Prueba Mercedes GLS 400 d, non plus ultra
El Mercedes GLS es la cúspide de los viajes por carretera, no hay nada más allá. Pocas vehículos más grandes hay circulando por nuestras carreteras. Un SUV de colosales proporciones que te querrás comprar, y del cual es imposible no caer rendido a sus pies.
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Publicado: 04/10/2020 19:00
Todo el mundo quiere un SUV, y entre los cientos de opciones disponibles solo un puñado opta por el formato más grande de todos. Después de este ya no hay nada, incluso muchas furgonetas son más pequeñas. El Mercedes GLS corresponde a ese selecto grupo de SUV que no tiene muchos rivales a la vista. Después de él no hay nada más, no lo hay más grande, o al menos no bajo la firma de Mercedes.
La verdad es que el GLS representa todo lo que Mercedes siempre ha sido. Una marca de corte clásico, alta calidad, y elevado confort. En menos de una línea te he descrito como es, pero la realidad es que apenas un puñado de palabras no le hacen la justicia que se merece. Yo no soy un gran admirador de los SUV, pero puestos a elegir soy fiel a la filosofía de "caballo grande, ande o no ande".
El Mercedes GLS no es un producto nuevo, lo que pasa que no es corriente de ver y parece que los alemanes lo sacaron hace poco al mercado. Su primera generación data del año 2006, aunque por aquel entonces se llamaba GL. La segunda generación aterrizó en el mercado en el año 2012, y fue entonces cuando se le bautizó como GLS atendido a la nueva nomenclatura adoptada por Mercedes. La última edición data de finales de 2019, que es la que tenemos hoy con nosotros.
No te quepa ninguna duda que Mercedes no ha diseñado el GLS para el mercado europeo donde las calles son estrechas y los garajes diminutos. Se trata de un producto específicamente pensado para los mercados americanos y chino donde no tienen esos problemas tan mundanos. Pero bueno, ya que estamos hablando de una marca europea y que el modelo es el culmen de su gama SUV, pues también se vende por aquí, poco, pero se vende.
Sus medidas son escandalosas y desproporcionadas para un mundo real. Pero siendo sincero su diseño es tremendamente atractivo. Mercedes ha aplicado su filosofía de diseño, pero con ligeras modificaciones para así adaptarse a la escala de este mastuerzo que supera los 5,2 metros de largo, roza los 1,96 metros de ancho y alcanza los 1,82 metros de alto. Para que te hagas una idea; un Mercedes Clase V de batalla larga se planta en los 5,1 metros de largo.
Pero como venía diciendo, me parece un coche visualmente tan atractivo como poderoso. Ante su morro sucumbe todo lo que se ponga por delante. Ni imaginarme quiero lo que le puede hacer ese frontal a un peatón. Visto desde cualquier espejo retrovisor queda imponente, aunque es muy posible que solo veas una cuarta de este y que, al igual que un iceberg, el resto queda fuera de tu campo de visión. Lo dicho, descomunal.
Lo miras y no sabes por dónde cogerlo. Obviamente todo esto tiene un grave problema de movilidad. A la hora de maniobrar con un Mercedes GLS es como si lo hicieras con un camión, tanto en altura como radio de giro. Hay que abrirse mucho al girar en una calle, porque cuando el culo toma la curva el morro ya va por la mitad de la calle. Y ni qué decir tiene en los garajes españoles pensados para coches de los años 70. He sufrido menos en la consulta del dentista que tratando de aparcar y desaparcar el GLS en el garaje de mi casa.
Si no tienes problemas de espacio, o directamente no te importan, has salvado el primer escollo importante del GLS. A partir de ese punto empiezan los lujos y las maravillas. Mercedes parece haber diseñado este coche para vagos. Hay un botón para cada función. ¿Que queremos mover los asientos traseros? Botón. ¿Que queremos abatir la tercera fila de asientos? Botón. ¿Que queremos plegar el asiento trasero izquierdo porque me da la gana? Botón. Debe pesar más el cableado eléctrico de un GLS que una moto entera.
Ojo que no me estoy quejando, estoy destacando algo que me ha llamado la atención y que cuadra perfectamente con el significado del coche. El GLS no es un producto para un cliente de 20 o 30 años. Primero porque no puede pagarlo, y segundo porque a esas edades el confort y el lujo no está en la parte alta de tu lista de prioridades. El comprador tipo de un SUV de este tamaño y precio es alguien de más de 50 años que ha triunfado en la vida y que quiere hacerlo todo de la manera más lujosa y cómoda posible.
Eso sí, más vale que se conserve bien la agilidad y las caderas lubricadas porque subirse al GLS no es tarea sencilla. Un asidero en los marcos de las puertas no estaría de más. También es recomendable que los más jóvenes y menudos vayan en las plazas auxiliares del maletero. Más que nada porque el acceso es muy complicado y porque el espacio no es el mejor. Cuesta creer que un coche tan largo no sea especialmente capaz en su tercera fila. Problema del primer mundo.
El maletero del GLS muestra 890 litros de capacidad, aunque se reducen a 355 litros con la configuración de siete asientos
Y no lo es porque el GLS está diseñado para el resto de sus ocupantes. La tercera fila de asientos Mercedes parece otorgarla de regalo, pero seamos sinceros, este coche es para disfrutarlo mientras te llevan. La segunda fila de asientos parece un salón de baile. No es que haya espacio, es que sobra. Alguien pequeño puede incluso estirar al máximo las piernas. Y ni siquiera los hermanos Gasol tendrían problemas con la altura con respecto al techo, y eso que la unidad de pruebas montaba un techo solar más grande que muchas de las ventanas de casa.
Posiblemente, y sin posiblemente, estamos hablando de uno de los mejores SUV en los que poder viajar en las plazas traseras. Ten en cuenta que la S del final de GLS le viene por ser el modelo más grande, lo mismo que pasa con el Mercedes Clase S. Esa letra también implica mucho lujo y mucha chorrada pensada para el disfrute de los ocupantes. Las plazas traseras disfrutan de su propia climatización, de calefacción y ventilación en el asiento, y por supuesto, de masaje. Vete a buscar qué coches del mercado tienen masaje en sus plazas traseras. Ya te digo que pocos.
La plaza central posterior es polivalente. Se puede usar para meter a un quinto pasajero, pero desearás que no vaya nadie. El respaldo se convierte en un cómodo apoyabrazos con su propio módulo de gestión. A través de una tableta digital los ocupantes traseros pueden gestionar su propio mundo, ponerse cómodos y rezar para que el viaje sea cuanto más largo, mejor. Por si te lo estás preguntando, sí, también se pueden poner teles, pero en este caso la unidad no las montaba.
Irremediablemente alguien se tendrá que poner a los mandos. Habrá pelea por ver quien lo hace, pero no como si fuera el caso de un Mercedes-AMG GT. Si te toca debes saber que tampoco te va a faltar de nada. También tienes tus asientos climatizados, tu masaje y mucho espacio en el que ponerte cómodo. Cuidado con ponerte excesivamente cómodo que el GLS puede provocar serios ataques de somnolencia por su baja rumorosidad y su extremo confort. A mí me ha pasado que yendo de viaje me daban igual 100 que 700 kilómetros. No me quería bajar.
Es tan así que dan ganas de ponerte a los mandos y hacer kilómetros y kilómetros. Cuesta lo mismo bajarse de un GLS que levantarte del sofá un frío y lluvioso día de invierno. Todo en el interior está compuesto por los mejores materiales y la mejor tecnología. Hay despachos domésticos peor equipados. Cuero por doquier, superficies blandas, materiales de gran tacto, maderas... Como se nota que los desarrolladores se han cortado muy mucho de meter Pianno Black. Ni rastro de él, y yo que me alegro.
Pero no solo es calidad lo que emanan los poros del GLS, también tecnología. Al ser el tope de gama de los SUV, en lo que a equipamiento se refiere, va con todo. Imagina cualquier artilugio moderno que pueda montar tu coche, el Mercede GLS lo lleva. Faros matriciales de LED, visión nocturna, navegador con realidad aumentada, Head-Up Display de grandes dimensiones, cierre de puertas asistido, posavasos térmico, cámara de 360º con efecto 3D, conectividad para dispositivos móviles, cargador por inducción, y los ya mencionados lujos de los asientos de la primera y la segunda fila.
Podría seguir un buen rato más porque la lista es más larga que un día sin pan. Pero creo que esas pocas pinceladas te darán buena cuenta de lo bien equipado que está el GLS. A día de hoy solo lo supera el Clase S y porque acaba de sacar una nueva generación. También debo indicar que en materia de seguridad lo lleva todo, control de crucero adaptativo inteligente, asistente de salida de carril, asistente de adelantamiento, radar frontal, indicador del ángulo muerto, y todo lo habitual en un coche puntero como este.
La clase premium de un coche no solo se mide por su diseño, tamaño o interior. También se mide en su gama mecánica. En el porfolio del GLS no verás un solo motor con menos de seis cilindros. Seis en línea y V8 son los motores que alimentan a esta bestia. La gama arranca con el 350 d de 286 caballos, no está mal pero no querrás ser el que se compre un GLS de acceso. Luego está el 400 d, la compra lógica que satisfará a la mayoría de los clientes. A continuación, entramos en la gama de gasolina y lo hacemos de la mano del GLS 580, para hombres respetables. Y por último está el AMG GLS 63 de 612 caballos, los Emiratos Árabes te saludan.
Igual este despliegue de caballos no colma tus ansias de lujo, rendimiento y exclusividad. Tranquilo, Mercedes también ha pensado una solución para ti: Mercedes-Maybach GLS 600. No tiene ni precio, así que calcula lo que tiene que valer. Al estar firmado por Maybach el concepto GLS es llevado a la enésima potencia. El único problema es que no lleva un V12 biturbo como sí hace el Clase S, pero bueno, alguna pega hay que sacarle al trasto.
Al volante de una casa en movimiento
Circular con un Mercedes GLS es como conducir en un camión, pero con piel por todos lados. Como ya he dicho, el primer escoyo para iniciar la marcha es subirse al propio coche. Pero ahí acaban los problemas (hasta que te tengas que volver a subir). Creo firmemente que Mercedes debería haber programado un pitido agudo cada dos minutos para que el conductor no sufra de somnolencia.
Viajar de noche en el GLS es un placer como pocos otros. Circulas mientras dejas al resto de coches uno o dos pisos por debajo, la música sale por un equipo de sonido que puede llegar a valer lo que un utilitario, el asiento calienta o enfría tus reales posaderas y mientras te das un masaje de ondas no muy fuerte en la espalda, y con la luz ambiental emitiendo un tono picante que es la envidia de muchos de los clubs de dudosa reputación que inundan nuestras carreteras. Esa sensación no está pagada, bueno sí, pero no sale tan cara como te puedas imaginar.
Eso es lo que implica circular en un GLS, saber que has alcanzado la cúspide de los viajes por carretera. No hay nada más cómodo, suave o relajante. Ponerte a los mandos implica que tu ritmo cardiaco y tu estrés se reduce. La tensión te baja y los kilómetros caen uno tras otro sin inmutarse. La suspensión neumática trabaja para que los ocupantes no noten absolutamente nada del feo y oscuro asfalto. El aislamiento interior, con un cristal doble, impide que cualquier ruido exterior perturbe tu viaje.
No sé muy bien porqué, pero Mercedes ha instalado varios modos de conducir al GLS. Los llama: Eco, Confort, Sport e Individual. Yo los llamaría: Andas corto de gasolina, Debería ir siempre activado, No sirve para nada y Sirve para menos. No tiene sentido poner otro modo que no sea el de extremo Confort, y gracias a Dios es el que modo por defecto. Es decir, que el GLS arranca siempre en él. No tiene sentido utilizar los otros porque ni vas a ahorrar mucho ni vas a convertirlo en un deportivo.
A ver, que una cosa quede clara. Tanto confort y suavidad tiene su peaje en la dinámica, pero vamos nada nuevo (#SíSePodiaSaber). El GLS puede correr, pero mejor que lo haga solo en línea recta, porque ante la primera curva más vale que te prepares para contener a un elefante en estampida. El GLS pesa dos toneladas y media, parar eso a alta velocidad requiere de una planificación muy seria. Pero vamos, que poco importa que no sea un coche ágil.
La unidad de pruebas es un GLS 400 d de 330 caballos entre las 3.600 y las 4.200 revoluciones. Cuenta con 700 poderosos newton-metro de par entre las 1.200 y las 3.200 vueltas, y está gestionado por un cambio automático 9G-Tronic de tipo convertidor de par que reparte toda la fuerza del conjunto en las cuatro ruedas mediante la tracción 4MATIC. Si estás pensando en otra opción, no hay problema, pero creo que esta es la mejor a la que le puedes echar el guante.
Trasladando las cifras de prestaciones del papel a la carretera se demuestra que el peso es el verdadero lastre de los coches modernos. La pegada del GLS 400 d es buena, te permite acelerar desde parado con mucha solvencia, y también adelantar sin riesgo, pero le pesa el culo. El motor diésel no se deja notar, a no ser que te bajes del coche con él encendido, pues entonces sí que emite un ruido no muy agradable. Con todo ello, esta es, a mi juicio, la mejor opción de toda la gama por su relación precio-rendimiento-consumo.
La tracción total 4MATIC se monta en el GLS para otorgarle un mejor aplomo y una conducción más suave y segura bajo cualquier circunstancia. Sus capacidades como todoterreno están limitadas por sus dimensiones, donde lo más destacable es una altura libre con respecto al suelo de 21,5 centímetros. Esa altura se puede cambiar gracias a la suspensión neumática que sube o baja unos centímetros la carrocería. Si lo metemos por el campo, cuanto más sencillita sea la ruta, mejor.
Me ha sorprendido que no es un coche especialmente derrochador con el carburante. Si te metes por ciudad más vale que vayas con el tanque lleno o tengas localizadas las gasolineras más cercanas. Bajar de los 10 litros es tarea reservada solo para los conductores más delicados. El GLS pide carretera abierta, rutitas de media o larga distancia donde se active el control de crucero y el paisaje corra por las ventanillas. En ese escenario el consumo se puede quedar en torno a los ocho litros de media.
A lo largo de la semana, con casi 1.000 Km hecho el ordenador se quedó en un consumo medio de 8,4 litros. Me parece un dato muy bueno, las cosas como son. Su rango de autonomía puede superar los 1.000 kilómetros gracias a un excelso tanque de combustible de 90 litros que te hará desembolsar más de 100 euros cada vez que pases por tu gasolinera de confianza. Hacerte amigo del gasolinero es tarea imprescindible con la compra de tu GLS.
Si puedes pagar el precio de un GLS puedes despreocuparte del coste del carburante, aunque vigila la cotización de unos neumáticos traseros con medida 325. Antes he dicho que es un coche caro, pero no ridículamente caro. El precio de salida del Mercedes GLS es de 95.100 euros para el 350 d 4MATIC. El miembro más caro de la familia es el AMG GLS 63, con un valor mínimo de 176.150 euros. La unidad de pruebas, que traía casi todo el equipamiento, cuesta, según configurador, unos muy razonables 150 mil euros. No me parece nada descabellado teniendo en cuenta lo que se ve por ahí.
Para ir acabando...
Puestos a comprarse un SUV mejor hacerlo en el formato y el lujo que presenta el Mercedes GLS. Al volante te sientes un tipo poderoso que sabe que pocos coches con los que te crucen te van a ganar en tamaño, calidad o precio. Su único rival real es el BMW X7. Tras haber tenido la suerte de probar los dos me cuesta decantarme por uno o por otro. Los dos me parecen sensacionales, pero el BMW es un pelín más caro. Aunque metidos en este terreno el factor monetario tampoco es que importe.
Me quedo con muchas cosas del GLS. El diseño, el espacio, el confort, el rendimiento, las sensaciones que transmite... Es un SUV impresionante y digno de su nombre y de su marca. Por supuesto hay que declarar unas cuantas pegas. Es demasiado grande, subirse a él cuesta, la tercera fila de asientos no es muy grande, y el ruido externo del motor diésel no está muy bien tratado. Son problemas salvables, lo sé, pero alguna pega había que ponerle.