Prueba de consumo: Mazda6 Wagon 2.2 Skyactiv-D 175 AT AWD
Nos subimos al Mazda6 Wagon 2.2 Skyactiv-D 175 AT AWD para comprobar su eficiencia. El modelo japonés tiene una práctica ya atractiva carrocería familiar, el motor diésel más potente de la gama, una cómoda transmisión automática y un tracción total que aporta un plus de seguridad ¿Qué más se puede pedir?
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Publicado: 08/06/2017 09:00
El Mazda6 recibió una actualización hace pocos meses, aunque había que sacar la lupa para ver sus cambios estéticos. Pero lejos del plano visual, las novedades en equipamiento y mecánica sí que aportaron un valor adicional a este modelo tal y como pude comprobar en la presentación del Mazda6 2017. Para ampliar aquellas primeras impresiones he tenido oportunidad de convivir con la berlina japonesa durante muchos más kilómetros.
En base a la filosofía Skyactiv que se aplica en todos los componentes de la nueva hornada de modelos de la marca de Hiroshima, desde Mazda presume de una gama con “coches de gasolina con consumo de diésel y coches diésel con consumo de híbrido”. Siendo una afirmación muy atrevida, puse especial interés en comprobar cómo de eficiente podría llegar a ser la renovada berlina japonesa.
Dispuesto a devorar kilómetros elegí la versión más viajera posible. El Mazda6 Wagon 2.2 Skyactiv-D 175 AT AWD tiene, a priori, todo lo que uno quiere desear en un coche rutero: un diseño atractivo con carrocería familiar para cargar con la casa a cuestas, abundante equipamiento de seguridad y confort, el motor diésel más potente de la gama, una cómoda transmisión automática y un sistema de tracción total que aporta un plus de seguridad y confianza si el clima se revela.
Uno de los coches familiares más seductores
Para redondear la elección, la unidad que me acompaña tiene la combinación de color Soul Red exterior y tapicería blanca en el interior, la mejor a mi juicio. Sencillamente precioso. Además, una de las ventajas del habitáculo acabado en tonos claros es que se obtiene mayor luminosidad y sensación de amplitud. A ésta característica también aporta su granito de arena el techo solar practicable, aunque se echa en falta que tuviera un formato panorámico.
De todos modos la amplitud interior no sólo es una cuestión de impresiones sino una realidad. Las butacas delanteras cuentan con amplias regulaciones eléctricas y encontrar una postura cómoda al volante es muy sencillo. Los asientos traseros tienen un buen espacio longitudinal (aunque no brillan en altura) y permiten regular la inclinación del respaldo en dos posiciones. La plaza central es estrecha y menos confortable, como es habitual, pero aún así puede usarse sin remordimientos.
El volumen de carga del modelo familiar es de 522 litros hasta la bandeja, es decir, 42 litros más que el sedán. Un dato meritorio porque curiosamente el Mazda6 Wagon es 65 mm más corto que la berlina puesto que su carrocería se queda en los 4.800 mm de longitud. El espacio que ofrece el maletero es muy aprovechable por sus formas y está pertrechado con perchas, cintas y argollas para sujetar cualquier cosa, además de una práctica toma de 12V. Muy bien pensado. Debajo del piso se ubica un kit de reparación de pinchazos y una zona compartimentada para guardar objetos pequeños.
Con el maletero bien cargado, fue el momento de emprender la primera ruta con un recorrido de 350 kilómetros, casi todos por autovía y con un desnivel desfavorable de casi 200 metros. La mayor parte del tiempo rodé al mismo ritmo del tráfico, cerca del límite de velocidad y sin preocuparme especialmente de hacer una conducción eficiente con un resultado final de 6,5 l 100 km.
No tardé mucho en comprobar que el confort de marcha es notable pero el ruido de rodadura me pareció bastante elevado, obligando a subir el tono de voz para mantener una conversación con los ocupantes del vehículo. No recuerdo que me pareciese tan notorio durante el evento de presentación así que mis sospechas son que los culpables principales de este ruido eran los propios neumáticos.
Un viajero repleto de sistemas de seguridad y confort
En este vías rápidas es donde más partido se saca al nuevo Head Up Display, que tras el restyling ofrece un buen tamaño y calidad para leer perfectamente toda la información básica sin tener que apartar la mirada de la carretera en busca del cuadro de instrumentos. Además tenemos asistentes como el control de crucero adaptativo, el sistema de reconocimiento de señales de tráfico, el control de ángulo muerto o el asistente de mantenimiento en el carril.
Dejando atrás la autopista y entrando en zonas reviradas el comportamiento es intachable, con un dinamismo sorprende para un modelo con carrocería station wagon. El sistema G-Vectoring Control que ajusta la entrega de par de manera más óptima ayuda a que el comportamiento sea muy neutro y aporta mucha seguridad en los giros, haciendo que el familiar japonés tenga un comportamiento muy noble y siga fielmente el dictado del volante.
Si en estas carreteras de curvas nos animamos a aumentar el ritmo y a ser más exigentes veremos consumo por encima de los 8 l /100 km. Por el contrario, también hice varios recorridos con un kilometraje más reducido poniendo el máximo interés en practicar una conducción eficiente y bajar de los 5,5 l/100 km me resultó muy complicado así que me iba quedando claro que sería en ese rango de 5,5 - 8 donde me movería casi siempre salvo en terreno puramente urbano.
Como me esperaba, la conducción en ciudad no resulta el terreno ideal para este familiar desde el punto de vista de la eficiencia. El consumo urbano superó los 10 l/100 km con facilidad, muy lejos de los 6,4 l /100 km que homologa. Por lo demás, a pesar de su tamaño el Mazda6 Wagon se mueve bien y maniobrar es sencillo gracias a los sensores de parking delanteros y traseros y a la cámara posterior.
Para no perderse en zona urbana y sus alrededores resulta valiosa la última generación del sistema multimedia MZD Connect con pantalla de siete pulgadas, radio digital y navegación (con mapas Navteq) que funciona con mucha fluidez, propone rutas alternativas en caso de congestión y recalcula rutas con rapidez. Las funciones pueden manejarse desde la pantalla táctil (sólo cuando el coche está parado), utilizando comandos de voz o mediante el mando giratorio HMI situado en la consola central.
En frío, este 2.2 Skyactiv-D deja notar ligeramente pero con claridad las vibraciones, recordándome que este coche tiene un corazón alimentado por gasóleo. Una vez alcanzada la temperatura adecuada es más satisfactorio y entran en juego las nuevas tecnologías Natural Sound Smoother y Natural Sound Frequency Control que se encargan de atenuar la sonoridad que produce el motor en algunas bandas de frecuencia.
El sistema de tracción total inteligente i-ACTIV AWD está disponible exclusivamente en esta versión Wagon con 175 CV. A pesar de contar con tracción integral no pretende ser una versión campera y la altura libre al suelo es la misma que la del resto de versiones, así que no conviene alejarse mucho del asfalto. En las versiones con tracción total la capacidad del depósito de combustible es menor. Los 62 litros que caben en un modelo estándar se reducen a 52 litros para los Mazda6 AWD, lo que evidentemente implica visitar más a menudo la gasolinera.
Una de las cosas que me ha llamado la atención es que la estimación de autonomía restante es muy engañosa. Con el depósito lleno hasta arriba el ordenador de a bordo es tremendamente pesimista y arroja una autonomía inferior a los 600 km. Un dato que tiene poco sentido al contar con un depósito de 52 litros y que me anima a pensar que la reserva es muy cauta. Posiblemente se puedan superar largamente el centenar de kilómetros con el testigo de la reserva encendido.
No hay disponibles modos de conducción que varíen los parámetros del coche, todo depende del conductor
El recorrido de vuelta debía ser inferior al de la ida, porque esta vez el desnivel me favorecía. Y así fue la mayor parte del tiempo porque estaba rondando los 6,1 l/100 km pero me esperaban retenciones en el tramo final. En atascos es cuando uno más se alegra de tener una transmisión automática y así se puede uno olvidar del juego primera, segunda, punto muerto, primera, segunda, punto muerto, etc que se repite hasta la saciedad en retenciones durante unas decenas de kilómetros. El consumo final se quedó en 6,4 l/100 km, casi lo mismo que a la ida.
Conclusiones
Debo reconocer que los consumos logrados por esta versión me han impresionado poco. Quizá se deba a que tenía el listón puesto muy alto porque Mazda presume (no sin razón) de la tecnología Skyactiv. Los 6,7 l/100 km obtenidos al final de la prueba con casi 1.100 km recorridos no son un mal resultado, ni mucho menos, es una cifra correcta pero poco sorprendente porque algunos de sus rivales pueden obtener registros similares.
En relación al gasto de combustible, la ventaja de la mecánica Skyactiv-D de 175 CV no es su austeridad sino su estabilidad. Es decir, da igual a qué ritmo vayamos porque el consumo fluctúa poco así que cuando hace falta es posible aprovechar las buenas prestaciones que ofrece sin remordimientos. De todos modos hay que tener en cuenta que esta unidad lo tenía todo en contra. La aerodinámica del Wagon es peor que la del sedán (un CX de 0,28 frente al 0,26 de la berlina), la tracción total aumenta el consumo de combustible y el cambio automático también es más gastón que la caja manual.
¿Es una buena compra? Sin duda, sí ¿Es la mejor compra? Probablemente, si lo que buscamos es un buen punto medio. Pero en el caso de que el consumo sea nuestro principal requisito deberemos prescindir de algunos elementos que he mencionado anteriormente. La versión 4x2 con cambio manual nos servirá para recortar unas décimas de litro en el consumo promedio, además de ahorrarnos un buen puñado de euros en el momento de la compra del coche.
En el caso de que no estemos demasiado preocupados por la frugalidad y queramos una experiencia superior en dinamismo y confort, la gama del familiar japonés brinda una opción muy interesante: el Mazda6 Wagon 2.5 de 192 CV. Gasta un poco más, sí, pero la diferencia no es muy grande y a cambio el confort de marcha mejora notablemente por ser más silencioso y suave.