PruebaSubaru WRX STi: En marcha y conclusiones (III)
Es el momento que estábamos esperando. El Subaru WRX es un coche con el que literalmente haces deporte y sorprende su tacto de cambio y volante. Suena bien, aunque no tiene un sonido demoledor, pero donde debe demostrar es en cada curva que se comporta como pocos o ninguno por el mismo precio.
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Publicado: 03/09/2014 11:00
Este momento es emocionante. Arrancar el coche y escuchar rugir los escapes traseros es un momento sin lugar a dudas muy esperado. Tan esperado que pasamos por alto que a pesar de tener un sonido bonito no llega a ser espectacular. El carácter del coche invita a pensar que van a caerse los cimientos del garaje, pero esto no ocurre. Se entiende que comercialmente, donde este Subaru ya es complicado de vender en grandes cantidades, un sonido especialmente agresivo podría suponer un arma de doble filo, así que nos conformamos con el que la casa ha instalado.
Al engranar la primera relación viene la primera sorpresa positiva y por supuesto un punto perfecto para el coche: el cambio manual tiene un recorrido corto y preciso. Es más, no puede estar mejor ligado al coche. La segunda sorpresa viene de la mano del volante, que tiene un tacto directo y deportivo. Este coche es un chute de adrenalina en vena y por ahora no hemos salido del garaje. Pero es hora de lidiar con la bestia. El juego del embrague y acelerador es complicado al principio y no es raro ver subir de revoluciones al vehículo haciendo parecer al conductor un poco novel. Es delicado porque en cuanto pides poco gas para evitar revolucionarlo consigues justo el efecto contrario: se te cala. Así que hay que aprender bien las sensaciones. Cuento esto porque precisamente su uso en ciudad cansa rápido, precisamente por su elevada exigencia. Las suspensiones son también muy duras, pero recogen correctamente y sin incomodidad las irregularidades que la ciudad tiene preparadas para nosotros. No obstante, una vez que tienes cogido el punto del vehículo (hay que recorrer más kilómetros que con otros coches) ya admitirías al WRX en tu día a día, consumos aparte.
Positivo es que todas las reacciones en el volante están solidariamente ligadas al tren delantero que redirecciona la carrocería con muchísima precisión. Apuesto a que en un eslalon sería un aliado a la altura de nombres que cuestan el doble de dinero. Otro punto a favor (nosotros lo entendemos así) es su llamativa imagen. Evidentemente el alerón atrae la atención, pero los que conocen el modelo lo reconocen desde lejos y van alertando a las personas de su alrededor para poder contemplar al deportivo durante unos instantes. Nos gusta que sea parte de su ADN.
Por supuesto, el coche está súper dotado para frenar con precisión en ciudad y adelantar con fuerza si es necesario, aunque hasta las 3.000 rpm se muestra con un carácter radicalmente opuesto que a partir de dichas revoluciones. La entrada del turbo hace lanzar a esta bestia como un misil, y parte de la elevada adicción que se tiene al Subaru WRX STi es que sus marchas piden llegar hasta el final del tacómetro. Es fácil llegar a 100km/h. Tanto es así que apenas en 5,2 segundos veremos la aguja del velocímetro casi en posición vertical, donde se sitúa esta velocidad. El exceso de información del cuadro de instrumentos hace que a veces perdamos la perspectiva sobre la velocidad, pero para ello contamos con un velocímetro digital, que lamentablemente es algo pequeño. Sin embargo, me emociona que tenga muchas posibilidades para jugar con el coche. En el modo Intelligent es dócil y para ciudad es lo más recomendable. Por defecto se sitúa en un modo intermedio y con el diferencial central en Auto, que está perfecto para la mayoría de situaciones, pero en Sport Sharp es hora de poner el 110% de nuestra atención sobre la carretera.
Las curvas las devora con facilidad y en función de la posición del diferencial encontramos un carácter opuesto. Es difícil hacerlo descarrilar de la dirección a la que estamos apuntando, pero al enderezarlo hay que tener manos para gestionar el cambio, las vueltas del volante y el freno en caso necesario. Es un coche con el que haces deporte y te siente como en una intensa lucha con él. A cambio te devuelve una precisión aplastante donde pocos coches podrán seguirte. Su ADN es de pistas reviradas y lo demuestra de forma efectiva. En mi caso, prefiero trasladar la mayor responsabilidad de la tracción al eje trasero, pero va en cuestión de gustos. No obstante, si no vas a exigirle al máximo, las diferencias no se aprecian, y si no llegas a este punto, quizá este no sea tu coche adecuado.
Es un coche exigente, pero muy efectivo en curvas
El equipo de frenos se comporta de forma notable y en cada frenada admite ciertos errores, pero nunca echas en falta mordiente sobre las pinzas. Es una delicia concentrarse al máximo para sacar todo el potencial del WRX STi. Y por supuesto, el coche responde en consonancia a tu entrega. Gracias al diferencial central y a la ingeniería japonesa, poder ser más rápido que muchos en las zonas más enrevesadas no es problema.
En ciudad la cosa cambia y un coche muy efectivo en zonas rápidas se convierte es un animal enjaulado. Como hablábamos al principio, el juego del embrague y acelerador tiene un espacio corto para errores y en atascos, semáforos y rotondas, se repite muchas veces. Además las suspensiones son duras y cada resalto, agujero o rodadura en la carretera se dejan notar fácilmente. No obstante, donde los primeros días parecía un coche incómodo, lo cierto es que con el paso de los kilómetros podría servirte como coche de diario. No tanto por los consumos que evidentemente son elevados. Durante toda la semana de pruebas, mezclando autopistas, ciudad y carreteras de montaña, la cifra se detuvo en 10,4l/100km. Lo que sorprende notablemente es que se ajusta exactamente con la prometida por el fabricante.
En un tramo de 83 kilómetros en carretera, queriendo medir el mínimo consumo posible, la cifra se detuvo en 8,5l/100km, significando 0,1l/100km por encima de lo que Subaru homologa. El cálculo por parte de la marca se ajusta a la realidad y por ello queremos darles la enhorabuena. En ciudad se estima que el consumo se eleve hasta los 14l/100km. Entendemos que no es su argumento principal, pero es un coche que por sus atributos y porque no está enfocado para usarlo diariamente, se le perdona. Eso sí. Además solo debéis echarle gasolina de 98 octanos.
Conclusión
Una de las dudas que nos planteábamos en Motor.es es si merece la pena pagar lo que vale este coche frente al resto del mercado. Opinamos que por deportividad y por su carácter radical es un coche perfecto pero que muchos se conforman con un punto menos de extremismo y un punto más de versatilidad y comodidad para el día a día. Para los más puristas del motor, un WRX es una apuesta perfecta con la que divertirse al volante, demostrar el buen hacer de la ingeniería japonesa, tener espacio suficiente para los ocupantes traseros y equipaje y llamar la atención con un alerón elevado entre otros detalles, tenga o no tenga efectos aerodinámicos sobre el coche. La realidad es que hemos visto fotografías del coche sin el alerón y pierde parte de su magia. Ahora es vuestro turno. ¿Es este vuestro vehículo soñado? Pues no os decepcionará.
En las puntuaciones, se lleva la máxima nota por comportamiento y habitabilidad, por ser un coche perfecto para lo que te esperas y práctico a la vez. Su radicalidad hace que la nota baje en cuanto a confort, que con unas suspensiones duras y un juego de embrague y acelerador al que hay que acostumbrarse, no resulta ser el mejor para cada día. Su consumo es esperable, pero algo elevado y además hay que alimentarle con gasolina de 98 octanos. Por ello se lleva un 6. Sentirás una seguridad elevada por su comportamiento y su buen equipo de frenos, además de las ayudas electrónicas, pero no puede competir en todos los terrenos como el coche perfecto, ¿verdad? El nivel de equipamiento es bueno pero ni su pantalla ni el navegador son los mejores. La calidad es mejorable. También tiene una cámara con buena resolución pero un display pequeño. Por último, las prestaciones son muy buenas y por ello se lleva un gran 9. De media, notable. Un 8,0.