Prueba Mercedes AMG GT S, bienvenidos a la realeza deportiva de Mercedes
Cuando se unen Mercedes y AMG sabes que el producto final va a ser espectacular. A finales del año pasado vimos una nueva alianza, la más sublime hasta la fecha, el Mercedes AMG GT S. Y ahora nos ponemos tras el volante.
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Publicado: 02/11/2015 08:00
En 1888 una mujer recorrió los primeros 100 kilómetros de la historia del automovilismo. Su nombre era Bertha, y su marido el mismísimo Karl Fiedrich Benz. El año pasado, 126 años después de aquella hazaña, Mercedes presentó en sociedad a su última criatura, el Mercedes AMG GT. Más de un siglo de evolución, aciertos y errores compilados sobre cuatro ruedas que poco o nada tienen que ver con aquel primer coche.
Considerado como el sucesor natural del SLS AMG, el GT se adapta a los nuevos tiempos con un diseño mucho más vistoso y un desarrollo que si bien no impresiona sobre el papel, no al menos si lo comparamos con su predecesor, es más que suficiente para encontrarnos ante una joya automovilística soberbia. El último rey deportivo de Mercedes, firmado una vez más en colaboración con AMG.
Empezando de fuera a dentro, huelga decir que las semejanzas entre el SLS y GT son más que evidentes. La fórmula es la misma de hecho. Morro largo, cabina corta y un culo que te enamora desde el primer momento que le pones el ojo encima. Muchos consideran que el diseño se ha hecho más suave, más refinado, y la verdad es que sí, pero eso no significa nada malo, es más yo lo prefiero. Fijaos sino en los Ferrari de los años 60 con esas líneas redondeadas. Puro placer a la vista.
Si abrimos sus puertas, por suerte Mercedes se ha desecho de las ridículas aunque espectaculares alas de gaviota, nos encontramos con un ambiente que rezuma calidad y deportividad por partes iguales. Esa consola imponente coronada por la pantalla y por sus cuatro aberturas de respiración es el paradigma de lo masculino. Cuesta entender que con todo ese tamaño hayan decidido poner esa palanca de cambios tan ridícula, debería ser el pomo de una pistola o el mago de un bate de beísbol, la verdad. Además, su posición resulta un tanto incómoda, pero por suerte tampoco hay que tocarla mucho.
Antes de analizar la conducción de esta bestia es hora de saber que mecánica se esconde en su interior. Mercedes configuró el SLS para recordar a los viejos muscle car americanos. Su trasera se insinuaba más deprisa de lo que cuesta decirlo, y aunque no hay reproches ello, esta filosofía no tiene cabida en el GT. Ésta vez sí, los ingenieros de Mercedes y AMG han creado un coche que es capaz de ir tan deprisa en línea recta como en las curvas. Y ¿qué han hecho para lograrlo?
Lo primero ha sido crear una plataforma completamente nueva, aligerada y reforzada. El aluminio es el componente más empleado en el AMG GT, y si éste resulta demasiado pesado el magnesio lo sustituye. En total el GT es 231 kilogramos más ligero que el SLS, aunque sigue sin ser un peso pluma, pues si lo subes a la báscula la cifra que marca son 1.615 kilogramos. Un 53% de ese peso lo encontramos sobre el eje trasero, mientras que el 47% restante lo hace sobre el delantero.
Habrá otros miembros de Mercedes con más potencia, pero en cuanto a enfoque deportivo el AMG GT se los come con patatas
Sobre este chasis renovado se asienta una suspensión de última generación y un diferencial trasero, que en el caso del GT S es electrónico con limitación del deslizamiento. Otros fabricantes como Porsche optan por una suspensión con fluidos magnéticos, pero no así Mercedes y AMG que han optado por un sistema hidráulico más convencional. En función del tipo de conducción que hayamos seleccionado, el GT es capaz de reaccionar y ajustar la dureza de sus muelles en apenas 0,001 segundos. PD: Esta cifra no la hemos comprobado, pero creemos tanto a Mercedes como a AMG.
Antes de llegar al corazón que impulsa al GT hay que hablar de los frenos. La unidad de pruebas equipaba el estándar de fábrica. Discos de acero reforzado y ventilados con un diámetro de 360 mm para el eje delantero con calibradores de seis pistones que dejan clara evidencia de la capacidad de frenado de esta criatura. Mercedes no da opción a cambio y estos son los únicos disponibles para el modelo. Seguramente en versiones posteriores, como el AMG GT Black Series que ya está en pruebas, encontremos elementos carbocerámicos.
Y llegamos a la parte que sin duda alguna debe ocupar toda nuestra atención, el motor. Como ya he dicho al principio Mercedes ha decidido que debía reducir el tamaño del bloque para que este se adecuase a un mundo más reglamentado en temas de emisiones y contaminación. Por ello el motor V8 pasa de su habitual cilindrada de 6,2 litros a 3.982 centímetros cúbicos. Una pérdida de más de dos litros que se compensa con la incorporación de dos enormes turbos gemelos situados en la cabeza del bloque.
Esta es la base, pero cómo todos sabréis este motor es capaz de entregar dos potencias diferentes, el GT con 463 CV y el GT S con 510 CV. Es este último es en el que me centraré de aquí en adelante, puesto que es la unidad que he tenido oportunidad de probar. A todo esto Mercedes homologa para la unidad S una aceleración de 0 a 100 Km/h en 3,8 segundos y una velocidad punta de limitada electrónicamente a 310 Km/h. Datos que lo sitúan por debajo del viejo SLS.
Prueba Mercedes AMG GT S
Es hora de liberarnos de la teoría y pasar a la práctica. Anteriormente ya había tenido la ocasión de disfrutar de él en el circuito del Jarama. Apenas fueron unas vueltas en un entorno parcialmente controlado y sabía que pronto nos volveríamos a ver las caras, y esta vez lo hemos hecho en el mundo real. No es ni salir de las instalaciones de Mercedes y ya están echado fotos al coche. La verdad es que ese azul brillante metalizado le sienta como un guante, aunque el color Solar Beam tiene que ser tremendo. Tanto como su precio, 10.000 euros más.
Una vez recorridos los primeros kilómetros, todos ellos de forma tranquila y relajada, tenemos que entendernos entre nosotros, me percato que una cola de coches se sitúa a mi estela. Veo teléfonos móviles asomar por las ventanillas, gente poniéndose a mi altura y mirando, algunos con mucho peligro, quien lo lleva. Menudo chasco se llevan algunos. El AMG GT S es como un imán para las miradas, aunque hay quien no se percata de su paso. Sinceramente no entiendo a estos últimos.
Me pongo en camino al Circuito de Kotarr, una vez más el revirado trazado burgalés será el escenario para la sesión de fotos. Durante el camino, y con la carretera despejada un ímpetu irrefrenable me obliga a pisar el pedal derecho a fondo. Es aquí cuando surgen en mi cara las primeras risas, algunas de ellas nerviosas ante la sospecha de patrullas de la Guardia Civil. Calma, calma que ya habrá tiempo de pisar a fondo más tarde.
Durante estos kilómetros también aprovecho para determinar que el GT S es sorprendentemente cómodo. Existen diversos modos de conducción, desde el más relajado Confort hasta el más dinámico RACE. Circulando en el primero te das cuenta que esas suspensiones ajustables en 0,001 segundos se comportan de manera más que digna para un uso normal. Tampoco penséis que es un Clase S, pero para ser el coche que es, creerme, es cómodo.
El circuito nos recibe con un día espléndido. Pista limpia y despejada, toda para nosotros. A exprimir a este pequeño. Las primeras vueltas son de instalación. Del modo Confort paso al modo Sport. Todas las ayudas siguen conectadas, pero éstas se vuelven un poco más libertinas en su comportamiento. La suspensión se endurece, al igual que la dirección, pero el GT S se sigue mostrando "tranquilo" la jaula no está abierta del todo, aunque se empieza a abrir la puerta.
Cada motor se fabrica a mano por un único mecánico, y éste plasma su firma en una chapa del motor. Máxima atención por el detalle
Es hora de girar el selector hasta el modo Sport +. La caja de cambios de 7 velocidades SPEEDSHIFT DCT firmada por AMG tensa sus cambios. El rango de revoluciones se amplía y todo se intensifica. Es conmovedor el ruido que se genera a tu alrededor. El soplido de los turbos te sobrecoge, al igual que el rugido del motor. Es un ruido tan mecánico que incluso se escucha el rozamiento de los engranajes del cambio. Qué maravilla. Podemos hacerlo más estruendoso con solo pulsar el botón de los escapes activos, pero la verdad es que no es necesario.
El GT S sigue comportándose como un jabato, preciso en la entrada de la curva aunque un poco limitado en la entrega de potencia en las salidas. Hay que tener en cuenta que son 510 de los más bravos caballos alemanes destinados únicamente a alimentar el eje trasero. Mucha tela que la electrónica se encarga de mantener bajo control. Aunque siempre hay opción de que todo se vuelva mucho, pero que mucho más nervioso.
Es aquí donde surge la figura del modo RACE. Es impresionante el cambio que pega el coche en su modo más activo. No tiene nada que ver. Ahora sí que lo entrega todo. No hay limitaciones, no hay reglas, estás tú y el coche, y solo uno de los dos saldrá vivo de esta batalla. La respuesta del acelerador se mide en milímetros, cualquier mínimo cambio de presión en él llega precedido de una sacudida del coche.
Si los cambios antes se estiraban al máximo ahora parecen hacerlo más, la franja roja del cuentarrevoluciones se asoma, e incluso se sobrepasa, aunque poco. Os acordáis cuando antes os he dicho que el SLS tenía un corte más clásico, pues el GT no. Es un competidor nato, y sobre todo se nota a la entrada de las curvas, donde te concede muchas licencias y errores, el coche entra por el sitio a la perfección, y hay que ser muy animal para sacarlo de la buena senda. La dirección milimétrica ayuda a la causa.
Haciendo un inciso, 33.696 kilómetros quedaron registrados en el circuito de Nürburgring durante el desarrollo del AMG GT. Esa distancia equivale a 1.613 vueltas en el Infierno Verde. Un duro trabajo que se ve recompensado con cada giro de volante, frenada o aceleración. Un trabajo impecable de puesta a punto. Este bicho sale de la planta de AMG Affalterbach y allí no hay sitio para medias tintas. Lo dicho, la joya de la corona.
Sin embargo no puedo parar de pensar que el GT S es capaz de dar más de sí. Se nota que su chasis es capaz de soportar un tratamiento más salvaje. Supongo que ahí es donde debe surgir la figura del Black Edition que antes he comentado. Algo parecido pasa con su sonido. No me malinterpretéis, es magnífico, pero se le nota un poco limitado, aunque ojo, en modo RACE puede causar algún que otro susto a los viandantes.
Por último te habrás dado cuenta que en ningún momento he dado datos de consumo. Imagino que los potenciales compradores del GT éste dato les resulte absurdo, pero bueno ahí van algunos. En carretera, circulando tranquilamente, cosa difícil, y a velocidades legales, el ordenador marca un promedio de 10 litros a los 100 kilómetros, no me cabe duda que esta cifra es posible bajarla, pero el tramo de pruebas, con subidas y bajadas no ayudó. En cuanto al máximo, pues la verdad que eres tú, y tu pie derecho, los que marcarán el dato. El coche por tener no tiene límites.
Conclusión
Solo hay una, y es que el Mercedes AMG GT S es un coche soberbio. La pregunta es si mejor que el SLS. Puede que dato a dato el GT S pierda la batalla, pero no me cabe duda que en un circuito sería más rápido. La precisión de su puesta a punto es sencillamente impresionante. Es sobrecogedora la manera en la que gana velocidad. Todo lo que te rodea aumenta la experiencia, desde el sonido hasta los materiales del interior. Es puro músculo, pura masculinidad culminada por ese capó interminable y ese rugido gutural.
Tampoco me cabe duda que Mercedes ha echado más de un ojo a su rival más directo, Porsche. Lo digo porque aunque parezca impensable, el AMG GT tiene viabilidad en un mundo rutinario, de verdad que sí. Es tremendamente civilizado en el día a día, ves perfectamente dónde vas, de dónde vienes y que tienes a los lados, aunque lo peor es su anchura. Resulta relativamente cómodo, e incluso práctico con un maletero más que digno y con capacidad para un par de maletas. Ahora bien, ¿vale los casi 200.000 euros de la unidad probada? Yo diría que no, pero es el precio que ha puesto Mercedes para mantener una alta exclusividad, y al final eso es lo que estás pagando.