Prueba Mercedes-AMG S 63 E Performance, lujo extremo (literalmente hablando)
El lujo se puede entender de varias maneras, pero ninguna como la que expone el Mercedes-AMG S 63 E Performance. Una todopoderosa berlina capaz de arrancarte la cabeza mientras te da el masaje de tu vida.
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Publicado: 12/01/2024 16:00
Hay muchas formas de llegar de A a B. Hoy en día las posibilidades son casi infinitas. Que si eléctricos, que si térmicos, que si SUV o que si berlinas. Tanto catálogo hace dura la elección, pero si te sobra el dinero y quieres tener lo mejor de lo mejor nada como el Mercedes-AMG S 63 E Performance. Un coche nacido de la competición y creado para demostrar que el lujo también puede combinarse con las prestaciones. Estamos ante uno de los coches más únicos que han salido de una línea de montaje.
Con las cartas en la mano hay que reconocer que el S 63 E Performance es el tercer coche más potente jamás producido por Mercedes. Los dos primeros puestos están ocupados por el Mercedes One, el exclusivo y limitado hiperdeportivo híbrido de la casa, y el Mercedes-AMG GT 63 S E Performance del que ya te hablé hace unos cuantos días. Entre los tres suman muchas prestaciones, aunque cada uno se enfrenta a ellas desde un punto de vista bien diferente. Lo más curioso de todo es que los tres presentan la misma tecnología extraída de la Fórmula 1.
Los de Stuttgart han dominado la era híbrida de la máxima competición con un espléndido Lewis Hamilton. Con ya siete entorchados en su haber, el piloto inglés ha contado con el mejor de los coches hasta la aparición de un tal Max Verstappen. Bajo el capó de Mercedes se esconde un intrincado sistema híbrido que ahora es replicado en varios de sus coches de calle, empezando por el Mercedes-AMG C 63 S E Performance y coronando en el ya mencionado One. ¿Qué secreto intentan esconder? Pues nada más y nada menos que un conjunto híbrido enchufable que tiene tantas prestaciones como tan poco sentido.
Cuando se unen los términos híbrido y enchufable lo más lógico es pensar en términos de eficiencia, sostenibilidad y ahorro, pero nada más lejos de la realidad en el caso del AMG S 63 E Performance. Este coche ha nacido para demostrar que un Mercedes Clase S no tiene porqué ser una berlina burguesa germana, también puede ser un misil balístico capaz de dejar atrás a muchos de los coches más potentes del mercado. Al menos por cifras sí es capaz. Aunque no lo parezca, al fondo de su pedal derecho es capaz de desarrollar 802 caballos de potencia y la descabellada cifra de 1.430 Nm de par motor.
En las últimas semanas he tenido la suerte de poder probar toda la gama E Performance, instalada en el Mercedes Clase C, en el Mercedes-AMG GT Berlina y en este Clase S. Hay que reconocer que aunque la mentalidad y el objetivo sean los mismos, no podemos decir que estemos ante tres coches exactamente iguales. El C 63 es una absoluta locura, pero su motor de cuatro cilindros dinamita cualquier lógica posible. Potencia, sí, pero muy caro para montar un motor que podemos encontrar en un A 45. El GT me ha parecido el más radical de la familia. Un coche tan rápido como peligroso. No hay forma de describir lo mucho que corre y lo rápido que acelera.
Sin embargo, en el Clase S todo me parece bastante más civilizado. No hay que olvidar que estamos ante la berlina más excelsa, cara y lujosa que Mercedes es capaz de fabricar. Sus 802 caballos están ahí para ofrecerse a aquellos clientes que busquen lo más de lo más. Creo que su principal mercado está en Oriente Medio, Estados Unidos y algunos despistados en China y Europa. En términos de lógica no tiene ninguna, pero siempre habrá quien quiera ser el digno poseedor del Clase S más potente horneado y ensamblado en la línea de montaje de Affalterbach. La casa de AMG.
La verdad es que a simple vista no lo parece. Los diseñadores alemanes han cogido un Clase S, de batalla larga nada menos, y le han aplicado ligeras modificaciones estéticas para distinguirlo del resto de modelos. Sigue manteniendo esa presencia elegante, aunque con ciertos toques extremos como las llantas de gran tamaño con monotuerca. Un recurso falso porque tras la moldura central se esconden los tradicionales cinco tornillos. Nada de alerones, pero si cuatro notables salidas de escape que, en honor a la verdad, me han sorprendido por la fiereza que desprenden. El V8 se deja notar con sugerentes alaridos a la hora de arrancar y acelerar.
Las modificaciones también son necesarias para refrigerar una escandalosa mecánica que traga tanta gasolina como aire. El AMG S 63 E Performance cuenta con más de 10 radiadores repartidos en sus 5,34 metros de largo, necesarios todos y cada uno de ellos para mantener controlada la temperatura de un vano motor donde no cabe ni un alfiler. Como no podía ser de otra manera, Mercedes monta el propulsor más grande de la casa, el V8 biturbo de 4 litros que por sí solito desarrolla 612 caballos de potencia y 900 Nm de par. Pero claro, no a todo el mundo esto le parece suficiente, y para ellos entra en juego la tecnología E Performance de Mercedes.
En el eje trasero se instala un propulsor eléctrico de 190 caballos y 320 Nm que puede mover el coche por sí sólo, aunque ese no es su desempeño principal. Su trabajo es apoyar a la combustión y así alcanzar los 802 caballos de potencia y 1.430 Nm de par que antes te he detallado. La parte eléctrica se alimenta de una batería de iones de litio de 13,1 kWh de capacidad. A diferencia de otros PHEV del mercado, en este caso se instala para ser capaz de soportar rápidos y exagerados ciclos de carga y descarga. Su empuje resulta brutal y nunca, bajo ningún concepto baja del 20% de la carga para poder tener siempre disponibles las máximas prestaciones.
Sí, claro que el AMG S 63 E Performance se puede enchufar a la corriente para recuperar sus 33 kilómetros de autonomía eléctrica homologada, pero no tiene ningún sentido. No es el propósito de esta electrificación, al igual que tampoco lo era en los C y GT E Performance. El rendimiento exige ciertos sacrificios y los ingenieros han trabajado mucho para reforzar la batería y protegerla ante semejante vida. El equipo de ingeniería ha tenido que desarrollar nuevos módulos de refrigeración y cargarlos con 14 litros de líquido refrigerante que mantienen controlada la temperatura junto con una bomba eléctrica específica. No es el mejor coche para llevarlo al taller de tu primo el del pueblo.
El resultado de todo este dispendio mecánico es un coche que pesa 2.595 kilogramos de peso. Con cifras más cercanas al sector industrial que al de los turismos, uno bien podría pensar que el AMG S 63 E Performance es ideal para pasear a Miss Daisy, pero cuidado. Las cifras de rendimiento anuncian una aceleración de 0 a 100 km/h en 3,3 segundos y una velocidad punta de 290 kilómetros por hora. No hay muchos coches sobre la faz de la tierra capaces de igualar esos términos, aunque hay una pega. El Mercedes Clase S más potente de la historia se ha pensado para correr en línea recta, que no en curva.
A pesar de ser un híbrido enchufable con una batería grande, el AMG S 63 E Performance sólo luce la etiqueta ECO de la DGT
Es un coche muy a la americana. No puedes comprender que 5,34 metros y casi 2.6 toneladas de peso tengan un excelente control en curva, ni siquiera con las chucherías técnicas que el departamento AMG ha instalado. Barras estabilizadoras, eje trasero direccional, suspensión neumática, discos de acero perforados y pinzas de alto rendimiento, así como mil sensores que se encargan de analizar y regular el comportamiento del coche en todo momento, pero ni con esas es posible atreverse a un tramo de curvas e intentar salir indemne. Hay varios programas de conducción, incluyendo los modos Sport y Sport +, pero, a diferencia de los C y GT 63 E Performance, el Clase S no pasa de ahí, no equipa un modo Race. Ni está ni se le echa de menos.
A pesar de ello me fascina la forma en la que el equipo de desarrollo ha equilibrado la respuesta del AMG S 63 E Performance. Se puede conducir como una elegante berlina de representación, cómoda al extremo y, parcialmente relajada. Sólo el ruido de unos neumáticos Michelin Pilot Sport 4s rompen algo el refinamiento de la conducción. Otro de los sacrificios que hay que hacer para incorporar tantas prestaciones. Creo que un neumático más convencional resultaría mejor para semejante propósito, pero no es lo ideal si tenemos en cuenta los extremos índices de velocidad que se pueden alcanzar.
El aislamiento interior no permite saber la velocidad real hasta que te descubres pasando al resto de conductores a una velocidad de infarto. No es nada difícil circular a velocidades superiores a los límites establecidos. Se necesita muy poco, y cuando digo muy poco es apenas un 5%, para circular a los límites legales. Durante mi semana de pruebas me ha llamado la atención que sólo en un puñado de momentos he pisado el acelerador a tope. Momentos puntuales que me han permitido descubrir que los 802 caballos están sobre el papel y no sobre la mesa. Haberlos, están, pero no terminas de notarlos. No es como en el caso del AMG GT 63 S E Performance.
En aquella prueba sí pude notar una descarga de energía tremenda con cierto pavor, pero aquí. La aceleración es mucho más progresiva por la forma en la que la batería descarga su energía y también condicionada por el peso y el tamaño del coche. A pesar de ello, no me malinterpretes, al S 63 E Performance no le falta ni un ápice de potencia. Basta rozar el pedal derecho para que el coche se ponga tenso y quiera salir catapultado. Es fácil de controlar ese estado de nerviosismo. El coche da mucho margen para que el viaje siga trascendiendo de la forma más cómoda posible, porque sí, no hay que olvidar que estamos ante un Clase S.
Eso quiere decir que cuenta con todas y cada una de las chucherías a las que Mercedes nos tiene acostumbrados. El panorama tecnológico implementado es apabullante en todos los sentidos, pero si bien la mayoría de nosotros mataríamos por ponernos tras el volante, este coche está pensado para los ocupantes traseros, más concretamente para el pasajero situado tras el copiloto. Es él el que disfruta de lujos típicos de cualquier cabina de primera. Asientos climatizados e incluso con función masaje, también disponibles en las plazas delanteras, reposapies en la base del asiento delantero, control climático de su zona, pantalla con Internet y tomas USB y HDMI para poder viajar mientras disfruta de una peli.
En todo ello el Clase S no se desprende de ninguno de sus juguetitos por mucha potencia que haya bajo el capó. Todos ellos hacen que sea un coche ideal para viajar sea cual sea el destino o el recorrido. He podido realizar más de 1.200 kilómetros en él y cualquier experiencia de viaje será peor tras devolverlo a Mercedes. ¿Quién no quiere ser millonario para poder disfrutar de algo así? Hay que tener una cuenta corriente con muchos ceros para poder disfrutar del Mercedes-AMG S 63 E Performance, al menos 250.000 euros, que es lo que cuesta su versión 'básica'. Hay mil formas de completar lo que los alemanes nos proponen de serie.
La unidad de pruebas contaba con el paquete Edition 1 que por sí solo vale más que el coche más popular de España, 33.275 euros que suman muchos detalles como paquete chófer o las llantas de 21 pulgadas. Es fácil superar la barrera de los 300.000 euros . Es un dispendio, lo sé, pero es lo que hay que pagar por tener uno de los coches más potentes, exclusivos, cómodos, con más fama y mejor acabados del mundo. Cuestión bien diferente es si tiene sentido. Mi respuesta es que ninguna, yo sería muy feliz con el diésel de acceso en mi garaje, será que no soy ni famoso ni multimillonario.