Prueba Ferrari F40: el supercoche que nos robó la infancia (con vídeo)

El Ferrari F40 es uno de los coches más especiales de la historia. Un vendaval de sensaciones que a partir de ahora no estará reñido con un mínimo de seguridad para conformar una de las combinaciones más especiales que ruedan por nuestras carreteras a día de hoy. He probado un Ferrari F40, he probado un sueño con ruedas.

Prueba Ferrari F40: el supercoche que nos robó la infancia (con vídeo)

18 min. lectura

Publicado: 27/01/2019 20:20

La prueba de un Ferrari F40 puede ser el momento más especial de cualquier petrolhead. Para mí, este coche es algo más que un simple deportivo. La última creación de Enzo Ferrari. Nací en el 88, por lo que probablemente cuando arrancó la producción de esta joya yo estaba en la tripa de mi madre. En los 90 crecimos con imágenes y posters de este coche en las paredes de la habitación. Con el paso del tiempo se convirtió en el mito con el que Enzo soñaba. Su objetivo era evidente: dejar en la tierra un deportivo que reflejase su legado. El Ferrari F40 es probablemente el deportivo más especial de la historia. Al menos de la de Ferrari.

Hay coches más caros, más especiales y más laureados en términos de competición, pero sinceramente pienso que el Ferrari F40 marcó un punto de inflexión en la marca de Maranello. Enzo lo decía al hablar de este coche: “la gente demanda velocidad instantánea.” Llegó un momento en el que los coches de calle tenían que ser más rápidos, más salvajes, más emocionantes. No se demandaban coches rápidos y elegantes, como por ejemplo un Ferrari 250, se demandaban vehículos que soltasen adrenalina y prestaciones a chorro.

Todo el desarrollo del Ferrari F40 fue acelerado, con prisas, de aquellas maneras. A la italiana, en definitiva. En 13 meses el coche pasó de un pensamiento a estar sobre el asfalto. Enzo parecía ver que el fin de sus días se acercaban a toda velocidad y no quería dejar este mundo sin su firma, sin su manera de ver el futuro: el F40 debía ser el vehículo a partir del cual la marca tendría que seguir evolucionando. Es como si dejase una semilla plantada para asegurar la supervivencia de su legado, de su marca, de la manera en que Ferrari veía las cosas.

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Prueba Ferrari F40, el único del mundo con ABS

Nicola Materazzi fue el encargado del proyecto, mientras que Leonardo Fioravanti, trabajando para Pininfarina, se encargaría del diseño. Debía ser algo rompedor, algo diferente, algo que marcara la diferencia. Además de ser el legado de Enzo en la tierra también debía ser el vehículo para celebrar el 40 aniversario de la marca, por lo que no se limitaron a crear solamente un vehículo rápido, tenía que ser un escaparate tecnológico, poner a Ferrari en la cúspide de los deportivos de calle.

El Ferrari F40 se desarrolló como un coche de carreras para la calle. Enzo Ferrari era un apasionado de la competición y muchas veces afirmó que los coches de calle solamente eran una vía de financiación. El F40 contaba con chasis tubular de acero derivado de los modelos de competición, mientras que fue el primer Ferrari en utilizar materiales compuestos como la fibra de carbono o el kevlar. Insisto: debía ser un escaparate de la tecnología aplicada en Maranello.

El resultado fue un coche salvaje, con un comportamiento salvaje, un motor salvaje y una imagen, claro, también salvaje. Tras un proceso de fabricación artesanal, el Ferrari F40 se presentaba al público el 21 de julio de 1987. Sus cifras asustaban para la época: un cero a cien en 4,1 segundos y una velocidad punta de 324 km/h, siendo el coche más rápido del mundo y el primero en superar las 200 millas por hora. Era ligero y su motor, sobrealimentado con dos turbocompresores IHI, uno por bancada de cuatro cilindros, se encargaban de radicalizar su comportamiento.

Perfil del Ferrari F40: sencillamente brutal.

Prueba del Ferrari F40. Prueba de un icono.

Es increíble como un objeto pese al paso del tiempo te puede impresionar de la misma manera. La puerta del garaje se levanta despacio y el afilado morro aparece justo detrás. Es insultantemente bajo y ancho, casi dos metros, mientras que mide 4,36 metros de largo, un tamaño proporcionado. Hoy en día las marcas no dejan de añadir formas estrambóticas y numerosas tomas de aire en sus coches. El F40, pese a su afilado diseño, es capaz de mantener una coherencia estética, unas proporciones y una elegancia que le hacen acometer el paso del tiempo con confianza.

¡Luce sensacional! Es impresionante lo que sigue imponiendo este coche 30 años después de que fuese dibujado. Y hoy lo voy a conducir un buen rato. ¡Vamos! Las líneas son contundentes en todos sus ángulos: lo que mandaba en los 80. Abro la puerta y en el interior se vislumbra un interior mínimo (el siguiente nivel más allá de minimalista). Dos asientos tipo bucket, un salpicadero con tres relojes que te informan de la presión y temperatura del aceite y de la capacidad del tanque de combustible. Un cuadro de mandos y poco más.

Bueno, y dos elementos que son santo y seña de este coche, al menos bajo mi punto de vista: el volante y el pomo del cambio. Sencillos. Inmejorables. No sin esfuerzo entro en el habitáculo. El monocasco de fibra de carbono y kevlar dificulta algo el acceso hasta el bucket. Tu cuerpo se encaja en el asiento y por un momento te imaginas que estás en la parrilla de salida de las 24 horas de Le Mans. Tocas el pomo del cambio, el volante. ¡Qué maravilla!

Ferrari F40 a prueba. Su sonido es sensacional

Todo tiene un sabor muy racing. La llave, como la de cualquier buzón de correos, me da acceso a un nuevo universo. Doy el contacto y la bomba de la gasolina empieza a rechinar como si estuviese haciendo algo malo. El coche se arranca con botón, ¿pensabas que esto es algo moderno? Pues no. Pero hay que mantenerlo presionado, mientras el motor de arranque se encarga de dar vida a los ocho cilindros de esta bestia. ¿El resultado? Un orgásmico concierto de viento procedente de la triple salida de escape.

Conducir el Ferrari F40 requiere cierto proceso de adaptación

Toda mi vida he vivido pensando que lo más complejo del Ferrari F40 era su sistema de sobrealimentación, de la vieja escuela, de los de ‘nada-todo’. Pero en realidad, lo más complejo de este coche, a la hora de conducirlo, es la postura al volante. El habitáculo está moldeado por las necesidades técnicas del monocasco y eso provocó que los pedales se encuentren muy a tu derecha de lo que sería habitual en cualquier coche. El hueco para los pies es minúsculo y los tres pedales están pegados.

Es decir, conduces el coche con las piernas torcidas y si llevas un zapato de suela ancha, ojo porque tendrás que hacerlo también con el pie torcido. Por si fuera poco, los pedales son duros no, durísimos. Los tres. El embrague quizás sea el pedal más amigable y eso que es como una piedra. Los problemas vienen con el acelerador y el freno, ya que debes ser más sensible y dosificar mejor, algo realmente complicado con semejante dureza. Bueno, más que complicado, requiere cierto proceso de adaptación.

Si te vas a sentar ahí es que eres muy valiente.

En cuanto le empiezas a coger el tranquillo, las sensaciones solo hacen que mejorar. La dirección, sin asistencia, es deliciosa (deberían tomar nota fabricantes como Alfa Romeo o Lotus): firme y muy precisa. Pero lo mejor es el tacto metálico de la caja de cambios dogleg (con la primera hacia abajo). Primero la tocas con miedo y mucho cuidado, pero cuando empiezas a coger confianza, es absolutamente maravillosa: precisa, rápida y con ese tacto metálico y mecánico tan fabuloso.

Y qué decir del motor. Reconozco que empiezo la prueba del Ferrari F40 cauto: es un coche complicado y no quiero hacerme daño y mucho menos dañar al coche. Es un concepto completamente diferente a cualquier deportivo moderno, en el que te subes, aceleras a fondo y te puedes sentir como Fernando Alonso en cualquier tramo de curvas. Fáciles, dóciles, vehículos en los que de verdad la velocidad es instantánea y muy manejable.

En el Ferrari F40 la cosa cambia, ¡mucho! El tacto del acelerador no es fácil de manejar y te obliga a ser muy sutil para no ir todo el rato a tirones. Es como todo: cuando te adaptas a él, resulta muy agradable. En bajas, el coche no es contundente, pero cada toque de acelerador se siente de una manera especial en el habitáculo: las vibraciones, el sonido, ¡todo! Hundo el pedal derecho sin miedo y es a partir de las cuatro mil vueltas cuando la cosa se pone ‘chunga’. O maravillosa, debería decir.

Los pedales son durísimos

Puedo acelerar con confianza porque este Ferrari F40 lleva un angel de la guarda escondido de manera discreta. Así que me dejo llevar. Reconozco que he viajado en coches mucho más rápidos, pero también te digo que ninguno emociona como lo hace este. Es como llevar un bólido de carreras de otro tiempo, es algo distinto a todo. Sin duda, un coche así no es para dejarlo en un garaje acumulando polvo.

Un Ferrari F40 con ayudas electrónicas

El Ferrari F40 es un coche especial. Pues bien, este F40 en particular, uno de los pocos matriculados en España, lo es todavía más. Su dueño es un coleccionista poco habitual en nuestro país: se compra los coches para disfrutarlos. Su joya de la corona no iba a ser menos, por lo que se lo compró y decidió usarlo en todo tipo de condiciones, tanto dentro como fuera del circuito.

No obstante, hablamos de un coche extremadamente delicado: sin ABS, sin ningún tipo de ayuda a la conducción y con una rigidez extrema que lo hace especialmente sensible en aquellas situaciones con una adherencia baja. Es un coche que a la mínima te puede hacer un trompo, tanto por acelerar como por frenar. Tras varios sustos, decidió acudir a un equipo de ingeniería español para poder disfrutar de su juguete con mayor tranquilidad.

El Ángel de la guarda de este Ferrari F40

En el vídeo que acompañan a estas palabras puedes ver en mayor detalle las actuaciones realizadas en el coche, pero en resumidas cuentas: se dotó al vehículo de un sistema de antibloqueo de frenos, el ABS, así como de un control de tracción que gestionase las pérdidas de tracción para evitar problemas. ¿Cómo se hizo? Se diseñó una serie de componentes mínimamente intrusivos para poder adecuar la respuesta de los diferentes componentes del vehículo para conseguir una respuesta más progresiva y segura.

Se diseñó una rueda fónica junto a un sensor, encargados de medir la velocidad de la rueda. Toda la información se gestiona a través de una nueva centralita que se encarga de modificar la entrega de potencia para evitar peligrosas pérdidas de tracción. Esto tenía un problema: el F40 cuenta con dos centralitas independientes para cada bancada de cilindros. Se unificó toda la información en una única centralita (solo esto hizo aumentar la potencia del motor a más de 500 CV) para gestionar mejor la respuesta del motor.

Lo mejor de este sistema de controles electrónicos en el Ferrari F40 es que es completamente configurable, ya que cuenta con diferentes niveles de actuación: parecido al dial que tiene el Mercedes-AMG GT R para ajustar los diferentes niveles del control de tracción. Lo mismo ocurre con el ABS: se puede modificar según los diferentes escenarios. Si se quiere sentir toda la rabia del F40 como si estuviese de serie solamente se tienen que desconectar estos sistemas electrónicos y solucionado.

Modificaciones manteniendo intacto el espíritu original del modelo.

Además, el vehículo también fue equipado con un nuevo sistema de amortiguación para mejorar el equilibrio general, así como con un sistema de elevación de la suspensión para poder superar los badenes o las entradas de los parkings. Sí, en definitiva se buscó mejorar las condiciones prácticas de un coche absolutamente demencial.

El coche ahora es más rápido, más eficaz, más 'disfrutable' y más seguro. Por eso alguien como yo, sin demasiada experiencia en este tipo de bólidos de la vieja escuela, puede llevarlo a buen ritmo sin miedo a morir en la primera curva. Por supuesto, todos los elementos instalados en el vehículo se pueden extraer sin que ello suponga ningún problema y se puede devolver al F40 a su estado original.

Criticar un Ferrari F40 con controles electrónicos es fácil, pero creo que hay que aplaudir a aquellos dueños de coches como este que apuestan por disfrutar de ellos y no dejarlos acumulando polvo en un garaje. Este F40 no solo no pierde un ápice de lo que Enzo Ferrari quiso plasmar en él, sino que además se puede sacar toda su esencia en prácticamente cualquier momento, sin necesidad de ser un piloto profesional.

Si quieres escucharlo no te pierdas nuestro vídeo

Me despido del F40, el coche más especial que ha pasado por mis manos y el coche con el que la mayoría nos enamoramos de la firma de Maranello. En un mundo repleto de coches híbridos en los que se mide su emoción por las pulgadas de sus pantallas, todos deberíamos echar la vista atrás y medirnos ante coches así, en los que las emociones y sensaciones son absolutas protagonistas. Coches para divertirse. Coches para emocionar. La última firma de Enzo en la tierra fue un producto absolutamente fantástico. ¡Gracias!

Fotos: Raúl Salinas

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