Prueba Mazda CX-5 2.2 SKYACTIV-D FWD (II): motor, consumo y comportamiento
No encontraremos muchos cambios en el aspecto mecánico, ni siquiera para cumplir normativas anticontaminación: Mazda se adelantó a Euro 6. Probamos el motor 2.2 diésel de 150 CV, el menos potente de la gama, con cambio manual (MT) y tracción delantera (FWD)
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Publicado: 15/08/2015 11:00
De toda la gama CX-5, la versión analizada es la única exenta del impuesto de matriculación, al homologar un consumo de gasóleo de 4,6 l/100 km. Mazda presume de tener uno de los SUV del segmento más ligeros, de hecho, pesa menos que un Opel Astra de la generación anterior. La marca también saca pecho en el sentido aerodinámico.
Eso significa que se notará menos, en el sentido negativo, el estar conduciendo un SUV, al tener un peso similar a un compacto y al tener una buena aerodinámica. Los resultados obtenidos en la prueba desde luego certifican esa impresión preliminar, este coche puede conformarse con un consumo muy razonable. Ahora bien, el Mazda3 sigue gastando menos, sin salirnos del fabricante.
La versión analizada, excluyendo el equipamiento adicional, pesa 1.420 kg incluyendo 75 kg de conductor, en orden de marcha. No lo vamos a notar muy pesado, es un SUV ágil, aunque la postura de conducción elevada no nos terminará de hacernos sentir como en un compacto. Por otro lado, es lo que se busca con un coche así, hay a quien le gusta, y hay a quien no le gusta. El Mazda3 me pareció mucho más dinámico.
La caja de cambios manual tiene recorridos muy cortitos y de accionamiento rápido, como suele ocurrir en este fabricante, dando una sensación más deportiva al conductor. Es un SUV más orientado al disfrute de la conducción, una mentalidad más Premium que la media.
Además, se detallan cambios en la suspensión: casquillos de los brazos inferiores, amortiguadores y muelles. Estos cambios se han hecho para mejorar el confort de marcha, sin que por ello el conductor vaya muy aislado. También asegura Mazda que mejora la estabilidad, pero sin haber conducido el modelo previo, no puedo confirmarlo ni negarlo.
En un viaje largo por autovía me pareció un coche cómodo, no significativamente mejor que una berlina, ya que usa neumáticos de "poco" perfil y una suspensión tirando a firme, pero sin torturar las espaldas del pasaje. Por lo tanto, no me parece preferible a un Mazda3 o un Mazda6. Un conductor de estatura media puede subirse el asiento de esos modelos y tener una sensación parecida, pero ya entramos en el terreno pantanoso de los gustos personales.
La novedad más destacable del modelo 2015 es el nuevo motor gasolina 2.5 SKYACTIV-G de 192 CV, con el sistema de recuperación de energía i-ELOOP. Se asocia exclusivamente a la tracción total y el cambio automático, muy interesante para quien no vaya a rentabilizar el diésel de 175 CV. En su segmento es de los últimos atmosféricos que quedan.
Respecto al motor analizado, es uno de los mejores de su segmento en cuatro cilindros. Aunque usa una cilindrada ya tirando a alta, 2.2, su peculiar diseño con baja relación de compresión hace que sea muy agradable, y que no trague lo mismo que un 2.2 de hace unos años. Es lo que Mazda llama rightsizing, una cilindrada correcta, no simplemente baja.
Circulando a velocidades de 120-130 km/h por autovía, carreteras secundarias y ciudad, cargadito con cuatro adultos, entró en reserva a los 800 kilómetros, lo cual significa un consumo de casi 6 l/100 km de gasóleo. El ordenador de a bordo indicó un consumo de 5,8 l/100 km, muy próximo al dato real, a 89 km/h de media.
Ese consumo es muy similar al de una berlina de potencia y peso similares, lo cual me parece sorprendente. En condiciones de uso menos exigentes saqué una media de 5,3 l/100 km, mejor aún. Si hilamos muy fino, podemos conseguir consumos realmente sorprendentes para un coche tan aparatoso visualmente.
Esforzándome al máximo, sin superar 100 km/h y con pendiente descendente, logré ver en el tablero de instrumentos un consumo de tan solo 4 l/100 km, lo cual no había conseguido jamás con un SUV con motor diésel. Insisto, no hace falta llevar un 1.6 apretado para gastar poco, sino tener un motor bien diseñado, como en el caso que nos ocupa.
En zona urbana demuestra su eficacia el sistema i-Stop, que detiene el motor cuando no es necesario y lo arranca en menos de 0,5 segundos sin acortar la vida útil del motor de arranque. Es un sistema exclusivo de Mazda, el motor arranca inyectando gasóleo en el cilindro que está en carrera de compresión; es de los mejores del mercado. El motor puede estar apagado más del 90% del tiempo que el coche está detenido.
La alternativa al cambio manual es una caja automática de seis relaciones, de convertidor de par, que empeora los consumos y las prestaciones, pero tiene un manejo comodísimo si queremos un plus de confort. A diferencia del modelo previo, ahora sí tiene un modo "Sport" conmutable para que la caja reacciones antes a nuestros deseos, pero únicamente para el 2.5 gasolina.
Con tracción delantera notaremos que en algunas ocasiones hay que acelerar con menos decisión para no patinar, lo cual es muy normal en cualquier SUV 4x2 como este. Las versiones AWD han sido mejoradas, para que el sistema mande par a las ruedas traseras solo cuando es necesario. Para quien viva en una zona de clima complicado, con muchos días de lluvia o alguna que otra nevada, la tracción total no es ninguna tontería.
El modelo analizado, con 150 CV, puede hacer 80-120 km/h en cuarta en poco más de 6,5 segundos, prácticamente el mismo tiempo que necesitó el Hyundai i40 1.7 CRDi de 140 CV cuando lo probamos. Es capaz de acelerar a 100 km/h en 9,2 segundos (+0,2 si es AWD) y alcanzar una velocidad penal en autovía: 202 km/h. Insisto, para ser un SUV, sus números son casi clavados a un compacto.
No soy amigo de este tipo de coches, no me gustan, ni me satisface el planteamiento de conducción, pero este es de los que más me ha agradado. También tengo que decir que el Mazda3 me gustó mucho más, si bien admito que este es un poco más cómodo, al menos frente al Mazda3 con llantas de 18".
El "toque Mazda" se nota, cómo acelera, cómo responde al acelerador, y cómo se comporta, no es el típico SUV torpe. Si profundizamos en la comparación, no tiene nada que ver con un todoterreno tradicional. El comportamiento al límite puede ser ligeramente sobrevirador, ya que no es un coche pesado, y el control de estabilidad mantiene las cosas en unos márgenes de seguridad muy aceptables.
Por lo tanto, puestos a elegir un SUV de este segmento, esta sería una de mis primeras opciones, al menos con cambio manual, con cambio automático ya no lo tendría tan claro. Lástima que no tenga cosas como una suspensión de tarado variable. Por último, destacar que no tiene ningún tipo de ayuda para la conducción fuera de carretera, la versión AWD tampoco: el reparto de tracción siempre es automático.
En la próxima entrega terminamos, hay muchos sistemas de seguridad que describir...