Prueba Jaguar F-Type R Coupé (III): conducción
Tercer capítulo de nuestra prueba del Jaguar F-Type R Coupé. Llega el momento de hablar de las impresiones de conducción del modelo más deportivo de la marca británica. Con una aceleración de 4,2 segundos para alcanzar los 100 km/h partiendo desde parado y una velocidad máxima de 300 km/h las emociones fuertes están aseguradas.
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Publicado: 13/08/2014 14:42
Llega la hora de la verdad. El momento de conducir en nuestra prueba del Jaguar F-Type R Coupé.
Con la llave en el bolsillo, pulsamos en botón dorado en el que pone "Start engine Stop" y el V8 5.0 se pone en marcha. Tengo que reconocer que es uno de los automóviles que he conducido en el que esta operación resulta más satisfactoria. Las agujas de los relojes cobran vida de forma súbita y se tumban en el otro extremo del tacómetro y cuentarrevoluciones. De repente, un bufido que te pone los pelos de punta nos llega desde atrás.
La primera vez que lo hice estaba en el garaje de Jaguar España y allí, bajo la luz de los neones y a una decena de metros bajo tierra, la sensación fue espeluznante. Este coche te hace sentir su potencia incluso antes de ponerte en marcha. Eso mola.
Engranamos primera y nos vamos. Los primeros metros son amables. El coche es suave, dócil y fácil de conducir. Incluso cómodo para moverse en el tráfico urbano de no ser por la reducida visibilidad en diferentes ángulos. Pero esto no es un monovolumen completamente acristalado, ni falta que hace. También notas la presión del público. El coche es un imán de curiosos y todo el mundo te sigue con la mirada hasta que te alejas. No me extraña.
Por ahora no hay nada llamativo. Todo transcurre dentro de la normalidad, siempre que podamos decir que normalidad es conducir uno de los mejores deportivos del mundo. Pero el coche es cómodo. Es un Jaguar y eso no hay que olvidarlo nunca. En la marca son conscientes de ello. Como ya te conté al hablar del diseño interior, el cuero está por todas partes, incluso el grueso aro del volante. Y eso ayuda mucho en esa confortable sensación al conducirlo.
En estos primeros minutos si que aprecio cierta diferencia con respecto a otros modelos, especialmente alemanes. Hay espacio de sobra en el interior, pero sigue siendo más pequeño que algunos de sus rivales.
Salimos a carretera y las sensaciones cambian muy levemente. El coche es estable y tiene mucho aplomo en autovÍa, donde hacemos kilómetros y más kilómetros sin fatiga. En esto también es un Jaguar. En esos recorridos podemos jugar con los consumos y ver si conseguimos que el poderoso V8 se conforme con unos 9 litros de sin plomo 98 a los 100 kilómetros.
Es todo un placer hundir el pie derecho y escuchar su poderío
En ciudad está calculado que llegamos a los 16 y eso contando con que el motor tiene sistema de parada y arranque automáticos para los semáforos y demás. Pero estamos hablando de un V8 de 550 CV así que tampoco nos vamos a poner quisquillosos con este tema.
Llegamos a las carreteras de montaña, llegamos a la diversión. Me detengo un momento para pulsar uno de los botones de la consola. El gráfico es bastante explícito: dos tubos de escape. Acabo de activar las mariposas que modula el sonido de la mecánica, ahora más salvaje.
De hecho, creo que nunca había conducido un coche de calle que tenga un sonido tan espectacular como este y en la lista hay unos cuantos AMG, Ferrari, Porsche, Maserati, Aston Martín, etcétera. No soy el único que lo piensa. Entre los compañeros, todos coincidimos en que Jaguar ha ido un paso más allá en este sentido.
El V8 del Jaguar F-Type Coupé gorgojea a bajas vueltas como si estuviese mal carburado y, en parado, no se puede subir por encima de 4.000 rpm para proteger la mecánica de los acelerones sin sentido. Pero hay que reconocer que es un placer hundir el pie derecho y escuchar el poderío, bramido o rugido (como lo queráis llamar) de este motor. Muy pocos en todo el mundo son capaces de igualarlo en este aspecto.
En cuanto al comportamiento dinámico del Jaguar F-Type R Coupé, cuando buscamos su carácter, hay que decir que el coche corre tanto como podemos suponer. El motor empuja (y suena) como una bestia desde abajo. La sobrealimentación corre a cargo de un compresor volumétrico y eso hace que los bajos sean salvajes.
Aceleras y el R te sacude como si fueras un insecto a merced de una ventisca. Con la caja de cambios en modo manual podemos estirar las marchas hasta 7.000 vueltas, incluso más de lo que interesa para ir lo más rápido posible. Pulsas la leva derecha y entra la siguiente relación de forma instantánea. Trabajo de ZF con este elemento ha sido excelente fin necesidad de recurrir a un doble embrague. Sube y baja rápido, acompañando, en esta última maniobra, con los petardazos de las reducciones.
Si pulsamos el botón de la consola para seleccionar el modo más deportivo, se modifica la respuesta del acelerador, motor, dirección y suspensión. Todo se vuelve tan instantáneo que asusta. Se notan los muelles más rígidos de esta versión en ambos ejes aunque el asfalto bacheado nos llega demasiado a la dirección y al respaldo del asiento.
También me han gustado los frenos, no son los carbocerámicos, pero con el tamaño que tienen muerden y te paran con mucha fuerza. Recuerdo que el alerón retráctil también trabaja en este sentido, así como para circular con mayor aplomo en carretera.
En definitiva, el coche es una delicia de conducción por las sensaciones que trasmite. Puede que los haya más rápidos, aunque con un 0-100 en 4,2 segundos y 300 km/h de velocidad punta no hay muchos, pero pocos tan genuinos. Y eso, en los tiempos que corren es aún más importante.
Fotos: José Armando Gómez