Prueba Mercedes-AMG E 43, potencia para aderezar la mezcla
Esta prueba va a versar sobre las diferencias que existen si a un mismo coche le equipamos otro motor. La potencia no es mala, de hecho en muchas ocasiones es necesaria. La prueba del Mercedes-AMG E 43 demuestra que cuanto más mejor.
21 min. lectura
Publicado: 10/11/2017 09:00
Esta prueba versa sobre como un mismo coche puede comportarse de manera diferente con un cambio de motor. Tal puede llegar a ser el cambio que hasta las percepciones llegan a ser radicalmente opuestas. Hace unos meses ya tuve entre mis manos el nuevo Mercedes Clase E, y en aquella ocasión la sensación fue más bien fría. Sin embargo esta vez la cosa es diferente, esta vez pongo a prueba el Mercedes-AMG E 43. Una radical mejora.
Y es que esta prueba, en parte, también va a servir para dejar claro que la potencia no es mala, ni dañina, más bien lo contrario. El concepto que tenemos de ella es de velocidad y salvajismo, pero a ello también debemos sumar seguridad y carácter premium, pues al fin y al cabo la potencia también puede ser tachada por una mera cuestión de estatus.
Mercedes ha recuperado, no hace mucho, la gama media de potencias, la gama 43. Hay mercado para ellas, porque en realidad representan la parte más equilibrada de la gama. En el caso del Mercedes Clase E las potencias arrancan en los 150 caballos del E 200 d, a partir de ahí vamos escalando hasta llegar a un tope exagerado de 612 caballos del AMG E 63 S. Con el AMG E 43 nos quedamos en un término intermedio, concretamente en 401 caballos. Una potencia nada desdeñable.
Como ya digo el mercado demanda, aunque no en gran medida este tipo de modelos. Algo que sea superior al modelo de acceso sin tener que llegar a extremos radicales. Algo parecido pasa en sus rivales, tales como el Audi S6 o el BMW 550i. Son coches para aquellos que busquen un elevado rendimiento sin por ello tener que sacrificar ciertos aspectos que todo el mundo busca en una gran berlina.
Uno de esos aspectos es el diseño. Si nos fijamos en los tres modelos seleccionados, la mejor palabra que puede describirlos es discreción. Hay que tener muy buen ojo para darse cuenta que bajo la carrocería del E 43 se esconde la bestia que hay. Bien podría parecer cualquier modelo inferior con un paquete estético deportivo. Es algo completamente intencionado, y si además sumamos un tono de gris tan soso como el de la unidad de pruebas, el camuflaje es perfecto.
Debo reconocer que me gusta. De hecho me gusta la línea que llevan adoptando los Mercedes en los últimos años. Creo que han dado con la tecla del diseño y eso les está reportando un gran número de ventas en todo el mundo. Para conocer los detalles personalizados debemos fijarnos en la parrilla estrellada, en los pasos de rueda ligeramente ensanchados, en el pequeño alerón del maletero, y en toda la zona inferior del parachoques trasero, con sus escapes reales y su difusor.
Si buen ojo hay que tener con el exterior, no os quiero ni contar lo espabilado que debemos andar con el interior. Y es que nada cambia con respecto a cualquier otro Clase E. Mercedes ni siquiera se ha molestado en incluir las siglas mágicas de AMG, salvo en los respaldos de los asientos. Todo mantiene esa atmósfera de calidad y tecnología de vanguardia que tanto ha acompañado al Clase E desde su nacimiento hace ya más de un año.
Y es que por otra cosa no será, pero en cuanto a tecnología tenemos tema de conversación para rato. Todo lo que puedas imaginar está dentro, e incluso más. Eso sí, no te engañes, la tecnología, como la potencia, hay que pagarla, y no sale especialmente barata. Los últimos gadgets empiezan a sumar el presupuesto de una manera exagerada. La tan llamativa y vanguardista conducción semiautónoma tiene un coste de más de 2.500 euros, la inmensa pantalla, la del cuadro, de 12,3 pulgadas suma otros 1.100 euros... Y así podríamos seguir todo el día.
Pero bueno, como ya digo todo tiene un precio, y el pagarlo depende de cada uno. Bien es cierto que al tratarse de una unidad de gama alta ya podría incluir algún que otro detalle en la dotación de serie, cosa que no hace. Así que un punto negativo para Mercedes en este aspecto. El sumun es el sistema de aparcamiento remoto. Es tan avanzado que deja en ridículo a su competencia, pues no solo puede hacerse desde fuera, sino que se realiza con el teléfono móvil, tanto en línea como en paralelo. Y por supuesto desaparca. El único problema es la legislación española actual, que no contempla mucho acerca de todo este tipo de sistemas.
El caso del Drive Pilot, la función de conducción semiautónoma, es algo diferente. En su momento ya lo probé y no me dejó del todo satisfecho, más bien lo contrario. Lo aborrecí en muchos momentos. En esta ocasión no me ha desesperado tanto, pero sigo afirmando que solo es solvente en dos situaciones. La primera es en caso de rodaje por autopista fácil a velocidades sostenidas, y la segunda es en atascos, donde realmente obra el milagro. Es tan cómodo que no tienes que tocar ni el volante ni los pedales, él solo acelera, frena, gira... Te puedes ir leyendo el periódico con toda tranquilidad, eso sí, que no te pille la Guardia Civil.
El Clase E es una de las berlinas más avanzadas del mundo, posiblemente la que más junto con el nuevo BMW Serie 5. Así que ha quedado demostrado que como nave interestelar el Mercedes es un dispendio de avances, pero ¿cómo es como berlina común? Pues en ese punto no hay novedad al respecto. Mercedes tiene muy trillado el mercado berlinas, y sabe lo que se hace. Los pasajeros viajarán de forma cómoda elegante.
Los materiales empleados son tan buenos como cabe esperar de un Mercedes de clase alta, aunque algunas partes me siguen sin gustar. No me gusta el plástico de dudosa calidad que se emplea para las molduras del salpicadero y de las puertas, podría ser mucho mejor. Pero peor es el dichoso Piano Black. Me opongo totalmente a que Mercedes, o cualquier otra marca, emplee dicho material. Es horrible, nunca está limpio, y lo peor es que se ralla con solo mirarlo.
Pero bueno, la atmósfera es muy buena, mucho lujo, y a eso hay que sumar espacio para los ocupantes. Por supuesto Mercedes ha dado prioridad al conductor y copiloto otorgándoles dos asientos de una comodidad desmesurada. Los de la segunda fila ya van algo más justos. No es que sea angosto, pero para ser un coche de casi cinco metros de largo, no va sobrado. Dejémoslo en correcto. Un quinto pasajero cabe, pero tampoco irá especialmente cómodo debido a un túnel de transmisión muy elevado.
Donde no va a haber ni un solo problema es con el maletero. Y es que Mercedes ha extendido tanto el voladizo trasero que el Clase E dispone de un maletero con un mínimo de 540 litros, el mejor de su categoría. La banqueta trasera, abatible desde el propio maletero en una proporción 60:40, deja espacio para muchos más bártulos. Es un baúl en toda regla, muy profundo y con un aprovechamiento casi total gracias a sus formas rectangulares.
Pero toca saltar a lo importante, a lo que realmente va a marcar la diferencia en esta prueba: el motor. El aburrido cuatro cilindros desaparece para dejar paso a un bloque V6 biturbo con tres litros de cilindrada que eleva su rendimiento hasta los 401 caballos de potencia con un par máximo de 520 N, que se entregan a partir de las 2.500 vueltas. Como verás son cifras de rendimiento a la altura de muchos deportivos de pura cepa, pero nunca debemos olvidar que estamos hablando de una berlina de 1.800 kilogramos.
Prueba Mercedes-AMG E 43
Cuando a un coche se le pone el emblema de AMG, el de verdad, todo, por obligación tiene que mejorar. Y este es el caso con el AMG E 43. Como ya he dicho, meses atrás tuve la ocasión de probar la variante que a priori se postula como la más comercial de toda la gama, el Mercedes E 220 d de 190 caballos. En aquél entonces el coche no terminó de convencerme, pero adiviné que había desarrollo para más, para mucho más.
El E 43 es el escalón anterior a la gama 63, la cual ya empieza a disponer de potencias exageradas sacadas de un bloque V8 biturbo
Quedó claro con un chasis muy bien afinado, que era capaz de soportar ritmos altos. Sin embargo en aquella ocasión la suspensión y la pereza del motor echaban por tierra la capacidad dinámica real del coche. Que conste que no es algo negativo, pues el E 220 d está pensado para un uso cotidiano, muy alejado de lo que puede hacer su hermano V6 biturbo. Este sí que sabe sacar provecho a una plataforma muy bien desarrollada.
Y es que si nos fijamos en las cifras de prestaciones podemos adivinar que esta enorme berlina alemana es capaz de ir muy deprisa. Aceleración de 0 a 100 kilómetros por hora en 4,6 segundos y velocidad punta de 250 kilómetros por hora (electrónicamente limitada). Pero no es solo lo rápido que es, sino cómo gana esa elevada velocidad. Facilidad es quedarse corto. Al pisar el acelerador a fondo uno se olvida de los cinco metros de largo y de los más de 1.800 kilogramos. El culo gordo eleva el morro y se lanza como si no hubiera mañana.
Y la cosa sigue si entramos en un tramo de curvas. Ahí sí que impresiona, porque es capaz de comportarse como un coche mucho más pequeño. Por supuesto ayudan los 401 caballos, pero a eso hay que sumar una preciosa dirección, una suspensión muy firme y una tracción total 4MATIC que nos asegura que todo se mantenga en los límites de la carretera. De hecho la electrónica es hasta cierto punto algo intrusiva. La salida de la curva puede ser tan rápida que el control de tracción te limita la entrega de potencia. De quitarlo sigue manteniendo una gran estabilidad, pero la trasera se vuelve mucho más rebelde y los sustos están garantizados si no sabemos manejar la velocidad.
He mencionado de pasada la suspensión, pero merece que hable un poco más de ella. Mercedes la denomina Agility Control, y se trata de un sistema de amortiguación selectivo. Estas finas palabras quieren decir que la suspensión es capaz de ajustarse a la conducción del momento, aunque para ayudar al coche tenemos tres modos de ajuste: Confort, Sport y Sport+. He de reconocer que en los tres el coche me ha resultado algo duro, pero en el paso por curva no balancea absolutamente nada.
Eso sí, hay algo que sale penalizado, y eso no es otro factor que el confort. Sigue siendo un coche cómodo, sobre todo en autopistas. En una carretera algo más irregular, o en ciudad con los dichosos badenes, la respuesta de la suspensión es algo seca, dura. No es la nave de confort que en su día fue el E 220 d, pero tampoco es algo exageradamente incómodo. Lo menciono porque me ha llamado la atención, al fin y al cabo es algo que todo espera de un Mercedes.
Otro elemento que me ha llamado la atención para bien es la caja de cambios 9G Tronic. Huelga decir que no soy su mayor admirador, pero sabe aprovechar cada desarrollo y cada caballo de potencia que sale del V6. Su funcionamiento varía en función del modo de conducción seleccionado: Eco, Individual, Confort, Sport y Sport+. Como imaginareis a medida que avanzamos en la escala deportiva, la caja automática estira sus cambios a un mayor régimen de giro. En el modo Sport+ incluso da patadas en la espalda para que te enteres de que se ha producido un cambio. Todo un detalle por su parte.
Es el complemento perfecto para un motor extraordinario. Soy muy fan de los bloques V6, pues para mi gusto son los que entregan la potencia de una manera controlada a la par que enérgica. Le queda como un guante al E 43, y pocas pegas se pueden sacar de él. Obviamente cuenta con el suplemento de dos turbos, lo que provoca que la respuesta del pedal del acelerador no sea inmediata. Pero aun así es una gozada ver cómo sube de vueltas con una sencillez pasmosa. Puedes circular a velocidades muy altas sin apenas inmutarte.
El único pero que le puedo poner es el consumo. Mercedes oficializa un gasto medio de 8,4 litros a los 100 kilómetros. Bueno, como comprenderéis ni se aproximan a la realidad, pues a lo largo de la semana de pruebas, tras hacer casi 1.000 kilómetros con el coche por todo tipo de vías y rutas, el consumo final desprendido por el ordenador de a bordo fue de 10 litros clavados. Bien es cierto, y en honor a la verdad, que en muchas ocasiones el pie se me animó más de lo debido, pero no era yo, era el coche que me picaba (excusa barata).
Pero voy a poner una pega, y una de verdad; el escape. Aprecio la discreción como cualquier hijo de vecino. La aprecio en la parte estética, pero no en la sonora. Un motor V6 debe lucir como Dios manda en el escape. No es que no suene, pero le falta mucha garra en la salida. Por fuera ronronea como un gatito, y solo si activamos el modo Sport+ puedes sacarle algo de chicha. Una pena de verdad, pues ya hubiera sido el complemento perfecto al coche. Ya podrían haber aprendido los de Mercedes del pequeño Abarth 124 Spider del que os hablé el otro día.
Conclusión
Pero bueno, dejando todo a un lado y recopilando lo anteriormente escrito, he de reconocer que he salido encantado con el Mercedes-AMG E 43. Es el claro ejemplo de que con más potencia un coche puede mejorar. De hecho no mejora, cambia por completo. Entiendo que la mayoría de los clientes compren el E 220 d, pero tras probar las delicias de un bloque V6 no se puede comparar. Ni en rendimiento ni en precio, porque el "bicho" este no sale nada barato. Su precio de salida es de 89.350 euros, si a esto sumamos chucherías tecnológicas, la cuenta se dispara fácilmente por encima de los 100.000 euros. Algo exagerado la verdad.
Pero oye, el que quiera y pueda permitírselo va a salir muy satisfecho. Primero por su imagen, discreta a la vez que deportiva. Segundo por su interior, que a pesar de usar algunos materiales de dudosa calidad, está bien conformado, siendo un compendio de tecnologías con las que se puede fardar durante meses frente a amigos y familiares. Y por último porque tienes un coche con un impresionante carácter dinámico embutido en una berlina con capacidad para cinco pasajeros y mucho equipaje. El Mercedes-AMG E 43 es un gran coche. ¡Potencia al poder!