Prueba Mazda MX-5, al volante (IV).
Es hora de arrancar el Mazda MX-5 y las buenas sensaciones del exterior e interior no se echan en falta una vez que nos ponemos en marcha. Es muy dinámico y es ágil. Transmite muchas sensaciones deportivas y mucha diversión, y a pesar de no contar con una gran potencia, es más que suficiente para el que sabe apreciar un buen automóvil.
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Publicado: 01/10/2013 10:00
Ha llegado el momento de la verdad. Tras introducir el coche y hablaros de su exterior e interior, nos subimos a bordo del Mazda MX-5 Roadster Coupé 1.8 Style. Su asiento tiene una posición baja y el coche tiene un tamaño contenido; cualquier otro coche parece gigante desde su interior. Quitamos el cierre manual de la capota y en poco más de 10 segundos estamos al aire libre, así que colocamos el asiento y el volante (regulable en altura) en la posición óptima y nos lanzamos a la aventura.
No hay encendido automático de faros ni arranque sin llave. Son detalles que cada vez más se introducen en cada automóvil del mercado, pero me gusta que haya marcas que prescindan de los lujos electrónicos y su máxima no sea hacer la vida más sencilla sino el placer puro de conducir. Así es el Mazda MX-5. Tampoco hay modos de conducción ni botones complicados para configurar mil aspectos antes de empezar a conducir. Nos basta una radio sencilla y materiales de plástico duro pero bien ajustado en su interior.
Tampoco goza de un propulsor que nos acelere de 0-100km/h en menos de 5 segundos. Es más, su motor de 126cv hará que lleguemos a esta velocidad desde parado en 9,9 segundos. Como mucho podremos correr 198km/h y estas prestaciones se asemejan mucho a las de un utilitario medio. Sin embargo, no hay un coche que pueda ofrecer más diversión por euro en el mercado y a pesar de ser algo caro en el mercado de vehículos nuevos, goza de un interesante parque entre las ofertas de ocasión.
Por ello el Mazda merece todos mis respetos y he encontrado algo más que un coche. Es tracción trasera y pesa 1.150 kilos contando con una persona de 75 kilos. Ese soy yo. Lo he llevado a curvas cerradas y carreteras secundarias porque considero que es un terreno perfecto para el japonés y no me equivoco. Su dirección es precisa y su sonido es ronco y bonito gracias a sus escapes. Cada curva cerrada la traza sin apenas balanceos de carrocería notables y gracias a su centro de gravedad bajo y su reparto de pesos, es fácil conducir muy rápido con el sin apenas ponernos en un apuro.
Las marchas suben mucho de vueltas y es en medio-alto régimen donde más desahogado he encontrado al coche. Se presta mucho a jugar con la palanca selectora a golpe de doble embrague aunque siempre con cierto mimo porque el engranaje es bueno pero en punto muerto se empieza a notar una holgura que no me gusta del todo y es una unidad joven en kilometraje.
El tacto del volante en terrenos revirados es muy acertado. En seguida podemos dirigir al Mazda por donde le digamos sin sufrir subvirajes acusados y su comportamiento sorprende mucho desde el primer momento. Es muy manejable para conductores de cualquier nivel, pero si tenemos algo de destreza, sabremos sacar esa diversión que garantizan todas las cifras que os he ofrecido anteriormente en relación a peso, potencia y medidas del coche.
La sensación de descapotable no puede ser mayor gracias a un parabrisas bajo y una posición de conducción bastante centrada en el automóvil, y además, la posición de las piernas recuerda a las berlinas alemanas: muy estiradas para encontrar los pedales.
El tacto del freno es bueno y el freno de estacionamiento se ha colocado mucho más cerca del copiloto que del piloto imposibilitando tirar de él en un plano completamente vertical. Quizá hubiera estado mejor en el lado tradicional, al lado del conductor. La peor parte se la lleva el pasajero con un asiento que no se puede regular en altura lo cual me parece un fallo a tener en cuenta. Si seguimos hablando de los asientos, la tela parece muy sencilla pero tiene una buena presencia y un agarre lateral bien conseguido. No obstante, nunca echaría en falta unos asientos más deportivos ya que el coche se presta a cambiar de dirección de forma ágil.
Si lo trasladamos al día a día encuentro pros y contras. Me gusta que el aislamiento acústico no sea nada malo. La capota rígida aísla suficientemente bien el habitáculo aunque no de forma excelente, pero mejor de lo que esperaba. La segunda sorpresa positiva ha sido la horquilla de consumos situándose entre 6,5l/100km en carretera a velocidades entre 100km/h y 120km/h y 8,5l/100km haciendo un trato más exigente, mezclando ciudad, montaña y carretera. La cifra homologada para ciudad es de 9,5l/100km pero es complicado llegar a ella a menos que no utilicemos el MX-5 exclusivamente como utilitario, y ya garantizo que es difícil resistirse a hacer algunos kilómetros en carretera abierto o de montaña.
Algunos contras es que su baja posición del asiento hace que sea complicado entrar y salir y a veces puede resultar un poco cansado este proceso. Sobre todo si aparcamos muy cerca de un bordillo donde el ángulo de la rodilla obliga a trabajar mucho la salida. No es un coche cómodo ni lo pretende ser en comparación con otras opciones urbanas. Hay otro aspecto que no me gusta y es que en autopista la dirección flota un poco y el tacto no se nota tan preciso como en ciudad o montaña, así que para un viaje largo, entre su tamaño, peso y tacto de dirección además de espacio de carga, es un coche menos recomendable. Ahora bien, si realmente te gusta conducir y quieres sensaciones puras, vas a ir descapotado y utilizarlo para hacer alguna ruta, no lo dudes. Este es tu coche.