Prueba Mercedes-AMG SL 63 4MATIC+, todo un honor
Hablar del Mercedes SL es hacerlo de la propia historia de Mercedes. Este es uno de los modelos que brillan por sí solos, junto al Clase G o el Clase S. Coches que por su propio nombre ya evocan esa clase y esa historia de la que no todos pueden presumir.
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Publicado: 29/08/2023 19:00
Mercedes lo ha hecho. Ha resucitado al mítico Mercedes SL, ¡y de qué manera!. Para hablar del Mercedes SL hay que remontarse hasta la década de los 50 del pasado siglo. En aquel momento, la compañía alemana quería lanzar un modelo que representase la clase y la deportividad que emanaba la propia firma. Y por supuesto lo hizo. Desde la joya que supuso el mítico 300 SL (más conocido por “alas de gaviota”), avanzamos hasta el año 2022 cuando fue presentada su séptima generación, bajo la denominación R232, en la que sus formas han evolucionado notablemente para dar paso a toda una oda al lujo y a la dinámica.
Como bien pudimos adelantar aquí durante su presentación estática, Mercedes-AMG ha hecho un gran trabajo en la “resurrección” de este mito, creando un GT de aspecto totalmente espectacular y un concepto que no encontrábamos en la marca desde hace mucho. Porque sí, el nuevo SL (al igual que todas sus generaciones previas) no es lo que denominaríamos como un deportivo “pura sangre”, sino un como un cómodo yate del asfalto que es capaz de correr mucho.
A simple vista se pueden apreciar los infinitos cambios insertados en esta nueva generación del SL, la cual, mucha gente puede identificar más cercano al Mercedes-AMG GT. Y no es para menos. Sus formas pueden resultar familiares con el deportivo de la marca, sin embargo, todos sus apéndices son totalmente nuevos y, por propio posicionamiento, la diferencia es notable entre ambos.
Empezando por el morro, el SL inserta dos nuevos faros mucho más afilados, con tecnología LED matricial y una firma lumínica más agresiva; ambos apéndices muy cercanos a lo que Mercedes ya ha implantado en modelos como el CLS o el propio AMG GT de 4 puertas. En el centro del frontal se encuentra la gran parrilla con 14 lamas cromadas verticales y el gran emblema de la marca coronando el centro. La zona inferior adopta un parachoques muy agresivo y unas entradas de aireación notablemente generosas, algo imprescindible para ventilar su enorme corazón.
Mirando el coche de perfil, su silueta es aún más impresionante. Esculpida principalmente por líneas suavizadas y redondeadas, sus llantas llaman particularmente la atención por su diámetro, nada más y nada menos que 21 pulgadas; aunque he de decir que le sientan de cine. En el interior de estas se cobijan unas pinzas de freno amarillas que abrazan unos discos de 390 mm delante y 360 mm detrás. Opcionalmente, estos pueden ser carbocerámicos con un tamaño aún mayor. La decoración de dichas pinzas dependerá del modelo del que se trata: SL 43 (negras), SL 55 (rojas) y SL 63 (amarillas).
Sin salirnos del perfil del coche, las manetas están enrasadas en la propia carrocería y salen o se esconden cuando se abra el coche y cuando vayamos circulando, respectivamente. En la aleta delantera se ha acoplado una decoración junto al emblema del motor del que se trata.
Finalmente, la trasera está coronada por dos grandes ópticas horizontales y de líneas muy rectas, diferenciándose así del resto del coche. Sobre el portón del maletero reposa un alerón retráctil que hace acto de presencia automáticamente a partir de 80 km/h o cuando nosotros queramos a través de un botón en el volante (más adelante hablaremos de esto). Por último, el bajo parachoques está coronado por la clásica cuádruple salida de escape trapezoidal cromada con el sello de AMG.
No obstante, un SL no sería lo que es si no se pudiese “quitar” el techo. Por supuesto, esta séptima generación es un descapotable. Y un descapotable espectacular. Su techo de lona culmina la maniobra de “ponerse o quitarse” en alrededor de 15 segundos y se puede llevar a cabo circulando a una velocidad de hasta 60 km/h. En esta generación, todo el mecanismo es 21 kilos más liviano que en la previa, ya que por entonces instalaba un techo rígido.
Un interior digno de un yate de lujo
Muchos, por mera intuición, atribuirán al Mercedes-AMG SL un interior algo más desprovisto de comodidad, con la ausencia de ciertos elementos de confort y con una calidad de acabados algo menor a otros modelos de la marca. Pues, a decir verdad, nada de esto es así. El SL, como concepto, podríamos enmarcarlo y catalogarlo sin ánimo de dudas como un Mercedes Clase S descapotable, junto a todo lo que ello implica. Los materiales (la mayoría de ellos) empleados son de primerísima calidad, los tapizados de todo el habitáculo están mimados hasta el exceso y la comodidad que brindan sus asientos y los ajustes que estos presentan son directamente excelsos.
Dichos asientos podrían estar perfectamente acoplados al habitáculo de la berlina de representación de Mercedes. Sus regulaciones eléctricas son una multitud, pudiendo ajustar casi cada centímetro del butacón a los gustos personales de cada uno. Además de esto, cuenta con elementos como la calefacción y ventilación, masaje o ajuste automático de la posición según la estatura del conductor (esto no siempre te acomoda como se esperaría).
El salpicadero cuenta con un diseño que recuerda a una evolución de lo visto en el AMG GT. La consola central es grande y muy ancha. Como novedad, sobre esta se ubica una pantalla táctil de diseño vertical de 11,9 pulgadas muy similar a la adopta el nuevo Clase S o Clase C y prácticamente todo se ejecuta a través de ella, ya que los botones físicos apenas existen aquí. No obstante, la instalada en el SL es capaz de inclinarse para el caso en que circulemos sin capota y el sol nos refleje. Finalmente, el cuadro de instrumentos cuenta con una diagonal de 12,3 pulgadas y su manejo y personalización se lleva a cabo mediante el brazo izquierdo del volante.
Otro apartado destacado del habitáculo del SL son sus plazas traseras. Desde hacía varias generaciones, este modelo no contaba con unas. Bien es cierto que su espacio es del todo escueto y hasta Mercedes afirma que será de uso ocasional y para personas que midan hasta 1,5 metros. Es decir, principalmente para niños y siempre en un desplazamiento corto. Sus respaldos son demasiado rectos y el espacio para las piernas es muy limitado. Por último, el SL cuenta con un maletero más que suficiente para transportar dos maletas de mano. Su volumen es de 213 litros y, como cabría esperar, eso es todo, ya que su capacidad no puede ampliarse abatiendo los asientos traseros.
Una mecánica innovadora para un SL
Entrando en el apartado mecánico, el SL incorpora por primera vez en su historia varios elementos discordantes para los más amantes del modelo de Mercedes. En primer lugar, el modelo está movido por la división más prestacional de los alemanes: AMG. Sus tres alternativas han sido talladas por los ingenieros de la compañía, aunque más adelante se esperan otras provenientes de otros cuarteles. En esta nueva generación se encuentra el SL 43, SL 55 y SL 63.
Como novedad destacable inicial, es la primera vez que un SL instala un bloque motor de cuatro cilindros en línea. Este es el mismo que adopta el Mercedes-AMG A 45 S, el cual eroga 381 CV. Como único alivio para los más puristas, este cuenta con tracción trasera. El SL 55, por su parte, ya opta por un motor V8 pero renuncia a la propulsión en favor de tracción total 4MATIC+, con una potencia máxima de 476 CV.
Como opción más capaz, el SL 63 (nuestro protagonista de hoy) cuenta con el mismo motor V8 de 4.0 litros, aunque su potencia se eleva hasta los 585 CV. Equipa tracción total 4MATIC+ y, como nuevo estreno, dirección en el eje trasero con lo que su dinámica mejorará notablemente. Gracias a estas especificaciones, la variante ejecuta el 0 a 100 km/h en 3,6 segundos y detiene su aceleración cuando alcanza los 315 km/h. La transmisión en todo caso siempre será un cambio automático AMG Speedshift MCT 9G de nueve relaciones.
Prueba dinámica
Como he dicho al principio de este escrito, conducir un SL es tener la oportunidad de hacer historia. ¿Quién no ha oído a abuelos contar a los más jóvenes que ellos condujeron un SL? Es un coche mítico en todos los sentidos. Y no es para menos, su historia precede a un conjunto excelso que ha desembocado todo su poderío en esta séptima generación que no deja indiferente a nadie.
Desde el primer momento en que te acomodas en sus brutales asientos y despiertas a sus ocho pistones, sabes que es algo especial. Su sonido inicial es embriagador. Su motor de 4.0 litros arranca con muchas ganas y desata las miradas de todo aquel que pasa por su lado. No obstante, no esperes el sonido embravecido de un puro deportivo, el SL en cuanto optimiza sus revoluciones se vuelve mucho más tranquilo y puede llegar a pasar desapercibido en este aspecto. Esto tiene una sencilla solución: pulsar uno de los botones satélite que tiene el volante para abrir los escapes y que así emane su sonido de forma más rotunda.
Tras los primeros kilómetros a bordo del SL te das cuenta que todas las intuiciones que podrías tener sobre él eran contradictorias. El SL no es un deportivo. Su concepción es claramente la de un coche señorial, muy cómodo y confortable; es decir: un GT. Olvídate aquí del Mercedes-AMG GT, por mucho que se puedan llegar a parecer en algunas fotos. No tiene nada que ver en absoluto. Como dije anteriormente, la experiencia es mucho más cercana a circular con un Clase S descapotable.
No me entiendas mal, el SL corre. Y corre mucho. Sin embargo, su puesta a punto es la de priorizar el confort de sus ocupantes incluso en momentos de éxtasis. No obstante, desde sus modos de conducción se pueden hacer modificaciones al respecto y que las suspensiones, la respuesta del motor, caja de cambios y sonido sea mucho más agresiva. Bajo su panel central o a través del volante se podrán cambiar dichos modos entre: Confort, Sport, Sport+, Race e Individual. En la variante más radical, los controles electrónicos también se vuelven algo más permisivos y, por ende, el SL se pone más “juguetón”, aunque sin cruzar la delgada línea del miedo.
En entornos urbanos, sus cotas no serán las más cómodas de manejar durante los primeros kilómetros, aunque después te haces a ellas y es todo un lujo circular con él por la ciudad con el cielo como techo. Es lo más parecido a hacerlo sobre un yate de lujo del asfalto. Por supuesto, en este terreno no faltarán miradas indiscretas, sonrisas de sorpresa y algún que otro pulgar en alto.
Todo en este coche apunta hacia el confort: su dirección, asientos, cambios, etc. No existe la brusquedad aquí. Todo se hace con mucho mimo y con una suavidad pasmosa. Aunque, por supuesto, siempre y cuando circulemos en modo confort; el resto de las alternativas son otro rollo.
Pero, ¿de qué es capaz el Mercedes-AMG SL 63 cuando hay que derrochar poderío? Ciertamente, de mucho. Sus 585 CV son una delicia de sacar a pasear. La entrega es rotunda desde un ritmo bajo de revoluciones. Sin embargo, en primera, la zona roja se aproxima con gran velocidad, lo que hace que la segunda y la tercera sean marchas más “disfrutonas” en el sentido de que dan más tiempo a poder vivir esa experiencia con más sabor. Todo este homenaje a las cuadras más salvajes vendrá acompañado de un clásico sonido AMG que enamora a cualquiera. De hecho, si circulamos en modo Race, todo esto estará aderezado con unos petardeos audibles a muchos metros de distancia. Como digo: sensacional.
Da igual si es con la capota puesta o quitada, el SL se disfruta magníficamente siempre, a todas horas y en todas partes. Con el techo puesto bien es cierto que el aislamiento exterior es casi total, es prácticamente idéntico al moverte con un coupé. Sin el techo, a altas velocidades, el viento y el ruido puede colarse en el habitáculo y restar posibilidades de charlar tranquilamente con tu acompañante. Sobre la fila trasera se puede instalar un quitavientos que restará esta sensación, aunque no desaparecerá del todo.
Sin embargo, no todo es tan positivo o perfecto con el SL. Sus consumos me han parecido excesivamente elevados, llegando al punto de que en una conducción totalmente eficiente, su cifra no baja de los 16 litros. Esto, por mucho V8 que lleve bajo el capó, son cifras altas. Ya en caso de tener un momento de excitación, jamás verás algo por debajo de los 22 litros, lo que hará que la autonomía del coche sea difícilmente superior a los 400 kilómetros con el tanque lleno.
Conclusión y precios
El Mercedes-AMG SL me ha parecido el coche perfecto en la práctica totalidad de aspectos. Cuenta con un confort digno de la mejor berlina de representación, una conducción deportiva si se le pide, unas plazas traseras para casos de emergencia, un maletero correcto y, sobre todo, un techo que se puede guardar en el maletero. ¿Qué más se puede pedir? Pues aquí entramos en sus ‘peros’.
Como parte mejorable, sin lugar a dudas: sus consumos. Me parecen excesivamente elevados ante cualquier situación. Y como segundo punto: su precio. Aunque este es un coche que no busca ser accesible para todo el mundo, el SL 43 comienza su andadura en 148.970 euros, mientras que el SL 63 hace lo propio desde los 223.337 euros. Una cuantía que puede crecer significativamente hasta más allá de los 280.000 euros en caso de tirar en demasiado del catálogo de extras.