PruebaMazda3 2.2 Skyactiv-D 150 AT (I): Motor, comportamiento y consumo
El Mazda3 ha llegado con fuerza al segmento de los compactos. Y lo hace cargado de argumentos: atractivo diseño, buenos acabados, mucha tecnología y un comportamiento excelente. Hemos probado el compacto japonés con el único motor diésel de la gama, el 2.2 Skyactiv-D de 150 CV, con cambio automático. Nuestra unidad equipa el acabado Luxury, el más completo.
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Publicado: 24/06/2014 08:00
El Mazda3 es una de las mayores apuestas del fabricante japonés en los últimos años. Obtener buenos resultados en el jugoso segmento de los compactos bien merece un gran esfuerzo y así lo ha hecho Mazda con un modelo que supera a su predecesor en todos y cada uno de los aspectos.
Durante un par de días tuve una toma de contacto con este atractivo modelo en su presentación y me llevé una buena impresión. Ahora llega el turno de convivir con él durante más tiempo para corroborar aquellas sensaciones. Ante mí, el Mazda3 2.2 Skyactiv-D 150 AT Luxury con carrocería de cinco puertas, la combinación más costosa de la gama ¿será también la más apetecible?
En mi primer encuentro con el Mazda3 ya te analicé su diseño exterior y pasé revista a su diseño interior y equipamiento así que vamos al grano, comentando qué es lo que ofrece el modelo más vendido de la marca de Hiroshima en cuanto a su comportamiento y prestaciones.
Todas las fotos de la prueba del Mazda3 2.2 Skyactiv-D las encontrarás en nuestra galería de imágenes
Motor y transmisión
El corazón del Mazda3 2.2 Skyactiv-D es un motor turbodiésel de cuatro cilindros que desarrolla 150 CV de potencia y que también está presente en la gama del CX-5 y el Mazda6. Entre sus características podemos destacar el sistema de inyección directa que ofrece una relación de compresión de 14:1, la más baja del mundo.
El diseño KODO resulta atractivo e inconfundible
Esta mecánica goza de turbocompresor de dos etapas que elimina el lag típico de los motores sobrealimentados, es decir, el tiempo que pasa desde que se pisa el acelerador hasta que la presión de sobrealimentación se hace afectiva. Así que la respuesta es suave, lineal y satisfactoria, incluso a bajo régimen.
A sólo 1.800 vueltas ya es capaz de entregar el 100% del par máximo y su rango de utilización es amplísimo, alcanzando la potencia máxima a 4.500 rpm. Y puede seguir subiendo hasta las 5.500 vueltas, algo poco habitual en las mecánicas de gasóleo -aunque no merece la pena estirar tanto porque el empuje decae por encima de 5.000, mejor cambiar de marcha-.
Esta progresividad y la baja rumorosidad que ofrece en todo momento aportan un carácter confortable y polivalente para este Mazda3 Skyactiv-D. Por el contrario, le falta algo de nervio mostrando una respuesta menos deportiva y explosiva que modelos como las versiones diesel de 150 CV del Seat León o el Alfa Romeo Giulietta.
Nuestra unidad cuenta con un cambio automático, también de nueva factura bajo el paraguas de las tecnologías Skyactiv. Con la denominación Skyactiv-Drive, tenemos un cambio con convertidor de par y seis velocidades que permite un manejo secuencial desde la palanca o mediante levas situadas tras el volante.
A diferencia de algunos de sus competidores, esta transmisión carece de diferentes modos de conducción. Es posible que algún usuario pueda querer un modo Eco o Sport que varíe la gestión del cambio pero lo cierto es que yo no lo he echado en falta. La relación de marchas es muy acertada y permite moverse bien tanto en carretera como fuera de ella, siempre con suavidad y rapidez entre los pasos de una marcha a otra.
Comportamiento dinámico y consumos
El Mazda3 aporta mucha confianza al conductor en línea recta por su buena estabilidad y aplomo, aunque al llegar a las zonas de curvas no es especialmente ágil en los cambios de apoyo. La dirección goza de una buena asistencia pero no es demasiado precisa y el hecho de que el pilar A reste un poco de visibilidad en algunos giros de izquierdas tampoco ayuda en este sentido -también el pilar C quita algo de visión hacía atrás, por ejemplo al estacionar, pero ése es otro tema-.
El Mazda3 Skyactiv-D AT Luxury cuesta 28.400 euros
La suspensión de tarado acertado es uno es los puntos fuertes del Mazda3. Filtra muy bien las irregularidades del asfalto y se nota confortable y firme a la vez, a pesar de ser dos características difíciles de combinar con maestría. Da igual los baches que haya por el camino puesto que los viajes son siempre placenteros y los cómodos asientos también aportan su granito de arena en este sentido.
Por la noche, cabe destacar la excelente iluminación de los faros bixenón. Aunque no lo llevaba nuestra unidad, las ópticas pueden ser adaptativas (AFLS) si se equipa el Pack Safety opcional por 2.000 euros. Este paquete también incluye control de crucero adaptativo, alerta de cambio involuntario de carril, sistema de frenada de emergencia (SBS) y control automático de las luces de largo alcance.
El motor 2.2 Skyactiv-D 150 permite mantener ritmos altos sin grandes esfuerzos. Merece la pena pagar los 400 euros que cuesta el navegador opcional, que tiene funciones ampliadas respecto a la mayoría de generalistas como los mapas en 3D o la información de tráfico. De hecho, este navegador me ha parecido mejor que el del Mazda6 porque la pantalla es más grande y el mando HMI Commander situado entre los asientos delanteros presenta un manejo más intuitivo.
Hablemos de consumos, uno de los aspectos en los que más incide Mazda al hablar de sus nuevas tecnologías. Los 7,3 l/100 km en uso exclusivo ciudad y los 5,6 l/100 km circulando por carretera no parecen números excepcionales que cumplan con la expectativa creada por la marca. Aún así son bajos y hay que recordar que estamos con la versión con transmisión automática, que es algo más gastona. Con el cambio manual el consumo debería ser entre 0,5 y 1 l/100km más bajos aproximadamente, lo que no está nada mal.