Prueba Ford Capri, mala elección de nombre para un SUV eléctrico muy interesante
Ford está corriendo un riesgo con sus últimos coches eléctricos. El Ford Capri lleva al extremo un sistema de nombres que no gusta a muchos. Ya lo hemos probado para saber si su comportamiento equilibra la batalla.
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A la hora de crear un nuevo coche las marcas tienen que enfrentarse a numerosos retos. Desde el diseño exterior a la tecnología, pasando por la mecánica o la habitabilidad. Aunque parezca algo menos importante, el nombre resulta clave. Todas las marcas quieren hacer que su coche se transforme en una familia o una marca en sí misma, como es el caso del Ford Mustang. Sin embargo, los americanos creen que todo es posible en esta vida y por ello su nuevo coche eléctrico, el Ford Capri, ha generado más rechazo que atracción.
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Los de Michigan siempre han sido partidarios de aprovechar su pasado para impulsar su futuro, al igual que muchas otras marcas. Ford ha recurrido constantemente a nombres clásicos para denominar modelos modernos, como es ejemplo del Ford Puma. Sin embargo, esta estrategia se ha acelerado con la llegada de los modelos 100% eléctricos. Primero con el Mustang Mach-e en 2020 y ahora con las primeras unidades derivadas de la asociación con el Grupo Volkswagen. Primero el Ford Explorer y ahora el Capri.
Si ya tienes unos cuantos años de carnet y viviste tu juventud en la década de los 70 y 80 pondrás un rostro muy bien diferente al nombre de Capri. Ford Europa lo presentó en 1969 como un deportivo para el pueblo. Un coupé que intentó ser el Mustang europeo. Si bien no llegó a acumular la fama del americano, el Capri sí que dejó muy buen sabor de boca en sus 20 años de vida comercial y tres generaciones. Llegó a ser un coche muy querido por muchos conductores europeos, principalmente británicos. Los mismos conductores que hoy compran coches eléctricos.
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Había muchos nombres que emplear, pero Capri era uno de los de más riesgo. Aún así, Ford se la ha jugado y tras más casi 40 años de ausencia el Capri ha retornado a la vida, pero de una forma muy diferente, casi obscena, de lo que en su día fue. Los americanos aseguran que es un coupé, pero se olvidan de que es un SUV de cuatro puertas. El nuevo Capri no se parece en absolutamente al viejo, por mucho empeño que los diseñadores hayan puesto, las comparaciones resultan hasta vergonzosas. ¿De verdad no había otro nombre en la historia de Ford para este nuevo eléctrico europeo nacido en Alemania?
Dejando a un lado el tema nombre, que no me gusta nada, el Capri eléctrico se basa en la plataforma MEB del Grupo Volkswagen. La misma estructura que presentan todos y cada uno de los ID de Wolfsburgo, además del Ford Explorer europeo que ya probé hace unos meses. Puede decirse que el Capri es un primo muy cercano de los CUPRA Tavascan, Volkswagen ID.5 y Skoda Enyaq Coupé. Su coges un metro verás que las medidas son prácticamente calcadas entre sí. Ford anuncia 4,63 metros de largo y una distancia entre ejes de 2,77 metros. Claramente se posiciona en el segmento D-SUV.
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En dicha categoría encontramos al coche eléctrico más influyente del mundo, al todopoderoso Tesla Model Y. Es inevitable fijar comparaciones. La última revisión del SUV americano ha introducido novedades, pero sinceramente te digo que para mí Ford ha hecho un mejor trabajo con la cabina del Capri. Está bien acabada y es más funcional. Las pantallas también toman el protagonismo, pero en este caso con más lógica. Me gusta como los americanos han resuelto algunos espacios como el secreto hueco que se esconde tras la pantalla central de 14,6 pulgadas. De hecho, considero que Ford presenta un mejor trabajo que sus colegas y socios de Volkswagen.
No me gustará su nombre, pero tengo que reconocer que de puertas para dentro el Capri está muy bien presentado tanto en tecnología como en calidad. La habitabilidad tampoco supone ningún problema. La segunda fila es espaciosa incluso para los pasajeros más altos. También es confortable y cuenta con varios recursos de confort como salidas de ventilación y tomas USB. El maletero del Capri anuncia un volumen mínimo de 567 litros para las unidades con acabado Premium (572 litros para el resto de la gama).
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El nivel Premium es el más alto que Ford ofrece en nuestro mercado. Por debajo sólo está el acabado base, que incluye mucho equipamiento. Destacan las ya mencionadas pantallas así como faros Full LED, llantas de 19 pulgadas, asiento del conductor eléctrico y calefactado, cargador inalámbrico, conectividad inalámbrica para dispositivos móviles y una larga colección de asistentes que permitirán, en un futuro, alcanzar un nivel de autonomía de nivel 2, un escalón inferior al que ofrece Mustang Mach-e. Lo que no me gusta es que la tan recomendada bomba de calor siempre es un elemento opcional nada barato, cuesta 1.300 euros.
A nivel mecánico hay tres opciones sobre la mesa. El modelo de acceso ofrece 170 caballos de potencia y una batería de 52 kWh de capacidad neta con 393 kilómetros de autonomía oficial (ciclo WLTP). El modelo intermedio incrementa el rendimiento hasta los 286 caballos y la batería de litio hasta los 77 kWh de capacidad neta. Esta versión ofrece la máxima autonomía que el Capri es capaz de generar, hasta 627 kilómetros homologados en ciclo WLTP. Por último, Ford nos propone un Capri de motor dual y 340 caballos con batería de 77 kWh de capacidad y una autonomía oficial de 592 kilómetros (ciclo WLTP).
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Como ya hemos dicho, el Model Y se establece como la referencia absoluta de la categoría, tanto en precio como en eficiencia. El listado de precios indica que el Ford Capri está disponible en España en una horquilla de precios entre los 47.216 y los 64.250 euros, sin tener en cuenta ofertas, promociones o ayudas oficiales. Equitativamente hablando, un Model Y viene a costar aproximadamente un poco menos. Un Capri de gran autonomía y 286 caballos de potencia cuesta no menos de 54.264 euros, sin descuentos. Toda la gama se puede acoger al Plan MOVES III, si es que vuelve a estar disponible.
Al Volante del Ford Capri
El Capri original era una fuente inagotable de pasión y sensaciones. No tenía mucha potencia, pero no la necesitaba para emocionar. Un deportivo con el que poder disfrutar de la más pura y visceral conducción. El nuevo Capri, a pesar de ser más potente, más dinámico y más rápido no puede decir lo mismo. Es un eléctrico y como buen eléctrico, levanta poquitas pasiones al volante. Eso sí, es muy refinado, es agradable de conducir y contamina menos que el Capri con el que crecimos. Algo es algo.
Tampoco quiero ser cruel. Está claro que un coche eléctrico jamás podrá igualar las sensaciones de un coche de combustión y mucho menos que las del Capri original. No puedo comparar ambos Capri porque son coches totalmente diferentes. Si puedo, en cambio, alabar el trabajo de los ingenieros y desarrolladores de Ford al conseguir crear un coche que se conduce mejor que su primo hermano el ID.5. Es increíble como con la tecnología desarrollada por Volkswagen los americanos han hecho un mejor trabajo que los alemanes. Bastante mejor
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Dinámicamente hablando es bueno. El centro de gravedad y la patada eléctrica le favorecen. El guiado es preciso y se podría decir que es más entretenido que su colega germano. Responde bien en cualquier entorno, aunque saca lo mejor de sí en cuanto nos comportamos civilizadamente. En ciudad es funcional a pesar de su tamaño. En carretera es refinado y está bien aplomado. Y en un tramo más retorcido se mueve con bastante soltura. El mayor inconveniente es el peso, entre 1.914 y 2.174 kilogramos, combinado con unos frenos de tambor traseros. El Capri coge con la velocidad con soltura, pero hay que saber detenerlo llegado el momento.
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Hay varios modos de conducción: Eco, Confort, Sport e Individual. En este último podemos gestionar diversos parámetros a nuestro antojo, en función de nuestro tipo de conducción. El resto, como es obvio, configuran el coche dependiendo de si queremos ajustar la programación más potente o la más ahorradora. La versión más equilibrada es la de en medio. El cambio presenta un modo B con el que podemos elevar la retención al quitar el pedal del freno. No actúa como un formato de pedal único, pero sí que ayuda mucho en una conducción urbana o en carreteras secundarias donde no será necesario abusar de los frenos.
En cuanto a eficiencia, consumos y autonomía, Ford asegura que el gasto energético medio está entre los 13,3 y los 15,8 kWh/100 kilómetros recorridos. En un mundo real será difícil lograr esas cifras. Durante esta primera toma de contacto el consumo medio obtenido ha sido de 18 kWh por cada 100 kilómetros recorridos. Un registro que me parece muy aceptable teniendo en cuenta las difíciles condiciones de la prueba, transitada por autopistas y puertos de montaña con un frío helador. En cuanto a carga, el Capri ofrece alimentadores de entre 135 y 185 kW en corriente alterna. En condiciones ideales es capaz de recuperar del 10 al 80% de la carga de la batería en 26 minutos.
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