Prueba DS 7 Crossback, la quintaesencia del SUV francés (con vídeo)
El diseño y la calidad francesa se reúnen bajo una misma carrocería, la del DS 7 Crossback. El primer SUV diseñado por y para la renacida marca basa en el diseño su principal argumento de compra aunque esa puede ser su principal desventaja.
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Publicado: 13/06/2018 20:00
Los alemanes dicen ser los inventores del automóvil, y nadie les quita la razón, sin embargo no fue hasta que llegaron los franceses cuando los coche empezaron a resultar atractivos a ojos del comprador. Supieron conectar la movilidad y el diseño, y pocos fabricantes lo representan mejor que DS. La marca francesa, desde 2014 separada de Citroën, vive una segunda juventud, y el DS 7 Crossback juega un papel fundamental, por no decir vital, en el buen devenir de la marca. El primer modelo diseñado y desarrollado por y para DS.
Cuando decimos que los franceses tienen un estilo único para desarrollar coches, solo hay que mirar su historial automovilístico para darse cuenta. La primera vez que vimos las siglas DS fue en el año 1955, cuando fueron asociadas al 19, o más popularmente conocido como Tiburón. Hay que ponerse en la situación de aquellos años para darse cuenta de lo rompedor del diseño del DS 19. Tanto fue así que en el primer día en su exposición en el Salón de París acumuló más de 12.000 pedidos.
Aquella impronta se quedó para siempre en el ADN de DS, y a día de hoy el diseño sigue siendo lo primero para ellos. El DS 7 Crossback es viva imagen de ello, y está claro que no quiere dejar indiferente a nadie, y lo consigue gracias a una presencia que llama la atención. Por todo el coche se combinan los elementos que mezclan el estilo típico de un SUV con otros más elegantes alejados de esa atmósfera campera.
En la parte frontal cabe destacar una gran cantidad de elementos, como la enorme parrilla acabada en un negro lacado que aporta un extra de brillo, los grandes bloques cromados, y las ópticas, tanto las principales como las diurnas, que no solo sirven para iluminar el camino sino que también aportan ese toque de refinamiento. Todo queda resaltado y rematado por este acertado color cobre amarillento que DS denomina Gold Byzantine.
El lateral también ha sido muy trabajado, aunque es la zona menos creativa. Presenta rasgos típicos de todo crossover como el uso de plásticos negros en pasos de rueda y taloneras. Aquí también es donde uno se percata de las dimensiones de un coche que pertenece al segmento D-SUV, 4,57 metros de largo por 1,9 de ancho. El morro queda muy alto, al igual que la línea de carrocería que marca la cintura del coche. Todo ello sirve para generar esa sensación de empaque y robustez.
La trasera vuelve a abusar de elementos de generosas dimensiones, como el parachoques, algo excesivo, y el portón del maletero. Una vez más los toques cromados, como el antifaz que une ambas ópticas, marcan el estilo refinado donde cabe destacar unos faros que resultan impresionantes tanto de día como de noche. Por cierto, los franceses, tanto que presumen de diseño, han copiado a los alemanes a la hora de deshacerse de los tubos de escapes. Esos que se ven no llevan a ningún lado.
Seguro que todos habréis escuchado alguna vez eso del lujo francés. Los fabricantes franceses siempre dicen ser premium y aunque muchos no podrán ser tachados como tal, la cuestión es que DS sí que lo es, o al menos lo pretende. De puertas para dentro el ambiente que se percibe es de calidad, ya solo con el olor lo notas. Se ha prestado especial atención a los materiales empleados, siendo estos de buen gusto y con un tacto mejor al que vemos en muchos otros modelos. Superficies blandas se combinan con pieles y cueros de primera calidad como el de la unidad de pruebas que traía consigo la inspiración Opera, la más alta de gama, cuyo precio se sitúa por encima de los 2.000 euros.
Como ya digo todo está perfectamente confeccionado, con ajustes muy buenos que terminan de transmitir esa sensación de calidad. Sin embargo creo que los diseñadores han ido muy lejos con lo de priorizar la forma ya que han dejado de lado el tema de la ergonomía. En honor a la verdad es algo típico de DS, pues siempre tiene que dar ese toque discordante, como las ventanillas traseras, o mejor dicho la ausencia de ellas, del DS 4.
En este caso no estamos ante algo igual, pero sí que se nota que no se ha prestado mucha atención a eso de ser ordenados a la hora de colocar los botones. Un ejemplo, los elevalunas. Están en el túnel central, algo atípico y que a mí me causa bastante confusión ya que mi tendencia natural es echar la mano a la puerta. Sin embargo no considero que esto es lo peor, pues simplemente requiere un tiempo acostumbrarse y ya está.
Para mí lo peor son los botones que se ocultan tras el volante. Se ocultan sin querer ocultarlos, pero el resultado es ese. Dado que se sitúan tras el volante, éstos resultan prácticamente invisibles para el conductor, que de no conocerse la colocación de cada uno obligará a desviar la mirada con el consabido peligro que eso supone a la hora de circular. Caso similar es el mando del control de crucero que una vez más queda prácticamente oculto tras uno de los radios del volante. Un peligro que ya es habitual en casi todas las marcas francesas.
Donde no puedo poner pega alguna es en el apartado de tecnología y equipamiento. No se puede decir otra cosa que viene con todo lo que puedas necesitar y mucho más. Caben destacar una serie de elementos, como la gran cantidad de asistentes a la conducción incluido un sistema de conducción semi autónoma, denominado Connected Pilot, el control de crucero adaptativo, cámara de 360º, la carga por inducción, y así como el avisador de atención a la conducción que nos alerta cuando no estamos lo suficientemente centrados en la conducción. De hecho el equipamiento es tan amplio que solo se echa en falta un HUD, puestos a pedir
Como buen coche de su época, la presencia de pantallas es prominente. En la consola central cabe destacar la presencia de una cuyo tamaño oscila entre las 8 y las 12 pulgadas. Su manejo es táctil, y a través de ella podemos gestionar todo el coche, desde la navegación, el equipo de conectividad y la climatización. Dado que no hay un módulo propio para ajustar la temperatura, se debe realizar mediante clicks en la pantalla. Por un lado es algo negativo, ya que nos obliga a mirar al panel en lugar de a la carretera, y por otro hay que reconocer que dado que siempre está visible, la actuación es bastante más rápida que en otros modelos que copian este formato.
Pero a falta de una pantalla, qué mejor que poner dos. La otra la encontramos en lo que antiguamente era el cuadro de instrumentos. La presentación es muy similar a la que vemos en otros modelos de la casa PSA, sobre todo en Peugeot, aunque en este caso se ha cambiado el diseño de los gráficos para así parecer diferente. La cantidad de información que puede mostrar es increíble y su calidad no presenta queja alguna, aunque no se sitúa a la altura de otros modelos como los de BMW o Audi.
Dada la categoría premium que se pretende, lo que se busca es ofrecer la máxima comodidad posible en cada desplazamiento. De ello se encargan en buena manera unos asientos delanteros cuidadosamente diseñados. Su diseño es lo primero que llama la atención, pero es su comodidad lo que acaba de conquistarte. No sujetan especialmente al cuerpo, pero la verdad es que son ideales para hacer largos viajes. Además son calefactados, ventilados y tienen cinco masajes diferentes.
Obviamente las dos plazas delanteras serán las que disfruten de un mayor espacio, pero la verdad es que detrás tampoco se va mal. Con el asiento del conductor configurado para una estatura de 1,75, el espacio que queda para las piernas de los ocupantes traseros es más que suficiente, lo mismo que para la cabeza. La capacidad ideal es para cuatro pasajeros, pero un quinto no irá nada incómodo ya que como no se contemplan versiones 4x4, el suelo es completamente plano.
Aunque por su tamaño puede costarcatalogar al DS 7 Crossback, bien puede ser el más grande de los C-SUV como el más pequeño de los D-SUV. La cuestión es que ofrece un buen volumen de maletero que dispone de dos alturas. El volumen mínimo es de 555 litros, y el máximo de 1.752 que se logra al abatir la segunda fila de asientos en una proporción 60:40. Maniobra que se puede realizar tanto desde el maletero como desde el propio asiento.
Prueba DS 7 Crossback BlueHDI 180 CV
Adentrándonos en el terreno de lo mecánico y lo dinámico, decir que la gama del DS 7 Crossback no es especialmente amplia. La oferta está formada por dos bloques de gasolina y otros tantos diésel. Las potencias oscilan entre los 130 y los 225 caballos con cajas de cambio que en su mayoría son automáticas de ocho relaciones. En nuestro caso hemos podido probar la variante que a priori se nos antoja como más favorable tanto por rendimiento como por consumos; el BlueHDi de 180 CV con caja EAT de ocho relaciones.
Una vez dicho esto, hay que tener muy claro cuál es el enfoque general del DS 7 Crossback. Ese enfoque no es otro que el ofrecer el máximo confort posible en cada desplazamiento. Esto quiere decir que es un coche configurado para ser especialmente blando de reacciones. Por un lado tenemos una suspensión, que se asocia al sistema Active Scan Suspension. A través de la cámara, ubicada tras el retrovisor interior, escanea el estado del asfalto para preconfigurar la suspensión antes de llegar a un bache o a un obstáculo, de forma que los ocupantes lo noten lo menos posible.
La cuestión y la verdad es que se nota, aunque claro todo el sistema va asociado a una suspensión con un claro carácter rutero, muy blanda y claramente cómoda. Sinceramente es que en este aspecto no se puede poner ninguna pega, siempre y cuando no salgamos de la zona de confort del coche, donde claramente el DS 7 no se siente especialmente cómodo. Ni chasis ni suspensión están pensados para trabajar en una conducción alegre.
Tampoco lo está una dirección que resulta demasiado asistida. Es ideal para hacer cualquier maniobra en parado, pero no ayuda en nada en carretera der curvas contínuas donde apenas transmite información del guiado. Otro punto a mejorar son los frenos, a los cuales cuesta pillarles el tranquillo ya que el tacto no está muy bien regulado y cuesta hacer frenadas progresivas y suaves. Una sorpresa dado el resto de la configuración.
Sin lugar a dudas la mejor parte viene dada por la combinación del motor y la caja de cambios. Al igual que el resto del coche, ambos componentes actúan de forma relajada, los cambios de marcha son prácticamente imperceptibles, algo lentos incluso si actuamos desde las levas tras el volante. Da igual que seleccionemos el modo de conducción más deportivo de los 4 que hay; Eco, Confort, Normal y Sport. En pocos casos será necesario seleccionar este último ya que pocas diferencias se notan con respecto al los modos Confort o ECO.
La mejor parte del motor es la zona media de revoluciones, entre las 2.000 y las 4.000 vueltas, ya que ahí es donde encontraremos toda la fuerza del bloque, incluidos los 400 Nm de par. Todo esto quiere decir que en las salidas desde parado se muestra algo más perezoso, pero que no tiene problema alguno con los adelantamientos. Por este motivo creo que este bloque y esta configuración es la más óptima para el DS 7.
Si hablamos de consumos, la cifra media oficial que menciona DS para este motor es de 4,9 litros por cada 100 kilómetros. En nuestra prueba ha sido imposible acercase a dicha cifra, y de hecho cuesta bajar de los seis litros. Al final de la semana de pruebas, tras más de 1.000 Km recorridos en todo tipo de vías, principalmente autopistas a regímenes legales, el ordenador de a bordo ha terminado desprendiendo un dato de 6,5 litros de media. Una cifra muy alejada de lo oficial pero que tampoco es tan desorbitada si tenemos en cuenta el peso y la potencia del coche.
Por último tengo que mencionar algo que me ha resultado curioso y que me ha gustado enormemente, la visión nocturna y los faros de LED. A pesar de no ser matriciales los LED delanteros son sin lugar a dudas una gran recomendación (de serie en el acabado Grand Chic). Lo mismo se puede decir de la visión nocturna que no solo es que vea mucho más que nosotros en la oscuridad, es que además reconoce a los peatones y nos alerta de su presencia a través del cuadro. Un detalle que pocos coches del mercado son capaces de incluir.
En cuanto a los precios, la gama del DS 7 arranca en los 32.950 euros si lo asociamos con el acabado más bajo de la gama denominado Be Chic y al motor diésel de 130 caballos y cambio manual de seis velocidades. En el caso de la unidad probada que montaba el acabado más alto de gama denominado Grand Chic, la inspiración Opera, el motor diésel más potente así como diversos elementos opcionales entre los que cabe destacar el techo solar, la visión nocturna, el climatizador trizona así como todos los asistentes a la conducción, la factura final sin descuentos ni promociones asciende a 52.308 euros.
Conclusiones
A la pregunta de si ¿DS puede considerarse una marca premium? Creo sinceramente que sí, sin embargo opino que está un escalón por debajo en cuanto a las referencias del mercado, es decir Audi, BMW y Volvo, aunque también hay que reconocer que el precio a pagar no es el mismo. Pero sin lugar a dudas se puede decir que se posiciona por encima de las marcas generalistas del mercado, tanto por calidades como por equipamiento.
El DS 7 Crossback llega al mercado para tratar de conquistarlo desde el diseño, el confort y la tecnología. Estos tres puntos son los más destacados, pero obviamente también presenta algunas pegas como la ubicación de algunos botones del interior, el tacto de los frenos o la nada favorable conducción dinámica. Si tu presupuesto es de aproximadamente 50.000 euros y buscas un SUV cómodo y atractivo, éste es sin lugar a dudas uno de los que tienes que mirar, junto a otros modelos como el Skoda Kodiaq, el KIA Sorento o el Hyundai Santa FE.