Prueba Skoda Superb Combi 2.0 TDI 190 CV, un familiar con mayúsculas
El segmento de las berlinas está de capa caída, pero los fabricantes siguen apostando por ellas. Skoda es una de ellas, y es que otra cosa no, pero los checos saben hacer una berlina. Un claro ejemplo es el coche de esta prueba, el Skoda Superb Combi 2.0 TDI de 190 CV.
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Publicado: 09/09/2018 20:00
Retrocedamos en el tiempo, vayamos al año 2001. Con los albores del nuevo milenio y con un mercado alcista, Skoda presenta en sociedad a su gran berlina. Recibe el nombre de Superb, una denominación que hacía ya años que no se empleaba. Empujado por el apoyo del Grupo Volkswagen, los checos sorprenden a todo el mundo con un coche que exponía a la perfección las cualidades y ventajas de una berlina. Tres generaciones después y más de un millón de unidades fabricadas, el Superb sigue con nosotros, y al igual que entonces es un excelente representante de las berlinas, uno con mayúsculas.
Parece que han pasado muchos años de aquello pero la verdad es que no han sido tantos. En ese lapso de tiempo los SUV se han comido a la mayoría de segmentos tradicionales, y dentro de los damnificados el que más es el segmento de las berlinas, sin importar el tamaño. Muchos fabricantes viendo las perspectivas han abandonado a su suerte a sus berlinas, pero Skoda no y a día de hoy sigue presentando coches con su toque personal y con su idea de fabricación particular, es decir funcionales, prácticos y al alcance de muchos bolsillos.
El Skoda Superb Combi es el más grande de todos los que hace. Sus medidas no son nada discretas, 4,86 metros de largo y 1,86 de ancho, que lo sitúan en el grupo D, justo por encima de su hermano pequeño el Skoda Octavia. Siempre he tenido especial predilección por las grandes berlinas, me resultan atractivas por su estilo, y nadie me va a negar que el diseño del Suberb Combi es tremendamente elegante. Es un coche muy serio, muy bien diseñado, del cual es imposible no enamorarse cuando se ve.
Estoy seguro que si le quitara los emblemas de Skoda más de uno me diría que es un Audi. De hecho no es una percepción personal, sino que está demostrado. Con el paso de los años los checos han ido retocando el Superb y a día de hoy lo han clavado. Elegante, bonito y poderoso gracias a esas nervaduras marcadas. Gracias a los paquetes de equipamiento podemos conseguir que la berlina mute su aspecto para así poder obtener un toque más deportivo o más serio, lo que más se aproxime a nuestro gusto. En este caso se montaba un paquete deportivo que lejos de estropear el conjunto lo mejora. Aunque personalmente soy más del estilo del paquete Laurin&Klement. Todo es cuestión de gustos.
Las rancheras nunca han sido especialmente atractivas en cuanto a diseño, pues al fin y al cabo tienen ese pegote en la parte trasera que casi nunca quedaba estéticamente vistoso. Sin embargo en los últimos años los fabricantes han sabido hacer que todo encaje y si echamos un vistazo al segmento uno se da cuenta que muy posiblemente las rancheras o familiares son quizá más atractivas que las berlinas de las que derivan. El caso del Superb Combi es uno de ellos.
Esa buena sensación conseguida con el exterior se hace patente en el interior, donde se nos descubre un habitáculo muy bien trabajado, con materiales de calidad y con unos ajustes que ya le gustaría a más de una de esas marcas que dicen ser premium. Está claro que en este punto Skoda cuenta con la ayuda de uno de los grupos automovilísticos más potentes del mundo, pero eso no quita para que el interior esté muy, pero que muy bien hecho y pensado.
La mayoría de las superficies están recubiertas por materiales blandos y agradables al tacto, y dado que la unidad equipaba uno de los niveles más altos de equipamiento, el guarnecido de las puertas y la parte central de los asientos estaba recubierta por Alcántara, un material que acostumbramos a ver en modelos de categoría y precio superior. Por supuesto hay plásticos, pero éstos quedan relegados a partes menos importantes, por lo que no se empobrece la sensación.
Lo que menos me gusta es el Piano Black que cubre la mayoría del túnel central, desde el módulo de la climatización hasta el reposabrazos. No me sirve de excusa que todos los fabricantes lo usen, porque me da igual en qué coche esté, es odioso, está siempre sucio y se ralla con solo mirarlo. Es así de sencillo, queda genial para las fotos pero para el día a día no es nada práctico y funcional. Sin lugar a dudas lo peor del interior.
Volkswagen ha permitido a Skoda volar muy cerca del sol con el Superb, pero una cosa es acercarse y otra cosa muy diferente es tocarlo. Este eufemismo me sirve para aclarar que aunque el interior del Superb se parece mucho al del Volkswagen Passat, nunca llegarán a ser iguales, y no lo digo por el tema de materiales, acabados o ajustes, sino por la tecnología. En este punto Skoda tiene que hacer cola para así poder disfrutar de ciertos gadgets que los alemanes llevan tiempo disfrutando.
De forma básica el Superb también cuenta con una pantalla, aunque el tamaño de esta se reduce hasta las siete pulgadas
La verdad es que no son muchos, y como ya me pasara en la prueba del Skoda Karoq, no los echo en falta pues considero que con lo que hay uno ya tiene a su alcance más de lo habitual. No hay ni Head-Up Display pero sí que recientemente ha estrenado cuadro de instrumentos digital, un amplio despliegue de elementos que no desmerece a una de esas consideradas marcas premium. La única pega es la ausencia de esos faros de LED que seguro que se introducirán en la siguiente generación.
Por supuesto lo que más llama la atención es la gigante pantalla del salpicadero. Tiene un tamaño de 23,4 centímetros, o lo que es lo mismo nueve pulgadas. Es la misma que podemos encontrar en el resto de la familia VAG, y pocas quejas se le pueden poner, de hecho yo diría que ninguna. A través de ella podemos controlar la casi totalidad de sistemas y funciones del coche, desde el navegador hasta el equipo de sonido pasando por la climatización y el sistema de conectividad de última generación.
Su manejo es muy sencillo e intuitivo, y en apenas unos minutos se controla con toda naturalidad. Al ser tan grande y tener botones digitales tan grandes es bastante precisa en cuanto a la hora de tocar, algo que en otros coches no pasa. A través de ella también se visualiza la cámara trasera de aparcamiento que resulta casi vital en un coche de estas dimensiones. Además su calidad es muy muy buena. Eso sí, solo hay cámara posterior, en la parte delantera nos tendremos que conformar con los tradicionales sensores.
Ya he dicho que en cuanto a equipamiento pocos elementos vamos a echar de menos, pero sin lugar a dudas, como ya mencionaba antes, lo que me falta son unos faros de LED. El Superb actual salió al mercado en el 2015, por aquel entonces la última tecnología de iluminación solo era destinada a los modelos más caros del mercado pues era una tecnología cara. Sin embargo en estos años el proceso se ha abaratado y Skoda todavía no los ha integrado en el Superb. Estoy seguro que aprovecharán el restyling que ya está en marcha para hacer la incorporación.
En los últimos años el equipamiento de seguridad se ha vuelto indispensable para conseguir una buena calificación en los test de choque europeos, y por eso Skoda ha integrado todos los elementos habituales en el Superb. Eso quiere decir que contamos con importantes avances como el control de crucero adaptativo con frenado autónomo, el indicador del ángulo muerto, el asistente de cambio de carril con función de conducción semi-autónoma, el lector de señales de tráfico, el asistente de frenado...y así una larga lista que lo convierten en uno de los más seguros de la categoría.
Y es que lo principal es proteger a unos ocupantes que van a viajar como reyes. Por esto es conocida Skoda, por coger los mismos componentes que otros fabricantes y adaptarlos a su forma de hacer. La plataforma es la misma que la del Passat, pero los checos han aprovechado de ella hasta el último milímetro disponible. Esto se traduce en un espacio descomunal para los ocupantes, sobre todo los de la fila trasera, que viajarán incluso más cómodos que los de delante. Ese espacio para las piernas solo lo he visto en grandes berlinas de representación.
La única pega la pongo para la plaza central. No está del todo aprovechada para albergar a un quinto ocupante, pues este tendrá que lidiar con un túnel de transmisión exageradamente alto, no olvidar que esta plataforma puede disponer de sistemas de tracción total, y con un respaldo del asiento más duro ya que tras él se esconde un reposabrazos. Como ya digo cuatro ocupantes viajarán como reyes, ese quinto ya estará más molesto al cabo de un tiempo.
Donde no va a haber problemas es con el espacio del maletero. En realidad el Superb Combi es un maletero a un coche pegado. Como mínimo ofrece un volumen de 660 litros y como máximo 1.950 si abatimos la segunda fila de asientos en una proporción 60:40, maniobra que se puede realizar tanto desde el asiento como desde el maletero. Entra lo que quieras, además de forma fácil y sencilla gracias a una boca de carga muy baja y grande y a unas formas rectangulares. Su capacidad no tiene rival en la categoría, y solo se le acercan el Volkswagen Passat Variant y el Mercedes Clase E Estate, aunque este último es más grande.
Saltando a la parte dinámica la gama mecánica está estructurada de forma escalonada. No hay una gran cantidad de opciones posibles, dos diésel y otros tanto gasolina. Las potencias oscilan entre los 120 y los 190 caballos. Es decir, nada exagerado. En cuanto a la unidad probada hemos optado por disponer de la variante más potente de todas, el 2.0 TDI de 190 caballos, que a su vez llevaba asociada una caja de cambios automática DSG de seis velocidades.
Prueba Skoda Superb Combi 2.0 TDI 190 CV
Una berlina tiene que ser ante todo un coche cómodo, al menos una berlina rutera como esta. Skoda sabe de esta característica principal y obviamente ha desarrollado un coche muy cómodo en toda circunstancia. Su alma de rutero le convierten en un coche ideal para recorrer largas distancias sin inmutarse. Pero el Superb Combi no solo es bueno en esos escenarios, pues la verdad es que se desenvuelve de forma óptima en la mayoría de terrenos.
Sin lugar a dudas la peor parte se la lleva en la ciudad, donde sus casi cinco metros de largo no resultan del todo prácticos y funcionales para un uso diario. No es que sea un coche torpe en ciudad, pero obviamente el gran tamaño nunca ha supuesto un beneficio en la ciudad, cuesta encontrar huecos libres para este transatlántico de cuatro ruedas. Eso sí, su radio de giro es bueno y le permite adentrarse en calles estrechas sin grandes dificultades.
Pero seamos sinceros, a este coche le gustan los espacios abiertos. Es entonces cuando saca a relucir todas sus capacidades. La configuración de chasis y suspensiones es blanda, y eso hace que el coche afronte las irregularidades de la carretera sin inmutarse, filtra muy bien los baches y tiende a crear un efecto barco que si bien resulta vital para el confort de los ocupantes penaliza en una carretera donde los cambios de dirección sean más constantes.
En estos escenarios el coche se comporta de forma blanda. Su paso por curva no es nada preciso, y el eje delantero rebota en exceso. Eso si vamos a un ritmo alto o si buscamos una conducción más deportiva, que dado el coche ni se pretende ni se quiere. No es un coche para ir deprisa, aunque puede ir deprisa. Sus 190 caballos no son el colmo de las virtudes, de hecho en ciertos momentos no parece tener semejante fuerza. Es una cifra que tiende a engaño, pues no la aparenta.
Ojo, esto no quiere decir que los adelantamientos no sean fáciles de hacer, o que no se obtenga fuerza suficiente para ganar velocidad, solo digo que no resultan explosivos, y eso que estamos hablando de una potencia superior a la media. En parte se debe a la configuración de la caja de cambios que prioriza el consumo sobre el rendimiento del motor.
El cambio DSG es suave, y no presenta los habituales tirones que siempre le acompañan. El refinado complemento al motor
Y de esta forma paso a comentar algo que me ha llamado mucho la atención, el consumo. Todos sabemos que las cifras oficiales no son reales, y por ese motivo podemos olvidarnos de ellas. El Skoda Superb Combi 2.0 TDI de 190 caballos y DSG oficializa un gasto medio de 4,7 litros a los 100 kilómetros, ya digo que es una cifra teórica, pero no muy alejada de la realidad. De hecho en un recorrido, muy favorable eso sí, me he quedado en un gasto medio de 4,8 litros, con su pequeño tramo urbano incluido. Hay que buscarlos, es decir que hay que ir con mucho cuidado en todo momento.
En una conducción más real ese consumo obligatoriamente tiene que subir, y de hecho lo hace. Tras unos días de pruebas, donde se mezcló diferentes tipos de vías, principalmente autopista, el gasto medio marcado por el ordenador de a bordo fue de seis litros exactos. Una cifra que me parece espectacular dada la potencia y el tamaño del coche. Lo repito una vez más, es un coche para hacer muchos kilómetros al año.
Ahora bien, si no somos tan rodadores existe una alternativa que se debería tener en cuenta; un bloque de gasolina. En la gama existe un 1.8 TSI de 180 caballos que puede resultar muy tentador al ser 10.000 euros más barato que el 2.0 TDI. Es una diferencia de precio muy alta que no solo beneficiará a nuestro bolsillo, sino que también hará al coche algo más refinado, ya que los diésel son incapaces de desprenderse de esa rugosidad y fea rumorosidad.
Si hablamos de bolsillos y presupuestos hay que decir que el Skoda Superb Combi tiene un precio de salida de poco más de 23.000 euros. Eso si lo asociamos al nivel de equipamiento más bajo de los cinco que hay: Active, Ambition, Style, GreenLine, Sport Line y Laurin&Klement. En el caso de la unidad probada, ya he mencionado que venía con el paquete deportivo, a este se sumaban ciertos elementos extra que hacen que el precio final de venta fuera de aproximadamente 45.000 euros. Es cierto que el precio ya no es tan atractivo como el de salida, pero sin lugar a dudas es mucho coche por ese dinero.
Conclusiones
Notable alto para el Skoda Superb Combi 2.0 TDI de 190 caballos. Es una berlina familiar de esas de las de antaño, de esas que tenían claro que lo principal es la familia y la comodidad de esta. Cumple con el papel a las mil maravillas, y sin lugar a dudas es uno de esos coches que te ofrecen mucho más de lo que esperas. Tiene muchos puntos fuertes pero me quedo con ese comportamiento impecable, con un confort típico de berlinas más caras, y con una habitabilidad que no tiene rival, no al menos en este rango de tamaño y precio.
Sí que es cierto que sus 45.000 euros pueden hacer que más de uno se replantee ascender a otra marca u a otro segmento, pero no se va a conseguir el mismo nivel de equipamiento, calidad y comportamiento por el mismo precio. Pocas pegas se le pueden poner, las únicas que yo he encontrado es la falta de faros de LED, algo solucionable en el próximo restyling, el Piano Black del interior, habitual en todas las marcas, y la falta de pegada de un motor que con 190 caballos prioriza el consumo sobre el rendimiento.