Prueba MINI Cooper S Cabrio 2019, desmelenando la ciudad
No estamos ante la prueba del MINI más práctico de todos, pero sin lugar a dudas el MINI Cooper S Cabrio es el que todos buscan. Al bajar la capota el precio sube pero la diversión también, lo mismo que el estilo y el estatus social.
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Publicado: 08/08/2019 20:00
¿En qué se basa uno a la hora de comprarse un MINI Cooper S Cabrio? Este pequeño pero apuesto descapotable es capaz de contentar a aquellos que busquen un deportivo de bolsillo pero divertido. Esto ha animado a muchos compradores que desde 2004 se han decantado por la opción cabrio de MINI. 320.000 ventas en 15 años denotan la buena salud de este modelo que de cara a este 2019 se ha actualizado para seguir conquistando.
Y es que estamos ante uno de esos coches que o amas u odias. No hay término medio aunque también digo que no conozco a nadie a quién no le guste. Y es que sigue conservando ese estilo moderno pero retro a la vez. Un estilo que es tan reconocible como el propio nombre del coche. En 2001 BMW decidió relanzar la icónica marca y el estilo de diseño no pudo ser más acertado. Inmediatamente el MINI volvió a ser lo que era pero con un enfoque más chic y por qué no decirlo, clasista.
A finales del año pasado MINI nos adelantó los cambios que iban a sufrir sus modelos de cara a este 2019. Los cambios son mínimos, pequeñas modificaciones aquí y allí que si bien no cambian en absoluto el estilo del coche, sí que le dan un toque más moderno. En el caso de la unidad de prueba hay que destacar el color negro de los cromados y el ligero retoque sufrido por los faros para así adaptarse a la tecnología matricial de LED. Por detrás los cambios son igual de nimios, pero más llamativos, ya que la cubierta de los faros pasa a incorporar la bandera de la Union Jack.
Y hasta aquí las modificaciones estéticas de MINI de cara al 2019. No se podía haber hecho más con menos. Parece mentira lo que puede cambiar la apariencia de un coche con cuatro detalles, pero es así. Obviamente en este caso estamos hablando de una versión tope de gama con el paquete estético deportivo y eso quiere decir que conseguimos el aspecto más fiero que un MINI Cabrio es capaz de conseguir. Le queda realmente bien, y como ya he dicho antes no creo que haya alguien a quién no le guste. Icónico, bonito, juvenil y deportivo. Poco más se puede pedir en ese tamaño.
Si hay que estar atento para no perderse los cambios exteriores, más atento hay que estar para que no se escapen los interiores. MINI ya había dado con el filón del diseño del habitáculo y en esta ocasión han sido fieles a la filosofía de si algo funciona, mejor no lo toques. Así que los diseñadores se han puesto manos a la obra y el resultado es la recolocación de un par de botones. Mucho tiempo no les habrá llevado cambiarlo, pero insisto en que lo que había ya era muy bueno.
Esos cambios son el mando que controla los modos de conducción, que antes estaba en la base de la palanca del cambio, la propia palanca del cambio, y el gráfico del indicador del combustible. Y ya está. Hay que decir que si bien en el exterior las modificaciones estéticas modifican un poco el aspecto, de puertas para dentro no se puede hablar de una sensación notable de cambio. De hecho en algunos aspectos para mí se ha perdido gracia pues consideraba que cambiar los modos de conducción a través del anillo de la palanca de cambios le daba un toque diferente, ahora es más común.
De lo que ni yo ni nadie se puede quejar es de la calidad de los acabados. A buen seguro que el MINI es el utilitario más premium que hay actualmente en el mercado. El Audi A1 no le hace ni sombra a este coche en cuanto a materiales y a acabados. Las cosas como son. MINI, guiado por BMW, ha creado un habitáculo donde no importa el tamaño. Los materiales son muy buenos, los mismos que podríamos encontrar en una berlina de gran corte de la marca alemana, y los ajustes, la fabricación y los acabados están a la altura de semejante propuesta. Es así y no se puede negar ni ocultar.
Como siempre ha sido famoso en MINI desde su reaparición en 2001, el programa de personalización es cada vez más extenso. Tanto por dentro como por fuera los de Oxford dejan rienda suelta a los compradores para que configuren el coche a su gusto. Es otro detalle que ninguna marca rival es capaz de igualar. El grado de personalización es tal que MINI te permite imprimir las molduras de tu coche en una impresora 3D para que tú puedas poner el diseño que más encaje contigo.
Es un paso, o dos, más allá de la tradicional paleta de colores bitono o las llantas. Todo ello recogido bajo el paraguas del programa MINI Yours. Éste viene a ser como el programa Individual de BMW. Gracias a él podrás configurar cada aspecto del coche a tu gusto, aunque eso sí, prepara dinero porque tanta personalización y tanta calidad al final acaba pasando factura como ya te diré un poco más adelante. Aún así es algo a destacar.
Otra manera de gastarse dinero en un MINI es a base de incluir equipamiento, mucho equipamiento. Tanto que bien podría rivalizar con cualquier berlina premium del mercado. Todos esos gadgets se han ido sumando a lo largo del tiempo y se han ido actualizando a medida que una nueva tecnología hacía acto de presencia. Gracias a ello se puede decir que el MINI dispone de todos esos artilugios que hoy se han vuelto imprescindibles. Tales como el HUD, la pantalla del sistema de infoentretenimiento, el navegador, el climatizador bizona, y por supuesto la conectividad para dispositivos móviles, Android Auto y Apple CarPlay.
Los acabados de MINI no solo afectan al rendimiento, el equipamiento también varía a cada paso que damos
Tampoco puedo olvidarme de asistentes a la conducción y elementos de seguridad activa. En este punto puede que flojee un poco más ya que la plataforma es antigua y da para lo que da. Por ese motivo no puede incluir paquetes como el indicador del ángulo muerto o el asistente de mantenimiento de carril. En realidad los asistentes se centran en hacernos la vida más cómoda gracias al control de crucero adaptativo, al lector de señales, al radar de proximidad con detección de peatones y las cámaras y sensores de aparcamiento.
Gracias a ellos podremos desenvolvernos por dentro y fuera de la ciudad como pez en el agua. Eso sí, si vamos a movernos mejor que sea en pareja, porque las amistades, si es que entran, irán muy incómodas en las plazas traseras. Posiblemente la habitabilidad sea la peor característica del MINI Cabrio. En realidad podría ser un defecto de todos los modelos de la casa, pero en este caso se agrava porque parte del maletero debe ceder su espacio a la capota, que aunque no quede completamente plegada resta espacio al baúl de carga que muestra un espacio mínimo de 215 litros. Lo justo para un par de trolleys de viaje.
Tampoco es que se pueda pedir mucho de un coche que apenas pasa de los 3,8 metros, pero sin lugar a dudas el Cabrio es el MINI menos práctico de todos, las cosas como son. Pero por el contrario es el más estiloso de todos. El simple hecho de poder quitar la capota marca la diferencia, aunque con eso el precio se dispare y la habitabilidad se pierda. Es el precio a pagar por el glamour y el estatus que conlleva conducir un pequeño MINI.
¿Y cuánto es ese precio? Pues más o menos el mismo que podemos gastarnos en un SUV medio generalista. La oferta comercial del MINI Cabrio 2019 arranca en los 24,850 euros para el One Cabrio de 102 caballos. En el lado opuesto de la balanza, con un precio que ronda los 40.000 euros, tenemos al Cabrio John Cooper Works de 231 caballos de potencia. Todos esos precios son base, es decir que cada uno puede incrementarse en función de los opcionales que vayamos sumando y el grado de personalización deseado. Por ese motivo no es nada difícil acercarse a cifras superiores a los 50.000 euros. Exagerado.
Prueba MINI Cooper S Cabrio 2019
Obviamente no se necesita tanta potencia como la del JCW, pero tampoco está mal contar con algún caballo más de los ofrecidos por el One. En este término medio encontramos dos opciones. Por un lado el Cooper y por otro el Cooper S. La diferencia entre los dos radica en el motor. Por un lado el menos prestacional presenta un bloque de tres cilindros, mientras que el S monta un motor de cuatro cilindros y dos litros que consigue estirar su potencia hasta los 192 caballos. La potencia no es lo único que crece, ya que la diferencia de precio es de aproximadamente 5.000 euros.
Aunque ese motor tricilindrico está muy bien, a un coche de estas características, y ya metidos en faena de precio, le pega más los casi 200 caballos del Cooper S. Así que esa es la variante que he puesto a prueba. Y así, a bote pronto, he de decir que le sienta como un guante y que hace que la diversión y las sensaciones de llevar un cabrio se incrementen exponencialmente gracias a un excelente rendimiento y a un sonido muy dulce que encaja perfectamente con la filosofía del coche. A veces no es necesario tener lo máximo para estar satisfecho.
Más que nada porque el motor derivado de BMW es tan bueno que no se le puede poner muchas pegas. Sus 192 caballos rinden estupendamente en los casi 1.400 kilogramos del Cooper S Cabrio, obviamente rinden menos que en otros modelos menos pesados, pero las cifras de prestaciones indican que nos seguimos moviendo en niveles óptimos. De 0 a 100 kilómetros por hora en 7,1 segundos y velocidad punta de 230 Km/h. Más que suficiente para poner en aprietos a más de uno y a más de dos.
Al correr la capota hasta el fondo se pierde gran parte de la visibilidad trasera, y el aire que entra es notable pero no molesto
Como ya he dicho no se pueden poner muchas pegas a este motor, el único punto negativo es la conexión con la caja de cambios. Se trata de un doble embrague de siete velocidades que tarda más de lo debido en actuar. Hay un cierto retraso entre que el conductor pisa el acelerador y el coche responde. Eso se debe a que la caja tarda en reducir las marchas suficientes para salir disparado, apenas son unas décimas de segundo, pero están ahí. Eso sí, una vez el ordenador del coche reconoce la señal del acelerador el coche gana velocidad con mucha facilidad. Tanta que rápidamente llegamos a ritmos dañinos para nuestra cartera.
Ese pequeño inconveniente, que no llega a ser ni defecto, se debe a que la configuración del tren motriz prioriza ligeramente el bajar consumos. En realidad los fabricantes están obligados a hacerlo, y gran parte de la actualización de este 2019 se debe al cambio en el ciclo de homologación. La normativa de cara a 2021 obliga a los fabricantes a reducir emisiones de CO2, y eso se logra a base de reducir consumos. Por ese motivo cuando no importaba el gasto los coches "tiraban" un poco más y ahora van algo más limitados.
A pesar de ello tampoco hablamos de un coche con unos consumos especialmente bajos. Oficialmente MINI anuncia que el Cooper S Cabrio automático tiene un gasto medio homologado de 5,7 litros. Es un dato muy realista para el resultado final de la prueba. Tras haber recorrido casi 1.500 kilómetros con el coche el ordenador de a bordo desprendió un consumo medio de 6,7 litros. El resultado no es ni muy bueno ni muy malo, dejémoslo en correcto tirando a alto para un coche de este tamaño.
Sin embargo todos esos pequeños defectos quedan en nada cuando se exprime a tope al Cooper S Cabrio. Basta con correr la capota, poner el modo Sport en el selector de mando y acelerar. Ahí es cuando compruebas que el precio excesivo del coche no se debe solo al estatus, al diseño, la calidad o el motor. Posiblemente hablemos de uno de los coches más infrautilizados del mercado, porque sintiéndolo mucho pocos compradores de un MINI descubren el buen comportamiento dinámico que éstos presentan.
Son una delicia a la hora de entrar en una carretera de curvas. El chasis de tracción delantera está muy equilibrado con muy buenos ajustes y excelente puesta a punto. El MINI es capaz de afrontar estos terrenos de una forma tan solvente como las calles de la ciudad más estrecha. Ágil, dinámico y divertido. Incluso en estos terrenos el motor parece empujar más, aunque también pueda que sea por la sensación que provoca el viento en la cara y el sonido del motor en los oídos. El conjunto es sensacional y muy agradable.
En realidad toda la puesta a punto del coche va dirigida a ofrecer ese comportamiento. La suspensión peca de dura y aunque no es especialmente confortable en ciudad donde el pavimento puede estar algo más roto, en una carretera de curvas saca lo mejor de sí. Tampoco esperemos obtener un coche especialmente refinado desde el punto de vista de rodadura. Las llantas de 19 pulgadas con neumáticos de perfil estrecho son malos aliados para el confort, lo mismo que la suspensión dura. Pero debo reconocer que he quedado muy sorprendido con el aislamiento de la capota, con el techo cubierto el ruido interior no es muy superior al de un MINI de techo rígido, y eso dice mucho a su favor.
Conclusiones
Pocos coches dan tanto estatus como un MINI. Su compra te da acceso a un nivel social poco frecuentado, y si ya hablamos del Cabrio es algo exclusivo. El MINI menos práctico de todos se postula como uno de los más divertidos y uno de los que mejores sensaciones otorga. El hecho de que el techo se repliegue tras los asientos traseros provoca que, no solo que el precio se dispare, si no que la diversión también. Es el aliado perfecto tanto para desenvolverte por la ciudad como para hacer una escapada rutera por carretera con el techo descubierto y el aire en la cara.
Aunque claro, todo conlleva un precio, y no uno pequeño. Por el dinero que cuesta el MINI Cooper S Cabrio hay familias que se compran un coche para todo. Obviamente es un capricho, y un capricho caro. Luego tampoco es que sea un coche muy funcional o práctico por culpa de un maletero mínimo y unas plazas traseras ridículas. Pero una vez corres la capota y arrancas los problemas se quedan atrás. No es lo mismo presentarse en un acto social con un utilitario cualquiera que con un MINI descapotable, y si además se conduce de la forma tan divertida como lo hace...pocos coches iguales vas a encontrar en el mercado.