Prueba Infiniti QX30 2.0t AWD, el valor de ser diferente
La gama mecánica del Infiniti QX30 ha aumentado con el nuevo motor de gasolina 2.0t de 211 CV. Te mostramos en vídeo cómo se comporta el crossover japonés con este propulsor, que siempre está asociado a un cambio automático y la tracción total.
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Publicado: 31/10/2018 20:00
Decía Marc Twain que “cada vez que te encuentres del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”. Dentro de los SUV premium las marcas alemanas son la opción predilecta por abrumadora mayoría, pero no la única. Una de las alternativas más interesantes la propone el Infiniti QX30, un modelo que ha ampliado su gama con la incorporación de un nuevo motor de gasolina 2.0t de 211 CV.
Resulta curioso que uno de los modelos que ofrece esa capacidad de diferenciación y personalidad esté en realidad íntimamente relacionado con Alemania. El crossover QX30 está derivado del hatchback Infiniti Q30, que a la vez está emparentado con el Mercedes Clase A de la generación que acaba de abandonar el mercado. Comparte con el alemán la plataforma, los motores, la transmisión y otros muchos elementos pero, sin embargo, por fuera nada desvela ese vínculo.
El QX30 muestra un diseño muy personal que a pocos deja indiferente. Aunque la mayoría de SUV de este tamaño siguen la tendencia de lucir un aspecto robusto y grande, el modelo de Infiniti ha apostado por conservar las bellas líneas del Q30 con volúmenes muy marcados, suaves y estilizados que tienen un toque oriental, una identidad que ganará fuerza en los próximos años. Un estilo propio que resulta de agradecer para quienes busquen salirse de la norma y quieran sobresalir frente al resto.
Con respecto al Q30, el QX30 muestra muy pocas divergencias estéticas en el plano general pero sí que se descubren al echar un vistazo más detenidamente. Los paragolpes, con una moldura cromada en la parte inferior, el borde en plástico negro que recorre todo el contorno del coche, y las barras de techo son signos propios del SUV japonés. También varía el diseño de las llantas de aleación, que son de 18 pulgadas y cinco radios dobles para este modelo, y la altura libre al suelo, ya de por sí generosa en el Q30 pero que el QX30 eleva en 30 mm más.
De puertas para adentro inmediatamente queda claro que el interior del QX30 es acogedor y casi idéntico al del Q30. Además aquí sí que muestran más similitudes con el Clase A y el GLA, modelos con los que comparte la instrumentación, los botones del volante, los mandos del elevalunas y las luces, el módulo de climatización, la base del cambio, en fin, muchos elementos idénticos.
Sin embargo hay otras cosas del habitáculo que cambian y aquí hay que alabar a Infiniti. El anterior Clase A no era un portento en cuanto a calidad de acabados y en su interior había bastante plástico de calidad discutible y algunos ajustes mejorables, defectos que no están presentes en el QX30. La marca japonesa ha sabido emplear materiales de mejor calidad y optimizar su ajuste y solidez. Es decir, lo que ha cambiado Infiniti lo ha cambiado para mejor y en general la atmósfera parece más lujosa y agradable. Pocos fabricantes pueden decir que presentan una calidad superior a la de Mercedes y en este caso Infiniti puede presumir de ello.
El sistema multimedia es propio de la marca japonesa. Tiene una pantalla LCD táctil de 7 pulgadas así que no es especialmente grande si lo comparamos con varios modelos de la competencia y lo cierto es que, además, parece un poco anticuado en cuanto a calidad de imagen y diseño del interfaz. Tiene un sistema de reconocimiento de voz, tecnología Bluetooth con audio streaming, sistema de navegación y radio digital (DAB), entre otras funciones, y está vinculado a un equipo de audio Bose con 10 altavoces que proporciona una magnífica calidad de sonido.
Los asientos están tapizados en cuero y resultan muy confortables, con la salvedad de que las plazas delanteras muestran poca altura hasta el techo teniendo en cuenta que estamos en un SUV. Para ser un crossover de 4,4 metros de longitud el interior no resulta muy espacioso y eso se nota sobre todo atrás porque las plazas posteriores son algo justas para dos pasajeros de estatura media, tanto para la cabeza como para las piernas. Además la sensación es un poco claustrofóbica debido a la poca superficie acristalada que provoca la elevada línea de cintura y al grueso pilar C. Parece claro que el QX30 no está pensado como un vehículo muy familiar.
Esta característica de ser algo pequeño por dentro también se aprecia en el espacio de carga. Con apenas 430 litros, el maletero es pequeño en comparación con sus rivales del segmento. El portón deja un acceso bastante amplio y además contamos con un práctico doble fondo. Los asientos traseros se abaten en una proporción 60:40 para ampliar el volumen hasta los 1.223 litros.
La gama del QX30 está compuesta por sólo dos motores: un diésel de 170 CV y un gasolina de 211 CV que se incorporó a la gama este verano. La diferencia de precio entre una motorización y otra es de 2.925 euros a favor del diésel, pero creo que el gasolina es una buena elección porque da mejores prestaciones y es mucho más refinado.
Se trata de un motor de 2,0 litros turbo con cuatro cilindros que mueve con facilidad al QX30. De hecho acelera de 0 a 100 km/h en sólo 7,3 segundos, que está muy bien, aunque no es un coche que busque ofrecer sensaciones deportivas. Está claramente orientado hacia el confort.
Eso se nota en que el motor no tiene un comportamiento explosivo sino que entrega su potencia de manera muy progresiva. Además es muy elástico, el par máximo de 350 Nm está disponible desde sólo 1.200 rpm mientras que la potencia máxima de 211 CV se entrega a 5.500 rpm lo que nos da un rango de utilización amplísimo.
También anima a una conducción tranquila el cambio de marchas. El QX30 sólo está disponible con un cambio automático DCT de 7 velocidades y aunque es de doble embrague no es especialmente rápido, sobre todo si tenemos seleccionado el programa Eco, pero sí que es siempre muy suave, con transiciones de marchas prácticamente imperceptibles. También permite el manejo de manera secuencial a través de levas ubicadas tras el aro del volante.
La insonorización es buena, el tacto de la dirección eléctrica es razonable y la suspensión tiene un tarado que ofrece un buen compromiso entre estabilidad y comodidad. Todo ello repercute una vez más en que sea muy agradable, mostrándose fácil de conducir y ofreciendo en todo momento un gran confort de marcha así que anima a hacer viajes largos.
Mencionaba antes que la carrocería del QX30 está muy alejada del suelo y es uno de los rasgos llamativos de este modelo. Alcanza los 202 mm de altura libre, mucho más que la mayoría de SUV de este segmento. De hecho, prácticamente sólo tienen una distancia mayor modelos con un enfoque decididamente offroad como el Jeep Compass o el Subaru XV.
El SUV de Infiniti no es, sin embargo, un modelo con dotes camperas pero sí que permite moverse fuera del asfalto con más soltura de lo que se espera en un coche con una imagen tan urbanita y elegante. También ayuda que todas las versiones vayan equipadas de serie con un sistema de tracción total, algo que beneficia el agarre en condiciones de baja adherencia.
El equipamiento de seguridad es muy amplio disfrutando de elementos como los faros LED adaptativos, siete airbags (incluyendo uno de rodilla para el conductor), la advertencia de abandono de carril (LDW), el sistema de advertencia de colisión frontal (FCW) o el reconocimiento de señales de tráfico. Además, Infiniti también implementa un práctico asistente de aparcamiento automático con cámara de visión periférica y detección de objetos en movimiento.
El nuevo Infiniti QX30 2.0t 7DCT AWD está disponible desde 48.950 euros. Un precio notable pero hay que tener en cuenta que con este motor de gasolina el crossover sólo está disponible en un único acabado denominado Premium Tech. Es el tope de gama y lleva absolutamente todo.
Es decir, es un SUV de más de 200 CV con navegador, faros LED, asistente de aparcamiento, todo el equipo de seguridad imaginable, tapicería de cuero, navegador, techo solar, cambio automático y tracción total, dejando únicamente a elección del comprador el color exterior y el color de la tapicería. Así que el precio se puede justificar por ese equipamiento de serie tan abundante, además de su confort de marcha y su estilo diferenciado del resto de crossovers del segmento.
Sería de agradecer una gama más amplia en cuanto a motores y acabados pero el principal hándicap de este Infiniti es la habitabilidad que está por detrás de muchos de sus rivales porque tiene unas plazas traseras no demasiado habitables y un maletero bastante justo. No se puede tener todo, pero sí se puede apostar por ser diferente y diferenciarse de la mayoría.