Prueba Renault Megane dCi 110 GT Line, cuidando cada detalle

La cuarta generación del Renault Megane llega dispuesta a seguir la estela de éxito de sus antecesores y argumentos no le faltan. Ponemos a prueba el Megane compacto con el motor 1.5 dCi de 110 CV y el interesante acabado GT Line ¡No te pierdas nuestro video!

Prueba Renault Megane dCi 110 GT Line, cuidando cada detalle

15 min. lectura

Publicado: 05/07/2016 09:00

Nos hemos puesto tras el volante del nuevo Renault Megane, uno de los últimos modelos que han llegado a los concesionarios españoles y que a buen seguro tendrá mucho que decir en los rankings de ventas. Se trata de la cuarta generación del popular compacto de la marca del rombo y el cambio respecto al anterior es evidente lo mires por donde lo mires.

Este modelo tiene sabor español porque se fabrica en Villamuriel de Cerrato (Palencia) y de allí han salido ya más de 4 millones de unidades desde el nacimiento del primer Megane hace un par de décadas. La versión que hemos podido disfrutar cuenta con el motor turbodiésel dCi de 110 CV y el interesante acabado GT Line.

Un diseño muy personal

Además de presentar un equipamiento amplio, la versión GT Line toma numerosos elementos tanto exteriores como interiores exclusivos inspirados en el Megane GT, la más potente de la gama actualmente. De hecho, incluso el color de la carrocería que luce esta unidad, el Azul Rayo, sólo está disponible para este acabado y le sienta realmente bien (esta tonalidad cuesta 800 euros).

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El diseño del Megane ha sido muy cuidado con unas líneas tensas para ganar dinamismo y empaque. Además hay varios elementos que le aportan mucha personalidad como las ópticas con esta firma luminosa distintiva en forma de C de las luces diurnas, un rasgo que también está presente en el Renault Talisman. Estos faros emplean la tecnología Full LED Pure Vision.

No falta una parrilla frontal con las líneas características de los últimos lanzamientos de la marca francesa. También destaca el paragolpes de diseño deportivo y con rejilla específica, que viene con el acabado GT Line. Sus formas destacan aún más gracias a unas molduras en un tono que Renault llama Dark Metal.

Este tono se repite en la carcasa de los retrovisores y en las llantas de aleación de 17 pulgadas -18 pulgadas en opción- que monta, elementos concretos de esta variante como lo es también el logotipo en la aleta delantera. El compacto de Renault ha ganado en musculatura con un marcado volumen en la parte interior de las puertas y unos abultados pasos de rueda, sobre todo atrás que llegan incluso a unirse visualmente con la parte trasera.

El Megane Berlina tiene 4,36 metros de longitud

De hecho este voluminoso perfil remarca los pilotos traseros, que son los grandes protagonistas de la zaga de este coche. Muestran un gran tamaño, casi uniéndose entre sí, y son muy horizontales para subrayar la anchura del vehículo. Emplean tecnología LED y tienen un efecto en 3D. De nuevo un elemento que refleja esa marcada personalidad del nuevo Megane. En la parte inferior luce el paragolpes trasero con difusor integrado propio del acabado GT Line.

Habitáculo rebosante de calidad

Vamos a verlo por dentro. Como el Megane cuenta con acceso manos libres no es necesario sacar las llaves del bolsillo o, mejor dicho, la tarjeta ya que Renault sigue optando por este diseño que ya es una seña de identidad. Sólo con aproximarnos, antes incluso de tocar la manilla de la puerta, el vehículo nos da la bienvenida encendiendo las luces.

El habitáculo del nuevo Renault Megane da una gran impresión de calidad. Está muy bien acabado y emplea materiales de tacto suave salvo en la parte inferior del salpicadero y el túnel central. La versión GT Line viene acompañada de unos magníficos asientos de estilo backet que sujetan el cuerpo de maravilla -en opción tapizados en Alcantara y calefactados-, el volante de diseño específico, una atractiva moldura de aluminio en el salpicadero y algunos elementos en color azul.

La parte superior del salpicadero y las puertas está ligeramente acolchada, utilizando el mismo material para crear una atmósfera más homogénea y acogedora. Al igual que en el exterior, aquí también se han cuidado mucho los detalles y podemos tener, por ejemplo, diferentes opciones de personalización ya sea mediante modos de conducción, el color e intensidad de la iluminación interior o el diseño del cuadro de instrumentos.

Merece la pena detenerse en la preciosa instrumentación que integra una pantalla TFT de 7 pulgadas. Es configurable pudiendo elegir entre cuatro diseños y cinco colores (rojo, verde, azul, violeta o marrón), combinables entre sí. También permite seleccionar diferentes informaciones a mostrar como las indicaciones esquemáticas de navegación, un gráfico de entrega de potencia y par en tiempo real o la emisora de radio que está seleccionada. La instrumentación se complementa opcionalmente (350 euros) con un práctico Head up Display a color.

La consola central está presidida por el sistema multimedia R-LINK 2 que según el nivel de equipamiento lleva una pantalla táctil de 7 pulgadas -la que lleva nuestra unidad- o incluso una vertical de 8,7 pulgadas, al estilo de una tablet. En ambos casos la pantalla es capacitiva así que es posible desplazarse por los menús y usar algunas funciones igual que en un smartphone -por ejemplo, ampliando el zoom del mapa de navegación usando dos dedos-.

Diseño elegante, atmósfera refinada… el Megane busca enamorar a primera vista

Aunque a veces hay que navegar por demasiados menús o submenús para seleccionar algunas funciones, en general este sistema de Renault está muy bien resuelto. El diseño es intuitivo, los iconos son grandes, la resolución es buena y reacciona adecuadamente al tacto. Al concentrar el universo tecnológico disponible para el Megane, en ocasiones hay que apartar la vista de la carretera para moverse por la pantalla ya que no hay botones físicos, salvo los del sistema de climatización bizona.

El espacio delante es adecuado pero los asientos posteriores me dejan un sabor agridulce. Es verdad que las plazas traseras brindan suficiente sitio para dos ocupantes de hasta 1,85 m de estatura así que no es pequeño, pero teniendo en cuenta que estamos en un coche que está bastante por encima de la media en longitud y anchura en esta categoría podemos decir que en cuanto a espacio atrás es simplemente correcto, pero no que esté especialmente bien aprovechado. La plaza central, por sus formas, es más incómoda como ser habitual en los coches de esta categoría.

Uno de los puntos más interesantes del compacto de Renault es la capacidad de carga. El maletero presenta 384 litros de capacidad así que tiene un tamaño generoso y, además, cuenta con unas formas que lo hacen muy aprovechable. Se puede abatir el respaldo de los asientos traseros, aunque no queda una superficie plana sino un escalón. De esta manera disponemos de hasta 1.247 litros de volumen. Se echa en falta un piso que se pueda colocar a dos alturas para distribuir mejor la carga.

La eficiencia por bandera

Al volante del nuevo Megane vamos sentados muy bajos, en una posición bastante deportiva, y encontrar una postura cómoda es fácil gracias al reglaje de los asientos -que incluye ajuste lumbar- y el volante. Enseguida nos llama la atención que está muy bien insonorizado. La rumorosidad es muy baja e incluso a velocidades de autopista el motor se oye muy poco.

El motor es un turbodiésel Energy dCi de 1,5 litros de capacidad que desarrolla una potencia máxima de 110 CV. El motor es muy suave y muy agradable. Las prestaciones no son demasiado elevadas para su potencia, pero sí que son suficientes en el día a día teniendo en cuenta que, a pesar de la estética, esta versión no pretende tener tintes deportivos.

Esta mecánica está asociada a un cambio manual de seis velocidades cuyo funcionamiento no me ha terminado de convencer. Los desplazamientos de la palanca no son muy refinados, no da una sensación de solidez y transmite algunas vibraciones. De manera opcional hay un cambio automático EDC de doble embrague y seis marchas que tiene un coste de 1.500 euros y quizá merezca la pena planteárselo.

De 0 a 100 en 11,2 segundos

Por lo demás en el apartado dinámico este Renault cumple bien. La amortiguación ofrece un buen compromiso entre comodidad y estabilidad. A veces es un poco seca cuando circulamos por carreteras en mal estado pero en general resulta confortable. Lo mejor de este tarado es que en zonas reviradas el Megane muestra mucho aplomo y su carrocería apenas se balancea así que resulta inesperadamente ágil.

El volante forrado con cuero Nappa tiene un grosor fantástico. Es multifunción, si bien algunos botones como los del sistema de audio se encuentran en un mando satélite que está detrás del volante. Como ya ocurría con el Megane anterior, Renault se empeña incomprensiblemente en poner el botón que activa el control de crucero y el limitador de velocidad en el túnel central en lugar de ponerlo en el volante, una ubicación ilógica y especialmente incómoda.

La dirección apenas transmite lo que está sucediendo bajo las ruedas pero tiene un nivel de asistencia muy acertado que hace que maniobrar sea muy fácil. Más aún si contamos con el asistente de aparcamiento de Renault, que funciona tanto para estacionamiento en paralelo, en batería o diagonal. Además, los sensores delantero, trasero y laterales logran un detección de 360°

El compacto francés tiene un sistema que se llama Multi-Sense y pone a nuestra disposición cinco modos de conducción (Eco, Sport, Normal, Confort o Personalizado) que afectan a la dirección, la respuesta del motor, la climatización e incluso el sonido del motor. En las versiones con caja automática también afecta a la transmisión. También podemos ajustar cada uno de los parámetros por separado.

Por supuesto Renault no ha dejado de lado la seguridad y el nuevo Megane ha logrado cinco estrellas en el test EuroNCAP. Entre el equipamiento disponible está el sistema de frenada de emergencia asistida, el detector de ángulo muerto, la alerta por cambio involuntario de carril, el regulador de velocidad adaptativo, el reconocimiento de señales de tráfico y el cambio automático de luces de cruce y carretera, entre otros.

Uno de los puntos fuertes del Megane dCi es la eficiencia. El consumo de combustible siempre es muy bajo. Resulta fácil bajar de 5 l/100 km e incluso, si evitamos los tramos urbanos y nos esforzamos, podemos rondar la barrera de los 4 l/100 km ¡Magnífico! Para incentivarnos a ello el sistema multimedia cuenta con la función de conducción ecológica Driving ECO2 que permite evaluar en tiempo real nuestra eficiencia en la conducción.

La nueva generación del Renault Megane supera en todo al anterior y se coloca como uno de los compactos más interesantes del momento. El precio de la gama arranca en los 16.600 euros aunque un Megane dCi de 110 CV y acabado GT Line como éste cuesta 21.750 euros (incluyendo descuentos). No está entre los más económicos de su categoría, la verdad, pero esta versión es una buena elección por ser muy polivalente y mostrar un equipamiento muy completo. Nos convence sobre todo para viajar por su buen confort de marcha, sus bajos consumos y su buen maletero.

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