Prueba Tesla Model S Plaid, hay un nuevo sheriff en la ciudad y trae 1.020 caballos
El Tesla Model S Plaid llega a España para situarse como la berlina eléctrica más extrema del mercado. Una auténtica locura de 1.020 caballos no exenta de problemas que ya ha pasado por nuestras manos y cuyo análisis te desgranamos a fondo.
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Publicado: 04/01/2023 20:00
Los tiempos están cambiando, mucho y muy deprisa. La potencia siempre ha sido un gran argumento de venta para las marcas. Los eléctricos ganan en rendimiento a los térmicos y lo hacen con un precio significativamente inferior. El mundo siempre había conocido las prestaciones de los Ferrari, Bugatti y Lamborghini, pero todos ellos sucumbirán ante el nuevo Tesla Model S Plaid. Una berlina eléctrica de exagerada potencia que ya ha pasado por mis manos para estrenar un 2023 prometedor.
La barrera de los 1.000 caballos ha estado durante décadas fuera del alcance de los grandes fabricantes. En 2005 el mundo conoció al primer coche en superar esa mitológica frontera: el Bugatti Veyron. La desproporcionada creación francesa registraba un rendimiento de 1.001 caballos extraídos de un poderoso bloque W16 de cuatro turbos y 8 litros capaz de tragarse toda la gasolina del depósito en 12 minutos. Cada uno de sus datos resultaba más extraordinario que el anterior.
Hoy sus cifras son superadas por una berlina que con tres motores eléctricos es capaz de dejar atrás a la bestia de Molsheim. Lo hace con bastante naturalidad y con una décima parte del coste. Cuando el Veyron salió al mercado su tarifa base era de un millón de euros, lo que le convertía en el coche más caro y exclusivo de su era. El Model S Plaid está al alcance de mucha más gente por unos "comedidos" 140.000 euros. No verás muchos por la calle, pero si alguno se asoma en el horizonte estate preparado porque puede que sólo veas su estela.
Tras el Roadster, el Tesla Model S fue el modelo que lanzó a la compañía americana al estrellato. Se puede decir con toda sinceridad que revolucionó el mercado. Descubrió al mundo que el coche eléctrico no solo era posible, sino real. Inmediatamente se convirtió en un éxito hoy apagado por la aparición de modelos más asequibles con similares características como son los Model 3 y Model Y. Tesla no podía dejar que su buque insignia cayese en el anonimato y nada mejor que las prestaciones para mantenerlo con vida.
No es ningún secreto que los eléctricos no tienen rival en aceleración. Con un inmenso par de dato desconocido, el Plaid es capaz de dejarte, literalmente, pegado al asiento. Sus registros marcan una aceleración de 0 a 100 km/h en 2,1 segundos. Oficialmente, con un simple pisotón al pedal del acelerador, es capaz de dejar atrás a figuras ilustres como el Bugatti Chiron (2,4 segundos), al Ferrari SF90 Stradale (2,5 segundos) o al Lamborghini Aventador (2,8 segundos), entre otros. Todos ellos reconocidos deportivos de fina creación y un precio no inferior a los 400.000 euros.
Si lo miramos desde ese punto de vista el Tesla Model S Plaid es el coche más barato del mundo en relación precio-aceleración. Lo que antes sólo podían disfrutar las grandes fortunas del mundo hoy puede estar en el garaje de mucha más gente. Sus 1.020 caballos de potencia son una droga de fuerte impacto. Resulta imposible no repetir la maniobra una y otra vez, aunque tras repetidas acciones provoca un considerable mareo a todos los ocupantes, incluido el conductor. Así de bestia es.
Como ya es habitual en Tesla, hay varios modos de aceleración, cuatro en este caso: Relax, Deportivo y Plaid. A esos se acompaña el modo Pista de pruebas donde se consigue sacar el máximo rendimiento posible. Al activarlo el coche emplea los siguientes 10 minutos en acondicionar la batería para que esta sea capaz de ofrecer el máximo porcentaje de descarga posible. Una vez todo el sistema esté en óptimas condiciones el Model S te da todo lo que tiene, que no es poco. Sinceramente con el modo Plaid ya hay respuesta desmedida más suficiente.
El modo Relax es muy civilizado, de hecho basta dar un acelerón para comprobar que la respuesta no es nada agresiva. La velocidad sube con arreglo al nombre del programa y es ahí donde se consiguen los mejores consumos y las máximas autonomías. El consumo varía muchísimo en función del trato que el coche reciba. En una conducción normal con la potencia restringida la cifra mágica homologada es de 600 kilómetros, aunque en términos reales rondará los 500 kilómetros si somos delicados. Si no lo somos las cifras de consumo pueden subir por encima de los 30 kWh a los 100 kilómetros lo que afecta considerablemente a su rango.
Pero la pregunta clave es: ¿sirve para algo más que acelerar? Sí. No hay que olvidar que Tesla es, con diferencia, el mejor fabricante de coches eléctricos del mundo. Sus coches no sólo son capaces de correr, también de demostrar una eficiencia significativa. La salvaje aceleración del Model S Plaid no hace más que completar a una gran berlina eléctrica. Otra pregunta sería si es realmente necesario disponer de semejante rendimiento bajo el pie derecho, pero esa misma pregunta se puede achacar a la cada vez más numerosa tropa de superdeportivos del mundo.
Si algo tienen en común las figuras que antes he mencionado es que son poco prácticas en el día a día. Su propósito natural es la velocidad, pero fuera de esos terrenos sirven para muy poco. Por el contrario si desnudamos la potencia del Model S sigue siendo una excelente berlina familiar con la que poder viajar de forma cómoda y relajada. Su habitáculo está bien aislado, aunque podría estarlo un poco más por el precio de tarifa. Sus asientos son cómodos y sus pasajeros disfrutan de una gran oferta tecnológica para hacer más ameno cada recorrido. Una berlina clásica al fin y al cabo.
Ese es uno de los aspectos más positivos de la extrema berlina de Tesla. En el día a día es un coche tan corriente como otro cualquiera, con la particularidad de su desplazamiento sostenible y que fuera de la ciudad aporta buenas dosis de diversión, algo poco habitual en un eléctrico. La ausencia de un sonoro escape queda camuflada por un comportamiento bastante bueno. A pesar de arrojar casi 2,2 toneladas de peso en la báscula no se nota gracias a un bajo centro de gravedad y a un chasis muy bien ajustado.
La suspensión también resulta muy buena. El fino equilibrio entre confort y sujeción está muy logrado. Apenas hay balanceo en la carrocería y es necesario acostumbrarte a tener tanto ritmo a tu disposición. No hay que subestimarlo en ningún momento, aunque la electrónica siempre ayuda a mantener un margen de seguridad . En carreteras rectas es imbatible, pero cuando la carretera se tuerce el comportamiento no cesa el ritmo, aunque es un coche que exige mucho a su conductor.
La patada es tan radical que hay que tener las cosas muy claras para rozar el pedal derecho. El paso por curva es preciso con una dirección que transmite bien y de respuesta rápida. La velocidad es tal que el trabajo se amontona a la hora de llegar a una curva y es ahí donde sale a relucir el peor aspecto del Model S Plaid: su frenada. Un coche de semejante potencia y velocidad necesita un conjunto de frenos que sea capaz de detener tanta masa a tan extremo ritmo, algo que no se puede decir en este caso.
Con discos de acero de 380 milímetros en el eje delantero y de 365 milímetros en el eje trasero, la fatiga aparece rápidamente, muy rápidamente. A las pocas frenadas el olor a disco ardiendo es más que evidente y la efectividad del pedal ya no es la misma. Ayuda la retención propia del conjunto eléctrico, pero resulta insuficiente. Por 140.000 euros y 1.020 caballos de potencia al Model S Plaid bien se le podría exigir unos discos de mejor factura y rendimiento, al menos como opcional. Incluso jugando con él en línea recta el agotamiento de los frenos sale rápidamente a relucir, lo que me hace pensar que la potencia sólo es una excusa para justificar el precio.
Dejando a un lado el aspecto dinámico hay que reconocer que el Model S es una excelente berlina para el día a día. Ofrece todo lo que puedas necesitar, a excepción de un volante normal. Es otra de las grandes novedades de la versión Plaid y puedo afirmar rotundamente que me parece un lamentable error el volante estilo yugo. Ni es práctico ni me resulta seguro. La ergonomía clásica de los coches no es una mera cuestión de tradición, también de seguridad. El volante redondo facilita las maniobras al conductor y la ausencia de una parte superior las limita mucho.
Esperaba una desmultiplicación diferente, pero no. A velocidades medias y altas no representa ningún problema porque la respuesta es muy natural salvo por la baja posición de las manos. El problema aparece a baja velocidad. En maniobras tan cotidianas como coger una rotonda, aparcar o girar en una calle es torpe y poco intuitivo. Todos los controles que habitualmente se encuentran en mandos satélite están instalados en el propio volante, por lo que es fácil encontrarse en un giro con la posición del intermitente en una zona poco accesible. Es estúpido por no hablar de peligroso ya que obliga a cruzar las manos lo que a su vez reduce la respuesta en caso de emergencia.
Tesla ha jugado a ser divertido, pero ha errado en el tiro. Ojo que no son los únicos que han apostado por ese formato tan radical de dirección. El Lexus RZ es otro que pronto contará con un volante yugo, pero en ese caso los japoneses han optado por reducir significativamente el radio de giro del volante a unos razonables 150 grados. En ese caso se intuye que la maniobrabilidad a baja velocidad será mucho más natural, aunque queda por ver cuál será la respuesta a velocidades medias y altas. Pronto lo sabremos.
Con respecto a la oferta tecnológica tampoco hay muchas novedades que destacar. Tesla sigue apostado por su enorme pantalla central desde la que se operan todas las funciones del coche. En más de una ocasión ya he comentado mi opinión al respecto, pero hay que reconocer que la presentación de los americanos es excelente con un sistema muy rápido y bastante fácil de manejar. En este caso el Model S la acompaña con un cuadro digital convencional que la única pega que se le puede achacar es su nula personalización.
Una novedad es que los ocupantes traseros reciben una tercera pantalla para su propio uso y disfrute. Una pantalla desde la que poder ver plataformas en streaming como Netflix, Disney + o YouTube. El único inconveniente es que ver un vídeo significa que se oye en todo el coche, por lo que el conductor y el pasajero delantero se transformarán en un chofer que no podrán escoger ni la música de la radio. Con respecto al espacio que ofrecen las plazas traseras hay que decir que es bueno, pero el acceso y la salida quedan comprometidos por un paso de rueda que entorpece la operación y por un ángulo de apertura de la puerta algo escaso, lo que puede suponer un problema a personas mayores o de movilidad reducida.
Por último y no por ello menos importante, quería guardar un pequeño apartado para las cuestiones de calidad. A simple vista los materiales empleados son muy buenos. El cuero tiene un tacto muy agradable y en líneas generales la sensación es buena, pero no corresponde a un coche de ese precio. Peor es la durabilidad y la finura de sus ajustes. En la carrocería se pueden apreciar claramente, sin rebuscar mucho, fallos importantes de fabricación. Puertas que no quedan bien enrasadas, paneles con holguras excesivas y algunos fallos de pintura notables.
Tesla no puede competir con marcas como Audi, BMW o Mercedes. Sin embargo sí que piden precios similares a estas. En la pasada prueba del Model Y Performance de facturación alemana no percibí esa misma sensación. Todo parecía estar mejor fabricado, aunque la sensación de debilidad es la misma. No parece un coche hecho para durar eternamente, todo lo contrario. Los pequeños problemas de ahora se irán agravando con el paso del tiempo. Un defecto importante.
Conclusiones
No cabe duda que el Tesla Model S Plaid consigue llamar la atención por su descomunal potencia y por su alto grado de eficiencia. Como eléctrico es sensacional, su descarada autonomía elimina cualquier rastro de ansiedad y en un uso normal es una berlina ideal. La cifra de potencia es una sobrada, un gancho comercial que embriaga al volante. Es adictivo sentir tanto empuje, pero la respuesta en curva no se acompaña como debería. Los frenos son excesiva y peligrosamente endebles. Otros malos registros proceden del volante yugo y de una calidad de fabricación inferior a la de cualquier utilitario de 20.000 euros.