#SegundaMotoPrueba Victory Magnum: En marcha y conclusiones (II)
Es una moto para mimarla mucho por su delicado plano estético. Hay que mirar más lejos que en otra montura, por ese paraviento frontal de enormes dimensiones pero cada vez que uno sale, se relaja mucho y quiere que los trayectos sean más y más largos. ¡No te pierdas esta experiencia!
11 min. lectura
Publicado: 23/02/2016 10:00
La primera impresión es de duda sobre si uno va a poder manejarse de forma adecuada sobre la Victory Magnum. El asiento, por fortuna está muy bajo y mi estatura (1,70 m) no es lo idóneo para semejante montura. Es muy pesada, pero el miedo es mayor porque obviamente uno no quiere que la moto se caiga al suelo, y menos aún que lo haga sobre su pierna. Con la primera prueba superada (quitar la pata de cabra y ser uno mismo quien la sujete con ambas piernas), llega el momento de arrancarla. Se gira la llave en un lateral, entre ambos cilindros posicionados en V a 50º.
La retroiluminación se enciende y el cuadro de instrumentos parece de coche. No tiene una cúpula pero sí una pequeña visera que más que práctica, es estética. El grandísimo y ancho paravientos frontal nos obliga a asomarnos literalmente por encima de la moto, y uno debe ir olvidándose de la vista corta. Aquí más bien hay que revisar lo que va a pasar a media distancia porque la masa no acompaña ni su agilidad, obviamente.
El sonido es propio de una moto rutera. Un poco menos trabajado que la Gunner y quizá con menos personalidad, pero adecuado para el tipo de moto. Una vez más todo es cuestión de mirar entre los accesorios si uno no está del todo conforme aunque bajo mi punto de vista no se necesita más. En la parte estética, las colas de escape son muy largas y quedan espectacularmente bien.
Tiene plataformas para posicionar los pies, y las estriberas un poco lejos para mis piernas, que se acercan a una talla S. A decir verdad creo que me faltan cerca de 7-10 centímetros de altura para encontrarme perfectamente acoplado en la Magnum. No obstante, durante los primeros recorridos me doy cuenta de que me puedo hacer a ella sin problema adelantando mi postura un poco, pero es inversamente proporcional a mi comodidad.
Es una moto talla L o XL, pero uno se acostumbra al elevado peso
Apartando el plano personal, el propulsor es enérgico e infinito. Uno es capaz de subir de velocidad con una facilidad aplastante. El tacómetro no es muy generoso en cuanto a revoluciones, por razones obvias. Tampoco ofrece mucho a partir de 4.000-4.300 rpm, aunque el sobre régimen comienza en poco más de 5.000 rpm para llegar a un corte allá por las 6.000 rpm. Sin embargo, el jugo está más bien en el medio régimen, que es donde ofrece una elasticidad impresionante.
Otros detalles del cuadro de instrumentos pasan por un medidor de aguja de la gasolina restante, revoluciones, velocidad y un voltímetro, además del display digital. Todo ello muy visual y similar a lo que esperas encontrar en un coche. En una de las piñas encontramos seis botones para el control de crucero (francamente hay soluciones más fáciles en otras motos aunque es cuestión de costumbres) y en la otra, varios pulsadores para el control de la música y la radio que nos hemos quedado con muchas ganas de probar. El resto, la instrumentación habitual con warning, cortas, largas, claxon e intermitentes en la piña izquierda y arranque en la derecha.
En carretera es muy estable y cómoda y es difícil habituarse en seguida al estilo. Uno tiene la sensación de viajar sobre un coche muy descapotado porque con tanta carrocería es difícil encontrar huecos donde nos azote el aire con fuerza.
Uno es el amo de las autopistas, con multitud de curiosos señalando desde el coche, y es que es imposible perder detalle de la cantidad de cromados, la pintura brillante e incluso una larga antena que nace desde la parte trasera de la moto. Hasta la matrícula tiene una presencia destacada por encima del extenso piloto trasero en línea vertical y que muere al final de la carrocería en forma de pico. Se pueden llegar a recorrer largas distancias gracias a un depósito de 22 litros y una marcha overdrive, muy permisiva con las rpm del motor; entre 15-18 kilómetros por cada litro aproximadamente.
A ambos lados y por debajo de las maletas o alforjas rígidas, quedan los escapes en acabado cromado. La suspensión es cómoda y filtra bien las irregularidades. La horquilla delantera invertida es correcta para corregir el bajo perfil del neumático delantero, que por cierto llama mucho la atención.
En estático es imposible que alguien no se acerque a verla e incluso saque una foto. Es normal en una moto que parece más bien salida de un programa americano que de un concesionario en España. ¡Pero qué bien sienta hacer trayectos con ella! Con el tiempo hasta me he habituado a tener que esforzarme a ponerla recta desde parado o a tener que estirar mucho la pierna para cambiar de marcha. A decir verdad, quiero llegar a quinta o sexta y llanear durante kilómetros y kilómetros. No me atrevo a adentrarme en curvas con energía porque a pesar de transmitirme cierta agilidad, es mejor no tentar a la suerte y circular a un ritmo calmado. Al fin y al cabo, la placa que indica el número de serie 267 me hace sentir que es única.
Una pantalla más alta es recomendable
Sí recomiendo encarecidamente sustituir la visera por una pantalla más alta ya que aunque el elemento de diseño se perdería, se ganaría muchísimo en comodidad. Esta visera desvía el aire directamente al casco, creando una turbulencia que molesta bastante. He compartido impresiones y otros conductores no me han manifestado esta molestia a costa de levantar la cabeza y exponerla de frente contra el viento. Tampoco es la solución si uno quiere viajar cómodamente. Y es mejor hacerlo solo si no se dispone de respaldo para el pasajero. Por ejemplo, el modelo Cross Country parece tener un asiento con un mejor enfoque para dos personas.
Esta Victory esconde además una asidera bajo un velcro que da acceso directo a la espuma bajo el tapizado. Está bastante bien protegido y nos gustaría comprobar su capacidad aislante de una fuerte lluvia con el paso del tiempo. Pensamos que existen soluciones mejores aunque el ‘parche’ que han puesto parece un elemento de diseño bien integrado.
A decir verdad, prácticamente la moto nos dice que la expongamos en un salón o en un museo de la motocicleta. Sus alforjas son duras y muy capaces, además de ser extremadamente estéticas y como todo lo estético, suele ser delicado y un desastre si se maltrata.
Un síntoma de maltrato suele aparecer en la alforja derecha, justo en el lado opuesto donde se apoya la moto con la pata de cabra; justo por el lado en el que bajamos la pierna derecha para buscar el suelo cuando nos subimos a la moto. Justo cuando escuchas el impacto de la bota sobre la preciosa pintura metalizada y justo cuando empiezas a rezar por no haber marcado la moto... es inevitable que esto pase vez en cuando.
Ambas alforjas se cierran con llave y como la moto es suficientemente ancha ya, no se puede ampliar su capacidad de carga. No es suficiente para albergar un casco integral porque el hueco es bastante estrecho, y si me apuras, algo desaprovechado para lo que se ve desde fuera. No puedes viajar contando sólo con este espacio, al menos no por muchos días, pero sí alojar algunos bultos y objetos de necesidad.
Por lo demás, es una moto muy agradable, diseñada para gente que le gusta la radicalidad en estética y los musculosos motores americanos. La frenada con ABS le da un punto en materia de seguridad, los faros LED, otro y el control de crucero viene a redondear un producto con el que estoy seguro que los más aventureros, lleven caravana de coche escoba o un par de mochilas ancladas en la moto, van a disfrutar y se van a sentir libres por un tiempo.