Prueba Toyota GT86 2017: más carácter, mismo corazón
Nos sentamos en la versión 2017 del Toyota GT86 que es una puesta al día de la versión lanzada hace cinco años. En esta ocasión sí que hay una profunda revisión en aquellos detalles que deslucían en la primera versión tanto en aislamiento como en suspensiones y añade ciertos retoques estéticos.
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Publicado: 06/06/2017 10:00
El Toyota GT86 2017 es una renovación del deportivo que llegó al mercado en 2012 y que hasta el momento no había tenido una puesta a punto en profundidad aunque sí había recibido una leve actualización. Es hermano del Subaru BRZ que comparten la mayoría de elementos y que por cierto también se ha renovado, aunque todavía no hemos tenido la ocasión de probarlo.
Es un deportivo de carrocería coupé y 2+2 asientos con motor bóxer delantero y tracción trasera. Sobre el propulsor no ha habido una renovación ni hay diferentes niveles de potencia. Cuatro cilindros y 200 CV de potencia máxima y 205 Nm de par máximo entre 6.400 y 6.600 rpm. Sobre el motor no nos vamos a detener en profundidad ya que lamentablemente no hay novedades destacables.
Sin embargo, el coche sí que presenta bastantes aspectos nuevos en cuanto a estética y puesta a punto. He de confesar que antes de conducirlo pensaba que encontraría sólo una estética más bonita y con una gran sensación de anchura, pero el Toyota esconde mucho más.
El precio base es de 32.990 euros para la versión manual, y 2.000 euros más costosa para la caja automática, opción que personalmente descartaría por el buen tacto de la caja manual y porque con la transmisión automática se pierde 0,6 décimas en la aceleración de 0-100 km/h (7,6 segundos para el manual) y 16 km/h en la velocidad punta (226 km/h para el manual).
Sin embargo, se gana en consumos y se reducen emisiones. Sobre el papel, el manual gasta entre 6,3 y 10,4 l/100 km en función de los recorridos. El automático, entre 5,7 y 9,6 l /100km. Y es importante recordar que aunque para un apuro podríamos usar gasolina de 95 octanos, el fabricante dice que se debe usar 98 octanos por la relación de compresión del vehículo. Eso significa algunos euros de más en cada repostaje. El manual emite 180 g/km de CO2 mientras que el automático baja la cifra a 164 g/km.
De base cuesta 32.990 euros, y 2.000 euros más si es automático
En nuestro caso, la versión de pruebas era manual y el acabado del coche se denomina ‘Sport’, y no se puede elegir otro. Tan sólo podemos pensar si queremos pintura metalizada (525 euros), asientos de cuero/Alcántara (2.000 euros) y navegador Toyota Touch 2 & Go (800 euros).
El color de nuestra unidad era un precioso Azul Kanbe II, aunque se pueden elegir 7 pinturas diferentes. Las medidas del coche no han variado en longitud (4.240 mm), a pesar de que cuenta con un paragolpes frontal de nuevo diseño, que por cierto le da un aspecto muy agresivo al modelo. Muchísimo más armonizado con la estética agresiva del Toyota GT86 y mayores secciones en negro, que le confieren la sensación de ser más potente y radical.
La estética es radical también en la zaga del vehículo con un nuevo alerón trasero flotante de aluminio que además de ser estéticamente mucho más agradecido que el anterior, es ligero y la marca asegura que mejora la aerodinámica y la estabilidad. Las llantas son de 17 pulgadas y no se pueden elegir otras ni en opción. Una vez más, van acompañadas por neumáticos Michelin Primacy que garantizan pérdidas de tracción controladas siempre que desactivemos las ayudas, de las cuales os hablaremos más tarde.
Otra de las grandes novedades son los faros delanteros y los pilotos traseros, ahora con tecnología LED y un diseño más moderno y agresivo. Los antinieblas delanteros también corren a cargo de esta tecnología. La caja de sorpresas continúa en el interior, donde la calidad percibida ha mejora ligeramente. Por ejemplo, la gran moludra central que antiguamente era de plástico duro, ahora es de Alcántara, y los pespuntes de los revestimientos de cuero de las puertas, ahora tienen una tonalidad grisácea, mucho más madura que la anterior. El volante, que es donde conviven nuestras manos y por tanto necesita tener una buena calidad percibida, ha aumentado notablemente en este aspecto y se han añadido botones multifuncionales. Según Toyota, el volante es más pequeño (aunque habría que compararlo en el momento para saber si la diferencia es notable).
Se ha incluido un pequeño display digital en el cuadro de instrumentos con una visualización correcta y mucha información repartida por varios menús. Entre otras informaciones, el consumo, curvas de potencia y par, medidor de fuerzas G, un cronómetro o la velocidad media, son algunas de las consultas que se pueden hacer, manejando los botones del volante.
La pantalla central que se reserva a la música, aplicaciones o el navegador, tiene el inconveniente de proyectar demasiados reflejos y a veces es muy difícil central la atención. La mejor integración del vehículo con esta pantalla y su manejo, es un área de mejora en el apartado tecnológico.
En el apartado técnico hay un nuevo modo ‘Track’ que a pesar de controlar los derrapes, sí es más permisivo a la hora de realizar sobrevirajes controlados, aunque obviamente el coche es menos estable y por tanto la recomendación es que sólo se use en pistas y no en calle. Por el resto de tecnologías, arranque en pendiente y luces de aviso de frenada de emergencia, terminan de adornar el conjunto donde sí echo en falta, una vez más, sensores para el aparcamiento a pesar de contar con cámara.
En marcha
El arranque es por botón, que es un clásico del vehículo. El sonido no ha cambiado ni la estética de las enormes colas de escape. Nada nuevo en este apartado. La dirección me sigue pareciendo una de las mejores que se pueden encontrar en un deportivo de este precio. El cambio de marchas tiene transiciones verticales muy cortas, lo que aumenta el feeling deportivo. La postura de conducción es deportiva, con las piernas muy estiradas y el volante más bien cerca, aunque es fácil encontrar una postura de conducción idónea.
Es un deportivo donde vas sentado muy cerca del suelo. No es un Mazda MX-5, pero en ciertos aspectos se parece bastante. Lo primero que me sorprende es el tacto del volante, que realmente se ha vuelto muy bueno, con una calidad percibida mayor.
En términos generales, no hay un cambio drástico en el vehículo, probablemente porque el diseño sigue siendo ‘el mismo’ y el propulsor se mantiene intacto (aunque la marca dice que se revisado para tener la máxima potencia siempre disponible), pero sin embargo hay algo en su conjunto que me parece más atractivo y aunque no había estudiado la evolución del modelo antes de coger el coche, sí me parece que está mejor ensamblado y sobre todo, la suspensión ya no es igual.
No busques un turbo para corregir errores en las salidas de las curvas. Aquí se trata de conducir
Recuerdo que en el modelo anterior me parecía rebotona en la zaga, y ahora me parece dura pero no molesta y con un equilibrio abismal. Para mí, es la gran novedad: su puesta a punto. El refinamiento del modelo sin cambiar el origen ni la filosofía.
También recuerdo el elevado ruido de rodadura en la parte trasera, ya que la primera vez que probé el modelo llovía muchísimo y parecía que el coche necesitara un aislamiento mayor en esa zona en concreto. Pues ha sido otro de los puntos que se han revisado. Cada vez me lo pone más difícil el GT86, que además de ser sincero en su conducción, lo es en sus consumos.
En los primeros recorridos, en atasco y tras más de una hora de arranque y paradas, la media se situó en 10,3 l/100km. Una décima menos de lo dicho por la marca. Durante toda la semana estuve cambiando de tipo de vías, mezclando carretera con pistas secundarias y tramos de curvas.No estuve atento a una conducción especialmente ecológica y siempre procuraba que no me faltara potencia en la siguiente marcha. He incluido un par de zonas con el ritmo alegre y buscando las cosquillas del Toyota GT86, y la media se situó en 8,3 l/100km... justo lo que la marca promete y la misma media que la vez anterior. Aquí no hay sorpresas.
Sin embargo, en la parte dinámica, sí que me encuentro con algunas diferencias. Quizá es porque cada vez que me encuentro con el coche nos entendemos más, y es que si hay algo que saber sobre el modelo es que no es un juguete con el que presumir por su potencia, porque te vas a decepcionar. En Motor.es, publicamos un artículo para saber presumir de los atributos del Subaru BRZ, y es aplicable, una vez más al Toyota GT86, que si de algo sabe es de transmitir a cualquier aficionado al mundo del automóvil, sensaciones de conducción pura a precio asequible. Aquí no hay un turbo para ayudarnos a corregir errores en la salida de las curvas, ni para impresionar comiendo metros de forma feroz en las rectas.
Es un coche escuela perfecto. El tracción trasera con el que dar tus primeros pasos
Todo lo que implica el Toyota deportivo es ‘feeling’ y puro manejo. Siempre he apodado al vehículo como el perfecto coche escuela, y es que si hay un coupé con el que empezar a aprender a domar a los ‘galgos’ de tracción trasera, no se me ocurre una opción mejor. En parte porque sigue manteniéndose fiel a la idea de que un neumático duradero y que no sea especialmente mordedor en las curvas, es una buena idea.
En un modo convencional, el coche no se mueve apenas y es más efectivo. Digamos que por defecto, el Toyota GT86 es un coche fácil de llevar e incluso equivocarse en algunas curvas. Pero todo cambia con los simples reglajes que ofrece el modo deportivo o la desconexión de la estabilidad. Incluso en ese modo que la marca recomienda exclusivamente para pistas (de ahí su apellido ‘Track’), encontramos pequeñas limitaciones en los sobrevirajes... menos mal que todo queda en manos del piloto.
Y es que ver en el centro del cuadro de instrumentos un tacómetro infinito y la posibilidad de un testigo para el cuentavueltas, indica que las cosas se pueden poner serias. La posición de conducción acompaña a la estética y se asemeja a los deportivos alemanes que obliga al piloto a sentarse con las piernas estiradas. Menos mal que rápidamente encontramos una posición adecuada (aunque si no estás acostumbrado a este estilo de deportivos, te costará un poco más las primeras veces... y luego ya no querrás otra cosa).
Por supuesto, hay que hacer un pequeño esfuerzo para entrar y salir cada vez del coche, aunque en mi caso particular parto de un Mazda MX-5 de tercera generación, que es parecido en este aspecto, pero aún menos cómodo. Afortunadamente, el asiento tiene buen agarre lateral, precisamente para sujetar esas pérdidas controladas de estabilidad. A pesar de que el cuadro tiene ahora un display digital con determinada información para la conducción deportiva, su lectura en ocasiones, aunque correcta, no es todo lo rápida que podría ser y no da tiempo a percibir toda la información a tiempo real, aunque el cuadro resulta visiblemente más atractivo que en la versión anterior.
Los asientos traseros, por supuesto siguen siendo anecdóticos y no sirven para viajar con adultos y prácticamente tampoco sirven para viajar con niños salvo en ocasiones puntuales. La buena noticia es que toda la capacidad se puede usar para abatir los asientos y dejar una superficie plana donde podríamos introducir cuatro neumáticos de repuesto si por ejemplo vamos a disfrutar del coche en un circuito. Y es que el Toyota GT86 sigue siendo uno de los grandes coches incomprendidos en nuestro país y con poco volumen de mercado pero gracias a su existencia todavía podemos decir que el mundo del automóvil no es exclusivamente un negocio de SUV, utilitarios y compactos de bajo consumo. Todavía quedan marcas que viven la pasión de este mundillo.
En las curvas rápidas, lo mencionado en párrafos anteriores; es completamente sumiso con los controles puestos pero su balanceo de la carrocería (que en realidad es mucho más bajo que en un compacto de precio similar), puede hacer que la zaga pierda el rumbo ante cambios de dirección bruscos. Sin los controles esto significa que el volante pierde firmeza porque el GT86 se ha descolocado y la trasera comienza a ganar protagonismo. Esto no es un problema si se busca en ciertas curvas, pero puede dar algún pequeño susto ante manos inexpertas que por lógica buscarán el pedal del freno y es justo en ese momento donde uno nota que el esquema de amortiguación busca también un pequeño compromiso con el confort que la primera versión no tenía.
Si nos centramos en el propulsor, es cierto que no parece desarrollar la potencia anunciada por el fabricante, y aunque no nos hemos puesto demasiado exquisitos en este punto, sí que notamos que a medio régimen hay un pequeño valle en la entrega que desaparece a medida que cruzamos el tercer tercio del cuentavueltas. Si por algo despunta este deportivo es por su entrega en esta zona del tacómetro, que en consonancia regala un sonido deportivo y sincero sin tener que recurrir a falsos rugidos de escape.
El coche tiene margen de mejora si se quiere una rigidez mayor, pero en mi opinión no casa con la filosofía del coche, porque parte de la gracia es que sea tan fácil de conducir 'de lado'. Otro gallo cantaría si existiera una versión con 50 CV más o sobrealimentación, donde entonces sí que necesitaríamos mayor aplomo en los ejes y una estabilidad controlada... que en realidad es lo que muchos estamos deseando.
Conclusión
Nos encanta el Toyota GT86 2017, y para esta ocasión, su puesta a punto no puede ser más certera. Ha mejorado en el esquema de suspensiones, en tecnología, calidad percibida y aislamiento acústico en los pasos de rueda traseros. Estrena un pequeño alerón y llantas, aunque una vez más no nos permiten escoger entre una gran variedad de opcionales. Echamos en falta mejoras en el motor que sigue decepcionando en cuanto a potencia, a pesar de que no es un argumento de gran valor en un vehículo que ha nacido para ir de lado y en cuyo terreno es de los mejores que puedes encontrar por lo que cuesta.