Prueba Opel Insignia 1.5 Turbo, la gasolina vuelve a llamar a tu puerta
Quién más quién menos conoce al Opel Insignia y las cualidades que este presenta. Sin embargo, tal y como está el panorama de los hidrocarburos en España, la pregunta de ¿diésel o gasolina? toma cada vez más protagonismo. Con el Insignia 1.5 Turbo las cosas son mucho más fáciles.
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Publicado: 23/08/2018 21:00
Las cosas están como están. Dentro de unos años todo lo que está ocurriendo ahora mismo será agua pasada, pero los cambios generan confusión y más si se hacen con demasiada prontitud y escasa cabeza. Estamos en ese momento donde la compra de un coche se ha convertido en un inmenso mar de dudas; ¿gasolina, diésel, híbrido, híbrido enchufable o eléctrico? En esta prueba del Opel Insignia Grand Sport 1.5 Turbo, a partir de ahora Insignia a secas, vamos a intentar poner en valor a los motores de gasolina, una alternativa sumamente atractiva.
La ignorancia puede costar muy cara, tanto para uno mismo como para los demás. Nuestros queridos políticos llevan tiempo siguiendo la senda del populismo, advirtiendo sobre el cambio en el concepto de movilidad. Pero con tan solo cuatro palabras nuestra la Ministra de Transición Ecológica, vaya con el nombre, ha roto los esquemas de los nuevos compradores y de los que hace poco tiempo adquirieron un coche nuevo.
Tales palabras, ya famosas, fueron: "Tiene los días contados". Esta afirmación tan dañina como irreal en relación a los motores diésel ha supuesto la gota que colma el vaso. El diésel no está muerto señoras y señores, pero los políticos, guiados por su amplísimo desconocimiento quieren acabar con él. Semanas después de enunciar esas cuatro palabras se ha sucedido un decreto ley por el cual el carburante diésel va a subir su precio por litro, equiparándose al de la gasolina. Vamos a tener el orgullo de poder decir que somos uno de los pocos países de Europa donde la gasolina y el diésel tienen el mismo precio.
Antes la fórmula resultaba muy sencilla. Hago muchos kilómetros al año, me compensa gastarme ese extra de dinero por un vehículo diésel pero lo iré recuperando poco a poco a base de pasar menos por la gasolinera y pagar menos por mi carburante. Durante años esa fórmula es la única que ha valido, y tanto ha servido que incluso ahora, en la era del cambio y la revolución el diésel sigue representando el 70% de nuestro parque automovilístico, repito: el 70%.
Ese alto porcentaje de conductores va a pagar los platos rotos de la precipitación, del "cortoplacismo" tan famoso que ondean nuestros políticos. Porque no solo se han gastado más a la hora de comprar el coche si no que ahora no podrán apenas sacarle provecho dado que a la hora de pasar por la gasolinera van a pagar lo mismo. La única satisfacción que les queda es que sus vehículos gastan menos, pero cuidado porque en este último aspecto los bloques de gasolina han conseguido reducir la brecha hasta límites insospechados.
Seguro que muchos nos critican porque ahora nos pasemos a la gasolina en lugar de defender el diésel como hacíamos hasta ahora. No es así, el diésel siempre tuvo su sentido, como anteriormente he mencionado, pero ya no tanto. Nuestro trabajo consiste no solo en analizar cada coche que probamos, sino también en aconsejar lo más recomendable. El diésel nunca morirá porque seguirá siendo la opción más recomendable para grandes vehículos, como por ejemplo los SUV de tamaño descomunal. Pero para coches más corrientes la apuesta ha cambiado, y coches como el Insignia 1.5 Turbo lo dejan bien claro.
El nuevo Opel Insignia va camino de llevar dos años en el mercado. En este tiempo hemos podido probarlo en varias versiones, incluida el tope de gama Opel Insignia GSi del cual hace unos meses os lo presentamos en vídeo. Eso quiere decir que en lo relativo a diseño, interior, equipamiento espacio, estamos ante el mismo coche, pero nunca viene mal repasar.
Estéticamente hablando Opel ha conseguido crear una berlina muy atractiva, con una línea fantástica y con un buen toque de elegancia. Eso sí, por el camino el Insignia ha crecido unos generosos centímetros llegando a la nada desdeñable cifra de 4,9 metros. Esto a su vez le permite ofrecer un espacio interior muy grande, tanto en lo que a los ocupantes de las plazas traseras se refiere como a volumen de maletero, donde es capaz de ofrecer un cubicaje mínimo de 490 litros y un máximo de 1.450 litros si abatimos la segunda fila de asientos. Si queremos más espacio tenemos la opción del Opel Insignia Sports Tourer, que eleva esas cotas de forma considerable.
Opel, al igual que el resto de fabricantes del mercado, ha ido incrementando la calidad de sus interiores, tal es así que el fabricante alemán, ahora bajo la tutela del Grupo PSA, ha conseguido convertirse en una de las mejores marcas generalistas del mercado. Los materiales y los ajustes son más que correctos, y no hay nada negativo a destacar en ese punto. Tampoco en lo relativo al equipamiento, donde no se echa en falta ningún elemento, ni en el apartado de seguridad ni en el apartado de infoentretenimiento/conectividad. Es un coche de su época y eso quiere decir que incluye toda la tecnología que se espera.
Aunque el diseño es el principal motivo de compra de un coche, el segundo es el precio. Opel ha diseñado una gama de precios sumamente atractiva para un coche de este tamaño y calidades. La gama del Opel Insignia arranca en los 28.900 euros, para esta versión 1.5 Turbo con el acabado Selective, el más bajo de todos. Si bien ese precio es muy jugoso, por apenas un 10% más llegamos al nivel Excellence, el que para mí es el más recomendable por su buena relación precio/producto. Obviamente por encima encontramos más niveles que lo que hacen es mejorar la carga de equipamiento y la calidad de las tapicerías.
Los diésel ya no son válidos para la mayoría de conductores. Su compra es más cara y el precio del carburante va subir mucho en los próximos meses
Pero vayamos al foco principal de esta prueba, el motor. La gama mecánica del Insignia está compuesta por dos motores de gasolina y otros tantos diésel. Cada uno de esos motores es capaz de ofrecer varias potencias, tal es el caso de la variante 1.5 Turbo que ofrece dos potencias: 140 y 165 caballos. En el caso de la unidad de pruebas hemos contado con la opción más potente, que llevaba asociado un cambio manual de seis velocidades.
Prueba Opel Insignia 1.5 Turbo
Alguno seguro que ya está pensando que para qué comprar un gasolina cuando los híbridos y los eléctricos se postulan como la opción más lógica a largo plazo. Bien, hay que entender que no todo el mundo vive en grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Eso lo primero, lo segundo es que no todo el mundo tiene acceso a un enchufe donde recargar los fascinantes híbridos eléctricos o eléctricos puros, por lo que esta opción tampoco es válida para todo el mundo. Sin olvidar que los híbridos donde realmente sacan a relucir todas sus cualidades son entornos urbanos.
Así que estamos ante un caso bastante general. Un comprador que no hace muchísimos kilómetros al año, no vive en un entorno urbano grande donde pueda estar limitado por protocolos anticontaminación, o que al menos no esté afectado de forma corriente, y que quiere un coche con el cuál pueda desplazarse de forma económica sin estar preocupado o dependiente de un enchufe, un punto de recarga o una autonomía limitada.
Estamos hablando de un motor de gasolina de 1.490 centímetros cúbicos turboalimentado que es capaz de generar 165 caballos de potencia a 4.500 revoluciones y un par máximo de 250 Nm que está disponible entre las 2.000 y las 4.500 revoluciones. En cuanto a sus datos de consumo Opel anuncia una cifra media homologada de 6,0 litros por cada 100 kilómetros recorridos. Eso supone apenas medio litro más con respecto a la variante diésel de potencia correspondiente. Es decir, prácticamente nada.
Al tratarse de un motor de gasolina ofrece mucho más refinamiento acústico. El motor apenas se deja notar en casi cualquier momento, y al ralentí cuesta sabe si está en marcha o está apagado. El Insignia 1.5 Turbo tiene las palabras refinamiento, suavidad y confort grabadas a fuego en su ADN. El motor, junto con el resto de la puesta a punto, nos ofrece un coche con el cual podremos rodar y rodar sin apenas inmutarnos. No solo es silencio el que se ofrece en el habitáculo, sino también calidad de rodadura, con una suspensión que filtra perfectamente las irregularidades de la carretera, impidiendo que los ocupantes las noten.
Hay que tener esto muy en cuenta porque si bien es un coche tremendamente cómodo, es un coche que apenas transmite sensaciones a la hora de conducir. Es un coche sobrio para una conducción sobria y tranquila. La puesta a punto no transmite mucho una vez elevamos el ritmo y nos adentramos en un terreno revirado. La dirección es muy suave, tanto que la falta de información al conductor es bastante acusada. La suspensión por su parte peca de blanda, por lo que el paso por curva no es muy efectivo, aunque eso sí, el chasis está muy bien ajustado y a pesar de ser un coche tan largo se le nota ciertamente ágil.
Si bien estas palabras ya se han ganado la desaprobación de más de uno, yo las destaco como algo que no me termina de convencer. Pero al fin y al cabo comprendo el sentido que tienen con respecto al resto del coche, ya que el que se compre esta berlina de 4,9 metros no busca meterse en carreteras complicadas y pisar a fondo. Un Insignia con esta configuración está pensado para ser un rodador nato, desenvolviéndose perfectamente en espacios abiertos y carreteras fáciles, donde no muchas berlinas van a presentar oposición. No al menos en este rango de precio.
El motor se suma a esa conducción relajada. La entrega de los 165 caballos es muy lineal, muy progresiva. La caja de cambios, el escalonamiento, es excesivamente abierto, pensado para bajar los consumos de forma notoria. Suele obligar al motor a trabajar por debajo de su rango óptimo, donde apenas encontramos par. Esto hace que las recuperaciones sean, como ya he dicho, muy progresivas y lineales. Se toma su tiempo vaya.
Esto nos obliga a que ante ciertas situaciones tengamos que jugar con la caja de cambios, reduciendo las marchas necesarias hasta encontrar la marcha correcta y el empuje óptimo. Menos mal que no es un coche pesado, apenas 1.440 kilogramos en la báscula. La transmisión por su parte, además de tener una relación de cambio muy larga, presenta un muy buen tacto, con transiciones cortas y precisas. Como ya digo, el único pero que le pongo es que no saca a relucir los 163 caballos de potencia que el motor es capaz de dar.
Pero todo está pensado para una cosa: ahorrar. Como ya he comentado, Opel anuncia un consumo medio de 6,0 litros por cada 100 kilómetros recorridos. En nuestra prueba tras recorrer casi 1.000 kilómetros en todo tipo de entornos, incluidas las incómodas calles de Madrid capital, el ordenador de a bordo desprendió un consumo medio de 7,2 litros. Un dato que no está tan mal como se podría pensar, de hecho a mí me parece excepcional teniendo en cuenta que tenemos un motor de gasolina de 163 caballos y una berlina de 4,9 metros.
Todas las pruebas se realizaron en condiciones normales de conducción con velocidades acorde a los estándares legales. Esto quiere decir que si intentamos bajar los consumos con una conducción más predictiva y eficiente se puede conseguir con mucha facilidad. De hecho en autopistas, a velocidades sostenibles, el consumo se sitúa más cerca de los seis litros pelados que de los siete. Obviamente en cuanto entramos en una ciudad como Madrid, con los consabidos atascos, el gasto empieza a crecer, llegando a esa media que antes mencionaba.
Si ese gran dato de eficiencia le sumamos un depósito de combustible de 62 litros, que es el que trae de serie, la autonomía real del Insignia 1.5 Turbo se sitúa en un rango entre los 850 y los 900 kilómetros. Un dato muy superior al de cualquier coche eléctrico o híbrido enchufable. Si circulamos solo por autopista o carreteras nacionales y conseguimos bajar los datos de consumo, la autonomía puede llegar hasta los 1.000 kilómetros. Hace años esas cifras solo eran posibles obtenerlas en coches diésel.
Es hora de echar cuentas. El Insignia Grand Sport 2.0 CDTi de 170 caballos manual con el acabado Excellence (este es el nivel de equipamiento más bajo donde ambos motores son seleccionables) tiene un precio de salida de 36.100 euros. Eso quiere decir que es 3.600 euros más caro que el coche que nos ocupa en esta prueba. Si a eso le sumamos el hecho de que unos meses los precios de los carburantes van a estar a la par, y que el 1.5 Turbo apenas gasta medio litro más de media a los 100 kilómetros que el 2.0 CDTi, no hay que ser doctor en matemáticas para darse cuenta que la opción de gasolina es mucho más lógica.
Conclusiones
Ni los motores diésel están muertos ni los eléctricos son lo mejor del mundo, por mucho que algunos gurús afirmen tal cosa. Las actuales y futuras restricciones a los vehículos diésel, y los importantes gravámenes que estos van a sufrir en apenas unos meses hacen que cada vez sea menos atractiva la compra. Es ahí donde aparecen las proposiciones intermedias, los gasolina o los híbridos o híbridos enchufables. Estas dos últimas opciones solo son realmente funcionales si nuestro entorno de uso es principalmente urbano, pues fuera de esas congestiones el gasto de carburante crece de forma alarmante por culpa de un importante exceso de peso, sin hablar del precio extra que suponen.
Así que volvemos a la gasolina, una opción sumamente tentadora siempre y cuando se presente como en el caso del Opel Insignia 1.5 Turbo. Una berlina que destaca por todo lo que ya conocíamos; espacio, confort, equipamiento, diseño...pero que si le sumamos este propulsor gana en refinamiento y sensatez dado que la compra de un diésel ya no sale a cuenta a no ser que seas un exagerado rodador. Vale que no sea el coche más emocional del mundo, pero lo que promete lo cumple a la perfección. Al fin y al cabo la tendencia está cambiando y es prácticamente irreversible. ¿Diésel o gasolina? La respuesta cada vez está más clara.