Prueba Mazda3 2017, un mundo más allá del viejo continente
Tras sufrir una ligera actualización el Mazda3 se presenta en sociedad y ya he tenido oportunidad de probarlo. Sobra decir que es una elección más del segmento C, una elección que pondrá en serios apuros a los rivales de nuestro viejo continente.
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Publicado: 09/12/2016 09:00
Más vale poco y bueno que mucho y malo. Esta ha debido ser la idea que han tenido desde Mazda a la hora de actualizar uno de sus pilares básicos. Los japoneses han decidido no arriesgar a la hora de lanzar el nuevo Mazda3. La receta ha sido poco adulterada, con pocos ingredientes, aunque eso sí, han conseguido mejorar el resultado final. Una evolución más mecánica y dinámica que estética.
Y es que una vez te plantas delante del Mazda3 2017 lo primero que aprecias es que cuesta encontrar las diferencias con su predecesor. Parachoques delantero y trasero, faros principales, parrilla y retrovisores, además de un nuevo juego de llantas de 18 pulgadas son todos los cambios aplicados. Es decir una lista corta que no varía en absoluto el diseño, que todo sea dicho de paso sigue siendo uno de los más atractivos del segmento C europeo.
En cuanto a su interior, tres cuartas partes de lo mismo. Los cambios introducidos son: pantalla central más integrada, nuevo volante, nuevos asientos y nuevo túnel central, que se modifica gracias a la desaparición de la palanca del freno de mano, que ahora se vuelve electrónico. Por lo demás todo es igual, incluyendo cuadro de instrumentos, Head-Up Display, consola central, y dispositivo de control de la pantalla, que como curiosidad es táctil cuando el coche está en parado, pero no en movimiento.
Si discreta ha sido la evolución de diseño, igualmente lo ha sido la tecnológica. Bien es cierto que el Mazda3 ya era bastante en este campo, así que poco había por mejorar. Pero aun así a partir de ahora el compacto de Mazda incluye la tecnología evolucionada del i-Active Sense. Un equipo mejorado de cámaras y sensores son capaces de reconocer señales de tráfico. Gracias a ellas el coche es capaz de predecir obstáculos y peligros ante nosotros, siendo, en caso extremo, autónomo para realizar frenadas de emergencia.
Donde sí se han producido cambios es en la parte mecánica. Al igual que ya hicieran con el Mazda6, se introduce el G-Vectoring Control en el 3 (de serie para todas la gama). Puede resultar o parecer un cambio muy ligero, pero la verdad es que sorprende significativamente cómo se mejora el control y el manejo. Este sistema transfiere el par a las ruedas delanteras en función de la necesidad a la hora de tomar una curva. Con ello se logra un mejor paso por curva, más eficiente y seguro.
Por último comentar que los precios del Mazda3 parten de los 17.750 euros para el compacto y de los 20.425 euros para el sedán. Como ya es habitual hay tres líneas de acabados: Pulse, Style y Luxury. Aunque el primero solo está disponible para la carrocería de 5 puertas. En cuanto a mecánicas la gama estará compuesta por tres unidades de gasolina y dos diésel, con unas potencias que oscilarán entre los 100 y los 165 caballos con la posibilidad de incluir cambio manual o automático.
Prueba Mazda3 2017
En cuanto a la parte dinámica, Mazda ha incluidos pocos cambios. Pequeños pero importantes modificaciones que ayudan notablemente a mejorar el comportamiento y la conducción del Mazda3. Durante la presentación he tenido ocasión de probar las dos variantes que a priori serán más solicitadas en nuestro país. Me refiero al SKYACTIV-D 2.2 de 150 CV y al SKYACTIV-G 2.0 de 120 CV. Ambos incluían un cambio manual de seis velocidades.
Aunque España es territorio diésel, los japoneses se enorgullecen de vender más unidades gasolina, así que será con este con el que empiece. La verdad es que no me extraña que sea el modelo más solicitado, pues es una elección fantástica para todo tipo de situaciones. Una alternativa muy suave y que promete no arruinarnos en consumos.
Ya se ha hablado mucho acerca de las cualidades y capacidades de los bloques SKYACTIV, y no seré yo el que aporte nada en contra. La unidad de gasolina destaca por su suavidad y comportamiento. No se percibe ni una sola vibración o molestia en el habitáculo. Algo que ha mejorado gracias a un nuevo aislamiento interior, como ya he dicho antes.
En cuanto a su comportamiento, cabe destacar la misma suavidad y refinamiento. Es un motor con una respuesta muy progresiva y lineal, con un empuje moderado en sus marchas más largas. En estos casos deberemos jugar con el cambio para poder encontrar un mayor empuje, reduciendo al menos una marcha, ya que la sexta es larga. Ideal para el llaneo y para bajar los consumos.
Como ya digo un motor y un cambio que le sientan como un guante al coche. A esto hay que sumarle una suspensión con un alto grado de confort y una dirección suave y precisa, aunque echo en falta un tacto un pelón más duro. Pero eso ya es cuestión de gustos particulares. No se puede reprochar en nada el resto de aspectos dinámica del coche.
En cuanto a la eficiencia, tampoco nos llevamos susto alguno. Cuando todo el mundo reducía cilindrada para reducir consumos y emisiones, Mazda se mantuvo en sus trece y mejoró la eficiencia a base de eficacia y precisión. De esta manera nos encontramos con que los SKYACTIV son capaces de consumir lo mismo que otros bloques pero con una mayor cilindrada. En el caso del gasolina de 120 caballos la cifra oficial es de 4.3 litros a los 100 Km.
Huelga decir que una presentación nunca es buen momento para analizar consumos, pero hay que decir que siempre he tenido la sensación de ahorro. Repito que ni la ruta ni la conducción buscaban igualar esos datos. Ni en el gasolina, ni en el diésel, que con 150 caballos es capaz de homologar 3,6 litros a los 100 kilómetros. Se miren por dónde se miren, datos excepcionales.
Con este pie paso a contarte las sensaciones que obtuve de la prueba del Mazda3 SKYACTIV-D de 150 caballos. Empiezo diciendo que este motor es más que correcto para el Mazda6, así que te puedes imaginar la soltura con la que se comporta en el hermano pequeño. He de reconocer que pensaba que iba a disfrutar más del gasolina, pero la verdad es que el diésel me parece mejor. Pues tienes coche y potencia para todo y más. Para mí la combinación ganadora, aunque ya sabemos por los senderos peligrosos en los que se moverán los coches diésel en un futuro no muy lejano.
Puede parecer que sacar 150 CV de un bloque 2.2 no sea mucho, pero la idea de Mazda es no apretar en exceso al motor. De esta manera la solvencia y las prestaciones, al igual que el consumo, son más sostenibles. Bien es cierto que es un pelo menos refinado que el gasolina. Algo lógico por otro lado. Pero aun así no se percibe ninguna molestia en el interior. De hecho es muy cómodo y confortable.
Al igual que él gasolina, el diésel muestra una configuración más ratera, con dirección y suspensiones blandas. También incorpora el G-Vectoring, de serie en toda la flota. Y es por ello que lograras devorar kilómetros como si nada pasase. Pero no por ello no podremos afrontar algún tramo revirado con mucha solvencia. Más de la esperada la verdad.
Me ha sorprendido lo bien que se comporta el Mazda3 en curva. Bien es cierto que el nuevo programa de distribución del par hace milagros, pero gran parte del mérito debemos asignárselo al chasis. Una puesta a punto excelente, que sin llegar a tener el carácter racing de modelos rivales, sabe mantener la compostura en todo momento, afrontando giros y cambios de rumbo rápidos sin inmutarse. Una pequeña pero gran mejora con respecto a su predecesor.
Déjame que me/te deleite con el cambio manual. Si correcto me ha parecido el comportamiento en el SKYACTIV-G, más lo ha hecho en el diésel. La relación no guarda ningún pero. Es increíble lo bien escalonados que están los cambios. Sorprende la tercera, que se antoja como la “marcha total”, empujando desde la parte más baja del cuentakilómetros hasta los 130 km/h. De hecho puedes viajar en tercera todo el rato, aunque claro está no es aconsejable.
Lo mejor no es lo que se estira el cambio, sino que siempre responde, siempre se encuentra empuje. Aunque tengo que decir que esta cualidad es extrapolable a cualquier marcha, aunque eso sí, las más largas acusan el carácter rutero. Aun así repito, una mezcla sensacional entre motor, cambio y los dos turbos. Sí, a falta de uno van dos.
El consumo, como ya he dicho, es muy reducido. Para que te hagas una idea, a lo largo de la ruta, más de 120 kilómetros, el ordenador de viaje desprendió un dato final de 5,8 litros a los 100. Y eso que en la mayoría del tiempo la conducción fue muy exigente, con puertos de montaña donde no se buscaba lograr consumos. No me cabe duda que si se pone interés, y si la ruta ayuda, los consumos pueden bajar de los cinco litros sin problema alguno.
Conclusión
La receta de Mazda ha sido coger lo bueno que tenía y sumarle ingredientes mejores. Bien es cierto que el cambio estético no es brutal, pero sigue siendo uno de los compactos más bonitos del mercado. Por otro lado el ingreso de tecnología se agradece, aunque esa pantalla deberá ser más grande para la próxima generación. En cuanto a espacio, calidad o habitabilidad, no hay diferencia alguna. La calidad está por encima de la media, al igual que el espacio y la habitabilidad.
Desde el punto de vista dinámico el Mazda3 ha mejorado ostensiblemente. Es de hecho el factor más determinante de esta actualización. La incursión del G-Vectoring permite obtener unas mejores dosis de conducción, así como de seguridad. Su configuración le convierte en uno de los compactos más cómodos, aunque también se permite lujos en pistas reviradas. Y todo ello con motores sensacionales de intachable comportamiento y mejor consumo. Un producto redondo.