Prueba Skoda Superb 2.0 TDI, impresionante evolución para bien y para mal
El Superb ha evolucionado con el paso de los años. Siempre ha sido una gran berlina, pero ahora lo es más. Skoda ha conseguido desarrollar un producto excelente, aunque por el camino ha dejado algunas cuestiones.
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Publicado: 14/09/2024 18:00
La evolución siempre tiene su parte buena y otra cara menos positiva. La marca Skoda ha cambiado mucho a lo largo de los últimos años. Ha pasado de ser un pequeño fabricante checo a un gigante internacional de la mano del Grupo Volkswagen. Todos sus modelos evidencian el cambio, pero entre todos ellos diría que el Skoda Superb es el que más ha cambiado. Al fin y al cabo es el buque insignia de la compañía y es el coche que debe demostrar que la Skoda que disfrutamos no es la que conocíamos.
Hay que retroceder hasta el año 1934 para datar los inicios del Superb de Skoda. Los checos utilizaron esta denominación para bautizar a sus modelos más cómodos y lujosos de todo, pero no fue hasta los inicios del nuevo milenio cuando el Superb adquirió el protagonismo que siempre se ha merecido. En 2001 aterrizó la que podría considerarse como su primera generación moderna, asentada sobre una plataforma de Volkswagen. El resto es historia. Hoy vivimos la cuarta iteración. La mejor de todas, no te quepa ninguna duda.
Hay cosas que no cambian, como el hecho de que Skoda se aprovecha de la plataforma MQB del gigante alemán. Una plataforma que se usa en una amplia variedad de marcas, carrocerías, tamaños y modelos. Sin embargo, el caso del Superb es bastante particular, pues estira al máximo la estructura para así poder asegurarse un puesto en el segmento D europeo, un segmento históricamente dominado por las marcas premium. Entre sus rivales el Superb cuenta con algunos tan importantes como el BMW Serie 5, el Audi A6 o el Mercedes Clase E.
Pocas son las marcas generalistas que mantienen la apuesta en la categoría. Muchas han desechado sus modelos o los han transformado en grandes SUV, pero no Skoda. En la República Checa quieren que siga con vida. Quieren que siga siendo su buque insignia y el coche que más prestigio les da. Un escaparate al mundo, aunque ese escaparate cada vez es más grande. Actualmente llega a los 4,91 metros de largo, a los 1,85 metros de ancho (sin retrovisores) y a los 1,48 metros de alto. A todas esas cotas hay que sumar una distancia entre ejes de 2,84 metros.
De hecho, es curioso que la berlina sea más grande que el familiar. El Superb Combi, que ya probé hace tiempo, es un centímetro más corto, pero su maletero es más grande, aunque, sinceramente, no entiendo a quien pueda necesitar más capacidad de la que ofrece la berlina. Los datos oficiales aseguran que el Superb tiene 645 litros de capacidad mínima frente a los 690 litros que luce el familiar. La diferencia no es muy grande y créeme que el maletero del Superb es enorme. Cuando digo enorme es que apenas alcanzas a llegar al fondo, y encima es capaz de ofrecer una rueda de repuesto de tamaño normal. Muy raro a día de hoy.
Una vez más los checos han pensado en el Superb no sólo como un coche de representación, también para que sea un coche familiar. El espacio de carga es la muestra, pero no la única. La segunda fila de asientos muestra un espacio que ya quisieran para sí muchas berlinas premium de igual tamaño y cuantiosa factura superior. Sí, es cierto que la plaza central es la más limitada por la presencia de un voluminoso túnel de transmisión, pero las dos plazas laterales son tan grandes que el pasajero central no les resta confort. A eso le llamo yo aprovechar perfectamente el espacio disponible.
El Superb no sólo ofrece espacio, también calidad y mucho equipamiento, más si cabe en esta versión Laurin & Klement que, una vez más, se sitúa como la más completa y mejor acabada de la familia. Entre el equipamiento de serie destacan elementos como la climatización de tres zonas, los faros Matrix LED, asientos delanteros climatizados, eléctricos y con función masaje, cámara de aparcamiento, carga inductiva, cuadro de instrumentos digital, sistema multimedia de 13 pulgadas, Head-Up Display, navegador, iluminación mediambiental mediante LED, acceso y arranque sin llave y, por supuesto, un completo paquete de asistentes y ayudas a la conducción.
Así que no, el Superb nada tiene que envidiar en equipamiento o tecnología a cualquier otra berlina premium del mercado, ni tampoco en calidad de ejecución o acabados. Skoda eleva el nivel con un habitáculo perfectamente ensamblado que, como lleva años demostrando, ha sido concebido para durar mucho tiempo. Basta con echar un vistazo a las primeras generaciones del Superb para saber de qué hablo. Muchas sobreviven a día de hoy con mucha dignidad. El nuevo modelo no abusa de los plásticos negros y las molduras decorativas de madera la simulan muy bien.
Todo ello incrementa la comodidad de un coche que ha sido diseñado para viajar. Para ello, Skoda nos ofrece varias opciones mecánicas, entre ellas el diésel que he tenido ocasión de probar. Se trata de la versión 2.0 TDI de 193 caballos con cambio automático de doble embrague y siete marchas con tracción a las cuatro ruedas. Una configuración ideal para aquellos que acostumbren a rodar muchos miles de kilómetros al año o para los que quieran disfrutar de una autonomía de más de 1.000 kilómetros.
Al volante del Skoda Superb 2.0 TDI 193 CV
Hoy en día elegir un coche diésel es un acto destinado sólo para los más valientes, pero para mí sigue siendo una apuesta acertada. Sí, sé que a partir de 2035 no se podrán vender coches de combustión en Europa, pero pongamos algo de perspectiva al asunto. La norma, tal y como está redactada actualmente, prohibe la venta, pero no la circulación. Es decir, dentro de 11 años los coches diésel van a seguir circulando, demostrando su insuperable autonomía. Hace no mucho te hablé del Volkswagen Passat Variant 2.0 TDI al que conseguí extraerle 1.600 kilómetros con un sólo depósito.
Así que sí, en 2035 podrás seguir usando tu coche diésel. Además, teniendo en cuenta como marchan las ventas de coches eléctricos en el Viejo Continente, con muchas marcas contrayendo sus planes de electrificación, es más que probable que la fecha se revise y se retrase. En 2026 los eurodiputados se han citado para revisar la normativa y ver si es necesario retrasar la fecha de adopción obligatoria del coche eléctrico. Si sigues la actualidad del coche eléctrico sabrás que hay opciones reales para que Europa cambie la agenda. Las proyecciones no se están cumpliendo y hay países, entre ellos España, muy rezagados. Apenas el 5% de las ventas son eléctricas.
Con esas cifras no llegamos a un parque eléctrico ni ofreciendo las mejores subvenciones del planeta. Así que por eso te digo que para mí el diésel sigue siendo una apuesta muy acertada en coches como el Superb. También puedo admitir la presencia del bloque 1.5 eTSI de 150 caballos con cambio automático. Para mí tiene dos ventajas fundamentales. La primera es que es más barato que el modelo que nos ocupa, 6.000 euros menos para ser exactos. Segundo, y más importante, es que tiene un sistema MHEV que le permite ofrecer la etiqueta ECO de la DGT.
No se necesita en muchos territorios de España, pero siempre te da esa ventaja adicional de poder librarte de muchos problemas de circulación en las cada vez más habituales Zonas de Bajas Emisiones. También puedo entender quien se compre el 2.0 TDI de 150 caballos, para mí opción mucho más interesante porque no se pierde tanto rendimiento y, sobre todo, se consigue bajar el precio de venta y los consumos finales. Si en el Passat Variant, con el mismo motor, que antes te comenté la media obtenida fue de 4,8 litros, no me extrañaría nada que el Superb la igualase o incluso la mejorase.
Pero bueno, estamos aquí para hablar del 2.0 TDI de 193 caballos y es en él en el que me voy a centrar. En cuanto a rendimiento debo reconocer que va sobradísimo. 193 caballos es una potencia muy digna, pero lo mejor son los 400 Nm de par entre las 1.750 y las 3.250 revoluciones. Mucho empuje en un amplio rango de revoluciones. Acelera bien, sin estridencias, pero con contundencia, de 0 a 100 km/h en 7,5 segundos, y es capaz de alcanzar los 238 kilómetros por hora. No te digo que te pongas a esa velocidad, pero sí que me sirve para decirte que es un coche que se siente muy cómodo a altas velocidades.
De hecho, el Skoda Superb se siente cómodo en casi cualquier escenario. Skoda integra un nuevo sistema de suspensión con doble válvula que maximiza el confort. Es blando, con mucha tendencia al rebote, pero con un buen tacto en curva. Es un coche muy noble. Dinámicamente hablando no es el mejor coche del mundo. Cualquiera de sus rivales premium lo supera en el paso por curva, pero es que el Superb se ha diseñado para ser cómodo y listo. Un coche con el que poder recorrer largas distancias sin llegar exhausto o cansado. En eso, hay pocos coches mejores en este rango de precio.
La pena es que Skoda asocia esta variante mecánica con una tracción total que para mí es absolutamente innecesaria. Una berlina 4x4 con 193 caballos no tiene mucho sentido, más si cabe cuando llega de fábrica calzado con neumáticos de verano. Su altura libre con respecto al suelo sigue siendo limitada y por mucho que los dos ejes puedan mostrar fuerza, la tracción 4x4 sirve para garantizar el mejor agarre en todo tipo de circunstancias más que para salir del asfalto con cierta soltura. Tenlo en cuenta. Si buscas un vehículo más polivalente para el campo, mejor el Skoda Kodiaq.
Pero sin duda, lo mejor es el consumo obtenido. Skoda asegura en la ficha técnica que este Superb 2.0 TDI DSG de 193 caballos y tracción total gasta una media de 5,7 litros por cada 100 kilómetros recorridos. En ciudad la cifra es más alta, en el entorno de los 8,5 litros. En autopista el consumo baja hasta cifras inferiores a los 5 litros. En un viaje largo, combinado con un depósito de combustible de 66 litros, la autonomía ofrecida supera cómodamente los 1.000 kilómetros. Durante la semana de pruebas el ordenador de a bordo desprendió un dato final de 6 litros a los 100 kilómetros. Muy buen dato.
Sin embargo, como habrás podido leer al principio de esta prueba, la evolución tiene un precio y en este caso hay que olvidarse del Superb como aquella berlina barata y generalista que llegó a ser. Hoy su precio mínimo es de 44.450 euros. Hace unos años ese era el precio de los modelos más potentes y más completos. El acabado L&K eleva la factura mínima hasta 49.950 euros. En el caso de la unidad de pruebas el precio final, según configurador, es de 60.000 euros. Algo impensable hace unos años. Eso sí, visto como está el mercado, Skoda sigue ofreciendo más por menos. El Superb es más barato que otros rivales y a pesar del incremento de precio sigue siendo una gran opción.
Conclusiones
No me cabe duda que el Superb ya ha pasado por su mejor etapa comercial. La nueva generación es mucho mejor que todas las anteriores justas. Mantiene la filosofía Superb, pero la ofrece a un precio que se escapa a las capacidades de mucha gente. La moda de los SUV también le hará perder un buen puñado de ventas. Muchos seguro que estén pensando que por ese precio mejor dar el salto a un modelo premium, pero ten en cuenta que una configuración como la del Superb de esta prueba es unos 20.000 euros más barata. Y no vayas a pensar que es peor coche. Una vez más Skoda es sinónimo de una gran relación calidad-precio y el Superb sinónimo de buena compra.