Prueba SsangYong XLV, jugando con el espacio
Como parte de su ofensiva de nuevos productos, SsangYong presenta el nuevo XLV. Este modelo se beneficia del camino andado por el exitoso Tivoli para ofrecer un monovolumen compacto con un maletero increíblemente espacioso ¡No te pierdas nuestro primer contacto!
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Publicado: 03/06/2016 08:00
Llega a los concesionarios españoles el nuevo SsangYong XLV. Este modelo tiene unos rasgos muy similares al Tivoli y se debe a que ambos comparten plataforma, motores y lenguaje de diseño. Pero ojo, no hay que dejarse engañar porque este coche no es simplemente un SsangYong Tivoli con carrocería familiar.
La marca coreana ha querido situar ambos modelos en dos segmentos muy distintos porque el Tivoli lucha en el popular categoría de los crossovers urbanos y el nuevo XLV competirá en el segmento de los monovolúmenes compactos. Y lo hace con una importantísima cualidad: ofrecer un maletero inmenso, el más grande la categoría.
De esta manera el XLV se coloca un peldaño por debajo del conocido SsangYong Rodius. El nuevo modelo coreano se ofrecerá únicamente con cinco plazas, quien quiera siete plazas tendrá que recurrir a un Rodius. Como curiosidad, las siglas XLV son el acrónimo de ‘eXciting smart Lifestyle Vehicle’ (vehículo para un estilo de vida excitante), un apelativo bastante optimista para un monovolumen.
Diseño moderno y atrevido
El parecido estético con el Tivoli es evidente y eso es bueno, recordad que se trata del modelo con el diseño más sofisticado de la historia de la marca. Sus trazos se pueden reconocer en el diseño del capó o la pequeña calandra con una alargada moldura en color negro que enfatiza su anchura. También los faros del XLV son similares. Son halógenos y no existe la posibilidad de equipar xenón o led, aunque las luces diurnas sí son de led.
El paragolpes presenta un diseño novedoso y muy original. Tiene una forma de hueso que envuelve a los faros antiniebla y le sienta realmente bien. Este atributo ya lo tenía el prototipo y SsangYong ha decidido mantenerlo en el modelo de producción, o cual se agradece.
En la vista lateral es donde se aprecia más el diseño robusto del XLV, marcado especialmente por los abultados pasos de rueda. Esta característica tiene como consecuencia un detalle que no me termina de convencer mucho y es que las manillas de las puertas no están a la misma altura.
El trabajado diseño de este SsangYong queda evidenciado en la parte superior: todos los pilares son de color negro salvo el pilar C que, aún así, mantiene una franja negra. Esto crea una atractiva separación visual entre el techo y la carrocería, un efecto de techo flotante. A diferencia del Tivoli, la carrocería no podrá ser bitono –aunque esta posibilidad sí se contempla en otros mercados-.
Según el nivel de equipamiento, también se dispone de unas barras de techo de aluminio y de un techo solar. En la vista lateral del coreano es donde queda en evidencia la principal característica del XLV, su notable voladizo trasero que alarga la silueta hasta los 4,44 metros de longitud y le permite presumir de una capacidad de carga sensacional.
En la trasera los trazos son más sencillos y limpios. Una vez más los pilares negros se confunden con la luneta creando un efecto envolvente y está rematado en su parte superior con un spoiler muy bien integrado. Los pilotos traseros recurren a la tecnología led para la iluminación de posición y freno, son de un tamaño muy generoso y muerden la aleta posterior.
Espacio a raudales
El habitáculo del XLV no es lujoso pero desde luego evidencia la gran evolución de la marca coreana en estos últimos años. El monovolumen emplea materiales que ofrecen una buena calidad visual y real además de brindar un aspecto general moderno. El salpicadero es idéntico al del Tivoli.
El volante es uno de los elementos más atractivos, tiene un tacto agradable y un buen grosor. Está ligeramente achatado en su parte inferior para permitir más espacio para las piernas. Su única pega es que no puede regularse en profundidad, sólo en altura. A través de su aro se visualiza el sugerente cuadro de instrumentos. Es bonito, se lee bien y disfruta de un display monocromo con toda la información del ordenador de a bordo. Además tiene un toque personalizable con seis colores a elegir.
También tenemos un práctico sistema multimedia con una pantalla táctil de ocho pulgadas con las funciones de audio, telefonía y navegación. Esta pantalla reacciona de manera rápida y precisa al tacto a pesar de que la visibilidad no es tan buena como nos gustaría cuando el sol incide directamente en ella.
Debajo está presente un climatizador bizona y la botonería integrada en un panel en color negro piano siguiendo la moda, muy bonito aunque se ensucia enseguida. Este tipo de acabado también está presente en otras molduras del volante y las puertas para ofrecer un toque más elegante.
La habitabilidad es sobresaliente pero cabe recordar que sólo dispone de cinco plazas, sin posibilidad de montar una tercera fila de asientos. Hay espacio a raudales y cuatro personas de 1,90 metros de estatura pueden ir a sus anchas tanto delante como detrás. Es más, el hueco para las rodillas en las plazas traseras es muy generoso, uno de los mayores de su segmento. La posición del respaldo trasero se puede regular en dos posiciones (con 27,5 y 32,5 grados de inclinación).
Digo cuatro ocupantes porque cinco irán más apretados debido a que la anchura es un poco justa para eso, como pasa en casi todos los coches de la categoría. El eventual pasajero de la plaza central trasera se beneficia de un túnel de transmisión poco intrusivo, aunque el respaldo no es tan confortable como las plazas laterales debido a la presencia de un reposabrazos abatible en su cara posterior.
Sin ninguna duda, el maletero es la joya de la corona del XLV. Nada menos que 720 litros de capacidad, un volumen increíble para un coche de sólo 4,44 metros de largo. Para encontrar algo de mayor capacidad hay que buscar entre coches más grandes así que con este monovolumen podemos ir con la casa a cuestas. Opcionalmente SsangYong permite equipar una rueda de repuesto en lugar del kit de reparación de pinchazos, pero se pierde parte de este generoso volumen.
El espacio de carga tiene un fondo que se puede colocar a dos alturas, creando dos compartimentos diferenciados. La idea es muy práctica aunque cuesta un poco mover esta pieza extraíble de una posición a otra. Con el doble fondo en su posición superior tenemos 574 litros en el hueco principal y otros 146 en el compartimento que queda por debajo.
Además de grande, el maletero está bien resuelto. Hay una toma de 12V, ganchos para enganchar redes, unas gomas para sujetar objetos pequeños y perchas por doquier (hasta seis). Si abatimos los asientos posteriores el espacio es de 1.440 litros, prácticamente como el de una furgoneta comercial.
Sólo dos motores y sin opción 4x4
SsangYong ofrece dos motores para la gama del XLV. Un gasolina atmosférico de 128 CV y un turbodiésel de 115 CV, ambos con cuatro cilindros y 1,6 litros. Ambos pueden estar asociados con un cambio manual y, en el caso del propulsor de gasóleo, también uno automático por convertidor de par fabricado por el especialista Aisin. Todos ellos tienen seis marchas.
El diésel nos parece la opción más recomendable porque se trata de un propulsor con suficiente nervio para mover sin problemas la carrocería del XLV. Además empuja bien desde pocas vueltas así que sin duda es más satisfactorio. El cambio manual tiene un manejo muy agradable y permite aprovechar bien la fuerza del motor. Otro punto a favor de esta caja es que todas la versiones con cambio manual llevan Start & Stop de serie, con lo que se consigue rebajar el consumo urbano. El automático supone un sobrecoste de 2.000 euros.
Al volante vamos sentados en una posición alta y con una buena visibilidad en todas direcciones, lo que facilita maniobrar o aparcar. Otra ventaja a la hora de maniobrar es que además la asistencia de la dirección es regulable en tres niveles, con sólo apretar este botón. El sistema, que SsangYong denomina Flex Steer, es sencillo y útil.
En general es un coche muy cómodo aunque la configuración de las blandas suspensiones no es muy sofisticada (McPherson delante y eje torsional detrás). A priori en nuestro mercado no se venderá con tracción total pero aún así gracias a una destacable altura libre al suelo de 167 mm podremos meternos por caminos sin asfaltar con ciertas garantías y sin miedo a dañar los bajos de la carrocería.
Así que éste es el nuevo SsangYong XLV, del que la marca coreana espera vender unas 850 unidades al año. Polivalente, muy espacioso y con una enorme capacidad de carga, este modelo presume además de un precio muy competitivo que arranca en los 16.650 euros. Un modelo que puede competir sin complejos con los monovolúmenes más vendidos.