Prueba Renault Clio TCe 120: En marcha y conclusiones (II)

En esta segunda parte analizamos el interior del coche y lo sometemos a examen. Creemos que merece una oportunidad teniendo en cuenta que la mayoría de los coches que se venden en nuestro mercado son diésel y que es precisamente esta tecnología la que está en el punto de mira. ¿Nos convencerá?

Prueba Renault Clio TCe 120: En marcha y conclusiones (II)

12 min. lectura

Publicado: 05/01/2017 10:00

Aunque este Clio es una renovación de la generación que nacía en 2012, sigue siendo uno de los utilitarios más atractivos por un diseño tan deportivo como cuidado. Las sensaciones con el motor de gasolina de 120 CV sobre un bloque de 1.2 litros y cuatro cilindros en línea son buenas, en parte porque el peso en vacío es de 1.090 kilos según el fabricante. Lo cierto es que el coche se siente ligero.

Sorprende para bien unos asientos deportivos en sus formas con mezcla de materiales en tela y lo que parece cuero, aunque en definitiva, la butaca resulta blanda lo que aumenta el confort para un coche ciudadano. Los materiales interiores son relativamente buenos, con plásticos duros y acolchados repartidos por el salpicadero y puertas. Los ajustes son de una calidad aceptable aunque en ciertas zonas son mejorables, como en la parte superior del cuadro de instrumentos o puertas.

Hay buena sensación de espacio en la parte delantera, pero si queremos ir cómodos y tenemos las piernas largas, será el ocupante trasero quien sufra de falta de espacio para las rodillas. Además, es en la parte trasera donde se nota más un habitáculo de segmento B, pues es el la altura libre al techo la menos permisivo con las personas más altas. Sin embargo, el maletero goza de un hueco más que aceptable de 300 litros, aunque una vez más, si viajan cuatro ocupantes, tendrá que ser con equipaje de mano.

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El nuevo diseño le hace parecer más ancho y agresivo

Su motor tiene garra, pero la suspensión se antoja blanda

Echamos en falta algo más de luminosidad en el habitáculo, sobre todo en la parte trasera o en los espejos de los parasoles. En la parte delantera el plafón cumple con su cometido. Por lo demás, toques de modernidad en el cuadro de instrumentos con velocímetro digital, indicador de cambio de marchas y un tacómetro muy visible, y una pantalla en la consola central de 7 pulgadas con el sistema R-Link para elevar de categoría al Renault Clio, haciéndole parecer un coche mucho más moderno y actual.

El climatizador es de una zona con unos mandos a los que les hace falta un poco más de calidad percibida, sobre todo al de la temperatura, pues su tacto tiene mucha holgura. Por otra parte, hay muchos huecos porta objetos, aunque en mi opinión se antojan algo pequeños. Por ejemplo, bajo la consola central hay un hueco ideal para alojar el móvil, pero cuatro años después de la salida del primer Renault Clio de la actual generación, los teléfonos han crecido y por tanto no cabe.

Encima de la guantera hay una pequeña repisa con un acabado en goma para que no resbalen los objetos, pero una vez más es algo estrecha y no entiendo muy bien qué utilidad podría darle. Hay otro hueco en el túnel central donde cabe perfectamente la tarjeta que sirve de llave, pero es una superficie pequeña. Quizá para un tarjetero o monedas sueltas. Y por último portabebidas de distintas dimensiones.

El maletero no es espectacular pero suficiente para el utilitario y formas regulares

El volante tiene un diseño con un buen acabado en cuero, pero de aspecto sencillo. Hay un mando por detrás que sirve para controlar lo que en mi opinión se antoja más importante, como es el sistema multimedia. Sin embargo le han dado protagonismo a dos botones que sirven para conectar o memorizar la velocidad del limitador o el control de crucero; cuestión de costumbres. La pantalla tiene una resolución aceptable y es fácil navegar por los diferentes menús, aunque lo más práctico es tener activada la pantalla del navegador, que además te avisa de los radares.

El arranque es por botón y el coche tiene un sonido agradable. Es un coche de gasolina que se antoja mucho más refinado que la opción de gasoil. Los neumáticos, que visualmente preocupan por su gran tamaño y su bajo perfil (205/45 R17), sorprenden porque aportan algo de rigidez a una suspensión que se antoja algo suave y cómoda para una estética tan deportiva como sugiere este Renault Clio. La dirección es suave y todo en el coche parece más orientado a agradar a conductores de muchos perfiles que a aquellos que buscan deportividad en su coche.

Sí que es cierto, que por otro lado tenemos una palanca de cambios con acabado metálico y engranajes envidiables que ya querrían otros utilitarios. En este sentido sí que siento cierta orientación deportiva. Además, el propulsor de 1.2 litros y turbo es muy enérgico si se le exige potencia, mejor en medio régimen que arriba del todo donde pierde un poco de fuelle al final del tacómetro. No obstante, no es un coche orientado a correr, a pesar de contar con una punta de 182 km/h, que no está mal.

El volante se antoja sencillo y choca de frente con el resto de elementos que son muy modernos

El maletero es suficiente y hay buena sensación de espacio delante. Detrás, menos

En ciudad es un coche que permite callejear por las zonas más estrechas y el manejo del embrague no se torna incómodo; al revés. El Renault Clio es un ciudadano que pretende agradar a quien lo conduce, pero además, el motor anterior a las versiones más radicales, es ciertamente un propulsor con carácter. Existe un modo ECO que permite optimizar los consumos a cambio de cambiar ciertos parámetros en la gestión de la potencia.

Se nota pero no por ello el Clio peca de falta de ‘garra’ en esta modalidad. Sin embargo, es adecuada para obtener los consumo más contenidos posibles, que si bien es cierto que no son los de un gasoil, no son un disparate de asumir, con 7,5 l/100 km en ciclo mixto. Si nos adentramos en la ciudad, donde las paradas y arranques son frecuentes, en nuestro recorrido habitual no pudimos obtener una marca mejor que 8,1 l/100 km, que por supuesto se puede rebajar si usamos el coche en vías rápidas de vez en cuando.

En carretera, el coche está bien aislado acústicamente y el golpe continuado del viento no se traslada a la cabina de forma incómoda. Además, muestra un buen aplomo y la dirección está bien equilibrada para ofrecer un contacto directo con las ruedas, pero no tan duro como en otros vehículos de corte más deportivo. La visibilidad es buena por todos los ángulos y la iluminación, a cargo de luces de LED, es incuestionable. No son los mejores faros LED que hemos visto, pero cumplen por encima de las expectativas y son mejores que los xenón de antaño y por supuesto que las halógenas que cualquier utilitario acostumbra a usar.

Luces LED que por diseño y luminosidad, son un acierto

Consumos reales entre 6 y 8,2 l/100km. No está mal

Gracias al modo ECO, es posible conseguir consumos de menos de 6,5l/100 km, en función de la vía rápida por donde circuléis. El desarrollo entre la quinta marcha y la sexta no presenta un escalón grande en cuanto a rpm, y en mi opinión está bien equilibrado ya un mayor desarrollo hubiera implicado mayor esfuerzo del propulsor en las subidas. Esa última marcha ayuda mucho a conseguir consumos más bajos y aunque el fabricante dice que el coche gasta entre 4,5 y 6,8 l/100km en función del tipo de uso, a nosotros nos costó aproximarnos a estas cifras.

Radicalizando un poco su uso, uno se da cuenta de que el coche no se ha diseñado ni por esquema de suspensiones ni por dirección ni por frenos (traseros de tambor) a ser el más rápido y deportivo. La frenada no es mala, pero sin duda el tambor debería haber desaparecido en esta versión y quizá haberse reservado para los inferiores.

Gracias al bajo perfil, el apoyo es ligeramente más aplomado aunque es fácil ver el coche al límite con un cambio de dirección donde acusan las inercias y a pesar de que el subviraje llega algo más tarde de lo esperado y que el propulsor turbo ayuda a sacar el coche de las curvas más lentas de forma eficaz (190 Nm de par), es un hábitat que no es el más idóneo; quedará en el recuerdo los radicales utilitarios que rozaban esta potencia o incluso un poco más de hace una deácada. Hoy en día prima que la mayoría encuentre un coche estético y agradable de manejo.

Asientos de corte deportivo aunque la butaca es blanda y orientada a la comodidad

Con los diésel en el punto de mira, y a pesar de que el propulsor de 90 CV en gasoil del Renault Clio es una verdadera apuesta por la eficiencia, este vehículo de gasolina es una opción recomendable si se busca un buen compromiso entre un motor enérgico, prestacional, un coche tecnológico, de diseño moderno y muy cómodo para el día a día.

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