Prueba Toyota GR86, un último baile para el mejor coche de su generación

El GR86 es uno de esos coches en vías de extinción. Europa no lo quiere porque dice que contamina demasiado, pero yo creo que hoy es más importante que nunca mantener viva la llama de la pasión.

Prueba Toyota GR86, un último baile para el mejor coche de su generación
Ha llegado la hora de despedirse del GR86, aunque Toyota ya trabaja en un sustituto.

11 min. lectura

Publicado: 25/01/2025 18:00

Durante mis ya 13 años en Motor.es he tenido la suerte de probar muchos coches diferentes, casi todos los coches que están a la venta en nuestro país. Ha habido de todo, mucho bueno y alguno que otro malo. Pocos, los que menos, han dejado una huella imborrable. Coches que por diferentes motivos han marcado un antes y un después. El Toyota GR86 es uno de ellos. Un deportivo, un coche, de otra era. El mundo ya no lo quiere y eso hace que lo desee aún más.

Las proporciones son ideales. Si alguien toca este coche lo va a destrozar.

He de reconocer que esta no es la primera vez que me pongo tras el volante del Toyota más especial del momento. La primera vez fue hace ya casi tres años -cómo pasa el tiempo- durante su presentación internacional llevada a cabo en el circuito de Monteblanco (Huelva) y por las carreteras de la sierra onubense, por los magníficos parajes de la cuenca del Río Tinto. Fue entonces cuando tuve mi primer flechazo con un coche que su versión anterior, el Toyota GT86, no me había dicho absolutamente nada. Y no era una simple cuestión de potencia. El GT86 siempre me pareció sobrevalorado.

Puede que no sea el único que tenía problemas con el viejo GT86, por lo que parece Toyota también sabía que podía hacerlo mejor. Y vaya si lo ha hecho. La T dejó paso a la R y el GR86 se presentó ante nosotros hace ya casi tres años para recordarnos que Toyota no sólo fabrica híbridos. El mundo ha cambiado mucho en estos cursos. Los coches eléctricos siguen sin despegar mientras que los híbridos japoneses cada vez seducen a más conductores. Mientras tanto, Europa sigue desconectada de la realidad del mundo. Criminaliza a quien no puede comprarse un coche eléctrico y nos impide disfrutar de coches como el GR86. Debe ser que las pocas unidades fabricadas por Toyota destrozan el mundo.

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El GR86 ya forma parte del pasado, es así de triste. Es por eso que cuando me dijeron de volver a cogerlo la emoción fue superior. Representa todo lo que debería ser un coche, desde el punto de vista más pasional del automovilismo. Un pequeño deportivo de proporciones y apariencia correctas. Motor delantero, caja de cambios manual y tracción trasera. Una receta tan básica como exitosa. No se puede pedir más. No se necesita más para disfrutar de un buen coche. Ni siquiera las cada vez más habituales pantallas o ayudas a la conducción. Que la pantalla del interior no te confunda, el GR86 es un coche analógico en un mundo digital.

Por no tener no tiene ni Start &Stop. Volante, pedales, palanca de cambio y los botones necesarios para no morirte de frío en invierno o asarte de calor en verano. El conductor va instalado en el centro del coche para repartir perfectamente los pesos. Hay asientos detrás, pero son totalmente inútiles. Ni siquiera los niños pueden ir. No es un coche familiar. Su único propósito en esta vida es hacerte disfrutar, algo que pocos coches pueden decir en la actualidad. Prácticamente ninguno te hace pasar el rato que el GR86 te hace pasar. Bueno sí, hay uno, el Subaru BRZ, que al fin y al cabo es su hermano mellizo. También lo he probado.

Subaru firma el motor atmosférico de cuatro cilindros enfrentados.

De hecho, son los colegas japoneses los que imprimen el carácter fundamental del GR86 al desarrollar el motor bóxer de cuatro cilindros y 2.387 centímetros cúbicos que alimenta a este deportivo. Un pequeño pedazo de aluminio que mejora considerablemente las cualidades del motor que soportaba el viejo GT86. Aunque sigue sin tener un turbo, es un motor mucho más vivo en un mayor rango de revoluciones. Es muy elástico y progresivo, con ciertos toques dramáticos. Las cifras de prestaciones anuncian 234 caballos y 250 Nm de par motor. La gestión se deriva a un cambio manual de seis velocidades que envía, como ya he dicho, toda la fuerza al eje trasero.

Dos neumáticos 215/45 R17 se encargan de transmitir la fuerza del motor al asfalto, o al menos lo intentan. Al fin y al cabo la potencia no es un dato más. No se trata de cuántos caballos se dispongan, sino de cuantos caballos podemos aprovechar. He probado coches eléctricos de más de 1.000 caballos y créeme que no los cambio por los 234 del GR86. Se disfrutan del primero al último. Toyota también ha mejorado otros factores como la usabilidad. El GR86 es más refinado que su predecesor. Hay menos ruido en la cabina, el cambio es más dócil y, en líneas generales, es más utilizable. Es un perfecto coche de diario para los más quemados.

El interior es básico. Tiene el equipamiento justo. Me encanta.

Sin embargo, este coche ha nacido para los momentos en los que el asfalto se retuerce. Para las curvas. Dista mucho de ser el deportivo más preciso en el paso por curva. Ni lo es ni lo pretende. Su forma de expresarse es bien diferente, a través de las caderas. El eje trasero es muy inestable, aunque aporta más seguridad de lo que pueda parecer en un principio. La clave de todo son los 1.339 kilogramos que anuncia en la báscula. Es muy poco peso. Apenas 40 kilogramos más que el viejo GT86. Esa ligereza, más en los términos actuales donde se supera fácilmente la barrera de las dos toneladas, es tremendamente adictiva.

En muchas ocasiones las ruedas traseras son incapaces de gestionar la entrega de potencia, y eso que no es mucha. Ló único que lo mantiene en la trazada es la electrónica. Un sencillo control de tracción que corta el gas cuando considera que el eje trasero está sobrepasado. Algo habitual, todo sea dicho de paso. Eso te lleva a pasar ratos buenos y malos. Si bien es fácil descolgar el eje trasero, también es fácil que se vuelva inestable incluso cuando no te lo esperas. Sobre todo cuando el piso empieza a estar mojado y mucho más resbaladizo. Es un coche ideal para hacer manos.

El eje trasero es muy inestable. Muy delicado en condiciones de mojado.

La puesta a punto permite controlar muy bien el sobreviraje, basta con corregir la rápida dirección y se soluciona. Si te quedas con ganas de más hay más, pero ya depende de ti y de tu confianza para alcanzar ese nivel superior. En el túnel central Toyota ha instalado un botón que pone Track. Al mantenerlo pulsado se activa dicho programa de conducción que tensa algunos componentes mecánicos del coche y, de paso, libera el eje trasero por completo al eliminar cualquier rastro de limitación electrónica. Es decir: el control de tracción se desactiva por completo.

Es entonces cuando el GR86 se comporta como una cabaretera borracha con la cintura totalmente suelta. Cada curva se convierte en un desafío de derrapaje tan divertido como adictivo. No hay coche en el mundo que permita bailar de semejante manera. El sobreviraje llama a la puerta y no se marcha, incluso cuando circulamos en marchas medias, como la tercera. Ni siquiera es necesario forzar la situación con un balanceo de la carrocería. Basta dar un poco de gas y las ruedas traseras abandonan la sala. Bajo la lluvia es un ejercicio de delicadeza. Un poco más de acelerador del debido y verás como los coches que antes te seguían ahora los tienes de frente.

Como única pega, recortaría un poco los recorridos y el largo de la palanca de cambios.

Por mucho que te pueda contar con las mejores palabras que me sepa, me quedo corto. El GR86 genera amor y diversión a partes iguales. Cuesta bajar el ritmo, por muy tensa que se vuelva la situación. Hoy en día no hay nada igual en el mercado -salvo el BRZ- nada que sea capaz de igualar las sensaciones que transmite. Ni siquiera el idolatrado Mazda MX-5. La Unión Europea ha matado al GR86. Toyota se ha visto obligada a retirarlo del mercado, aunque ya baraja algunas opciones para el futuro. Salvo que estas empleen la misma receta básica, no creo que lo conseguido sea mejor. No se me ocurre mejor coche que este en la actualidad. Devolver las llaves a Toyota es una de las cosas más difíciles de mi trabajo.

Javier Gómara

La opinión de Javier Gómara

Si por alguna caprichosa casualidad del destino se te pone a tiro un Toyota GR86 mi recomendación es que te lo compres sin dudar. Si bien no aprecias el aspecto dinámico, error por tu parte, seguro que valoras el hecho de que este coche no va a perder valor con el paso del tiempo. Más bien todo lo contrario. Con el paso de los años, a medida que el mundo se vuelva cada vez más eléctrico, coches como el GR86 estarán mejor valorados. Su producción limitada inflará los precios de venta y siempre habrá alguien que quiera disfrutar de un deportivo clásico y atemporal diseñado por el único placer de ser conducido.

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