coche convencional si no pasional. A este coche sí le podemos exigir esa conducción que BMW tanto nos ha inculcado, así que la pregunta es fácil, ¿es el Z4 un BMW como Dios manda?
La respuesta más inmediata es sí. Muchas voces se levantaron en el pasado para decir que el viejo Z4 no tenía ese espíritu salvaje y deportivo que tanto se esperaba y que sí entregaba su rival más directo, el Porsche 718 Boxster. Para esta ocasión los de Múnich han querido corregir ese “error” entregándonos un coche mucho más en la línea de lo que se podría esperar de él. Todas las armas incorporadas nos llevan a ello y no defrauda en ese aspecto. De hecho me ha sorprendido el comportamiento tan diferente que puede llegar a dar.
¿El viejo Z4 era un GT pequeño? Muchos dicen que sí, y este también lo es pero solo en esos momentos donde se le pide que se comporte de forma cómoda y refinada. Ojo, es un roadster y aunque el sonido de la capota esté muy bien amortiguado es imposible camuflarlo por completo. Así que sí, hace ruido en su interior, pero es muy llevable incluso a alta velocidad. Se puede mantener una conversación sin problema alguno con toda comodidad y sin tener que dar alaridos.
Así que a nivel sonoro es un coche cómodo a ritmos normales y legales. Cuando apretamos un poco más empieza a desvanecerse esa sensación, pero sigue manteniendo una buena atmósfera. También es un coche relativamente cómodo. En travesías por carreteras sencillas o vías rápidas no perturban mucho la rugosidad o las irregularidades, siendo capaz de absorber los baches de una forma muy solvente, incluso en los modos de conducción más dinámicos y a priori más duros.
El Z4 se ha diseñado para situar al conductor en medio de una gran experiencia de conducción. Eso quiere decir que el conductor y el ocupante van situados justo en la mitad del coche para así repartir los pesos de forma óptima, 50% en el eje delantero y 50% en el eje trasero. Lo mínimo que se le pide a todo buen coche que precie llamarse deportivo. Con esa receta de mitades tenemos garantizado un buen comportamiento dinámico y un comportamiento muy neutro, no se nota un desequilibrio entre los ejes y de hecho me ha sorprendido el aplomo que tiene, propio de un coche mucho más grande.
Para conseguir este efecto BMW ha separado un poco más las ruedas delanteras y traseras. El ancho de vía es considerablemente más grande que con respecto a la generación anterior y eso obra milagros en su comportamiento. Es ágil a la par que estable y nervioso al igual que civilizado. Es un coche al que se le encuentran las cosquillas muy rápidamente, y una vez das con ellas no es nada salvaje, es bastante manejable de hecho. Puedes permitirte el lujo de sobreactuar sin perder la cabeza en el intento. No es un BMW M4 que siempre te lleva en el filo de la navaja.
Si quieres un rugido visceral tendrás que echar mano del M40i. El resto produce un buen sonido, pero no atronan
El chasis es estupendo, lo suficientemente rígido para aguantar un paso por curva y unos cambios de dirección salvajes, y lo suficientemente blando para no romperte la crisma a cada salida. El conjunto está muy bien dispuesto y tarado con una suspensión que modifica su comportamiento levemente cuando pasamos de uno a otro modo de conducción. No es el aspecto dinámico que más cambia porque de base ya tiene una configuración sobresaliente. Lo mismo que el tacto de los frenos, donde una vez más BMW demuestra que para eso es única.
Pero sinceramente creo que el nuevo Z4 es todo corazón, todo motor. La gama que ha dispuesto BMW puede no parecer demasiado grande, pero no se puede pedir más. Yo al menos no lo hago. Tras haber probado las dos variantes más potentes de la gama, el 30i y el M40i, dudo sobre cual escogería. La lógica me dice que me tire de cabeza a por el bloque de seis cilindros, pero mucho cuidado con el de cuatro porque es delicioso.
Ver cómo avanza el cuentarrevoluciones por encima de las 6.000 vueltas es una verdadera gozada. Empuja en un margen de revoluciones casi infinito y lo hace con una consistencia notable. Obviamente el M40i gana en este aspecto pero el 30i lo hace genial, de hecho no parece que esté ayudado por dos turbos. Su comportamiento elástico es propio de un bloque de gasolina de los de antaño. Gracias a ello puedes circular a velocidades de cárcel en un abrir y cerrar de ojos y con una seguridad pasmosa sin que el coche pierda los papeles ni empieces a sentir nada extraño. Firme como el pulso de un neurocirujano.
Ya sé que todos andaremos como locos tras los pasos del M40i, y no deberíamos culparnos por ello. Ese motor es un verdadero misil. De hecho corre más de lo recomendable. Si buscas elevar las prestaciones al máximo y buscar hasta la última décima perdida en tu paso por los circuitos es el que te tienes que comprar sin lugar a dudas, pero mis respetos para que el opte por el 30i, nadie le podrá decir que ha optado por la opción “light”, porque no desmerece nada en absoluto. Uno de los mejores motores de gasolina que hay ahora en el mercado, el otro lo montan sus colegas M40i y Toyota Supra por los motivos que ya todos sabemos.
Pero como digo con el M40i obtenemos lo máximo del Z4. Prestaciones, rendimiento, velocidad, aceleración, comportamiento El tope de gama trae de serie esas chucherías dinámicas que antes he mencionado, y obviamente lo convierten en otro coche. ¿Mejor? No lo creo, ¿más rápido? Seguro. Se lanza al asfalto como alma que lleva al diablo, y eso provoca que tanta velocidad le reste algo de espíritu al hecho de comprarse un roadster para disfrutar de la esencia de conducción más pura.
Por este motivo mi recomendación es hacerse con los servicios del 30i. Suficiente rendimiento, suficiente velocidad y encima nos ahorramos unos euros que podemos destinar a otros menesteres. Más vale un 30i muy equipado a un M40i pelado. Deseando estoy de volver a probarlo, porque creo BMW ha dado con la tecla. Puede que no tenga el comportamiento salvaje que un fanático de la marca apruebe, pero sin lugar a dudas es la variante que consigue ese espíritu que se le pide a un buen deportivo biplaza descapotable. Dulzura sobre cuatro ruedas.
Por sus precios el Z4 no es exageradamente caro, aunque eso no quiere decir que sea barato. La oferta inicial arranca en los 52.925 euros para el sDrive20i, 8.000 euros más para el sDrive30i y 75.365 euros para la versión tope de gama M40i. A partir de esos precios base podemos sumar mucho más equipamiento lo que irremediablemente conlleva un incremento en la factura final. Todos esos precios lo equiparan con sus más directos rivales, el Mercedes SLC, el Porsche 718 Boxster, el Jaguar F-Type Roadster y el Audi TT Roadster.
Conclusiones
Un legado es algo que se transmite de abuelos a padres y de estos a sus hijos. La familia Z de BMW arrancó su legado de una forma espectacular hace 60 años, y llega a nuestros días con un aspecto moderno pero muy en forma. El 507 era puro espectáculo a la vista y a la conducción, y el Z4 ha recibido esa herencia. Su estilo es espectacular y no menos lo es su conducción y las sensaciones que aporta. El BMW más pasional de todos sin entrar en la familia M. El BMW que todos querrán y que solo unos pocos podrán pagar.
Muchas son las cualidades de este coche y pocos son sus puntos negativos, pero para mí lo mejor es su esencia y su comportamiento. Tras haber probado el 30i y el M40i puedo asegurar que estamos ante una batalla fraticida muy interesante. Habrá quién quiera lo mejor de lo mejor, pero un servidor se queda con algo menos para conseguir mucho más. Poco más se le puede pedir a un roadster biplaza. Hacía mucho tiempo que un BMW no me emocionaba tanto, y con eso lo digo todo.