Prueba Mazda CX-3 2018, más sofisticado para marcar la diferencia (con vídeo)
La puesta al día del Mazda CX-3 saca a la palestra uno de los crossovers urbanos más completos e interesantes del mercado. El modelo japonés propone un diseño actualizado, interiores de mayor calidad, más equipamiento y motores revisados y eficientes.
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Publicado: 23/09/2018 20:00
El Mazda CX-3 es el segundo modelo más vendido del fabricante japonés en Europa. El SUV urbano tiene una importancia trascendental en la gama y le ha llegado el turno de una puesta al día para reforzar su propuesta. Cambios que llegan en el apartado estético, pero también a su oferta mecánica y equipamiento para ofrecer un producto más maduro.
Durante la presentación europea del nuevo CX-3 2018 he tenido la oportunidad de comprobar que los cambios estéticos introducidos en este facelift han sido muy sutiles pero bastante interesantes. Para empezar el CX-3 2018 propone una parrilla de nuevo diseño tridimensional con barras horizontales dobles acabadas en negro brillante. El marco cromado se extiende a ambos lados para ofrecer una unión visual con los faros de LED adaptativos.
En la parte inferior el paragolpes ha sido actualizado respecto al modelo anterior, ahora con unos antinieblas de nuevo diseño y, en el caso de la versión superior, unas elegantes molduras cromadas que también están presentes en el lateral del vehículo. Otras de las novedades son la pintura Soul Red Crystal que propone un color rojo más intenso y brillante, los pilares B y C rematados en negro brillante y unas nuevas llantas de aleación de 18 pulgadas.
En la parte posterior la diferencia más evidente son los nuevos pilotos que ahora son de LED y tienen un diseño inspirado en los del Mazda CX-5. El resto de elementos se mantienen con unas líneas limpias y un spoiler y una doble salida de escape como guiños a la deportividad. La longitud total no cambia, 4,28 metros de largo para este SUV del segmento B que tiene una vocación urbanita.
El habitáculo del crossover japonés sigue siendo muy sobrio y de carácter minimalista. El diseño es más elegante que juvenil y casi todo es de color negro, como es habitual en los últimos modelos de Mazda lanzados al mercado. Sin embargo este CX-3 2018 parece haber querido dar un toque de alegría con unas salidas de ventilación biseladas en color rojo, siendo el único detalle que aporta algo de color.
En general se aprecia mucha calidad para este segmento. Está bien terminado y en los acabados superiores el interior del CX-3 disfruta de un salpicadero y paneles de puerta revestidos de cuero, algo que transmite una sensación muy lujosa. Este material tiene un tacto muy agradable y visualmente resulta muy atractivo.
El renovado modelo de Mazda dice adiós al freno de mano tradicional optando por un freno de estacionamiento eléctrico. Al prescindir de la palanca hay más espacio en el túnel central lo que se ha aprovechado para redistribuir algunos elementos. Por ejemplo el mando para manejar el sistema multimedia ha cambiado su diseño. Los mandos giratorios siguen teniendo este contorno simulando aluminio aunque es plástico, un recurso que también se utiliza en los mandos de la climatización.
La ausencia de la palanca del freno de mano también permite tener un apoyabrazos más grande y bajo éste hay un compartimento de mayor capacidad, algo que siempre resulta muy práctico. Además está muy bien planteado porque en su interior hay unos posavasos plegables. Este hueco es muy aprovechable y lo que no queda aquí se puede meter en la guantera que también goza de un buen tamaño. Desafortunadamente aquí hay un detalle que Mazda ha pasado por alto que es la apertura de la tapa que cae a plomo, una solución poco elegante, en lugar de tener un mecanismo que permita su apertura con suavidad.
Hablaba antes de los mandos del sistema multimedia pero el propio sistema de infoentretenimiento ha sido actualizado para ser compatible con Android Auto y Apple CarPlay. La pantalla tiene 7 pulgadas y es táctil pero sólo cuando el vehículo está detenido, si estamos en marcha esa función se bloquea hay que usar obligatoriamente los mandos.
El resto de elementos se mantienen del modelo anterior con un volante que tiene un tamaño y un tacto adecuados, y un cuadro de instrumentos que visualmente se sigue viendo moderno y tiene un toque deportivo con el cuentarrevoluciones en el centro y el velocímetro digital.
Los asientos delanteros son de nueva factura. Han mejorado su ergonomía, tienen un mayor apoyo lateral, la espuma de uretano interior también ha mejorado su calidad y en general resultan muy confortables. En el acabado superior pueden estar vestidos de cuero negro o blanco.
Detrás las cosas brillan menos. Las plazas traseras siguen resultado algo pequeñas en relación al tamaño total del coche, algo que era previsible porque en un facelift no suelen cambiar las cotas de habitabilidad. Así que pasajeros de hasta 1,75 m de estatura irán cómodos, pero a partir de ahí comenzarán las estrecheces. Es uno de los motivos que provocarán que la próxima generación del CX-3 crezca en tamaño.
En especial la anchura no es muy grande, como suele pasar el la categoría B-SUV, y tres adultos viajarán muy apretados. Quizá por ello Mazda ha hecho más hincapié en su utilización para dos personas y por ello ha incluido en este modelo 2018 un reposabrazos con dos posavasos integrados.
Me resulta curioso que no haya ningún bolsillo en la parte trasera del asiento del conductor pero sí en la del asiento del copiloto, no sé por qué uno sí y otro no. Además, no hay ninguna salida de ventilación específica para esta fila, tampoco hay una toma de 12 voltios o alguna conexión USB. Es una pena que no se hayan incluido en esta renovación del modelo.
El espacio de carga es uno de los puntos débiles del SUV nipón. El maletero es pequeño, sólo tiene 350 litros de capacidad cuando hay algunos modelos de la competencia que superan los 400. Se puede ampliar el volumen hasta los 1.260 litros con los asientos traseros abatidos.
Pero ya no sólo es que sea algo escaso sino que Mazda tampoco ofrece muchas soluciones el espacio de carga como perchas o redes para sujetar las cosas. Bajo el piso está la rueda de repuesto de emergencia y el subwoofer del equipo de música. La base se puede poner a dos alturas para distribuir la carga, lo cual siempre resulta útil, pero es verdad que el hueco inferior tiene muy poca altura. Definitivamente podría estar mejor resuelto.
Una vez en marcha, me llama la atención que al volante del CX-3 no vamos sentados en una posición muy elevada, no se tiene la sensación típica de un SUV. Sí que estamos sentados algo más altos que en un Mazda2 por ejemplo, concretamente unos 4 cm más arriba, pero la impresión es más similar a la de conducir un turismo que un SUV.
Eso puede ser una ventaja o un inconveniente según lo que estemos buscando. Será un hándicap para los usuarios que eligen un SUV buscando esa posición elevada, ya sea para entrar o salir del coche de manera más cómoda o bien para tener una sensación de controlar el entorno al estar más altos que la mayoría del tráfico.
Y será positivo para quien busque lo contrario, es decir, un SUV que se conduzca igual que un turismo y que valore más las cualidades dinámicas. Precisamente en lo que ha comportamiento se refiere Mazda siempre ha estado a un gran nivel y este CX-3 no es una excepción.
Se siente muy manejable, es ágil, tiene un ligero toque deportivo e incluso puede ser bastante divertido de conducir. No es un MX-5, lógicamente, pero en carreteras sinuosas muestra mucho aplomo y permite circular a ritmos más alegres de lo que suele ser habitual en un SUV.
Desde Mazda nos han contado que los neumáticos en medida 215/50 R18 tienen unos flancos más flexibles para beneficiar el confort. Aunque esta parte se cumple, el comportamiento de los neumáticos Toyo Proxes R52 que vienen de serie es claramente mejorable. Durante la presentación hubo algunos momentos en los que circulamos sobre asfalto mojado y mostraban muy poco agarre.
La dirección, que ha recibido algunos ajustes en este facelift, es bastante rápida y tiene una buena sensibilidad. La suspensión también ha sido reajustada, resulta bastante confortable y limita bien las oscilaciones de la carrocería pero la amortiguación rebota en exceso cuando hay baches y badenes notables.
La gama de motores del pequeño crossover japonés está compuesta por dos gasolina y un diésel que han sido actualizados para cumplir sin problemas con la nueva normativa de emisiones. Todos pueden combinarse con un cambio manual o automático.
El cambio manual de seis marchas es muy agradable de utilizar. Dependiendo de la versión también es posible contar con un cambio automático de convertidor de par con seis velocidades, muy suave aunque un poco lento. Esta caja automática puede tener un modo deportivo que básicamente lo que hace es estirar las marchas a veces de manera innecesaria con lo que sólo tenemos más ruido pero las prestaciones varían muy poco.
En gasolina Mazda propone un bloque de 2,0 litros con dos opciones de potencia: uno de 121 CV, es decir 1 CV más que antes, y otro de 150 CV. No han necesitado recurrir a un filtro de partículas para cumplir el reglamento Euro 6d Temp siendo sus principales novedades un mecanizado del puerto de admisión de alta precisión y unos pistones con un nuevo perfil. Con cualquiera de ellos las prestaciones son más que suficientes para el día a día. No destacan por su brío pero el empuje es progresivo en todo el rango de revoluciones.
En gasóleo sí que hay un cambio muy significativo ya que el 1.5 de 105 CV anterior ha sido reemplazado por un 1.8 de 116 CV. Además del aumento de cilindrada que dice adiós al downsizing, este propulsor adopta un sistema de combustión rápida multietapa con piezoinyectores multiorificio. Suena claramente más que los gasolina, aunque esta sonoridad llega muy atenuada al habitáculo.
En el nuevo CX-3 una de las cosas que no se ven pero se notan es la mejora de la rumorosidad. Es un coche muy silencioso, de los mejores dentro de su segmento, gracias a que se ha aumentado el espesor de los paneles exteriores de las puertas y del techo, el cristal de la luneta trasera es más grueso y se ha mejorado el sellado de las puertas.
También se han introducido mejoras en el equipamiento de seguridad como el retrovisor con función de oscurecimiento automático, sistema de asistencia a la frenada en ciudad que ha mejorado su capacidad para detectar peatones por la noche o el control de crucero adaptativo con función Stop & Go que permite parar y reiniciar la marcha del vehículo en atascos.
El Mazda CX-3 2018 ya está a la venta por un precio que parte desde los 20.645 euros. Éste es el precio oficial pero hay 2.000 de descuento de lanzamiento y otras ofertas por financiar la compra que pueden rebajar bastante el coste final. Aun así es un modelo que se sitúa en la parte alta del rango de precios en este segmento, dejando a un lado los modelos premium.
Parte de la explicación de este precio se debe a la estrategia de Mazda a la hora de configurar su gama y es que no ofrece versiones básicas. Incluso las variantes de acceso del CX-3 llevan bastante equipamiento, los motores son potentes así que es lógico que el precio de salida sea mayor que el de otros modelos de la competencia más sencillos. El mejor precio, como siempre, lo encontrarás en la app gratuita de motor.es que está disponible en Google Play.