Prueba MINI Countryman JCW 2024, no tiene ningún sentido pero es muy divertido
El Countryman estrena generación. Cargado de novedades, el SUV inglés luce nuevo aspecto y más tecnología, pero no todo lo nuevo es mejor. Probamos su versión más potente para adivinar qué tal le han sentado los cambios.
MINI ya no es lo que era. La marca inglesa está en pleno proceso de transformación. En Oxford trabajan duramente para cambiar la imagen de la marca. El MINI clásico sigue estando presente, pero ya no es el modelo más importante y popular de la casa. Ese mérito le corresponde ahora al MINI Countryman. El hito ya lo consiguió en su primera generación, pero ahora se presenta una nueva edición cargada de novedades, desde lo estético a lo mecánico pasando por lo tecnológico. He podido probarlo en su versión más extrema.
No se puede negar que en Inglaterra acertaron de lleno con el lanzamiento de su producto más extraño. La primera generación salió a la venta en el año 2010 e inmediatamente se convirtió en un éxito de masas. La esencia MINI en un formato familiar que permitía a los clientes mantenerse dentro de la casa tras incrementar la familia. En el verano de 2023 se presentó al mundo la segunda iteración, ahora más familiar y grande que nunca. El salto cuantitativo ha sido considerable, alejándose aún más del concepto MINI más clásico. Ahora es más bien un GRANDI (perdón por la broma).
Los cambios han sido sustanciales en todos los niveles, empezando por la base. El nuevo Countryman se apoya sobre la misma estructura que ya conocíamos, la plataforma UKL que comparte con el BMW X1, su primo hermano alemán. Si bien la plataforma es la misma, los ingenieros la han alargado considerablemente. El Contryman alcanza ahora los 4,43 metros de largo, 1,84 metros de ancho y 1,66 metros de alto. Es más grande y se siente más grande. A simple vista saltan las diferencias. Nos alejamos de las líneas curvas para caer en manos de la escuadra y el cartabón. Formas que anticipan un peor envejecimiento.
Si hay algo bueno en la clásica línea de MINI es que los años no parecen pasar por ellos. Los diseñadores ahora han cambiado de planteamiento y el aspecto si bien es más contundente, es menos entrañable. No se reconoce la esencia MINI por ningún lado. La parte posterior se ve algo desproporcionada, aunque se mantienen los detalles habituales de la casa. Esos elementos diferenciadores que sirven a los directivos para incrementar el precio de venta. Las opciones de personalización son muchas y eso seguro que alegra la vida a muchos clientes.
El mayor volumen tiene un efecto secundario positivo que se deja notar al abrir la puerta. El espacio interior es mucho más generoso. Cierto es que la anterior generación no es que fuese la mejor desde el punto de vista familiar. La fila trasera era algo justa y el maletero un poco pequeño. Esos problemas quedan ahora olvidados con una banqueta posterior muy amplia. Pasajeros adultos pueden ir cómodamente sin problemas de espacio, aunque lo ideal será no sobrepasar cuatro de las cinco plazas disponibles. El maletero sigue siendo algo justo teniendo en cuenta los estándares de la categoría. 440 litros de espacio mínimo para el Countryman JCW, 100 litros menos que un X1.
Otra cosa que no me gusta es cómo MINI ha planteado el habitáculo en cuanto a materiales. La generación anterior arrojaba buena sensación al tacto gracias a superficies gomosas y blandas que han sabido soportar muy bien el paso del tiempo. En este caso, MINI ha sustituido todos esos componentes por superficies de plástico recubiertas, algunas que no todas, por una tela que si bien es atractiva a la vista da la impresión de ser una solución barata. Sí, el nuevo Countryman está peor acabado que su predecesor y eso no me gusta. Mucho menos cuando la factura se ha incrementado.
La tecnología centra hoy casi toda la atención de la industria, pero para mí esta tiene que servir para hacer la vida más fácil y segura, otro punto en el que los ingleses no parecen haber atendido a razones. El MINI Countryman anterior disfrutaba de un pequeño cuadro de instrumentos anclado a la columna de dirección. En sus últimas versiones contaba con un pequeño display, sin mucha calidad, pero útil para tener toda la información con un sólo golpe de vista. En este caso ya no está esa pantalla. Toda la atención se centra en el panel central de 9,4 pulgadas. Muy bien insertada y con una calidad sustancial, eso sí que hay que reconocerlo.
El problema es que al igual que sus primos alemanes, los ingleses parecen haber sucumbido a la moda de poner ciertas chorradas en el sistema multimedia que no sólo no sirven para nada sino que complica el uso del panel. Toda la información se proyecta y se manipula desde la pantalla y eso supone un problema de seguridad. Ojo, no lo digo yo, también lo dicen los departamentos que regulan la seguridad de los coches en la Unión Europea. Euro NCAP penalizará a aquellos modelos que sólo ofrezcan sistemas digitales sin apoyo analógico. El sistema multimedia de MINI resulta excesivamente complicado y, en muchas ocasiones, complejo de entender.
No hay corrección posible, ni siquiera conectando el teléfono móvil. Al realizar la conexión aparece un panel minúsculo dentro del panel redondo. Demasiado pequeño para manipularse cómodamente. Los habituales modos de conducción se sustituyen por «experiencias» que cambian el diseño y los colores pero que salvo un par de ellas no permiten conocer la configuración del coche. Como ya digo, todo es excesivamente complicado cuando no debería serlo. Es poco natural y eso hace que nunca llegues a sentirte cómodo con el coche. Me ha pasado a lo largo de toda la semana de pruebas.
El nuevo Contryman no es un coche en el que te sientas a gusto de primeras. No es un espacio conocido. Todo es tan radicalmente nuevo que no tiene por qué ser mejor. Sí, ofrece los habituales detalles que siempre han adornado a MINI, pero para mí esas mejoras no lo convierten en un coche mejor. Ni siquiera se ha respetado el tradicional botón de arranque rojo. Es todo muy artificial, carente de naturalidad y comunicación con el que se pone tras el volante. Eso sí, hay ciertos aspectos clásicos que se mantienen, y más en esta versión John Cooper Works que tira de pasión para compensar las cosas.
Al volante del MINI Countryman JCW 2024
Ya en la era original de MINI, bajo la tutela de nombres ilustres como John Cooper o Alec Issigonis, los de Oxford demostraron excelentes aptitudes para la diversión y la deportividad. El pequeño tamaño y el recortado peso hacían milagros en el MINI clásico y sus versiones S son todavía a día de hoy modelos muy buscados por los aficionados. En estos años la potencia y las exigencias han ido creciendo y hoy disfrutamos del Countryman más potente hasta la fecha. El JCW (John Cooper Works) ofrece un bloque de gasolina turboalimentado con cuatro cilindros y dos litros que ofrece 300 caballos de potencia.
Es mucho rendimiento para un SUV familiar de este tipo. En el mercado vemos opciones alternativas como el Q3, el X1 o el GLA en sus versiones más radicales. A todas ellas puede enfrentarse el Countryman con el apellido JCW. Nada tiene que desmerecer a estos modelos que ofrecen más potencia. La base radica en un excelente chasis y en un gran puesta a punto que es capaz de soportar tan altas exigencias dinámicas. MINI sabe imprimir ese carácter con un enfoque muy equilibrado. ¿Lo mejor de todo? El motor.
Apenas muestra vibraciones o ruidos que filtrar al habitáculo. En una conducción tranquila es suave y tranquilo. Mucho más refinado que su predecesor. En eso sí se nota el salto generacional. La caja de cambios se acopla perfectamente con el propulsor. Sus siete marchas aprovechan al máximo las cualidades de la combustión, circulando siempre en la marcha correcta. No es el típico SUV deportivo que exige estar atento a unas respuestas inoportunas y violentas. Todo lo contrario. Eso sí, basta con pisar el acelerador a tope o poner el modo Go Kart (gritito estúpido incluido) para desatar toda la locura.
Así el Countryman se transforma en un coche muy divertido con un paso por curva realmente alto. En el mundo real es tan rápido como cualquier otro deportivo de alta cuna, pero con la ventaja de poder llevar a toda la familia a bordo. La suspensión permite controlar la pesada carrocería y apenas hay balanceos a la hora de cambiar de dirección. El guiado es bueno, con un volante con cierto peso que transmite mucha información y sensaciones. Por un momento te olvidas de lo que ha crecido y hasta te puedes olvidar de que llevas pasajeros detrás. Tiene un puntito divertido que sale cuando uno así lo desea. Funcional para el día a día y alegre para los fines de semana. Todo en uno.
Ahora bien, la pregunta más lógica es ¿qué necesidad hay de comprarse un SUV de este tipo con 300 caballos? Ninguna. No muchos compradores optarán por esta solución y es completamente lógica. El Contryman JCW es divertido, pero no es sensato. Es más duro que sus hermanos de menor potencia. También gasta considerablemente más que el resto de la familia, en torno a los 8,5 litros de media en un trato corriente y mucho más si pisamos el pedal del acelerador. Tampoco podemos pasar por el alto el tema del precio. Como mínimo MINI pide 60.000 euros por él. Mucho dinero por un coche al que no se le va a sacar todo el partido que es capaz de ofrecer.
Conclusiones
No, lo siento, el Contryman JCW no tiene sentido. Mola, es divertido y realmente se conduce bien. Es rápido y mucho más ágil de lo que uno podría imaginar, pero pensando desde el punto de vista más pragmático es completamente inútil. El gasto se va a disparar. Me gusta que MINI haya incrementado la habitabilidad de su modelo más grande. Ahora más que nunca es un buen SUV familiar. Por el contrario, la evolución ha supuesto dar un paso atrás en otros aspectos como calidad, imperdonable, o en el sistema multimedia. Ambos puntos deben mejorarse cuando nos plantamos en estas cifras.