Prueba Peugeot 508 2019, la berlina francesa 2.0
Las berlinas francesas tienen que cumplir una serie de requisitos para que sean tratadas como tal. Así que ponemos a prueba el nuevo Peugeot 508 para descubrir si los cambios introducidos le hacen cambiar de sino. El aspecto está claro que lo tiene.
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Publicado: 14/06/2019 21:00
Qué sería de las marcas francesas sin sus berlinas. Hay un dicho que reza: "Los alemanes inventaron el coche, pero fueron los franceses quienes lo perfeccionaron". A esta afirmación tan particular no le falta su parte de razón ya que fueron nuestros vecinos del norte los que hicieron el automóvil atractivo, al menos a la vista. Los coches franceses, principalmente las berlinas, tienen que tener una serie de atributos para que sean considerados como tal. ¿Tendrá el Peugeot 508 PureTech 225 de esta prueba dichas cualidades? Pues vamos a verlo.
Lo primero de todo es el diseño. Peugeot, como buena marca gala que es, es reconocida por el atrevimiento de sus diseños. Cierto es que pasaron su etapa oscura a principios de este siglo con el lanzamiento de coches de dudoso estilo y calidad, pero aquella fue una era de transición de una marca que no lo estaba pasando bien. Pero ya no estamos en esa época, de hecho se podría decir que estamos en las antípodas de ella. A día de hoy la firma francesa ha dado con una filosofía de diseño que el Peugeot 508 dio inicio y que se ha ido extendido al resto de la gama.
Todos la conocemos como la marca del león, y dejando a un lado la cabellera y la cola lo que más llama del felino animal es su dentadura, sus colmillos para ser exactos. Esas afiladas cuchillas se han "trasplantado" al diseño de Peugeot de una forma muy particular. Hay a quién le gusta y a quién no, en cuestiones de gustos no hay nada escrito, pero nadie podrá negar que son llamativos y fácilmente identificables. Lo más característico del coche, y no solo de este ya que todos los nuevos modelos traen esta firma lumínica, tal y como pasa con el renovado Peugeot 208.
Más allá de ese detalle la verdad es que no hay muchos elementos a destacar en el diseño, estamos ante una berlina más y algo simplona en cuanto a estilo. Un capó afilado confluye a un morro sin grandes estridencias pero bien rematado. Tres cuartas partes de lo mismo pasa en su perfil, bien definido gracias a una línea de techo que baja rápidamente hacia un estrecho pilar C. De hecho se podría decir que no es hasta llegar a la parte trasera cuando una vez más tenemos elementos a destacar.
Una vez más tenemos que fijarnos en los faros, unidos mediante una moldura negra que en este blanco sí que llama la atención pero que en otras tonalidades más oscuras la verdad es que no queda tan bien debido a que hace la zaga demasiado oscura. De hecho en lo que a colores se refiere hay una especie de enfrentamiento. Por un lado el blanco no dice gran cosa al diseño general, y los colores oscuros son eso, demasiado oscuros, así que sin lugar a dudas mi opción sería el rojo Ultimate que le queda realmente bien. En cuanto a los faros, al igual que los delanteros son de LED y presentan una firma muy característica reducida a la mínima esencia.
El diseño francés no solo albergaba la carrocería, también se dejaba notar de puertas para dentro. Algunos de los mejores interiores que jamás se hayan concebido tenían la firma de un francés, y en cierto modo se podría decir que Peugeot es la marca gala que mejor perpetúa esa esencia a día de hoy. Por lo menos busca algo diferente, romper los esquemas, aunque eso no siempre quiere decir que sea bueno. De hecho los interiores actuales de los Peugeot son una confrontación de sensaciones.
Por un lado está la calidad y la forma en la que está compuesto el interior del 508. Materiales bien elegidos y de buen tacto en la mayoría de superficies aunque una vez más los estilistas han buscado atajos estéticos con el nefasto Pianno Black, así que es preferible optar por molduras que eliminen la mayor parte de ese material para así no estar sufriendo constantemente por su suciedad y deterioro. En cuanto a las tapicerías lo habitual será encontrar telas, telas resistentes y duras donde algunas de ellas simulan al compuesto de un pantalón vaquero y que da un toque muy interesante, tal y como ya pasaba con el Peugeot 3008.
Creo sinceramente que a día de hoy Peugeot es el fabricante francés que trabaja con mayor calidad, buscando acertar en los detalles y la robustez de la construcción. La verdad es que todo parece estar bien ensamblado son holguras ni ajustes extraños, como ya he dicho la sensación de calidad es alta, y aunque no llega a obtener la categoría premium de una marca alemana como BMW o Audi, sí que está más cerca de ellas que del resto de fabricantes generalistas, y eso siempre es algo positivo que recalcar.
Ahora bien, tanta modernidad y tanto estilo creo que han pesado más que en la ergonomía. Desde que Peugeot sacara a la luz su concepto del i-Cockpit muchos son los que han afirmado que el puesto de conducción es extraño, y así es. Pero depende del modelo en el que lo pruebes, porque si bien en el 3008 es aceptable, en el 208 y este 508 no están muy bien resueltos si mides más de 1,70. La posición de conducción es, a falta de una palabra más explícita, rara. El volante queda bajo, el cuadro de instrumentos alto, si bajas el asiento no solucionas el problema, y si subes el volante te corta parte de la vista del cuadro, y para rematar no contamos con un volante redondo, si no achatado no por uno si no por los dos lados.
Es como si a la hora de concebir el puesto de conducción se hubiera dado vía libre para introducir novedades sin caer en que igual todas ellas no se podían meter en el coche. Esto solo pasa si te pones tras el volante, porque en cualquier otro sitio la posición es cómoda y absolutamente normal. Dado que para esta generación el 508 es más pequeño que en la anterior, cosa rara dada la tendencia del mercado, las plazas traseras disfrutan de algo menos de espacio para las piernas. Además se ha reducido la altura del coche por lo que sumado a la batalla más corta se limita el acceso y la salida, algo que antes no pasaba y ahora sí.
El aspecto del 508 es muy parecido en cualquiera de sus niveles de equipamiento: Active, Business, Allure, GT Line y GT
A diferencia de otros rivales Peugeot ha decidido ir en contra de la tendencia y reducir el tamaño del 508. Con el cambio de plataforma, la EMP2, se han dejado por el camino ocho centímetros de largo y dos de distancia entre ejes. No es una pérdida muy grande pero en un intento de compensar la menor cantidad de volumen de carga posible el habitáculo se ha reubicado, y esos dos centímetros parecen más por ello. Dicho sea esto el maletero también pierde capacidad de carga, 28 litros para ser exactos, alcanzando ahora un mínimo de 487 litros y un máximo de 1.537 si abatimos la segunda fila en su proporción 60:40. Si este volumen se nos queda corto siempre podemos echar mano de la variante familiar, el Peugeot 508 SW.
Dicho sea todo esto debo dejar constancia que estoy totalmente en contra de las medidas que alcanzan los coches de hoy en día, los márgenes entre segmentos están tan difusos que cuesta saber a qué segmento pertenece cada coche. Sin embargo también debo decir que hay berlinas más pequeñas pero mejor aprovechadas, sea el caso del Skoda Octavia, el líder indiscutible en esta categoría, o el Volkswagen Passat y el Ford Mondeo, aunque estos dos últimos casos son ligeramente superiores en distancia total.
La tecnología es muy importante a día de hoy y todos los fabricantes luchan por dominar esa categoría. Las marcas premium lo hacen a base de talonario, cada detalle suma en la factura final, pero lo mejor de Peugeot es que da mucho sin que salga disparatadamente caro. El 508 puede hacer gala de un amplísimo equipamiento, de hecho puede disponer de más gadgets que la mayoría de sus rivales incluso de alguno que luce chapas más caras en su carrocería. La tecnología del 508 es, sin lugar a dudas, uno de sus puntos fuertes.
Masaje en los asientos delanteros, visión nocturna, HUD, cuadro de instrumentos digital, cámaras de aparcamiento de 360 grados, apertura y arranque sin llave, faros full LED, cargador por inducción, conectividad para dispositivos móviles, y un amplio equipo de asistentes a la conducción como asistente de cambio de carril involuntario, radar de proximidad, indicador del ángulo muerto, lector de señales de tráfico, etcétera, etcétera. Busca esa misma cantidad de equipamiento en un rival de precio y categoría (no lo hay), o busca eso mismo en una marca premium (estaríamos hablando de un precio cercano a los 100.000 euros).
Ahora bien, ¿toda esa tecnología está bien? No toda. La gran mayoría de ella se agradece, pero hay cosas que no me terminan de gustar. Por ejemplo el mando de activación/desactivación y gestión del control de crucero. Está prácticamente oculto tras el volante, no se le ve a no ser que tomes una postura muy complicada e insegura, algo completamente ridículo. Y mención aparte requiere la pantalla del salpicadero de 10,1 pulgadas. Todo, y cuando digo todo es todo, se gestiona de forma táctil a través de ella, y eso supone un riesgo para la conducción porque obliga a desviar la vista durante mucho tiempo. Por lo menos está en una posición alta, pero sigue sin gustarme tanta digitalización o no al menos con esa integración.
Pasando a la parte mecánica Peugeot y los franceses siempre han destacado por sus diésel, y aunque la tendencia del mercado indica el estrangulamiento de estas mecánicas, el 508 se apoya en tres versiones diésel y dos gasolina. Las potencias arrancan en los 130 caballos del BlueHDi 130 y finalizan en los 225 caballos de la versión que ocupa la prueba de hoy, el PureTech 225 que siempre trae asociada una caja de cambios automática EAT de ocho velocidades. Una apuesta más deportiva para una berlina enfocada al confort.
Prueba Peugeot 508 PureTech 225
Digo que está enfocada al confort porque esa es otra de las características básicas de toda buena berlina francesa. Los galos tienen en su haber la invención y el desarrollo de algunos de los coches más cómodos de la historia, y mundialmente son conocidos por ello. El 508 es digno sucesor de ese legado y aunque el PureTech 225 lleva asociado el apellido GT, la verdad es que no siempre saca a relucir toda la potencia o no al menos en la forma que uno podría predecir.
Aunque tenemos varios modos de conducción a nuestra disposición, Eco, Normal, Confort y Sport, la diferencia más significativa entre uno y otro la encontraremos en el tren motriz. Es decir que a medida que vayamos sacando más carácter al coche conseguiremos que la respuesta del acelerador y del cambio sean más rápidas ganando respuesta. La suspensión, pilotada en este caso, también cambia pero no tanto como cabría esperar pues aún en el modo de conducción más deportivo obtenemos un trato suave.
En realidad todo el conjunto de suspensión está bien resuelto ya que es cómodo a la vez que sujeta el coche en el paso por curva cuando aceleramos el ritmo. El chasis también tiene una buena puesta a punto, ágil y de trato noble no da sobresaltos y es capaz de afrontar un trato duro con bastante naturalidad y buena pisada aunque debo decir que esta no es la conducción natural del 508. La potencia está para sacarnos de apuros y para poder ser más deportivos, pero no tanto como en otras berlinas que sí se enfocan específicamente a ese tipo de uso.
Yo no lo veo ningún problema porque el equilibrio es muy bueno, pero no veo necesaria tanta potencia en este coche. Es muy bueno en terrenos donde tiene que serlo y es bueno en otros menos habituales. Yo apostaría más por una variante menos prestacional, como el BlueHDi 160 o el PureTech 180, para ahorrarnos unos euros y obtener un coche más centrado en esos aspectos que realmente se le dan bien como son el confort y el ahorro.
Como ya he dicho el 508 es un coche cómodo incluso en esta versión algo endurecida y con neumáticos de perfil estrecho. El aislamiento interior, a pesar de tener puertas sin marcos, está muy bien resuelto y en ningún momento la rumorosidad en el interior de la cabina resulta desagradable ni molesta, de hecho el ruido más notable en este caso era el de la rodadura. Cabe esperar que los diésel sean algo peores en este aspecto o que dejen notar más su típico sonido gasoil, pero a tenor de lo visto no será ningún problema.
A día de hoy la pegatina medioambiental se ha convertido en un factor de compra. Hasta que no nos sea algo cotidiano las dudas que levanta hacen que mucha gente pregunte antes por la etiqueta que por el consumo cuando ambos apartados no tienen porqué ir relacionados. El 508 PureTech 225 obtiene, como buen gasolina que es, la etiqueta C y asociados a él encontramos unos consumos realmente bajos. Las cifras oficiales nos dicen que una media de 5,7 litros por cada 100 kilómetros, pero la realidad es que circulemos justo un litro por encima. A lo largo de la semana de pruebas, con más de 1.200 kilómetros hechos el ordenador de a bordo desprendió el dato final de 6,7 litros por cada 100 kilómetros. Un dato muy bueno.
Cierto es que con un diésel BlueHDi podríamos reducir esa cifra en casi dos litros, pero el dato obtenido es bueno si tenemos en cuenta que hablamos de una mecánica de 1.6 litros turboalimentada de 225 caballos y con caja de cambios automática. Es un dato excelente se mire por donde se mire, y en cierto modo ayuda la eficiencia del propio motor además de la trabajada aerodinámica y el reducido peso del coche, ya que solo hablamos de 1.420 kilogramos en báscula.
A modo de resumen, el 508 es un coche pensado principalmente para viajes largos, viajes donde se busca la comodidad y el bajo consumo. Pero a su vez el 508 PureTech 225 entrega unas muy buenas prestaciones y recuperaciones con una entrega más que suficiente gracias a los 300 Nm de par máximo. Todo el coche busca ofrecer esos atributos con una suspensión que si peca de algo es de blanda, con una dirección directa pero excesivamente asistida y una caja de cambios a la que no se le puede poner ninguna pega pero que responde mejor a través de las levas del volante que actuando de forma solitaria.
Conclusiones
Si buscas una berlina de gasolina de potencia media y que no tengas que arruinar para comprarla esta es una de tus mejores opciones, aunque yo optaría por el Skoda Octavia RS porque además de ser más espacioso y más barato, aunque no iguale su equipamiento, está más enfocado a esa conducción deportiva que podríamos esperar. Sin embargo el 508 es capaz de aportar muchas otras cualidades que hacen de ella una gran berlina típicamente francesa, aunque repito que mejor si optas por una variante más normal, ya sea diésel o gasolina.
Dejando a un lado el diseño, está bien fabricado, usa buenos materiales, dispone de mucha tecnología y el confort es su seña de identidad. Sin lugar a dudas estos son sus puntos más destacados, además de un precio de venta ajustado que arranca en los 27.550 euros. Pero también tiene puntos a mejorar. Me gusta el hecho de que conserve las medidas de una berlina media, pero por el camino ha perdido habitabilidad en la segunda fila de asientos. Y tampoco puedo olvidarme de un puesto de conducción que sigue sin gustarme.