Tenía ganas de viajar con un coche eléctrico, lo he hecho y he sacado mis propias conclusiones

¿Es posible viajar con un coche eléctrico? Desde hace años llevan diciéndonos que es posible. Sin embargo, yo no he podido probarlo de primera mano hasta hace sólo unos días. Ahora puedo dar mi opinión y punto de vista claro gracias a la experiencia.

Tenía ganas de viajar con un coche eléctrico, lo he hecho y he sacado mis propias conclusiones
Viajar en un coche eléctrico no es tarea sencilla para un novato en la materia.

16 min. lectura

Publicado: 02/04/2024 12:00

Llevamos años escuchando la cantinela de que es posible viajar por Europa (y más concretamente, por España) en un coche eléctrico. Pero, ¿realmente es posible? Esta es una pregunta que llevaba bastante tiempo haciéndome a mí mismo y que, después de algunos años, he podido poner a prueba en primera persona. Concretamente, me lancé a hacerlo realidad hace sólo unos días a bordo de un BYD Seal Excellence AWD, el de mecánica más potente (530 CV) y tracción total.

Bajo mi punto de vista el coche era el ideal para tener una primera toma de contacto al respecto. Y acerté de pleno. Este coche eléctrico, tal y como ya os conté en este otro artículo concreto sobre la prueba, es cómodo a rabiar, se percibe realmente bien asentado en el asfalto y cuenta con tecnología más que puntera. Por otro lado, su autonomía homologada en ciclo combinado es de 520 kilómetros. Como digo, un buen compañero de viaje para esta primera experiencia.

Según la propia homologación, el BYD Seal Excellence AWD es capaz de recorrer 520 kilómetros.

Así ha sido mi experiencia de viajar con un coche eléctrico

¿Podría haber escogido algún otro candidato mejor? Para algunos podría ser que sí. Bajo mi punto de vista era el adecuado. El problema llega en las condiciones en las que el vehículo eléctrico en cuestión ha llevado a cabo su homologación: temperatura, terreno, peso, etc. Todo cuenta, y siempre -o por lo general- juega en contra de quien lo conduce, pues cualquier parecido con la realidad es pura casualidad. No obstante, esto también sucede con los coches térmicos, aunque la facilidad de remediar unas cifras menos realistas es mucho más sencillo.

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Desde días antes de emprender el viaje soy consciente de que esto no es igual que hacerlo con un coche diésel o gasolina, incluso a bordo de un híbrido enchufable o no. Aquí hay que planear mínimamente cómo será la ruta: puntos ideales de paradas, opciones de ruta donde el coche consumirá menos, etc. Hago lo propio y escojo paradas y posibles opciones alternativas en caso de necesitarlas. Todo está correcto.

Como se puede ver, el primer paso ya depende de un importante «cambio de chip». Salir a carretera con un coche térmico te garantiza poder parar en cualquiera de las miles de gasolineras existentes en nuestro país, repostar y continuar. El riesgo es, directamente, cero.

El BYD Seal me parece uno de los mejores coches del mercado para este tipo de viajes.

La cosa cambia cuando tienes que estar atento a la potencia de los cargadores, disponibilidad, descargarte la aplicación pertinente, darte de alta y demás. Sí, es un poco enrevesado y, como digo, depende de una mínima planificación (y de tener múltiples Apps instaladas en tu smartphone).

Ahora sí, llega el día. Me echo a la carretera. Mi ruta daba el pistoletazo de salida en Madrid, mientras mi objetivo era llegar a Huelva capital. Un camino de algo más de 600 kilómetros, aproximadamente. De hacer caso a la autonomía homologada (520 km), esto supondría parar una sola vez en todo el recorrido. Sé que esto en realidad no será así y planifico un camino con tres paradas. Prefiero no ir justo de autonomía a estas paradas por lo que pueda pasar.

Son las 5:30 horas de la mañana y salgo de la capital con un 82% de carga en la batería de 82,5 kWh de capacidad que porta nuestro BYD Seal. Según el propio marcador de autonomía del coche, podría hacer una parada prácticamente antes de llegar a la provincia de Huelva. Sin embargo, menos mal que planifiqué una ruta más prudente con tres puntos.

Después de algo más de una hora, la parada en IONITY no fue muy bien.

Después de algo más de una hora de ruta, me detengo en la población de Cazalegas, provincia de Toledo, en una de las más recientes estaciones de IONITY inaugurada hace sólo unas semanas. Llego a este punto con un 60% de carga en la batería, tras recorrer 130 kilómetros desde mi punto de salida.

Aquí, mi sensación es la de estar en medio de la nada. Aquí no hay gasolineras, restaurantes o bares cercanos en los que poder tomar un café. Literalmente no hay nada alrededor, más que algunas empresas especializadas en reparación de vehículos o un almacén de venta de muebles. Nada que me interese a bote pronto.

Estaciono el BYD Seal en uno de los puntos de recarga y hago todos los trámites necesarios para que comience la carga. Rápidamente se establece en una potencia lineal de 20 kW, lo que supone que para cargar al 100% habría tenido que esperar alrededor de una hora y media. No puedo esperar tanto. No tengo prisa pero tampoco ganas de permanecer allí más tiempo del necesario.

Volví unos días más tarde a probar IONITY y confirmé la falta de unión con el BYD Seal.

Finalmente estuve casi una hora para poder alcanzar nuevamente el 80% de la carga. Mis planes iniciales de parada han cambiado a causa de este contratiempo (esperaba poder cargar rápido y saliendo con un 100% en la batería).

Por otro lado, el BYD es un buen coche en la totalidad de aspectos, pero no tiene ningún tipo de entretenimiento para estos momentos; ni puedo encender la pantalla central, ni tampoco dar al contacto del coche para, al menos, activar la calefacción. Esto me habría llevado a gastar parte de la energía que estaba inyectando, pero hacía frío y habría venido bien (muy bien, de hecho).

Vista la desesperación (y el aburrimiento) de aquella situación, decido salir en ruta hasta la siguiente estación, situada a unos 80 kilómetros. Esta es de la compañía Wenea, la cual aún no había probado nunca. A ver qué tal funciona y si su potencia de carga supera los 20 kW que me ha dado IONITY.

Concretamente, el viaje fue de alrededor de 600 kilómetros por trayecto.

Llego a este punto con un porcentaje del 70% y un consumo medio energético de 18,9 kWh cada 100 km (aunque en el contador de los BYD tan sólo contabiliza lo sucedido en los últimos 50 km). Realizo nuevamente la maniobra para iniciar la carga y empieza bien, con una potencia de 80 kW. «Bien, ahora sí», pienso. Apenas un minuto después la potencia baja hasta lo 44 kW y se mantiene en ese punto. «Bueno, tampoco está mal».

Aquí sí hay restaurante, así que aprovecho para desayunar con tranquilidad mientras el coche se recarga. Tarda finalmente alrededor de una hora en alcanzar el 100%. Ahora sí. Algo lento, pero al menos me garantizo un recorrido mucho más extenso y con cierta tranquilidad.

Recordemos que ya llevamos alrededor de 2 horas perdidas en paradas. Vuelvo a emprender la ruta y ya no me detengo nuevamente hasta la siguiente estación de Wenea (ya voy a lo seguro), situada en la población de Villafranca de los Barros, en Badajoz, a casi 200 kilómetros de distancia.

La carga de Wenea ha sido la que mejor me ha funcionado en mi viaje, aunque no alcanzó la potencia máxima del Seal (150 kW) en ningún momento.

Aterrizo con un 50% de carga en la batería sobre la que debería ser mi última parada antes de llegar a mi destino. En este recorrido, el consumo medio del BYD Seal Excellence AWD ha sido de 21 kWh cada 100 km. Algo mayor que el anterior.

Vuelvo a repetir la maniobra que ya he hecho anteriormente para la recarga y comienzan los problemas. Unos problemas que hasta ahora no había tenido. El cargador no reconoce el coche. Cancelo la operación y vuelvo a hacerlo. Negativo. Y así dos veces más.

Finalmente lo consigo y comienza la carga. Ahora sí, a una potencia de 110 kW. El récord del día. En alrededor de 45 minutos está de nuevo al 100% y ya dispuesto a no parar hasta llegar al destino. Y así fue. Desconecté el coche unos 35 minutos después (finalmente fue más rápido de lo estimado por el modelo) y recorrí los 230 kilómetros que me quedaban hasta mi destino.

El BYD Seal es un coche con el que viajar cómodamente en todos los aspectos.

En este tramo el consumo medio fue de 20 kWh cada 100 km. Circular durante unos 100 kilómetros por carreteras secundarias ayudó bastante a que su consumo se redujese. Finalmente, llego a Huelva capital con un porcentaje en la batería del 52%, lo que me dio para desplazarme unos días por la ciudad y alrededores casi sin preocupación.

Conclusión y opinión personal

Como se puede ver, mi experiencia no ha sido extremadamente difícil, pero tan poco tan sencilla como muchos prometían. Todo esto me ha llevado a pensar que sí, es necesario un importante cambio de chip mental para hacer este tipo de viajes. No es algo que se pueda decidir a la ligera. Hay que detenerse y ver muchos parámetros antes de echarse a la carretera. Por otro lado, este no es el único inconveniente que he encontrado.

Aquí no se puede planear nada, especialmente la hora de llegada. Aunque el coche con el que he decidido emprender el viaje sea capaz de cargar a una potencia máxima de 150 kW, esta cifra no se mostró en ningún momento, pese a que los cargadores escogidos podían alcanzar esa potencia.

Las incertidumbres a la hora de parar a cargar son muchas.

Siempre existen varias incertidumbres incómodas: ¿podrá cargar el coche en esa estación? ¿A qué potencia cargará? ¿Cuánto tiempo estaré ahí parado? Este tipo de cuestiones podrían tener una resolución sin mayores pegas siempre y cuando se viaje de vacaciones y sin prisas. Cuando quieres llegar al destino lo antes posible, por cualquier tipo de urgencia, es imposible. Como referencia, esta ruta la he hecho cientos de veces y suelo tardar entre cinco horas y media y seis horas, dependiendo de las paradas que haga. Aquí tardé ocho y media.

Todo esto me llevó a pensar que quizás la llamada «ansiedad por autonomía» debería pasar a llamarse en España como «ansiedad por los cargadores». Otra cosa de la que me he dado cuenta después de este viaje, es la escasez de puntos de carga rápida y fiables que existen en nuestra geografía. Mi viaje lo hice en días de diario. No me gustaría imaginarme el colapso en caso de que fuese verano u operación salida.

Un punto positivo que saqué de este viaje ha sido que, aún cargando en estos puestos, que no son los más asequibles, el trayecto de ida se hizo por un coste total de 40 euros. Algo más asequible de lo que costaría hacerlo en un coche de gasolina; y si es uno de potencia equivalente ya ni hablamos (530 CV). Es decir, podemos decir que viajar con un eléctrico sí es más barato. No obstante, a este precio habría que añadir el piscolabis que te tomarás en cada parada.

Este recorrido que he hecho múltiples veces, en esta ocasión tardé 2 horas y media más de lo normal.

Finalmente respondo a las preguntas: ¿Es posible viajar por España con un coche eléctrico? Sí. ¿Es lo más cómodo o recomendable para todo tipo de públicos? Rotundamente no. Al menos por ahora. No obstante, estoy deseando hacer nuevamente un viaje así con otro modelo eléctrico para continuar experimentando. Al fin y al cabo, soy de los que les gusta los coches eléctricos y los ve como una alternativa real y recomendable para cierto público.

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