Prueba Mercedes-AMG GT C Coupé, el carro de fuego de los dioses
Nos atrevemos a probar de qué es capaz el deportivo más brutal de los últimos tiempos de la marca de la estrella. El Mercedes-AMG GT C coupé junto a sus 557 CV, es un coche que marcará la historia de aquí en adelante, y sin entrar en spoilers, aquí os dejamos la prueba de este portentoso vehículo creado por los mismísimos dioses.
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Publicado: 16/03/2020 20:00
Cuenta una leyenda, que los dioses descendieron del cielo en carros de fuego, y enseñaron a los primitivos habitantes de la tierra la agricultura, el regadío o la arquitectura. Esta antigua leyenda se cuenta desde hace milenios para dar explicación a cómo los seres humanos hemos evolucionado, y cómo conocimos estas técnicas, pero lo que no cuenta esta historia, es que ese carro de fuego en el que los dioses descendieron del firmamento, era en realidad un Mercedes-AMG GT.
El Mercedes-AMG GT, modelo que ya conocimos hace varios años en la que fue su puesta de largo y, la ya versión previa al lavado de cara, de la cual ya os pudimos hablar en alguna que otra prueba, incluso pasó por nuestras manos la variante más bruta y radical, el AMG GT R. Pero hoy vengo a contaros qué tal se desenvuelve la motorización posicionada justo por debajo de la bestia verde.
El Mercedes-AMG GT C, fue concebido en un primer momento como la alternativa descapotable del deportivo. En aquel momento la escala de motorizaciones iban desde el AMG GT (a secas), después se situaba el GT S, y como modelo previo al AMG GT R, se posicionaba el GT C, aunque únicamente con techo de lona. Durante el año 2019, y con motivo de la puesta al día del modelo, desde Mercedes-AMG, dieron solución al hueco existente entre el GT S y el GT R, y no fue otra que convertir el GT C en, también carrocería coupé. Junto a esta nueva variante se sumó el AMG GT R Roadster, quedando, ahora sí, una completa gama de modelos coupé y descapotables.
Concebido por los dioses para convivir con los humanos
Pero empecemos mirando en qué ha cambiado el renovado AMG GT con respecto al modelo que conocimos hace ya varios años. Y para empezar, su frontal; faros con una renovada firma lumínica o unos parachoques con unas entrada de aire más prominentes. Si miramos a la retaguardia, también encontraremos unos faros renovados, y unas salidas de escape con una disposición en forma trapezoidal. ¿Pocos cambios?, no necesita ninguno más.
Donde más ha cambiado este coche, sin lugar a dudas, es en su interior. Tomando como referencia al AMG GT de 4 puertas, el cual inauguró muchos de los puntos que ahora incorpora este coupé. Uno de estos detalles son las múltiples pequeñas pantallas distribuidas por todo el interior. Las podemos encontrar en el volante para el selector de modos de conducción, también en la consola central, donde podremos seleccionar la desconexión del control de tracción, la apertura de las válvulas de los escapes o subir y bajar el volumen del equipo de sonido.
También se ha insertado una pantalla central mucho más generosa, con unos gráficos mejorados, propios de los actuales Mercedes, cuadro de instrumentos o el propio volante. No se le ha realizado un cambio extremo, por que como he dicho anteriormente, no lo necesita.
Sus cotas tampoco se ven alteradas con respecto a la imagen precedente: 4.544 mm de longitud, de los cuales, la mitad forman parte del enorme capó. 1.939 mm de anchura y 1.287 mm de altura. Este coche es una auténtica plancha que es incapaz de pasar desapercibido entre el mundano tráfico de la capital española.
La parrilla panamericana, le pone la guinda a un diseño auténticamente épico que sólo con mirarlo impone respeto y sumisión. Montarte en su interior y despertar su V8 es una osadía propia de las grandes gestas históricas, pues esta bestia solo te dejará que te diviertas con ella, si eres digno merecedor de tal astucia. Sus líneas son redondeadas y suaves, y la ausencia de aditamentos como grandes alerones o cortantes aristas, no impiden demostrar sus capacidades en un primer vistazo, el AMG GT no necesita nada de esto. Este Mercedes es esculturalmente perfecto.
Este carro de fuego hará arder el asfalto de allá donde vaya
Parado y estacionado. Contemplar al AMG GT C de esta forma es equitativo a ver al rey de la selva reposando antes de salir de su cueva. Levantas la mano con el mando, pulsamos el símbolo que nos indica la apertura del mismo, y con un leve toque, la bestia nos concede su permiso para entrar a él. Una puerta de grandes dimensiones nos da acceso al habitáculo, al cual entramos tras sortear un montante inferior prominente, y salvando la maniobra cuidándonos de darnos con la cabeza en el marco superior, estaremos dentro del GT.
El habitáculo posee un espacio justo para acoger dos pasajeros y fijarlos a sus asientos deportivos, con una relación perfecta entre comodidad y sujeción. No importa cuán grande o pequeño seas, sus reglajes electrónicos se encargarán de dejarte perfectamente sujeto. Dichos reglajes van desde altura, profundidad, reclinación, ajuste lumbar y ajuste lateral. Estos asientos son los AMG Performance, los cuales tienen un sobreprecio de más de 3.500 euros. Hablar de precios en este coche sería equivalente a menospreciar el primer premio de un décimo de lotería navideña.
Estéticamente es brutal. Dinámicamente es perfecto
El espacio interior es justo el necesario para casi cualquier estatura. Alguien alto no tendrá problemas con la cabeza, y si viaja en el asiento del copiloto, tendrá espacio suficiente para las piernas, y si eres bajito, siempre puedes avanzar el asiento más hacia delante, dejando libre un espacio entre el asiento y el compartimento del maletero, en el que quizás algún trasto extra puedas transportar, que nunca viene mal, pues su espacio de carga es de apenas 175 litros. El justo para un par de maletas de mano, y poco más.
Sentarte en el asiento del conductor y regular todo para la conducción es sinónimo de sentirte un auténtico piloto. La voluminosa consola central, así como la cercanía del panel de la puerta, puede dar la sensación de coche más pequeño, más controlable o domesticable. Como he dicho anteriormente, en la gigantesca consola central se ubican numerosos diales, pero el botón que más nos interesa es el que está situado detrás del volante, y no es otro que el que despierta a este animal.
Pulsamos el botón de Start sin llegar a pisar el pedal de freno, para ver cómo se inicia todo el sistema, botones varios y sistema multimedia, tanto el info-entretenimiento central, como el de la instrumentación digital. Nos centramos en ver qué nos ofrece este último y como era de esperar un sinfín de menús y opciones de personalización máxima. Este sistema es el que encontramos en otros muchos modelos actuales de Mercedes, solo que llevado hasta otro nivel. Un cuadro exclusivo de modelos AMG, denominado como “Superdeportivo” es el que todos necesitábamos pero no lo sabíamos. Todo queda ubicado en una semiesfera central donde vemos las revoluciones como protagonista y la velocidad dentro de esta. Flanqueando este semicírculo, las indicaciones del GPS o la música que llevemos puesta. Esto último no se hará muy necesario, pues toda la música que necesitamos está bajo el capó, y suena de maravilla.
Ahora sí. Arrancamos el V8 de 4.0 litros. La ira de este modelo hace retumbar los cimientos del edificio que se ubica sobre el techo del garaje. La bestia ha despertado. Me giro un poco hacia mi derecha donde en una posición un tanto extraña y retrasada se ubica el selector de cambios. Un leve tirón hacia atrás y se engrana la primera marcha. Suelto poco a poco el pedal del freno y el rey del asfalto echa a andar.
Hasta que salgo a carretera abierta, tengo que hacer un pequeño tramo por vía urbana, lo que se convierte en un chorreo de miradas, fotos con el móvil y algunas palabras malsonantes con connotaciones de sorpresa. En el AMG GT C vas muy bajito. Parado en un semáforo junto a algunos coches de gran tamaño, me limito a estar aproximadamente a la altura del paso de rueda.
En ciudad no es que AMG GT sea precisamente cómodo para circular, pues su enorme tamaño (sobre todo el del capó) y su visibilidad, que no es ni mucho menos mala, pero sí reducida, complica un poco las cosas a través del denso tráfico de la capital. Si queréis saber el consumo aproximado que hacía este coche en momentos de retenciones o con tráfico lento, este rara vez bajó de los 18 litros de media. Ahí es nada. Pero qué divertido es ver la cara de sorpresa y estupor de algunos transeúntes. Niños que sonríen a tu paso o padres que te hacen fotos con el móvil mientras te levantan el dedo pulgar en señal de rotunda aprobación. ¿A quién no le gusta contemplar una obra de arte?. Sacar a pasear por las calles al AMG GT C es como mostrar al mundo una bella escultura.
Poco a poco voy saliendo de la estrechez y la lentitud propia de la ciudad. Por fin puedo empezar a saber qué es andar con este coche, aunque sea a una velocidad limitada a 100 km/h, pero al menos andamos. Circulando en todo momento en modo Confort, el coche en esta zona está consumiendo a razón de 10 litros a los 100 km. Ha mejorado la cosa.
En los carriles de aceleración para incorporarme a una autopista la cosa se va de las manos, y en un leve apretón de acelerador el coche ya llega a la velocidad máxima para esta vía. Hay que relajarse. Un pequeño alerón se despliega automáticamente para favorecer la aerodinámica del GT, también podemos seleccionar la opción de sacarlo siempre que queramos, a través de un dial situado en la consola central. Esto le da toque estético muy bonito.
Circular con el AMG GT C por las calles madrileñas se convierte en un sinfín de miradas, sonrisas y pulgares alzados
El sonido del coche, incluso circulando en modo Confort y por autopista, es muy perceptible y aunque el coche realmente tiene un buen aislamiento, este V8 suena demasiado... Bien, por supuesto. Durante este tramo de algunos kilómetros que circulo por vía rápida me veo obligado a desconectar el sistema de mantenimiento en el carril. Lo siento, pero ese mecanismo es raro el Mercedes en el que lo deje activado, los tirones para recolocarte en el carril son muy bruscos, y en este coche no puedes permitirle ese tipo de errores.
Sientes absolutamente todo lo que pasa bajo ti. Las suspensiones AMG Ride Control, a pesar de ser regulables e ir en el modo más confortable, poseen una pisada muy dura. Intermito hacia la salida a la derecha del trazado y comienza la fiesta de esta bestia. Carretera de curvas. Es hora de probar de qué carne está hecho este bicho.
Comienza la jarana
Modo situado en Spot+, nada de Race, eso mejor dejémoslo para un divertido día de circuito. El sonido pasa a ser mucho más notorio, profundo y ronco, las válvulas del escape se han abierto. El tarado de suspensión se vuelve mucho más duro y la sensibilidad a los pedales pasa a un siguiente nivel. Empezamos.
Tras una pequeña aceleración, este dragón dice “he llegado”. Su brutal sonido cuando lo subimos de revoluciones viene a traducirse en el idioma de los titanes como: “¿quieres más? allá tu”. Y él te dará más. Más sensaciones, más brutalidad, más adrenalina, hasta que tu propio cuerpo diga basta. El AMG GT C es tan rabioso en estética como en dinámica. Es puro explosivo C4.
La durísima suspensión hace que el coche esté anclado al trazado y sientas cada diminuta piedrecita que pasa debajo de ti, y a pesar de lo rabioso de este demonio, en el trazado de las curvas se alía contigo para tomarlas sin ningún apuro ni dudas. Su nivel de trazado es perfecto. El AMG GT C es un león que quiere jugar, pero sin llegar a devorarte con sus feroces fauces. Pero no te atrevas a pasar de juego a pelea, por que si sitúas en Off sus controles, no durarás mucho como domador.
La dirección conjuga perfectamente con la suspensión. Dura y directa. Pisas el acelerador al salir de una curva, las revoluciones suben y suben. El despampanante quejido de su V8 ensombrece a todo lo oido previamente. Sin más, subes otra marcha a través de la leva derecha, sus 557 CV hacen que tu masa encefálica se contonee como una licuadora. Frenas fuertemente para retomar la siguiente curva y empieza de nuevo el baile.
Incansablemente es radicalmente adictivo. No quieres parar. Es imposible. Decides ir algo más frenado y el gorgoteo que emana de su escape es un pequeño llanto que quiere decir “más por favor”. El AMG GT C se divierte y juega. Su consumo no ha bajado de los 17 litros durante este trayecto. Normal. Continuamos algunos kilómetros más y llegamos a un punto en el que sin darnos cuentas hemos incluso cambiado de provincia. Todas las carreteras saben a poco con él.
A pocos kilómetros de finalizar la ruta de curvas me confío y busco el fallo en el AMG, alguna muestra de sobreviraje, pero el límite de este monstruo está tan elevado que es muy difícil hallarlo en condiciones de salud mental. Al menos con los controles regulando su genio. Sus enormes neumáticos de medidas 265/35 delante y 305/30 detrás, se anclan al asfalto. Es lo mejor.
La capacidad que tiene este coche para demostrarnos la gran cantidad de sensaciones que puede sentir un ser humano es apabullante
Saliendo de esta divertida travesía encaramos de nuevo el camino a casa y lo hacemos a través de una autopista. Hora de relajarse e insertar de nuevo el modo Confort. Sencillamente circulando de esta manera, este es un coche cómodo y en el que podrás viajar plácidamente. En estos últimos kilómetros me paro a pensar en lo vivido con el Mercedes-AMG GT C y lo cierto es que pocas palabras pueden describir al que más que probablemente sea el mejor deportivo actual. Gracias Mercedes por hacernos sonreír en estos tiempos donde lo aburrido toma protagonismo.
Conclusión y precios
Si estáis esperando que os cuente algo negativo o mejorable de esta bestia, lo siento, no lo he encontrado, y no podríamos decir que son “contras” los atributos o incomodidades propios de un coche deportivo de estas características, como es la visibilidad reducida, la imposibilidad de pasar desapercibido o su brutalidad, pues eso es lo que le da el particular encanto a estos coches. Pero si es por puro compromiso, si queréis saber algo, no me parece que la palanca de cambios esté situada en la mejor situación. Lo dicho. Por sacar algo.
En cuanto a precios. No sé si habréis oído una expresión que dice “si tienes que preguntar el precio es que no es para ti”, pues en este coche esa expresión viene que ni pintada. Con un punto de partida en 192.400 euros este AMG se vuelve inaccesible para la mayoría de mortales. Con la configuración de nuestra unidad, la cifra asciende hasta los 218.613 euros. A estos niveles entran en juego otros deportivos como el Audi R8 o el Porsche 911 en sus escalones altos, cada uno con su estilo propio, pero si lo que buscas en un coche bruto, rápido y sencillamente brutal, y tu elección es este Mercedes-AMG GT C, tranquilo, esta será más que acertada.